Perdón No Es Derecho

(Homilía Domingo 24o Ordinario, Año A)

Recién hubo una carta en el diario de Seattle describió el perdón del pecado como un “entitlement” (derecho). Normalmente no hago caso a la teología de las cartas en el periódico, pero esta fue escrita por un hombre empleado tiempo completo en la formación de jóvenes católicos. Me hizo preguntar si es así como nuestros jóvenes imaginan el perdón – como un programa de “entitlement” come Seguro Social o Medicar. Si uno alcanza unas calificaciones básicas, se puede aprovechar del programa cuando se necesita. Dado impersonalmente por una entidad lejana, no requiere nada del recipiente excepto unas pocas formalidades.

Nada puede ser mas lejos del perdón que Jesús describe en el evangelio de hoy. Su costo es enorme, mas que el valor de la propiedad de un hombre, junto con el trabajo servil de su señora, sus hijos y el mismo. Es un precio que un solo hombre pudiera pagar. No estoy hablando de Bill Gates. Su fortuna increíble no iguala la gota más pequeña de la Sangre de Jesús.

Y lo que el perdón requiere del recipiente también es enorme. Tiene que estar dispuesto a perdonar a su hermano desde el corazón (Mt 18:35) En otra homilía explique la diferencia entre disculpar y perdonar. Suficiente decir aquel el primero es un juego mental y el segundo es un entregarse diariamente, aun cada hora.

Nadie tiene derecho al perdón. No perdonamos al otro porque lo merece. Eso es solamente la justicia. Nadie puede decir que merece el perdón de Dios. Al contrario, Dios nos lo da al único precio que podemos pagar – gratis. Tampoco lo da impersonalmente. No, es posible recibirlo solamente como parte de una relación personal con Jesús. En un sentido es la relación entera. Pedro se confiesa su falla. Jesús le pregunta, ¿Me amas?

Tengo que ser honesto. Estoy preocupado sobre el lenguaje de “cero tolerancia.” El padre Neuhaus lo resume bien:

La percepción de la Iglesia Católica puede ser cambiada sustancialmente. Antes James Joyce dijo de ella: “Ya vienen todos.” Puede llegar a ser una comunidad para los que no tiene un secreto horrible en su pasado. Las personas cargadas con algún secreto terrible quizás buscarán una comunidad que, siguiendo el precedente venerable, “recibe a pecadores y come con ellos” (Lc 15:2).

Es verdad que la sociedad civil a veces tiene que encerrar a alguien y botar la llave. Pero como Iglesia de Cristo, ruego a Dios, que nunca lo hagamos.

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