Juicio de los Gentiles

(24 de noviembre de 2002)

Déjenme comenzar con una confesión. A veces tengo una reacción negativa cuando se lee este evangelio (Mt 25:31-46) en los funerales. El homilista nos dirá que el difunto era una buena persona que trató de ayudar a los otros. Es cierto que no hay que hablar mal de los difuntos, pero el problema es que el predicador saca una conclusión ancha: Que Jesús nos juzgará según las obras, si hemos dado de comer a los hambrientos, hospedado al forastero, visitado al enfermo o encarcelado.

Mientras no quisiera en ninguna forma desanimar las obras de misericordia (ver Catecismo #2447) tengo que protestar la identificación de salvación con obras. Tarde o temprano, viene a ser un punto de vista que niega la fe, gracia y sacramentos como esenciales a la salvación. Jesús esta puesto en el rincón como una presencia escondida que certifica nuestra “compasión.”

La homilía sobre Mateo 25 puede concluir con un desprecio a personas “piadosas.” El hecho que enfocamos explícitamente en Cristo provoca la acusación que estamos evitando el asunto importante de vida (ayudando a otros). Puedo vivir con el desprecio, pero quisiera retar este malentendido del evangelio.

Para entender correctamente este pasaje tenemos que considerar lo que precede y lo que sigue. Los últimos dos domingos hemos escuchado lo que viene adelante, es decir, las parábolas de los vírgenes (vv. 1-13) y los talentos (14-30). Indican como Dios juzgará los oyentes de las palabras de Jesús. Aplican directamente a nosotros como cristianos. Somos acompañantes de novio. Jesús nos ha entregado recursos enormes (“talentos”).

La sección de hoy (31-46) cambia el enfoque a los gentiles (ethne “naciones” en nuestra traducción). A diferencia que nosotros, no han escuchado el evangelio. No han tenido la oportunidad de recibir bautismo y los otros sacramentos. Jesús los juzgará según la ley moral, lo que San Pablo llama “la ley inscrita en el corazón” (Rom 2:15) En la escena del juicio, Jesús subraya la parte mas obvia de esa ley – cuidado de los débiles e indefensos.

A primera vista parece que las cosas son más fáciles para los gentiles. Sin embargo, cuidado por los indefensos no es tan simple. Tenemos la tendencia de ser selectivos en nuestra compasión. Por ejemplo en nuestra cultura la gente tiene gran simpatía para la mujer enfrentado un embarazo duro, pero no para el niño pequeño invisible a nuestra visión. En modo semejante, no vemos la dignidad del inmigrante indocumentado o la persona con una enfermedad incurable. En su juicio a los gentiles Jesús da un rango amplio de los marginados y repite la lista cuatro veces para que no perdamos su mensaje.

Desgraciadamente hoy todos somos influidos por la filosofía de Nietzsche que dice que esta compasión es sentimentalismo, que debemos ser realistas y ponernos al lado de los poderosos. Vemos esta forma de pensar en la aceptación legal del aborto y, ahora, en la manipulación de embriones humanos. Nuestra sociedad ha reducido nuestros hermanos y hermanas más pequeños al nivel de un producto de consumo. Mientras yo hablo, técnicos están creado embriones humanos en vidrios. Seleccionan algunos para implantar, otros para descartar. Y otros se congelan por años y los usan para experimentos médicos. Si ellos no los “los hermanos más pequeños” no sé cuales son. Va a haber sorpresas, algunas no tan agradables, cuando Jesús viene a juzgar a las naciones.

La ley inscrita en el corazón será el criterio para juzgar los gentiles. De hecho, juzgarán a sí mismos. Cuantas veces has escuchado a alguien burlándose de otra persona – incluso condenándolo fuertemente – y luego hacer la misma cosa que había condenado. Me acuerdo visitando a un hombre encarcelado por un crimen repulsivo. Lejos de ser humilde, solo querría expresar su enojo contra lo que lo abusaron a él. Sabemos la ley interior, pero no la hemos vivido.

En el día del juicio esa ley profunda no nos dará refugio. Todos hemos fallado, algunos de nosotros en forma miserable. Pero las cosas no son totalmente perdidas. Mientras el juicio universal usará la ley moral, no será la historia completa. Consideren lo que viene inmediatamente después de Mateo 25:

“Después de exponer todas estas cosas, Jesús les dijo a sus discípulos: ‘Como ya saben, faltan dos días para la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.’” (Mt 26:1-2)

El juicio, al final de las cuentas, será en cuanto a nuestra respuesta a Cristo crucificado. Mt 25: 31-46 es prácticamente una descripción de Jesús sobre la cruz: encarcelado, desnudo, sediento, un forastero. La cruz está al centro de la historia humana. Su sombra cae en alguna forma sobre toda nuestra raza. Creo que Jesús proveerá a todos los hombres una oportunidad para echarse a los pies de la cruz – o huir de ella.

Noten que las ovejas no pueden confiar en “obras de orgullo.” De hecho fueron completamente sorprendidos por el juicio, “¿Cuándo te vimos...?”

No puedo avanzar más allá de este punto. A parte de la ley moral, que aplica a todos, Jesús nos da poco para averiguar sobre la salvación de los no creyentes. Al contrario da énfasis a nuestro deber de llevarles su enseñanza y sacramentos. (ver Mt 28:19) La verdad es que tu y yo hemos escuchado su voz. Hemos recibido sus dones, los sacramentos. Y sabemos que el camino delante de nosotros es la cruz. Ciertamente incluye salir de nuestra comodidad para hacer obras de misericordia. Pero ellos no nos darán motivos para orgullo. Al contrario proveerán ocasiones para humildad, para reconocer a Cristo como el Rey.

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