Historia del Congreso de la Nación

El Congreso Nacional de la calle Victoria

El jueves 12 de marzo de 1863, Guillermo Rawson, Ministro del Interior del presidente Mitre, aprobó y firmó los planos y el presupuesto que a pedido del gobierno había preparado el arquitecto cordobés Jonas Larguia, que hacia poco había regresado de la Insigne Pontificia Academia di San Luca, de Roma, a la que había sido becado por el gobierno de Paraná.

El edificio habría de erigirse en la esquina de las calles Balcarce y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen ) y, a pesar del trazado insólito que ofrecía el terreno, con su frente oblicuo heredado del antiguo fuerte, Larguia logró resolver el problema y completar sus planos en dos meses.

El jueves 12 de mayo de 1864, salieron caminando desde la Casa de Gobierno, el presidente Mitre con sus cuatro ministros: Rufino de Elizalde, el general Gelly y Obes, Eduardo Costa y Dalmacio Vélez Sársfield.

Con el esperado discurso que Mitre pronunciara aquel día, no solamente comenzaba la vida útil de este primer Congreso Nacional que, a pesar de los momentos críticos, abría su periodo inaugural de sesiones. La gran trascendencia que tuvo, a lo largo de cuarenta años, el Poder Legislativo que ocupara esa casa, puede apreciarse observando algunos de los nombres de presidentes, ministros y legisladores que actuaron en ese recinto : Aristóbulo del Valle, Osvaldo Magnasco, Leandro .N. Alem, Miguel Cané, Absalon Rojas, Nicasio Oroño, Lucio V. Mansilla, José Evaristo Uriburu, Pedro Goyena, José .M. Estrada, Estanislao S. Zeballos, Carlos Pellegrini, Julio A. Roca, Nicolás Avellaneda, Emilio Civit, Pablo Ricchieri, Luis Maria Campos, Manuel Quintana, Dardo Rocha, Lucio Vicente López, Indalecio Gómez, Guillermo Rawson, Domingo Faustino Sarmiento, Valentín Alsina, y su hijo Adolfo, Rufino Varela, Luis Sáenz Peña y su hijo Roque, Hipólito Yrigoyen, Mariano de Vedia, Dalmacio Vélez Sársfield, Miguel Juárez Celman, Eduardo Tilde, Luis Maria Drago y Bernardo de Yrigoyen, entre otros.

En este recinto de sesiones transcurrió la actividad parlamentaria, hasta que durante los sucesos de 1880 relacionados con la federalizacion de Buenos Aires, se produjo el abrupto traslado de senadores y diputados hasta el vecino pueblo de Belgrano, en cuya municipalidad (actual Museo Sarmiento) sesionaron ambas cámaras legislativas . Esta situación se prolongó durante cuatro meses, hasta que encontró principio de solución el conflicto de poderes entre el presidente Avellaneda y el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, y posteriormente quedo definitivamente zanjada con la fundación de la ciudad de La Plata, lugar de residencia de las autoridades provinciales.

Fundamentales sanciones del Congreso

Los Códigos: Civil, de Comercio, Penal y de Minería; la construcción de Puerto Madero; la construcción de la Fragata Sarmiento; la fundación del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Naval; la creación del Parque Tres de Febrero, con el jardín Zoológico y el jardín Botánico ; la conclusión y consolidación de la Conquista del Desierto; la ley 1420 de Educación Común; la creación del Banco de la Nación Argentina, de la Municipalidad de la ciudad de Buenos aires, de la Caja de Conversión y de la Dirección General de Correos y Telégrafos; la federalizacion de la Ciudad de Buenos Aires; la fundación de la ciudad de La Plata; las leyes de Ferrocarriles; la apertura de la Avenida de Mayo y de la Avenida de Circunvalación, hoy General Paz.

