La Trampa de Idolatría

(Homilía Domingo 29o Ordinario, Año A)

Uno de los pensadores más importantes era el médico, científico y filosofo, Moisés Maimonides – que nació en Córdova en 1135 y murió en Cairo en 1204. Influyó profundamente a Santo Tomás que le denominó “el rabí.” Maimonides tomó como punto de partir la trascendencia absoluta de Dios. Y consideró idolatría como el mayor pecado. Toda creación refleja algo del ser de Dios, pero nuestra tentación es adorar a la criatura en vez de Dios mismo.

Un ejemplo común de idolatría es la pornografía. Pocas cosas son tan bellas como la forma humana. El arte, la literatura y poesía (incluyendo la poesía inspirada como el Cantar de los Cantares) han celebrado esa belleza. Sin embargo, es tan fácil fijarnos en la forma misma. Así los hombres ponen a su señora e hijos en segundo lugar y pasan horas en clubes o mirando a imágenes en la computadora. No salen renovados, sino odiando a si mismos – y quizás también a la pareja que no puede igualar las fantasías. Vacío, el hombre empieza una búsqueda mas desperada para la satisfacción.

El mismo ciclo ocurre con otras formas de adición. Los humanos podemos pervertir toda cosa buena. Alcohol ha sido ocasión de miseria terrible, a pesar de ser bueno en sí. Aun la cocaína, en su estado natural, sirve un propósito saludable. Viví siete años con gente que masticaba la hoja de coca. Yo mismo lo hice, pero preferí mate de coca. Solamente cuando unos refinaron la hoja de coca, concentrándola cien veces, llegó a ser un instrumento de mal. La raíz de todo abuso, como Maimonides observó, es la idolatría, es decir, nuestro deseo de manipular a cosas y personas para obtener una felicidad que solamente es posible en Dios.

En el evangelio de hoy, los fariseos retan a Jesús hacer un juicio sobre idolatría. “¿Está permitido pagar el impuesto al César?” Por su respuesta Jesús muestra la balanza correcta. El mismo poseía una moneda y por eso les pidió que se le mostraran. A pesar de la prohibición contra imágenes, ellos sí la tienen. Pero Jesús no bota la moneda con su cara del César, sino dice que hay que dar al César lo que le pertenece y a Dios lo que es suyo.

Jesús no esta diciendo que dividimos la vida en diferentes cajas. Algunos han criticado la carta de los obispos americanos sobre Irak, no por haberla leída, sino porque “la Iglesia no debe mezclarse con la política.” Estoy de acuerdo que los obispos y sacerdotes tienen una competencia limitada en cuanto a los detalles de un plan político, pero tenemos principios – recibidos de Jesús – que toda acción política debe tomar en cuenta. Seriamos irresponsables si no tratamos de aplicarlos a los asuntos corrientes. Al mismo tiempo, tenemos que aceptar la critica, no por hablar, son por ignorar las preguntas relevantes.

“Dar a Dios lo que le pertenece.” Como Maimonides explicó, lo que pertenece a Dios es todo. Las cosas son buenas, bellas y verdaderas solamente porque vienen de Él. Y cuando no lo reconocemos, pervertimos la belleza de la creación. No lo hacemos solamente en formas obviamente destructivas como pornografía, alcoholismo y drogadicción, sin en formas más sutiles. Aun algo tan noble como el amor de un padre para su hijo pero ser idolatra – y en el proceso destruir el hijo y el padre que valoriza a su hijo más que a Dios.

Jesús nos pide dar a toda cosa lo que debe – aun a las imagines. Y también reconocer que hay Uno Solo que puede reclamar el corazón entero.>

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