Che Guevara: ética en el combate político.

 

Hoy tendría sesenta y nueve años. En un orden mundial que nunca hubiera imaginado, en un continente devastado por el neoliberalismo, en una isla sometida a las tensiones de la dolarización. ¿Cómo pensar o repensar al Che?

 

Jeanette Habel

 

Distorsionada por un mundo caótico, la imagen del Che oscila entre los contrasentidos y la burla. Mito vacío de sentido o utopísta totalitario y suicida. Guerrillero heroico pero mal militar para unos, lamentable organizador para algunos, o, para otros , puritano masoquista e implacable utilizador del abuso de poder, cuya irresponsabilidad e inflexibilidad política habrían –en ausencia del genio pragmático de Fidel Castro- conducido al fracaso a la revolución cubana, siguiendo el ejemplo del Congo y Bolivia.

 

¿Cómo reencontrar en este fin de siglo el sentido de un combate llevado en aquel decenio revolucionario de los ´60? Se conoce mejor hoy el final de la vida del Che pero sus escritos –numerosos- son conservados en Cuba y siguen siendo desconocidos. Su itinerario ideológico queda aún por descubrir.

 

La brevedad de su vida política (trece años entre la victoria de la CIA contra Arbenz en Guatemala y su muerte en Bolivia, ocho años en Cuba, seis de ellos después de la victoria) y la aceleración brutal de la historia de la que era parte activa, hacen más compleja la interpretación de algunos de sus textos. El pensamiento del Che estaba en constante evolución.

 

Aunque negara ser un teórico y jamás hubiera pertenecido a un partido político antes de su compromiso en Cuba, todos los testimonios están de acuerdo: en la Sierra Maestra, igual que en el momento de la toma del poder, fue uno de los principales inspiradores –incluso el principal- del curso radical seguido por la revolución. Pero su conciencia política iba a evolucionar profundamente en algunos años. Entre la evocación positiva de los países del "telón de acero" en la Sierra Maestra (en una carta al responsable del Movimiento del 26 de julio, René Ramos Latour, carta que posteriormente calificará de "idiota") y la crítica implacable de la URSS y de los países de la Europa Central de los años 64-65, sólo pasaron seis años.

 

En Octubre de 1960 viajó a Moscú. La isla estaba estrangulada por el embargo americano de las mercancías decretado el 13 de octubre. Obtuvo créditos del bloque soviético, así como la compra de una gran parte del azúcar cubano a cambio de petróleo (China comprará el resto). Presente en el aniversario de la revolución de octubre, fue ovacionado por la multitud. Convencido de que era inminente una agresión americana (la invasión de la bahía de Cochinos tendría lugar 4 meses más tarde), volvió convencido de que "la URSS y todos los países socialistas están dispuestos a entrar en guerra para defender nuestra soberanía" (1).

 

En Octubre de 1962, la crisis de los misiles dará un desmentido áspero a sus ilusiones. Y el guerrillero convertido en ministro hará la experiencia de las prácticas comerciales soviéticas, de la diplomacia de gran potencia de Moscú en la crisis de los misiles. Descubre la triste realidad del socialismo autoritario burocrático y los privilegios de quienes detentan el poder. En las conferencias del Ministerio de Industria denunciará lo que aún no se llamaba socialismo realmente existente.

 

Su reflexión le reafirma entonces en un humanismo forjado en su periplo por América Latina. Argentino, conoce las prácticas clientelistas y populistas del peronismo. Descubrirá más que quiere promover y del que a menudo se hace una caricatura totalitaria, el comportamiento tarde los privilegios de los "directores" y de los responsables del Partido. "El hombre nuevo" ejemplar que se impone como dirigente, el trabajo voluntario que impulsa están en las antípodas de las prácticas estalinistas. Está inspirado por una concepción ética del poder que se demuestra también una necesidad política. Cuando anuncia a los obreros del azúcar en 1961 que las penurias van a agravarse (la carne y la leche estarán en adelante racionadas), toma un compromiso que levanta el entusiasmo de los participantes: "En la nueva etapa de la lucha revolucionaria nadie recibirá más que nadie, no habrá ni funcionarios privilegiados ni latifundistas. Los únicos privilegiados en Cuba serán los niños".

