PATRIMONIO ESPIRITUAL MARISTA

EL TEMA DE LA POBREZA EN ALGUNAS FUENTES MARISTAS

CEPAM/A.BRAMBILA

 

 

 

1.- Pobreza, como virtud evangélica, objeto del voto religioso

 

(PROMESAS 1818; OM 168,2): Intentamos, en tercer lugar, comprometernos a obedecer sin replicar a nuestro superior y a todos los que reciban orden suya de presidirnos. En cuarto lugar, prometemos guardar la castidad. En quinto lugar, ponemos todo en común.

 

(PS 066, 26-30; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX, MAZELIER FRANCISCO, 1836-07.): En cuanto a la dificultad que usted encuentra respecto a nuestro sostenimiento con la módica cantidad que exigimos, la creo bastante resuelta por la experiencia de casi dieciocho años, que, como usted bien comprende, no han sido poco difíciles.

 

(REGLA 1837, [09] 13): No se comprarán paraguas ni bonetes de seda ni alguna cosa lujosa, por ser esto contrario al espíritu religioso.

 

(RC-1852: 02, 03, 010): No solamente amarán la pobreza para sí, sino para todo lo relativo a la Comunidad en general, como edificios, ajuar y cuanto es ostentación a los ojos del mundo, y halaga la vanidad; evitando en todo, los adornos, lo superfluo, el lujo, y lo opuesto a la sencillez y a la pobreza evangélicas.

 

(C1903: 042): Mediante el voto simple de pobreza, los Hermanos renuncia al derecho de disponer lícitamente cualquier bien temporal, sin el permiso de sus Superiores legítimos.

 

(DIOGENE, CSG 17, 018, 1932-12-25): Recordemos también que la pobreza es el guardián de las comunidades. La historia nos enseña que la abundancia, por lo contrario, ha sido la ruina de los conventos; ha ocasionado el relajamiento de los religiosos, la pérdida de las almas y el dolor de la Iglesia.

 

(RC1960: 042): El espíritu de pobreza es la voluntad firme y operante de abstenerse voluntariamente de cuanto exceda de lo estrictamente necesario, para poder dedicarse con plenitud a la vida interior y al apostolado.

 

(CHARLES RAPHAEL, CSG 23, 060, 1963-12-08): El religioso que ha hecho voto de pobreza debe considerarse como un verdadero pobre dispuesto a sufrir durante todo el día para “ganar su pan”. La afición de la vida apoltronada, la búsqueda habitual de sus comodidades, una existencia del todo aburguesada, son completamente opuestas a la pobreza religiosa.

 

(C1968: 23, 12-21): Cuando el ambiente social en el que ejercemos el apostolado resulte de posición más elevada, procure la comunidad dar un testimonio visible de pobreza en la residencia de los Hermanos que ha de ser sencilla y modesta, incluso en un gran colegio, cuya construcción y mobiliario deben limitarse, por otra parte, a darle un carácter funcional y de buen gusto.

 

(C1968: 61, 21-26): Del mismo modo que María aceptaba en su vida la ley del desasimiento y del dolor, dejamos que el Espíritu Santo forme a Cristo en nosotros mediante una vida de oración, apostolado y caridad fraterna.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 042): La pobreza cristiana es un misterio de tal naturaleza, que al propio tiempo que exige a los seguidores de Cristo una real encarnación en la vida, no puede, sin embargo, ser totalmente definida en términos que hagan referencia a una situación concreta. Nuestra propia experiencia personal confirma la existencia de múltiples acepciones de la pobreza cristiana, acepciones que admitimos casi intuitivamente como manifestaciones de su verdadero sentido. Evidentemente, la referencia de más relieve para nosotros debe ser. la persona de Cristo; los pobres con quienes nos cruzamos nos revelan de manera más sensible su presencia.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que velen los Hermanos para que se dé coherencia entre su compromiso con los pobres y su propia vida de pobreza.

 

(C1986: 003,02): Nos comprometemos por voto a vivir los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Este compromiso nos convierte en testigos y servidores del Reino de Dios.

