Perdonar el Imperdonable

(Homilía Decimo Domingo Ordinario, Año A)

El padre Ray Carey cuenta una historia impresionante del perdón: Una hermana religiosa, muriendo de una forma de cáncer poco común, participaba en un programa de tratamiento experimental. Requería inyecciones diarias con una droga muy fuerte. Cuando el doctor llegó a su cuarto, llevaba una bandeja de jeringas, cada una con el nombre de un paciente particular. En un momento de distracción, agarró la jeringa del próximo paciente - un hombre cien libras más pesado que la hermano. Después de inyectarla en el brazo de la hermana, se dio cuenta que la dosis era fatal. Viendo su expresión de horror, la hermana y sus visitantes supieron que sucedió. La hermana agarró los hombros el médico y le dijo, "Te absuelvo por lo que me hiciste. Tienes que continuar tu trabajo y no dejar que la culpa te aplaste." Y a sus amigas, "Les prohíbo tener un caso legal contra este médico o contra el hospital." Dentro de dos horas, ella murió.

Es difícil para nosotros comprender el perdón verdadero. Pensamos que perdonar es negar que el pecado existe. "No te preocupes. No era nada. Te entiendo." He escuchado a personas hablando de su "aceptación incondicional" de otros. Pero cuando encuentran una persona real (diferente que las que habitan su mundo imaginario) que los ofende, el amor sin condiciones desaparece y atacan con la determinación de tener venganza. Dicen, "Soy una persona que acepta, perdona. Pero lo que él hizo es imperdonable."

Por ese motivo, Jesús comía con "publicanos y pecadores." Personas honestas los despreciaban - y con razón. Lo que hicieron era más allá del perdón. Eran traidores y corruptores. Sería como si el Santo Padre cenara con hombres que habían violado a niños. ¿Por que está arruinando su buen nombre comiendo con ellos?

Jesús hizo cosas tan provocativas porque no querría solamente hablar de la misericordia. Deseaba que la gente la veía en acción. Al final, haría por cada uno de nosotros lo que la hermana religiosa hizo por el joven médico. Nos absuelva de nuestro crimen - y aun de la culpabilidad. No por decir, "No te preocupes. No era nada." Al contrario, era algo, pero Jesús quiere absorberlo en sus propias heridas. Es una gracia increíble que viene con una sola condición. Que le pedimos que nos haga canales de su misericordia divina:

“Vayan, pues y aprendan lo que significa,
'Yo quiero misericordia y no sacrificios.'
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.” (Mt 9:13)

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Versión Inglés

De los Archivos:

Homilía 2008: Como Lluvia de Primavera
2005: El Deseo Para Venganza
2002: Perdonar el Imperdonable

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