 

La población sufre ya múltiples privaciones; la resistencia a la invasión americana supone una inmensa movilización popular imposible sin una adhesión al proyecto revolucionario; la victoria de Playa Girón, primera derrota imperial en América Latina no se puede explicar de otra forma.

 

Lejos de la corrupción y del nepotismo propio de los caudillos latinoamericanos, el Che impone la imagen de un dirigente austero, exigente tanto consigo mismo como con los demás. Las anécdotas son múltiples: suprime los suplementos de los que goza su familia en materia de alimentación, explica públicamente porqué, enfermo, ocupa provisionalmente una residencia al borde del mar que su salario no le permite pagarse. El Che tuvo muy rápidamente conciencia de la necesidad de luchar contra los privilegios; el proyecto revolucionario debía en su opinión hacer nacer un dirigente exento de toda corrupción, que pondría de acuerdo sus palabras y sus actos. Su austeridad personal era legendaria.

 

Llevará a cabo un combate incesante contra la burocratización de la nueva administración intentando imponer un modo de ejercicio del poder radicalmente nuevo. Fracasará y "el argentino", como le designarán con desprecio algunos funcionarios, se hará muchos enemigos.

 

Se ha dado a veces una interpretación psicoanalítica de su intransigencia. Eso es no comprender porqué, en Cuba, el nuevo poder debe encarnar una ruptura radical con la corrupción del antiguo régimen. Pues la "naturaleza" vuelve pronto al galope: testigo de ello, los guerrilleros del 26 de julio que tras la victoria estratégica de Santa Clara, cuando Batista es vencido, se adueñan de los Cadillacs de los policías de la dictadura para ir a La Habana. Son inmediatamente sancionados por el Che. Se dice hoy que esas sanciones, incluso severos castigos, tendrían que ver con un estalinismo específico, el gulag tropical. Así, todo se mezcla: la disciplina impuesta en una guerrilla en lucha contra una dictadura apoyada por Washington, las ejecuciones de los torturadores de Batista en el cuartel de la Cabaña tras la toma del poder serían supuestas premisas de la evolución represiva del régimen. Se olvida al Che que cuidaba a los prisioneros heridos, dándoles luego la libertad, y su generosidad austera pero sin límites.

 

 

Una reflexión inacabada

 

La relectura de los últimos textos del Che en el gran debate económico público que le opuso a los partidarios de las reformas económicas soviéticas de los años 60 –primera versión de la perestroika-, su ensayo sobre "El socialismo y el hombre en Cuba" y sus últimos discursos, en particular el pronunciado en Argel en 1965 ponen en evidencia una visión crítica y premonitoria de los problemas de la sociedad de transición en la URSS. En un libro comenzado poco tiempo antes de su muerte y que quedó inacabado, escribía: "Muchos sobresaltos acechan a la humanidad antes de su liberación definitiva pero –estamos convencidos de ello-, ésta no podrá producirse sin un cambio radical de estrategia de las principales potencias socialistas. ¿Será este cambio producto de la presión inevitable del imperialismo o de una evolución de las masas de esos países o de un encadenamiento de factores?. La historia nos lo dirá. Nosotros aportamos nuestro pequeño grano de arena a la vez que tememos que la empresa supere nuestras fuerzas" (2).

 

Fue rápidamente consciente de las dificultades que Cuba podía correr debido a su dependencia respecto al "gran hermano" soviético.

