¿Por Qué Todo el Día Sin Hacer Nada?

(Homilía Domingo 25o Ordinario, Año A)

Jesús contó la parábola de la viña para mostrar la generosidad de Dios. Pero choca nuestro sentido de justicia. El dueño (Dios) no da importancia a la hora en que comenzamos a trabajar. Lo que cuenta, al final del día, es si estamos en la viña o no. El cardenal Newman lo dijo claramente: La viña es la Iglesia Católica. Cuando tú mueres, Dios no va a revisar tus hechos grandes, sino preguntar ¿Estas adentro o no? Así, un pecador notorio como Oscar Wilde fue recibido en la Iglesia cuando agonizaba, mientras otros, quizás por su amargura, abandonaron la viña antes del ocaso del sol.

Dicho esto, sería peligroso, quizás infinitamente peligroso, posponer tu entrada en la viña. Un joven, cuyo matrimonio celebré hace tres años, cayó muerto la semana pasada. Los médicos dijeron que un vaso sanguíneo rompió en su cerebro. Dejó a su señora y dos niños – el segundo en utero. Afortunadamente, él estaba trabajando en la viña cuando llegó su propio ocaso del sol.

Una pregunta importante fue dirigida a los fuera de la viña. “¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?” (Mt 20:6) Aplica a muchos jóvenes de hoy. Déjenme explicar.

Cuando entré en el seminario en 1964 hubo treinta-cinco en mi promoción, todos estudiando para la Arquidiócesis de Seattle. Teníamos la misma edad, con excepción de uno que tenía seis años más que nosotros. Siempre nos hablaba de su “vida en el mundo.” Escuchábamos, pero pronto lo llamamos “abuelo.” Pues, ese “abuelo” de veinte cuatro años sería uno de los seminaristas más jóvenes ahora. No es solamente que hay menos seminarios al nivel de la universidad, sino que aun ellos estudiando teología tienen más años que en el pasado.

Doy la bienvenida a estas vocaciones – y sin duda su experiencia será valiosa para ellos en el sacerdocio. No obstante, hay que preguntar porque tantos jóvenes son tan lentos en responder a su vocación. No estoy hablando solamente del sacerdocio sino la vocación de matrimonio.

La parábola da parte de la respuesta, “Porque nadie nos ha contratado.” Uno de las cosas mayores que podemos hacer es ayudar un joven a empezar su trabajo. Para mí era la invitación del párroco, pero también una palabra de una persona en mi escuela. Ella no era católica, pero creo que el Señor la usó cuando ella me preguntó, “¿Felipe, estás pensando en ser sacerdote?”

El Padre Andrew Greeley dijo que lo que los jóvenes más necesitan es ser animados. Quizás nos hemos burlado de las tías que siempre buscaban pareja para jóvenes, “¿No crees que Susana sería una linda mucha para ti?” Pero tal vez hoy estamos demasiados reticentes. No estoy hablando de atacar a los jóvenes adultos por su falta de compromiso, sino rezar que el Señor enviara la persona correcta para guiarlos – y estar abierto a la posibilidad que la esa persona seas tu.

San Pablo dice a los tesalonicenses que “reprendan a los indisciplinados, animen a los indecisos.” (I Thes 5:14) ¿Qué servicio mayor podemos hacer que animar a alguien que abrace su vocación, empezar su trabajo en la viña?

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English Version

De los Archivos (Homilias Para Domingo Veinticinco, Año a):

2008: Creyeron Que Recibirian Mas
2005: Trabajadores Eventuales
2002: ¿Por Qué Todo el Día Sin Hacer Nada?

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