"Si Ustedes No Se Arrepienten..."

(Homilia Tercer Domingo de Cuaresma, Año C)

Cuando cae un disastre, quisieramos saber porque sucedió a aquella persona y no a otra. ¿El cancer fue causado por fumar? ¿En el accidente el chofer manejó borracho? Tratamos de descubrir la persona culpable. Jesús no da mucha atención a esas preguntas. Cuando le reportó sobre los galileos matados por Pilatos, el dice:

Si ustedes no se arrepienten perecerán de manera semejante.

Jesús pudiera haber denunciado la crueldad de Pilatos - y su sacrilegio en mesclar la sangre humana con los sacrificios del templo. Pudiera haber analizado la situación política y hecho algunas sugerencias. Pero no lo hizo. En cambio les dijo, "no pensar que ustedes son mejores que ellos - que las dieciocho personas aplastadas cuando cayó la torre de Siloé. Pero si no arrepienten, van a sufrir algo peor."

Quizás esas palabras de Jesús nos inquietan. Parece que Jesús no habla mucho del sufrimiento de aquellas personas, pero no es así. Tenemos que recordar que él tiene una visión mucha más amplia que la nuestra. El ve las cosas desde la perspectiva de la eternidad. Miles de torres derumbandose es como un granito de arena en comparación a la suerte de una sola alma.

El gran cardenal Newman dijo que todos los huracanes, las plagas, terremotos, todos disastres naturales juntos no causan tanto daño como un solo pecado venial. Newman, como Jesús, percibió las cosas en relación a la eternidad. Sabía el valor del alma humana más humilde. Donde el alma pasa la eternidad depende de su respuesta al llamado de Jesús, "Arrepientanse o algo peor te va a suceder."

Durante la cuaresma una de las maneras en que expresamos el arrepentimiento es recibir el sacramento de reconciliación. Un sacerdote joven, el Padre Pat Frietag me contó esta experiencia para entender la necesidad de confesión.

Cuando estaba en la universidad pasó cinco días en las montañas con sus amigos. Caminaron un promedio de quince kilometros por día. Cuando terminaron, unos amigos fueron a recibirlos. Eran contentos de verlos, pero cuando se acercaron, sus amigos pararon. Una de las muchachas les dijo, "Uds. huelen." Pasando cinco días juntos, se acostumbraon al olor, pero ante de recibir un abrazo de los otros tuvieron que bañarse.

El sacramento de penitencia es semejante - un lavarse de los pecados para poder volver a la comunidad de la iglesia. Nuestro problema es que nos hemos acostumbrado al olor mutuo. Necesitamos alguien muy honesto para decir (y por favor no tomar ofensa) "Uds. huelen."

Quisiera dar un ejemplo pequeño como nos hemos acostumbrado al mal olor mutuo: el uso de malas palabras. Yo sé que para muchas personas es un pecado pequeño y lo hacen sin pensar. Ahora es tan común aun entre las damas. Una vez estaba en un restaurant con dos amigos sacerdotes. En la mesa cerca a nosotros, había dos mujeres. Cada tercera palabra era ofensiva. No les dijimos nada, pero cuando llegó nuestro desayuno, hicimos la señal de la cruz y una bendición en voz alta. Ellas se callaron.

Lo peor de malas palabras es usar el nombre de Dios en vano. En la primera lectura hoy Dios revela su nombre a Moises - Yavé, YO SOY. El nombre de Dios es tan sagrada que los judios nunca lo mencionó. Quizás nosotros debemos leer otra vez el tercer capítulo del Exodo - reflexionar sobre nuestra reverencia por el nombre santo - de Dios, de Jesús - y también de la madre de Dios.

La cuaresma es tiempo de purificar nuestros labios, nuestro corazón, nuestra alma que tiene un destino eterno. Hay algunas personas en nuestra comunidad que están preparandose para el sacramento de bautismo. Otros necesitamos el "segundo bautismo" que es el sacramento de reconciliación - la confesión. El primer paso es tomar en serio las palabras de Jesus, "Si ustedes no se arrepienten...."

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Versión Inglés

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