Uno U Otro

(Homilía Domingo 17o Ordinario, Año A)

Una vez hablé con un profesor de filosofía. Le pregunté quien era el filósofo favorito de sus alumnos. ¿Platón con su imaginación celestial? ¿O Aristóteles con su realismo práctico? ¿Ellos prefieren la racionalidad de Descartes o la voluntad a poder de Nietzsche? Su respuesta me sorprendió. Mientras los estudiantes aprecian aspectos de todos estos filósofos, él que más los cautiva es un clérigo solitario danés llamado Soren Kierkegaard.

Quizás a causa del cielo escandinavo, tuvo una sensibilidad extraordinaria al color gris. Lo vio como es – una mezcla de negro y blanco – y sabia que se puede separar la luz de la oscuridad. Llega un momento cuando cada uno tiene que escoger o la una o la otra. La decisión es drástica y según Kierkegaard, la parte más difícil de la existencia humana.

Para describir la experiencia, escribió libros con títulos como Fear and Trembling y Sickness unto Death (el susto y el temblar, enfermedad hasta la muerte). En ellos analiza la angst (angustia existencial) que acompaña la libertad humana. Experimentamos la angustia en una forma diferente que otros animales porque, en nuestro caso, las consecuencias son increíblemente altas. La única cosa que nos podemos hacer es no hacer una decisión. Kierkegaard explica porque en su Either/Or (uno u otro). Mientras nos envejecemos, la distinción viene a ser más obscura (que Dios nos ayude) pero el joven ve mas claramente que la vida es un drama con consecuencias enormes. Por eso, Kierkegaard muchas veces es el filósofo favorito de universitarios.

En las parábolas de hoy, Jesús describe una decisión que todos tenemos que enfrentar. El reino de los cielos es como un tesoro escondido, una perla muy valiosa. Para obtenerlo hay que arriesgar todo:

El Reino de los cielos se parece a un tesoro Escondido en un campo.
El que lo encuentra lo vuelve a esconder,
y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

Ahora es el momento para decidir. Hace unos años era posible comprar acciones de Microsoft por cinco dólares. Muchos dicen, ¿Por qué no vendí todo para comprar cien mil acciones? Este domingo quisiera ofrecerte algo infinitamente mejor. Digo “infinito” en el sentido literal. Toma todo lo que tienes y inviértalo en Jesús. Yo sé que algunos dicen, “Quiero seguir a Jesús pero mi vida estaría vacía sin alcohol... aquella muchacha... mi pornografía.” Hermano, tu vida ya esta vacía, pero vende aquellas cosas y obtendrás algo de valor verdadero. ¿Es necesario repetir que la situación ya esta extrema? No hay tiempo para regatear con Dios. El precio esta fijo: todo.

La semana pasada les di la definición del infierno. Ahora escucha la del cielo: “El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.” (Catecismo 1024) El cielo cumplirá los anhelos más profundos del Corazón. Cuando estamos ante El, cualquier alegría, placer o belleza será tan pálida como tiza. Se llama la “Visión Beatifica” ver a Dios cara a cara. (I Jn 3:2, I Cor 13:12, Rev 22:4) Es la perla muy valiosa. Es Jesús mismo – en su plenitud, la Comunión de los Santos. Les ruego, ahora mismo, invertir todo lo que tienes – todo lo que eres – para obtener tal premio.

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Versión Inglés

De los archivos: Enseñanza de Jesús sobre el Infierno
2005 homilía: La Perla de Gran Valor

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Padre Armando Pérez (Ordenado al sacerdocio, 8 de junio de 2002)

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