 

 

2.- Pobreza cultural y pobreza moral

 

(PS 024, 21-26; Carta al HERMANO BARTOLOME, 1831-11-01.): No deje de decir a los niños que son amigos de los santos que están en el cielo, de la Santísima Virgen y en particular de Jesucristo, que sus jóvenes corazones le dan envidia, que está celoso, que ve con el mayor dolor al demonio apoderarse de ellos, que estaría dispuesto, si fuese necesario, a morir de nuevo sobre la cruz en el mismo St-Symphorien, pobres niños.

 

(PS 339, 09-15; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Aun cuando el mal no sea quizá tan espantoso en nuestras comarcas [rurales], hay un buen número de parroquias en las que el celo de los pastores tiene mucha necesidad de ser secundado por la influencia de una escuela católica y religiosa para impedir que el contagio llegue a ser general. Cuánto sentimos no poder subvenir a todas las necesidades y dejar sin efecto una gran parte de las peticiones que nos son dirigidas.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,01): En 1818, el Sr. Champagnat, sacerdote, siendo coadjutor en La Valla, quedó sumamente afligido al comprobar la extrema ignorancia que existía en esta parroquia sobre todo entre los jóvenes. Encontró a varios muchachos de 10 a 12 años que desconocían la razón de su vida e incluso la existencia de Dios. Tal situación le indujo fuertemente a fundar una Congregación de jóvenes educadores a quienes él mismo instruía y formaba en la virtud con el fin de capacitarlos a ellos instruir, a su vez, a los niños y jóvenes, es decir, a los muchachos pobres del campo. Y como él ponía toda su confianza en Dios, no quiso otro apoyo que el de la Providencia, en la que nunca contó en balde.

 

(AIDANT, 1888, SUMM 083,1): El Padre Champagnat fundó la Congregación de los Hermanitos de María. Le vino la idea cuando vio a un niño moribundo cuya ignorancia en cuestión religiosa era horrorosa. Pensó que otros muchos podrían encontrarse en la misma situación. Desde entonces resolvió hacer instruir a los niños ignorantes por Hermanos encargados exclusivamente de tal menester. Tomó algunos jóvenes, y él mismo los formó para la enseñanza. La Sociedad que fundó se asemejaba a la de la Doctrina Cristiana, pero estaba exclusivamente consagrada a la zona rural.

 

 

3.- Necesidad y uso cristiano de los bienes materiales

 

 

(PROSPECTUS 1824 B; OM 108, CSG 01, 141; 1824-07-19, [09-11]): `[Los Maristas] Piden: 1º 1200 fr. por tres Hermanos, 800 fr por dos. Esta suma es pagadera por trimestre y por adelantado. (Los municipios podrán percibir de los padres ligeramente holgados alguna contribución que ayude cubrir los gastos del establecimiento.) 2º Una casa adecuada, provista del mobiliario necesario a los Hermanos Enseñanates. 3º Un huerto para hortaliza y un patio de recreo para los niños.

 

(PS 034B, 01-15; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Nacido en el cantón de St-Genêt Malifaux, departamento del Loire, no pude llegar a leer sino con infinitas dificultades por falta de maestros capaces. Sentí desde ese momento la urgente necesidad de una institución que pudiera con muchos menos gastos, brindar a los niños del campo la excelente educación que los Hermanos de las Escuelas Cristianas procuran a los niños pobres de las ciudades.

 

(REGLA 1837, [03] 06): [El Hermano Director] llevará cuenta muy exacta de los gastos hechos durante el año; es esencial que los apunte con todo detalle.

 

(REGLA 1837, [09] 01): Se tendrá mucho cuidado con el mobiliario de cada casa; no se dejará acumular la ropa sucia o mojada.

 

(REGLA 1837, [09] 04): No está permitido llevarse los objetos de un establecimiento a otro. Los libros clásicos y los instrumentos de geometría y de dibujo están incluidos en este artículo.