 

Desde la toma del poder había comprendido la necesidad de romper con el monocultivo azucarero para reducir la dependencia del país e intentar asegurar un desarrollo económico más autónomo. El acento en la industrialización respondía a esta gran preocupación. Pero muy rápidamente la ley de acero del mercado mundial se había hecho sentir: la baja de la producción de la caña de azúcar –principal producto de exportación- no permitía garantizar las importaciones necesarias al desarrollo económico de un país desprovisto de recursos energéticos y cuyas rentas provenían en lo esencial de este monocultivo impuesto por la colonización del siglo XIX. Hubo que rectificar. "Hemos querido acelerar la industrialización. Fue una tontería. Hemos querido reemplazar todas las importaciones y fabricar los productos acabados sin ver las enormes complicaciones que suponía la importación de los bienes intermedios" dirá el Che a Eduardo Galeano (3).

 

El comercio con la URSS, y principalmente las entregas de petróleo tras la ruptura total con los Estados Unidos debían garantizar la estabilidad de los intercambios así como una equidad comercial real entre un pequeño país económicamente dominado y una potencia que se reclamaba del socialismo, que disponía del arma nuclear y que acababa de lanzarse a la conquista del espacio.

 

Le hizo falta poco tiempo al Che –a diferencia de otros dirigentes cubanos- para comprender los riesgos y la fragilidad de estas relaciones.

 

 

Transición y subdesarrollo

 

Muy rápidamente sus dudas se dirigieron hacia la política interior. Las propuestas de reformas económicas mercantiles planteadas por los economistas soviéticos (principalmente Liberman y Trapeznikov) fueron objeto de numerosos debates mientras la isla se veía ya confrontada a la necesidad de redefinir una estrategia de desarrollo.

 El gran debate económico llevado a cabo de 1963 a 1965 en el seno del Ministerio de Industria, luego en el seno de la dirección cubana, versaba sobre la construcción del socialismo, más precisamente sobre las condiciones de la transición del capitalismo al socialismo en una isla sometida a las limitaciones del monocultivo azucarero, sufriendo directamente las presiones del mercado internacional, con un desarrollo obstaculizado por el bloqueo puesto en marcha por la primera potencia económica mundial.

 La controversia se refería al papel de la ley del valor durante el período de transición, el grado de centralización de las empresas, el papel de los estímulos materiales y morales. Quienes subrayaban la importancia de la ley del valor atribuían un lugar importante a los mecanismos del mercado en la economía planificada, así como a la necesidad de conceder una autonomía financiera a las empresas insistiendo en el papel de los incentivos monetarios para aumentar la productividad del trabajo. El Che y sus partidarios ponían en primer lugar el acento en la necesidad de una gestión centralizada que tuviera en cuenta las desigualdades del desarrollo cubano: red de telecomunicaciones y de transportes desarrollados pero penuria dramática de cuadros y necesidad de un control drástico de los recursos si se tenía en cuenta el bloqueo, el débil nivel de desarrollo y sobre todo la penuria de divisas.

 Estimaba que la autonomía financiera de la empresas corría el riesgo de poner en cuestión las prioridades decididas nacionalmente en beneficio de opciones sectoriales, de aumentar la autonomía de los directores en materia de inversiones y de salarios y de inducir un desarrollo desigual y desequilibrado. Temía los efectos de una organización del trabajo fundada exclusivamente en incentivos monetarios y las diferenciaciones sociales que necesariamente se derivarían de ello.

 Profético, escribía: "Se vuelve a la teoría del mercado... Toda la organización del mercado apuesta por el estímulo material.... y son los directores quienes ganan más cada vez. Hay que ver el último proyecto de la RDA, la importancia que toma en él la gestión del director o mejor la retribución de la gestión del director" (4). Veinticinco años más tarde se han visto sus consecuencias en el levantamiento de las masas populares de Alemania del Este hartas del marasmo económico, de la falta de libertades políticas y de los privilegios de dirigentes corruptos.