Debe recordarse que el lunes 10 de mayo de 1886, a las dos de la tarde, en momentos en que el General Roca subía a la vereda para entrar al Congreso, donde debía pronunciar el discurso de apertura del período ordinario de sesiones, fue de improviso atacado por un ácrata que alcanzo a arrojarle una piedra que le golpeo violentamente en el medio de la frente.

Atendido por el ministro Eduardo Wilde, que era médico, luego de reponerse y con una venda puesta en bandolera sobre su frente, ingreso al recinto, donde fue recibido con una gran ovación.

Mientras Wilde lo curaba, Roca les dijo a los presentes: "Esta, ha sido la primera cachetada que he recibido en mi vida ", a lo que Wilde respondió de inmediato : " No es usted solo, señor Presidente, quien la recibe, sino el decoro de la República toda".

El progreso y el sorprendente crecimiento demográfico que fue experimentando la República, hizo que el número de diputados se incrementara, fuera de todas las previsiones. Estos y los senadores debían compartir, además, los mismos salones. Se hacia por lo tanto, cada vez mas urgente disponer de un edificio mas amplio y provisto de los adelantos técnicos apropiados. Y aquí, en este mismo recinto, se aprobó la construcción del nuevo edificio del Congreso Nacional.

La Arquitectura del Congreso Nacional

La arquitectura del edificio del Honorable Congreso de la Nación tuvo su origen en los proyectos que se llevaron a cabo en 1895. Concurrieron a este concurso 28 arquitectos, tanto argentinos como extranjeros, algunos de los cuales residían permanentemente en nuestro país. Entre otros, presentaron proyectos los franceses Lefebre, Tronchet y Rey, Paul Henry Nenot quien se asoció con Carlos Morra; los italianos Sommaruga y Calderini, este ultimo director de las obras del Palacio de Justicia de Roma; el austríaco Turner; el uruguayo Vaeza Ocampo junto con Alfred Massue; los argentinos Avenatti, Emilio Agrelo, César González Segura, asociado con Emilio Mitre y el francés Gustavo Duparc; Bernardo Meyer Pellegrini, asociado con el alemán Servatius; Alejandro Christophersen, noruego, y Víctor Meano, también italiano, estos dos últimos radicados definitivamente en Buenos Aires.

Meano, antiguo empleado de la oficina del ya fallecido Francisco Tamburini, fue el ganador. En el jurado figuraban el senador Igarzábal, el diputado Doncel, el ex intendente Alcobendas, el ex presidente de la Nación Carlos Pellegrini y como asesor, el arquitecto Jacques Dunant. Este ultimo, un profesional de mérito y destacada actuación quien, años mas tarde reconocería que sus consejos y opiniones no influyeron mayormente en las decisiones del jurado.

El linaje arquitectónico

"... como fondo magnifico de la Avda. de Mayo, se yergue...el soberbio Palacio del Congreso Nacional, proyecto de Víctor Meano... Es de nobílisimo estilo grecorromano, de proporciones perfectas, ofreciendo un aspecto de magnificencia severa y elegante."

El proyecto de Meano se inscribe absolutamente en la corriente arquitectónica que reconoce como fundamental a tres ideas centrales: el academicismo, el eclecticismo y el clasicismo. Esta condición tripartita lo confirma como obra de arquitectura típica, característica, podemos decir paradigmática de la época de su creación: el fin del siglo XIX, y las primeras décadas del siglo XX.

El academicisimo es, implícitamente, una manera concreta y particular de crear arquitectura, un modo, un procedimiento y una disciplina de idear y de encarar el proyecto. Modo y método que a fines del siglo XIX tenia una añosa y respetable tradición que reunía y acumulaba a todas las experiencias y enseñanzas de las mas prestigiosas escuelas de arquitectura de Europa. Como sistema de generar arquitectura, el academicismo se nutria de un vastisimo cuerpo de teoría., cuyos orígenes se remontan a la antigedad y que a lo largo del siglo XIX había llegado a ser muy extenso, muy amplio , abarcante y también , bastante denso.

