Hace unos años antes de fallecer mi mamá, tuve una conversación interesante con ella. Era noche y regresábamos de una reunión familiar. Medio camino ella me preguntó, "¿Crees que nos reconoceremos en el mas allá?"

"Oh, si," le dije. Iba a explicar mi teoría que el reconocer tomaría tiempo porque nadie podía llevar su ser falso al cielo (lo arruinaría).

Pero antes de formular mis pensamientos, ella me dijo, "Extraño a mi mama." Su mama murió hacia cuarenta anos y ella todavía dolía para verla otra vez.

El deseo de ver a un querido difunto crece con tiempo. Extraño a mi amigo, el Padre Mike Holland, y por supuesto a mis papas. Sé que hay un solo camino para volver con ellos: la unión con Cristo.

Las lecturas bíblicas de hoy aclaran que Jesús no solamente gobierna el universo físico, sino - lo que es más importante - es cabeza de la Iglesia, que forma su cuerpo. (Ef 1:23) Solo por unión con él podemos lograr nuestra relación propia uno con otro. Eso aplica ahora y por la eternidad.

Durante el mes de mayo, reconocemos que Jesús ha dado una ayuda bella para nuestro camino. En lo que prácticamente era su gesto final, dijo, "¡Ahí, es tu madre!" (Jn 19:25) En este día en que honramos a nuestras madres aquí en la tierra, es apto que veneramos la madre de todos los bautizados:

Oh María, Madre mía, oh consuelo del mortal,
amparadme y guiadme a la patria celestial
amparadme y guiadme a la patria celestial.

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