 Inspirado por una sensibilidad antiburocrática aguda y guiado por consideraciones políticas y sociales el Che se había pronunciado contra la primacía dada a las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo sin que ello haya significado nunca que hubiera tenido la ilusión de su supresión brutal. Lejos de la caricatura que se ha hecho de sus posiciones, insistía en la necesidad de los estímulos morales, concebidos como incentivos colectivos al trabajo lo que iba parejo con una política salarial estrechamente ligada al desarrollo de las cualificaciones, siendo lo más importante "elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas" sin el cual el socialismo estaba, según él, condenado al fracaso. La igualdad de derechos, y la socialización –sin duda excesiva- de la economía habían sido decisivos para la resistencia popular: frente a la agresión exterior otro mundo parecía construirse por el que merecía la pena pelear. Pero reivindicando el derecho al error precisaba que si sus concepciones "debían mostrarse como un freno peligroso para el desarrollo de las fuerzas productivas habría que sacar las conclusiones y tomar caminos más conocidos (transitados)" (5).

 El desarrollo de la conciencia revolucionaria y de la educación debían contribuir a forjar una actitud comunista frente al trabajo (por ello mostraba el ejemplo no por masoquismo sino por necesidad), "la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica" debían evitar que la transición al socialismo fuera desviada. Las relaciones entre el socialismo y el hombre estaban en el centro de sus preocupaciones, el hombre como factor esencial de la revolución, "actor de este extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo". La educación y la conciencia estaban en el corazón de esta sociedad más justa. "En este período de construcción del socialismo podemos asistir al nacimiento del hombre nuevo. Su imagen no está aun completamente fijada, no podrá estarlo nunca dado que esta evolución es paralela al desarrollo de nuevas estructuras económicas... Es el hombre del siglo 21 el que debemos crear aunque esto no sea aún más que una aspiración subjetiva y no sistematizada" (6).

 Así, lejos de las deformaciones estalinistas, las premisas del Che eran humanistas y revolucionarias. Pero es cierto que ponía demasiado el acento en la crítica económica, en el peso de las relaciones mercantiles e insuficientemente en el carácter policiaco y represivo del sistema político soviético. Es esta una de las fallas esenciales de su reflexión. Uno de sus biógrafos, Roberto Massari (7), subraya, como K.S. Karol, las debilidades del pensamiento del Che de las que dan fe hasta alrededor de 1963 varios de sus discursos o de sus escritos. Esta debilidad va pareja con una cierta ingenuidad, notable en sus juicios hacia los cuadros del viejo PSP.

 No será sino en 1966, comentando el Manual de Economía Política de la URSS, cuando profundice su reflexión teórica. Escribirá entonces: "El terrible crimen histórico de Stalin" habría sido "haber despreciado la educación comunista e instaurado el culto ilimitado de la autoridad" (8).

 

 

Contra el dogmatismo

 

"Una rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios". Así celebraba en su diario de Bolivia la conmemoración del movimiento del 26 de julio. Criticaba con vigor "la escolástica que ha frenado el desarrollo de la filosofía marxista e impedido sistemáticamente el estudio de este período cuyos fundamentos económicos no se han analizado" (El socialismo y el hombre).

 Su concepción de la vanguardia, guiada por dirigentes ejemplares, daba fe de una reflexión crítica pero inacabada sobre el papel y el lugar del partido en sus relaciones con las organizaciones de masas. Ironizaba así: "El Partido ya ha decidido por ti y tu no tienes más que digerirlo" (9), y afirmaba que "No debemos crear asalariados sometidos al pensamiento oficial ni ‘becados’ que viven bajo la protección del presupuestos del Estado ejerciendo una libertad entre comillas".