 

(REGLA 1837, [09] 12): No se hará ni se recibirá ningún regalo personal, aunque se podrá recibir en nombre de la Comunidad; lo que se regale para agradecer no deberá sobrepasar el tercio del valor del objeto recibido.

 

(PS 171, 055-064; Carta al ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE PINS GASTON, 1838-02-03.): He creído, pues, deber establecer en favor de la clase tan interesante de los campos: 1.- Que la institución de los Hermanitos de María pueda formar establecimientos de dos Hermanos y que, en caso de necesidad, se podrá establecer una casa central de la que saldrán uno a uno para los municipios próximos. 2.- Que esta institución daría Hermanos a los municipios que aseguren 1.600 francos por cuatro Hermanos, 1.200 por tres Hermanos y 1.000 francos por dos; 3.- Que los municipios más necesitados podrán percibir una retribución mensual de los padres acomodados para ayudar a cubrir una parte de los gastos del establecimiento.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 372): Cuando fundó el Instituto, el buen Padre no tenía recursos; se vio obligado a pedir prestado el dinero necesario para pagar la casita que iba a ser la cuna de sus primeros hijos.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 377): Como de costumbre, uniendo el ejemplo a la doctrina, era el primero en cumplir lo que pedía a los demás. Por eso lo vimos muchas veces recoger un trozo de madera, una fruta caída del árbol o cualquier otro objeto que hallaba a su paso. Un día, viniendo de Saint-Chamond, recogió unas cuantas hojas de maíz que el carretero de casa había dejado caer.

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 091): Los inicios de la Sociedad fueron muy humildes; y los primeros Hermanos se juntaron con él con una gran abnegación. Sólo el pan y el agua eran a saciedad. Para conseguir algo de dinero, el Padre les puso a fabricar clavos; había que ingeniárselas, pues no había ningún rico en la Sociedad.

 

(RC1947: 0266): Los Hermanos, aún en las escuelas más pobres, velarán por el buen estado de los salones de clase. Deberán estar barridas, sacudidas, adornadas discreta pero agradablemente (con gusto, para hacer la estancia en ellos agradable). Pondrán especial esmero en la selección de objetos religiosos y su buena distribución en el salón.

 

(RC1960: 043): La sujeción y la vida común son las características de nuestra pobreza. Por la primera renuncia el religioso a la facultad de usar y disponer a su albedrío de los bienes temporales. La vida común exige del Superior la distribución de los bienes entre los miembros de la familia religiosa según las necesidades reales de cada uno.

 

(C1986: 029,01): El consejo evangélico de pobreza implica una vida pobre de hecho y de espíritu. Renunciamos a usar y disponer, sin autorización, de dinero o de cualquier otro bien material de algún valor.

 

(C1986: 029.10): El Hermano rehusa las ofertas que le hacen a título personal, como viajes, permanencias fuera de la comunidad y objetos de valor; pues, aunque no supongan gasto para la comunidad, pueden herir la pobreza y la vida común.

 

 

4.- Los pobres económicos los sin-bienes materiales

 

 

(PROMESAS 1818; OM 168,2): Intentamos: en primer lugar, no buscar sino la gloria de Dios, el bien de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y el honor de la augusta Madre de nuestro Señor Jesucristo. En segundo lugar, nos comprometemos a enseñar gratuitamente a los indigentes que nos presente el Párroco del lugar [en que nos hallemos] 1º el catecismo, 2º la oración, 3º la lectura, el respeto a los ministros de Jesucristo, la obediencia a los padres y a los príncipes legítimos .

 

(PS 001, 41-45; Carta al HERMANO GRANJON JUAN MARIA, 1823-12-01.): En cuanto a La Valla parece que tendremos bastantes niños y bastantes pobres, gracias a Dios. Haremos lo que podamos para alimentarlos.

 

(PS 028, 04-06; Carta al OBISPO DEVIE ALEJANDRO, 1833-07.): Cada vez me atrae más esa buena obra [una escuela agrícola], que, bien visto, no se aparta de mi objetivo, puesto que concierne principalmente a la educación de los pobres.

