Se Confesaron Sus Pecados

(Homilía Segundo Domingo de Adviento, Año B)

Recién tuve la oportunidad de preguntar a un profesional médico si marihuana causa efectos al largo plazo. Me dijo que hay estudios que sugieran que puede afectar la parte del cerebro que permite que la persona mueve de intención a acción. Pueden tener lindos planes, que anuncian a sus amistades, pero cuando tratan de realizar sus metas, parece están paralizados o aun indiferentes – como si la intención fuera la única cosa que cuenta.

Si estos estudios son correctos, dejo a otros para juzgar. No obstante, parece que todos tenemos algunas dificultades en realizar las buenas intenciones. El Evangelio de hoy nos ofrece un remedio espiritual. Cuando la gente se acercó a Juan buscando “un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados,” no participaron pasivamente en un rito. Al contrario,

“Se confesaban sus pecados.” (Mc 1:5)

El autor anglicano, C.S. Lewis promovió la confesión de pecados al sacerdote. La practica puede ayudar en avanzar mas allá de metas vagas. “Quiero ser una persona mejor, más caritativa.” (¡Bravo!) Pues, lo que importa a otros no son nuestros planes maravillosos, sino cambios específicos en nuestra forma de portarnos. Lo que puede dar resultados concretos es acto de revisar los Mandamientos y expresar a otro ser humano donde hemos caído – no hace diez años, sino durante los últimos diez días. Perdí mi paciencia con los niños, usé malas palabras cinco veces, mire pornografía de la Internet, humillé a otra persona con mi boca.

C.S. Lewis sugirió que si una persona no practica la confesión al sacerdote, que debe al menos escribir una lista de sus fallas más significativas. Reconocer los pecados puede tener un efecto saludable. No solamente nos ayuda a hacer progreso genuino (que puede ser muy apreciado por los con quienes relacionamos diariamente) pero algo mas profundo. Si no reconocemos nuestras fallas y hacer el esfuerzo de corregirlas, nunca enfrentaremos quienes realmente somos.

Juan predicó un bautismo de arrepentimiento. ¿Por que? Para preparar el camino para alguien más poderoso. Nuestro esfuerzo – y, a cierto punto, fracaso – a vivir la ley de Dios puede abrir al don que Juan profetiza: el bautismo del Espíritu Santo. (1:8) La tradición cristiana, casi unánime, testifica que esta refiriendo al Sacramento.

Jesús nos dice que para entrar en el Reino de Dios, es necesario “renacer por agua y el Espíritu Santo.” (Jn 3:5) Es el mayor don que la Iglesia ofrece, para adultos y para niños con papas llenos de fe. Pero a veces es como un regalo de Navidad que se pierde en la confusión y no se abre. Por aquel motivo tenemos el Sacramento de Reconciliación que los Padres describieron como “segundo bautismo.” Les invito abrirse a la gran gracia recibida en la confesión de los pecados.

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English Version

De los Archivos:

Segundo Domingo de Adviento, Año B, 2008: Pecados de Impaciencia
2005: Desenmascando el Pecado
2002: Se Confesaron Sus Pecados

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