 Pero no analizaba las perniciosas consecuencias del partido único / partido de estado: su experiencia de seis años en la dirección del estado cubano fue demasiado breve. El Che marcado por la guerra, el conflicto desmesurado con Washington y por la especificidad de la experiencia cubana; en la Sierra Maestra se había opuesto al ala urbana del movimiento del 26 de julio identificada a una corriente de derechas. La existencia hasta 1965 de tres corrientes políticas distintas (el m-26-7, el PSP y el Directorio) se reveló como un obstáculo para la unidad de la Revolución. El partido único no se constituyó hasta 1975 debido a las dificultades de la fusión. En el clima de guerra de los primeros años de la revolución lo esencial era resistir. El pluralismo era relegado para después.

 Esto no le impedía poner en práctica una concepción política profundamente diferente de la instaurada por el nuevo poder. En la primera Reunión Nacional de Producción en 1961 reina la transparencia: los errores y quienes son responsables de ellos son citados públicamente. "Acabáis de recibirme con calurosos aplausos pero no se si como consumidores o como cómplices, aunque creo que más como cómplices", declara ante 3.500 cuadros del gobierno.

 Fue el único -¡y al precio de qué críticas!- que llevó a cabo en la revista del Ministerio de Industria, un debate público y contradictorio sobre el sistema económico del país. El ministerio era, por otra parte, un refugio para quienes se encontraban separados de sus responsabilidades: fue así como incorporó al antiguo ministro de comunicaciones Oltuski separado del gobierno en Julio de 1960. La anécdota es tanto más significativa debido a que el Che había polemizado duramente con Oltuski durante la insurrección. Miembro del ala izquierda del M-26-7 Oltuski era juzgado como demasiado antisoviético cuando el acercamiento con la URSS estaba al orden del día. El Che se había negado también a ceder a las presiones de un dirigente sindical que exigía el despido de un empleado de banca acusado de haber sido favorable a Batista: defendiendo la honradez de este último el Che había denunciado el comienzo de una caza de brujas (10).

 En un texto muy significativo (Un pecado de la revolución) el Che recuerda los errores cometidos, en su opinión, para con el Segundo frente de Escambray marginado durante la marcha sobre La Habana, errores que estuvieron en su opinión en el origen de la partida de numerosos cuadros. Estas reflexiones autocríticas sobre las relaciones unitarias antes de la toma del poder son las únicas publicadas hasta entonces.

 Era consciente más que cualquier otro dirigente del tercer mundo de la época de las taras del socialismo realmente existente. Hostil al lenguaje codificado de los apparatchiks, no dudaba en criticar pública y duramente: en su discurso público de Argel en 1965 (su último discurso oficial como responsable cubano) denunciaba ante el seminario afroasiático reunido entonces la "complicidad tácita" de la dirección soviética con la explotación imperialista y el mantenimiento del intercambio desigual.

Fue también porque había presentido las infernales dificultades a las que se enfrentará la construcción del socialismo en una sola isla, y la necesidad de otras victorias revolucionarias por lo que había lanzado en su mensaje a la Tricontinental la célebre consigna de "Crear dos, tres Vietnams"... de la que a menudo se ha dado una imagen caricaturesca. Irritado por las "guerra de insultos y de zancadillas a la que se dedicaban las dos mayores potencia del campo socialista" estaba sobrecogido "por la angustia de este momento ilógico de la humanidad" frente a la "soledad vietnamita". Con lucidez, el Che adelantaba la evolución histórica previendo los peligros de insurrecciones aisladas en una situacion mundial trágicamente dominada en la época de la Guerra fría por el imperialismo y el estalinismo. Un estalinismo con la muerte inscrita ya en su trayectoria.

 Desde 1962, un año después de la proclamación oficial del carácter socialista de la revolución cubana y 2 después del establecimiento de las relaciones privilegiadas con la URSS, la crisis de los misiles había roto su confianza en cuanto a la solidez de la alianza y a la fiabilidad de la ayuda. Había sido encargado de negociar el apoyo militar de Moscú frente a las amenazas cada vez más precisas de intervención americana tras el fracaso de la invasión de la Bahía de Cochinos en 1961.