 

(PS 234, 20-22; Carta al HERMANO DOMINGO, 1838-12-28.): En cuanto a la ayuda que esperamos para los pobres de la escuela de Charlieu, siga orando y haciendo orar. La oración bien hecha es todopoderosa.

 

(PS 262, 07-10; Carta al ALCALDE GUINAULT JUAN MARIA, 1839-07-27.): Espero que Dios bendecirá al fin los esfuerzos que usted hace [solicitando la ida de Hermanos Maristas a su población] para procurar la instrucción religiosa a los niños pobres [“enfants pauvres”], que sin su celo se verían privados de ella a causa de la indiferencia de la mayoría de los padres.

 

(PS 266, 29-33; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1839-11-09.): Se les recomienda incluir en sus paquetes la ropa usada [para ser regalada a los pobres, desde el Hermitage] y los hábitos viejos en desuso, y enviarlos unos días antes de salir, a fin de que puedan ustedes mismos verificar, al venir para acá, si no se han quedado rezagados, suponiendo que no tomen la diligencia.

 

(PS 319, 27-32; Carta al CARDENAL LATOUR D'AUVERGNE L. HUGO J.C., 1840-02-11.): Monseñor, nuestra obra está toda ella en el interés de los pobres niños de los campos y de las pequeñas ciudades. Con el menor gasto posible nos esforzamos en procurarles la instrucción cristiana y religiosa que los Hermanos de la Escuelas Cristianas proporcionan con tanto éxito a los niños pobres de las grandes ciudades.

 

(FRANCISCO, CSG 02, 092, 1841-12-21): Esos principios nos dirigirán en todo el detalle de nuestra conducta con relación a los niños y nos llevarán a amarlos a todos igualmente, a dar los cuidados más asiduos a los más ignorantes y a tener una predilección particular por los pobres, que representan más perfectamente a Jesucristo anonadado y hecho pobre por nosotros.

 

(RC-1852: 02, 01, 008): El espíritu de fe hará que consideren a los niños entregados a su solicitud, como a miembros de Jesucristo, templos del Espíritu Santo y depósito sagrado que les ha confiado Dios, y del cual ha de pedirles estrecha cuenta. Estos principios informarán siempre su conducta, aún en los menores detalles, respecto a los niños, y les impulsarán a querer a todos igualmente, a cuidar asiduamente los más ignorantes, y tener predilección particular para los más pobres como genuinos representantes de Jesucristo, anonadado y hecho pobre por nosotros.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 522): El primer año recogió a doce [niños abandonados]; el número se incrementó en años sucesivos y recibió a cuantos cabían en la casa. Sus obras de beneficencia no se limitaban a los niños; llegaban a todos los pobres de la parroquia: ninguno acudió a él sin verse socorrido. A unos les proporcionaba pan; a otros, ropa, vestidos. Hacía preparar alimentos apropiados para los enfermos y mandaba a dos Hermanos o a una persona caritativa para velarlos durante la noche.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 522): El quitarse de lo suyo para socorrer a los pobres o para dárselo a los Hermanos le ocurría con cierta frecuencia.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 527): Al principio de cada invierno el piadoso Fundador mandaba remendar toda la ropa usada que había en la comunidad. La empaquetaba y se la enviaba a los Hermanos que se hallaban en lugares montañosos, para que la repartiesen entre los pobres. Alguien le hizo observar que arreglar toda aquella ropa costaba mucho, y que sería más rápido entregarla tal como estaba, que ya se encargarían de remendarla los pobres por su cuenta. Respondió: “No me cabe duda de que sería más rápido, pero, quedarían los pobres más satisfechos y nuestra caridad sería más delicada? De eso ya no estoy tan seguro. Si reparte la ropa tal como esta, algunos pobres no se molestarán en remendarla, y, después de haberla usado unos días, quedarán inservible; otros no tendrán hilo ni remiendos. Es preferible que nos cueste un poco más y hacer las cosas como Dios manda.