Las academias como instituciones dedicadas a la enseñanza de la arquitectura son un emergente de la cultura del Renacimiento, y por lo tanto, su origen es italiano. Sin embargo, desde comienzos del siglo XVIII el centro de la actividad académica de arquitectura, especialmente a nivel teórico, se fue desplazando de Italia a Francia. Es así como a fines del siglo XIX la escuela de arquitectura mas famosa, la mas prestigiosa y por consiguiente la de mayor influencia en el mundo entero fue la celebre Ecole des Beaux Arts de París.

El sistema de enseñanza de las academias de arquitectura se basaba en dos conceptos, dos nociones fundamentales: la composición y el partido. Naturalmente, el aprendizaje y el que hacer académico suponian muchas cosas mas que la composición y el partido, pero estas dos ocupaban el lugar central.

La composición era el núcleo, el centro de las enseñanzas académicas era el ejercicio fundamental del aprendizaje de la arquitectura. En las escuelas, ocupaba el lugar central, el lugar que hoy ocupa el diseño. Yendo al fondo de la cuestión, podemos decir que la arquitectura era, en realidad, un ejercicio de composición. ( El símil con la música es, obvio e inevitable) La manera de describir mas claramente que era, en realidad la composición, es diciendo que era la habilidad, la destreza con que el proyectista combinaba y concertaba las partes del edificio para formar con ellas un todo armónico y bien proporcionado.

Se hace necesario agregar, llegando a este punto, que ese "todo armónico y bien proporcionado" debía serlo de acuerdo con una serie de reglas, criterios y convenciones fundadas en ideas, la mayoría de antiguo origen, convalidadas por la tradición académica, tales como la escala, la simetría, la disposición, (la "dispositio" de los romanos), la euritmia, el orden, el estilo, la proporción y muchas cosas mas, todas importantes, pero cuya elucidación seria prolongada y quizá tediosa.

Tradicionalmente, el academicismo estuvo ligado a los estilos clásicos de la arquitectura y a sus derivaciones clasicistas. Sin embargo, con el correr del tiempo aparecen nuevos y poderosos movimientos intelectuales que se reivindican y revalorizan a otros estilos, a otras arquitecturas. A partir de las ultimas décadas del siglo XVIII es El Romanticismo el que propone, como parte de una idealizada reválida del medioevo, una recuperación de los valores de la arquitectura gótica y románica. Y así sucesivamente, hasta que a mediados del siglo XIX casi no había arquitectura alguna que no hubiese tenido sus apologistas. Por cierto que al llegar el fin del siglo no había estilo arquitectónico que no tuviera escrito su panegírico.

La razón del ser del eclecticismo está en este reconocimiento de que todas las arquitecturas o por lo menos casi todas, poseen valores intrínsecos altamente estimables. Es decir que no son solo las arquitecturas de origen clásico que las reunían todas las virtudes, todas las excelencias.

A partir de la convalidación cultural el eclecticismo, que significa elegir, escoger, el arquitecto tuvo una razonable libertad de optar para sus obras por el estilo de su preferencia o por el estilo que se le ocurría como mas conveniente para la obra que le tocaba realizar, elección que en la mayoría de los casos participaba su cliente. Cuando Víctor Meano tuvo que elegir un estilo para el edificio del Congreso Nacional, eligió el estilo clásico. Es cierto que eligió bien, es casi imposible suponer que pudiese haber ganado este concurso un edificio que no fuese clásico o clasicista.

Hacemos estos comentarios en torno del academicismo, del eclecticismo y del clasicismo para ubicar al edificio del Congreso Nacional como un objeto cultural cierto, autentico y legítimo, característico de una manera particular de sentir, de pensar y de hacer la arquitectura, en un determinado tiempo de la historia. No es entonces un producto casual; mas bien es el resultado de una necesidad cultural, un resultado tan vigoroso como lógico.


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