 La propuesta de instalar misiles nucleares en Cuba –cuya responsabilidad incumbe a Moscú- tenía por objetivo disuadir al Pentágono de desencadenar tal agresión; pero modificaba de hecho el equilibrio atómico. La proximidad del territorio americano agravaba la amenaza nuclear haciendo en caso de conflicto un ataque soviético mucho más rápido y disminuyendo la eficacia de la respuesta americana. Kennedy exigió la retirada de los misiles so pena de arriesgarse a un conflicto termonuclear: el mundo estuvo al borde de la guerra. El gobierno soviético aceptó el desmantelamiento de las armas ofensivas.

Pero la retirada de los misiles y las negociaciones entre Krutchev y Kennedy se efectuaron en la tradición burocrática de la diplomacia soviética sin consulta alguna, despreciando completamente la soberanía cubana. La sorpresa y la indignación de los cubanos fueron totales y la crisis de Octubre ("esos días luminosos y tristes" evocados en su carta de adiós) marcó sin duda la primera brecha en las relaciones soviético-cubanas.

La política exterior de la URSS –en particular el apoyo parsimonioso dado al pueblo vietnamita- iban a reforzar su visión cada vez más crítica del campo socialista.

 

 

El misterio de la partida

 

¿Cómo comprender su partida de Cuba? ¿Por la convicción de la imposibilidad de un desarrollo insular? ¿Por su deseo de reencontrar los campos de batalla? ¿Por su voluntad de romper la dependencia cubana de la URSS y esto de acuerdo con Fidel? Este reparto de tareas entre el hombre de estado y el combatiente insurrecto fue quizá el resultado de un compromiso. Pero esta división del trabajo no basta para dar cuenta de las fallas y de los conflictos anteriores a su partida y no permite comprender la secuencia de los acontecimientos posteriores.

¿Es consciente que tiene cada vez menos lugar en el sistema político que se está poniendo en pie? Sus exigencias irritan a los funcionarios y los cuadros dirigentes, su modo de vida es un desafío para la nomenklatura naciente cuya incompetencia critica. La falta de cuadros es catastrófica para la gestión económica pero también se acusa de ser responsable de los errores cometidos: "Somos culpables y hay que decirlo francamente. ¿La clase obrera quiere condenarnos por esto? Que nos condene, que nos reemplace, que nos fusile, que haga lo que quiera. Ahí esta el problema" (11). Ataca a los dirigentes sindicales de los que la mayoría no tiene ninguna base de masas y que creen no tener más que derechos y ningún deber. Afirma: "En este momento los sindicatos podrían no existir y transferir sus funciones a los comités de justicia del trabajo. Sólo la burocracia sindical no estaría de acuerdo pues sería preciso que ella volviera a la producción... los principales afectados responden que hace 18 años que son dirigentes sindicales...".

Igualmente denuncia muy pronto la perversión del papel de los Comités de defensa de la revolución (CDR) a los que acusa de ser un nido de oportunistas; recuerda a los miembros de la Seguridad que un "contrarrevolucionario es alguien que lucha contra la revolución, pero quien usa su influencia para obtener un alojamiento luego obtiene dos coches, quien viola el racionamiento, quien posee todo lo que el pueblo no tiene es también un contrarrevolucionario" (12).

La reciente biografía de Paco Ignacio Taibo II ilustra bien la tensión creciente que hace nacer la distancia entre la penuria de recursos económicos y humanos y la urgencia del desarrollo en un país agredido. "Estamos en un momento difícil: no podemos concedernos el lujo de castigar los errores, quizá podamos hacerlo en un año. ¿Quién va a despedir al ministro de Industria (13) que ha firmado un plan en Noviembre pasado previendo la producción de 10 millones de zapatos y algunas estupideces más?" (14). Parece consumirse en una lucha agotadora y multiplica las críticas y las autocríticas hacia un funcionamiento que exige "la ejecución perentoria, las obligaciones no discutidas... se acaba por no considerar ya a la gente como seres humanos sino como soldados, como números en una guerra que hay que ganar. La tensión es tal que no se ve más que el objetivo... y se olvida poco a poco la realidad cotidiana. Tenemos que hacer algo para que este ministerio sea un poco más humano" (15).