 

(RC1947: 0164): Para evitar cualquier desviación en el fin secundario, que es la educación de los niños, principalmente los del campo, los Hermanos Estables tendrán en consideración un doble escollo: El primero sería más celo por la instrucción profana de los alumnos que por su educación cristiana. El segundo sería el de descuidar a los pobres para no ocuparse sino de los niños más favorecidos por la fortuna.

 

(CHARLES RAPHAEL, CSG 22, 417, 1959-12-08): Un Hermano que intenta vivir plenamente el espíritu del Beato Marcelino Champagnat tendrá siempre en el corazón una preferencia por los pobres.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Entre nuestros Hermanos encontramos ejemplos estupendos y variados de la práctica de la pobreza religiosa: unos trabajan entre gentes verdaderamente desamparadas; otros, en las misiones; bastantes hay que aunque enseñan en colegios bien montados, llevan una vida sencilla, imbuida por una verdadera preocupación de pobreza y de espíritu de desprendimiento; muchos, finalmente, en diversos lugares, entregan lo mejor de sí mismos por la extensión del reino de Dios.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 046): Nuestra fraternidad en Cristo debería incluir una llamada permanente de acercamiento a los pobres para hacerles partícipes de dicha fraternidad. Sean cuales fueren el lugar de nuestro nacimiento, nuestro apostolado y las circunstancias peculiares de nuestra época, deberíamos estar siempre dispuestos a descubrir las necesidades de los pobres y a servirles en el gozo y la gratitud, reconociendo al propio tiempo que tenemos necesidad de ellos.

 

(C1986: 033,02): Nuestro Fundador, que tanto amó a los pobres, ha querido enviarnos preferentemente a ellos, aunque sin excluir a nadie. La vida austera de sus primeros discípulos les permitía sentirse como uno más entre aquellos a quienes se dedicaban.

 

(C1986: 034,02): Guiados por la Iglesia y según nuestra vocación propia, nos hacemos solidarios de los pobres y de sus causas justas. Les damos preferencia allí donde nos encontremos, cualquiera que sea nuestro empleo. Apreciamos los lugares y casas que nos permiten compartir su condición y aprovechamos las ocasiones que nos ponen en contacto con la realidad de su vida cotidiana.

 

(C1986: 034,03): La preocupación por los pobres nos impulsa a descubrir las causas de su miseria y a liberarnos de todo prejuicio o indiferencia respecto de ellos. Por lo mismo, nos sentimos más responsables de los bienes que están a nuestro uso y que debemos compartir con los más necesitados. Evitamos ofenderlos con un nivel de vida más holgado de lo necesario.

 

(C1986: 034.02): Al elaborar el presupuesto anual, la comunidad prevé la cantidad destinada a los pobres, de acuerdo con las directrices del Hermano Provincial. Busca asimismo la manera de incrementar dicha cantidad, privándose de cosas útiles o incluso necesarias.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 338, 1990-11-30): Pues bien, Hermanos, también nosotros sabemos que esto [el amor preferencial por los pobres] no es una cosa nueva en la Iglesia, ni lo es en el Instituto. Pero vamos a ser sinceros: no siempre hemos sido en esto lo fieles que podríamos haber sido. Felizmente estamos tomando más conciencia de nuestra responsabilidad para responder a la llamada, pero todavía no hay motivos para sentirse satisfechos.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): ¿Nos asusta la tarea, Hermanos? ¿Es una carga amenazadora e insoportable? A lo mejor el problema [de la implementación concreta del amor preferencial por los pobres] no es sencillo, pero estoy convencido de que esta llamada nos llega como un don que hay que aceptar con serenidad y alegría.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 344, 1990-11-30): Amar a los humildes y necesitados es igualmente una parte preciosa de la herencia que nos ha dejado el Padre Champagnat. El veía al Señor en la oración y en la contemplación, pero también lo encontraba entre los que sufrían la necesidad, ya fueran muchachos que ignoraban el amor que Dios les tenía, o el caso de una mujer que se moría dejando su hijo sin amparo, o al escuchar los lamentos de un anciano enfermo y agresivo... todos eran sus hermanos y hermanas en Cristo.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 09): Creemos que la opción preferencial por los pobres es un imperativo evangélico que nos compromete a trabajar en nuestra misión de educadores por la promoción de la justicia y a ser audaces para penetrar en ambientes quizá inexplorados. Y porque, hoy más que nunca, aumenta el analfabetismo, en un sentido más amplio, a pesar del avance de la técnica. Nos sentimos llamados a insistir en la solidaridad como dimensión esencial de nuestra educación y a poner nuestras obras al servicio de los pobres.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 19): Todos los Hermanos del Instituto estamos llamados a la Solidaridad. No todos la viviremos de la misma forma. Como expresión de la opción por los pobres, que cada provincia asume, algunos somos llamados a trabajar directamente entre ellos y como ellos (en número tal que realmente pueda hablarse de opción preferencial), pero todos, dondequiera que nos encontremos, estamos a trabajar por ellos y a organizar nuestra vida y nuestro apostolado desde la perspectiva de los pobres.

