Tentación Satánica

(Homilía Domingo 22o Ordinario, Año A)

El domingo pasado vimos que Jesús estableció una jerarquía – un orden sagrado. Hoy vemos como Satanás responde: ataca aquel orden, ofreciendo una tentación. Como toda tentación satánica, era muy atractiva. Jesús había dicho a los discípulos que, para cumplir su misión, tenía que aceptar los tormentos de crucifixión romana. Todos sabían lo que eso significó. Después de humillación publica, el condenado pasó horas atado a un palo, resollando por aire. Pedro reaccionó en una forma natural, precisamente lo que se esperaría de un lugarteniente principal:

“No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti.”

Sin embargo, era una tentación satánica. De hecho, Pedro es el único hombre en los evangelios a quien Jesús llama, “Satanás.”

“¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes de hacerme tropezar en mi camino!”

La tentación debe haber sido atractiva aun para Jesús – en su humanidad. Luego iba a rezar, “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa.” Hacer tal oración es muy humana. Pero eso es el problema. Como Jesús le dice a Pedro, “tu modo de pensar no es él de Dios, sino él de los hombres.” Nosotros somos como una mosca caminando sobre una obra de arte. Ella no ve el retrato total, solamente unas líneas y sombras.

En la segunda lectura, San Pablo dice que no debemos conformarnos a los criterios del mundo actual. He visto a personas con gran fervor, incluyendo a sacerdotes, que poco a poco se vuelven vacíos. Poniendo a un lado la Liturgia de las Horas, leen el periódico diario, pensando que les dirá lo que esta sucediendo en el mundo. Se imaginan a sí mismos como rebeldes contra una jerarquía opresiva, pero en realidad son conformistas aburridos.

Las revistas y televisión pueden tener un cierto valor, pero también pueden ser obstáculos a lo que San Pablo llama la transformación interior. Solo por ella podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios.” Esa renovación profunda requiere oración y lectura espiritual. Los Padres de la Iglesia lo denomina como lectio divina.* Sin ella es fácil caer en un modo mundano de pensar.

Uno de los sueños mayores del Concilio Vaticano era que no solamente los sacerdotes y diáconos, sino también los laicos rezaran el Oficio. Esta forma de oración ha comprobado su eficacia por siglos de experiencia. Ayuda al Cristiano no ser engañado por tentaciones satánicas y reconocer verdadera ganancia y perdida. Jesús lo dice claramente. ¿De que le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma?**

Una persona que entendió estas palabras de Jesús era Santa Rosa de Lima. Por actos extraordinarios de negación propia, mostró su disposición a sufrir cualquier cosa para seguir a Cristo. Vivió en el Perú en el siglo diecisiete. Es Santa Rosa de Lima. Una de sus escrituras ha sido incorporada en la Oficina de Lecturas. Dice que si un viera la grandeza de la gracia divina, no se quejaría de ningún sufrimiento o prueba.

************

*El Catecismo da este resumen: 1177. "Los himnos y las letanías de la Oración de las Horas insertan la oración de los salmos en el tiempo de la Iglesia, expresando el simbolismo del momento del día, del tiempo litúrgico o de la fiesta celebrada. Además, la lectura de la Palabra de Dios en cada hora [con los responsorios y los troparios que le siguen], y, a ciertas horas, las lecturas de los Padres y maestros espirituales, revelan más profundamente el sentido del Misterio celebrado, ayudan a la inteligencia de los salmos y preparan para la oración silenciosa. La LECTIO DIVINA, en la que la Palabra de Dios es leída y meditada para convertirse en oración, se enraíza así en la celebración litúrgica."

**Griego: Psyche, ser interior, la vida misma, el alma.

English Version

De los Archivos (Homilias Para Domingo Veintidos, Año a):

2008: No Espiritual, Sino Religioso
2005: ¡Apártate de Mí, Satanás!
2002: Tentación Satánica

Otras Homilias

Boletín

El 72.6% de los Hispanos en Estados Unidos es Católico (Revelaciones de una encuesta recién publicada)

Home