El Che lucha en todos los terrenos: al mismo tiempo que impulsa la reorganización industrial polemiza en el plano teórico buscando un socialismo distinto cada vez más convencido del fracaso soviético. Pero el debate económico –cuyo objeto es la estrategia de desarrollo de la isla- termina para el Che con una derrota. Parte para un largo viaje. El muy crítico discurso respecto a Moscú pronunciado en Argel es muy mal acogido: numerosos testimonios lo confirman (16) y no se publicará íntegramente en la prensa cubana. Uno de los agregados a la embajada cubana hoy en el exilio (que desea guardar el anonimato) afirma que el gobierno soviético hizo saber que juzgaba inaceptable aquel discurso por parte de un dirigente cubano. Tras haber sido recibido por Fidel en el aeropuerto, con quien discutirá durante alrededor de dos días, el Che no aparecerá nunca más en público.

Un mes después parte clandestinamente al Congo. Que Africa fuera considerada por La Habana como un punto importante en el conflicto entre el tercer mundo y el imperialismo en aquellos años sesenta no ofrece lugar a dudas. Pero se puede dudar que la participación del Che estuviera incluida en el proyecto inicial: además de los problemas diplomáticos, su presencia no podía dejar de crear dificultades a los dirigentes africanos (entre ellos Laurent-Desiré Kabila) que no dejaron de hacerlo saber. Por osada que fuera la política exterior cubana en aquel momento –y era de una audacia extraordinaria- no parece que la presencia del principal dirigente cubano tras F. Castro estuviera prevista. Según Taibo, el Che evocó en febrero de 1965 ante Nasser su eventual participación en la lucha congoleña, renunciando luego a ello convencido por los argumentos del dirigente egipcio. ¿Cómo explicar estas dudas y cambios tan poco conformes a su personalidad?

Algunos meses de presencia le bastarán par medir el irrealismo de la empresa vistas las debilidades de los movimientos de liberación africanos; decidirá entonces organizar la retirada. Una actitud que va contra sus pulsiones "suicidas". Se opondrá al envío suplementario de cubanos propuesto por F. Castro (17). Realista y pragmático considera inevitable la partida. Su diario de Africa (titulado Pasajes de la guerra revolucionaria: el Congo) (18) no se publicará más que parcialmente treinta años después. Su correspondencia con Fidel sigue sin conocerse.

Permanecerá varios meses en Praga "un lugar seguro donde debe decidir lo que quiere hacer"(19), su presencia es clandestina pues desconfía mucho de los servicios secretos checos. No se sabe nada de las razones de esta larga estancia ni de su correspondencia con Fidel. Volverá secretamente a Cuba para una estancia de algunos meses, entrenándose en la clandestinidad.

¿Cómo se prepara la salida para Bolivia a finales de 1996? ¿Cómo explicar el papel atribuido al PC boliviano a pesar de unas relaciones ya conflictivas? La reunión del Che en Cuba en 1964 con el dirigente de una escisión del PCB favorable a la lucha armada había provocado ya la cólera del secretario general Mario Monje. Este último iba a imponer exclusivas respecto de otras fuerzas bolivianas de izquierda antes de abandonar la guerrilla (20).

¿Cómo explicar los fallos, "la falta de transparencia y la ambigüedad del proyecto" según Taibo II cuando se conoce el rigor y la minuciosidad exigente del Che? Francois Maspero descubrirá más tarde que él es el principal soporte de la red exterior; Regis Debray viaja para ver y estudiar los lugares: pesada responsabilidad para un estudiante francés cuya elección será contestada.