 

 

5.- desatendidos: huérfano,.enfermos, misiones, regiones,...

 

 

(PROMESAS 1818; OM 168,1): Los infrascritos, para la mayor gloria de Dios y el honor la augusta María, Madre de nuestro Señor Jesucristo, certificamos y hacemos constar que nos consagramos [...] a partir de este día [...] libre y muy voluntariamente, a la pía asociación de los que se consagran, bajo la protección de la bienaventurada Virgen María, a la instrucción cristiana de los niños del campo.

 

(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [01]): La instrucción cristiana esta hoy día totalmente en el olvido en las zonas rurales, más bien se le reemplaza con una instrucción anticristiana. Durante el invierno, personas sin moralidad, sin religión invaden las campiñas donde la policía no puede vigilar. Siembran ahí con su conducta inmoral, con sus discursos impíos y con sus libros envenenados, la corrupción, la irreligión y los sentimientos antimonárquicos. Para remediar un mal tan grave y expulsar de las poblaciones rurales poco afortunadas a esos pedagogos impíos, esos enemigos de la sociedad cristiana y de la monarquía, [] sus piadosos institutores, consagrados a María con el nombre de Hermanitos ignorantes, van de dos en dos en las regiones pobres donde los hermanos de las escuelas cristianas no pueden llegar, por carencia de recursos

 

(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [10]): La instrucción de los niños en general y en particular de los pobres huérfanos es el objetivo de nuestra Institución. Tan pronto como terminemos de construir la casa del Hermitage y que podamos disponer de buena cantidad de agua para cubrir los gastos de la casa, estaremos en capacidad de recibir niños de los orfanatorios para propocionarles status mediante una educación cristiana. Aquellos que muestren disposiciones para la virtud y para la ciencia serán empleados en la Casa.

 

(PROSPECTUS 1824 B; OM 108, CSG 01, 141; 1824-07-19, [01-02]): La educación de la clase social poco holgada se le confía normalmente a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Todo el mundo sabe que ellos trabajan en las ciudades. Pero, puesto que de acuerdo con las Reglas de su Instituto no pueden ir menos de tres a los lugares donde se les solicita, resulta que los gastos de su establecimiento son considerables. De esto se concluye que la mayor parte de los municipios, principalmente los de zonas rurales, no pueden gozar de las ventajas de esa educación debido a falta de recursos financieros. Para obviar tal inconveniente, se ha formado una agrupación de Institutores con el nombre de Hermanitos de María, cuya casa actualmente se construye en el Hermitage de Ntra. Sra, en St.Chamond, departamento del Loira.

