Jubileos 97: Las cataratas del oro
El PSOE de Montellano gastó 62.000.000 (sesenta y dos millones) en la
nueva "catarata" del recinto ferial. El derroche inncesario de dinero y el
lujo desmedido fueron los protagonistas de una feria que volvió a resultar
pequeña y masificada, que una vez más colapsó el tráfico y que volvió a
demostrar la inutilidad de unos gobernantes encaprichados en gastar nuestro
dinero en lujos de señoritos en vez de invertirlo en trabajo, viviendas
o bienes de interés social.
Los concejales del PSOE de Montellano parecen empeñados en demostrarnos
que el pueblo que han gobernado con mayoría absoluta durante dieciocho años es
un pueblo próspero donde a todos los vecinos les sobra de todo, y siguen
invirtiendo nuestro dinero en una feria desproporcionada, al estilo de los
viejos caudillos, para hacernos ver que aquí no pasa nada, que los montellaneros
somos todos ricos y que no hay otro pueblo tan desarrollado como éste en toda
Andalucía.
La realidad, sin embargo, es bien distinta. Casi medio pueblo tiene que emigrar
a la fresa, al melocotón, al espárrago y a otras labores, debido a que
Montellano es un pueblo sin recursos económicos, sin una base industrial
que facilite un medio de vida a los vecinos, que evite una emigración cada
vez más masiva.
En lugar de solucionar éstos problemas, nuestros gobernantes locales gastan
el dinero de los montellaneros en lujos y en caprichos de faraones. Las nuevas
"cataratas" de la feria, solo el rinconcito que se ha inaugurado éste año,
el del lago, los escalones y el cerramiento, como reflejan los proyectos de
obras, nos ha costado sesenta y dos millones de pesetas; el dinero de 12 casas
o el equivalente a contratar 40 padres de familia durante un año. Con ese dinero
se habrían arreglado muchas de las calles agujereadas de nuestro pueblo, se habría
podido ofertar terreno a industriales que quisieran instalarse en Montellano
y dar trabajo a los montellaneros, se habrían comprado terrenos para que muchas
familias se hubieran autoconstruido su vivienda, se hubieran abierto nuevos pozos
de agua para solucionar de una vez el problema del agua en Montellano o se hubiera
reformado el polideportivo municipal de una forma directa y definitiva.
Sesenta y dos millones de pesetas, bien gastados, dan para cualquiera de éstas cosas,
a elegir, e incluso hubiera sobrado algo para reponer el dinero desaparecido
de los uniformes de los municipales o pagar algunas trampas de las muchas
que tienen con los pequeños comerciantes de Montellano.
Pero no, nuestros concejales del PSOE de Montellano prefieron gastar esos sesenta
y dos millones en una catarata para la feria, para lucirse, para demostrar
que en elas puertas del nuevo siglo todavía puede haber faraones, para hacernos
ver al pueblo una realidad que es falsa, o sea, que Montellano es un pueblo donde no
pasa nada, donde la gente no emigra dejándose a los hijos en una guardería temporera,
donde todo es diversión, fiestas y lujo, como en Marbella o en Ibiza. Quieren
hacernos ver que en dieciocho años han construído un pueblo rico. VERGÜENZA es la palabra,
y todavía se atreven a decir que son socialistas. Ni siquiera la derechona más
salvaje y egoísta hubiera hecho semejante barbaridad en un pueblo tan necesitado
de infraestructuras, de viviendas y de inversiones económicas.
Pero ésta noticia no debe inducir a confusiones. No estamos diciendo que
la feria haya costado 62.000.000 de pesetas, no. El coste total de la feria
no lo sabemos, ni el ayuntamiento nos facilita las cuentas ni nos deja acceder
a todos los proyectos, de donde podríamos averiguar exáctamente el coste total,
aunque según valoraciones hechas por nuestros técnicos y consultas realizadas
a muchas personas que han trabajado en el recinto ferial, nos llevan a pensar
que el coste total de la feria de Montellano puede superar ampliamente los mil
millones de pesetas.
Repetimos, 62.000.000 es lo que ha costado solamente el rinconcito de la
catarata.
Pónganse ustedes a pensar, por un momento, en las necesidades de Montellano,
en las que tengan má cercanas, y también en los problemas de calles, de tráfico,
de vivienda, por ejemplo, y en las cosas que podrían solucionar con ese dinero.
Seguimos insistiendo en que el dinero de un pueblo no puede gastarse
tan ligeramente. Cuando hay necesidades de primer orden, la sociedad no puede
permitirse ciertos lujos. Quizás los concejales del equipo de gobierno de
nuestro Ayuntamiento no necesiten muchas cosas, pero hay vecinos que sí las necesitan,
y al fin y al cabo es su dinero el que se gasta.
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