Según Taibo II que cita un informe de la CIA, ésta habría estado informada desde finales del año 1966 de los preparativos de la guerrilla (21). El encadenamiento fortuito de los acontecimientos, el descubrimiento prematuro del campo de entrenamiento imponiendo combates imprevistos, ¿basta para aclarar la dramática secuencia de la evolución de la guerrilla y el resultado final? Nadie puede hoy responder a esta pregunta.

Deformado, momificado, el Che sobrevive. Tras la caída del muro de Berlín, en lo escombros de las revoluciones del siglo veinte. Vencedor y vencido. ¿De donde viene la fuerza del mensaje? Hombre de convicciones, jefe de guerra y poeta fracasado, insurrecto y comprometido, ministro y luego guerrillero. Encarna el desprecio del poder, rehabilita la política. No hubo, no hay modelo guevarista de construcción del socialismo. Sino la búsqueda de otro modo de organización social, al servicio de "los de abajo" y no de "los de arriba" como se dice hoy en América Latina. Portador de una concepción ética del poder, dirigente político de un tipo nuevo que pone de acuerdo sus actos con sus palabras, crítico feroz de los socialismos desviados, su modernidad tiene que ver con esa mezcla de humanismo y de integridad. "Guevara ha llegado, la mascarada ha terminado" gritaban ya los manifestantes en Montevideo en 1961.

 

Jeanette Habel, militante de Mayo del ’68, y dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (sección francesa de la Cuarta Internacional), autora de Ruptures en Cuba, edición La Breche, París.

 

 

NOTAS:

(Nota del traductor: las citas están traducidas también del francés)

  1. Paco Ignacio Taibo II "Ernesto Guevara también conocido como el Che". Edit. Planeta, Madrid 1966.
  2. Obra inédita. Fuente: manuscrito de Carlos Tablada.
  3. Citado en Paco Ignacio Taibo II p.424 Esta política de "sustitución de las importaciones" estaba en aquella época preconizada para América Latina por la CEPAL.
  4. Ernesto Che Guevara. "Ecrits d´un révolutionnaire". Edit. La Brèche París 1987.
  5. Ernesto Che Guevara. "A propos du système budgétaire de financement". Edit. Maspéro Oeuvres III 1968
  6. E. Guevara. "Textes Politiques". Le socialisme et l´homme à cuba. Maspero 1965-68.
  7. R. Massari. "Che Guevara Pensiero e politica dell´utopia". Edit. Associate 1987. Roma
  8. Comentarios al "Manual de Economía Política de la URSS". Obra inédit. 1966. Citado en Tercer Milenio Juan Antonio blanco p.83 La Habana 1995.
  9. Obra inédita. Fuente : manuscrito de C. Tablada.
  10. cf. Paco Ignacio Taibo II op.citada.
  11. Ibid p.445
  12. E. Che Guevara. "Textes inédits" Oeuvres VI Edit. Maspéro 1972. L´influence de la révolution cubaine en Amérique Latine p.149.
  13. Lui-même
  14. Ibid. p.451
  15. Ibid. p.435.
  16. Raúl Roa telefoneó al Che a su vuelta a La Habana (marzo 1965) para pedirle recibir a Huberman y Sweezy y la felicitó por su discurso. Respuesta del Che: "Eres uno de los pocos comemierdas a quien gustó ese discurso" (testimonio oral. París 1997).

18)Extractos del periódico de Ernesto Che Guevara. "L´année où nous n´étions nulle" part. P.I. Taibo II, Froilan Escobar, F. Guerra. Edit. Métailié. París 1995.

19)Título que constituye de hecho el segundo volumen de los "Pasajes de la guerra revolucionaria" (Cuba).

  1. Según un agente de los servicios secretos cubanos. (Paco Ignacio Taibo II .Op.Cit)
  2. Ibid. p.614
  3. Ibid. p.635

FIN