 

(PS 027, 02-11; Carta a la SEGLAR FOURNAS MARIA, 1833.): Henos ya en la bella estación. Es tiempo de preparar un local para continuar la buena obra que ha emprendido y para la que nos prestamos de todo corazón [ancianitos pobres albergados en el Hermitage]. Nuestra buena voluntad se ve limitada por la penuria de nuestros recursos y la carencia de local. Siendo nuestra casa más numerosa, tenemos necesidad para la buena obra en cuestión de un local independiente, lo que implica un gasto de siete u ocho mil francos, sin lo cual nos veríamos obligados a renunciar a esta buena obra en la nos que empleamos, pero sin dañar a nuestro fin principal.

 

(PS 027, 12-13; Carta a la SEGLAR FOURNAS MARIA, 1833.): Espero una respuesta. Estamos contentos del pequeño [huerfanito] Lucas.

 

(PS 034A, 01-15; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Nacido en el cantón de St-Genêt Malifaux, departamento del Loire, no pude llegar a leer sino con infinitas dificultades por falta de maestros capaces. Sentí desde ese momento la urgente necesidad de una institución que pudiera con muchos menos gastos, realizar en el campo lo que los Hermanos de las Escuelas Cristianas hacen en las ciudades.

 

(PS 034B, 62-79; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Las numerosas peticiones que me hacen de todas partes diferentes alcaldes, sobre todo después de la ley del 28 de junio de 1833, la confirmación de las autoridades locales, del Sr. Prefecto del Loire y de varios honorables diputados que han tenido a bien asegurarme su protección, me prueban muy evidentemente la armonía de mi establecimiento con el espíritu del gobierno, la necesidad y los recursos de los ayuntamientos rurales para que pueda dudar ni un instante del éxito de mi demanda.

 

(PS 065, 35-39; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX MAZELIER FRANCISCO, 1836-05-08.): Acabamos de recibir la autorización del Soberano Pontífice y nos encargamos de la misión de la parte norte de Polinesia, a donde enviamos cinco de nuestros sacerdotes y dos de nuestros Hermanos. Encomendamos mucho esta misión a sus piadosas oraciones.

 

(PS 079, 27-31; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1837-01-01.): Nuestros Padres y Hermanos destinados a la Polinesia se han embarcado el 24 del mes pasado. Qué amplio campo ha confiado a nuestro celo el Sumo Pontífice, el Vicario de Cristo. Acompañemos con nuestros deseos y fervientes oraciones a quienes les ha tocado ese amplio campo de acción.

 

(PS 080, 11-16; Carta al HERMANO LUIS MARIA, 1837-01-02.): Nuestros misioneros se han embarcado el 23 de diciembre. He recibido una carta muy hermosa del H. Marie-Nizier. Se la daré a conocer algo más tarde. Haga llegar al Sr. Douillet mis deseos de año nuevo, muy sinceros. Le veré venir a casa siempre con gusto.

 

(PS 083, 24-28; Carta al SACERDOTE DUBOIS JUAN ANTONIO, 1837-01-12.): Si usted juzga a propósito comunicarme las condiciones con las cuales son admitidos en su seminario los individuos destinados a las misiones extranjeras, me agradaría conocerlas. En mis viajes puedo encontrar vocaciones para esta excelente obra.

 

(PS 098, 22-30; Carta al PARROCO VINCHENEUX FRANCISCO LEON, 1837-03-10.): No nos pareció oportuno hacerle esas observaciones antes. Nos quedan por satisfacer un buen número de peticiones anteriores a la suya. Si usted lo desea, lo inscribiremos en el registro. No perdemos la esperanza de que dentro de pocos años los Hermanos lleguen hasta ustedes. Las personas distinguidas que ustedes han sabido interesar en su proyecto son demasiado poderosas para que les dejen carecer de fondos para un tercer Hermano y hasta para hacer una escuela enteramente gratuita.

 

(PS 109, 14-21; Carta al MISIONERO FONTBONNE JACOBO, 1837-05-16.): Nuestra nueva capilla ha sido dedicada por Monseñor Pompallier antes de su partida para la Polinesia. En ella ha confirmado a aquellos de nuestros Hermanos que no habían recibido el sacramento. No podría usted creer la emulación que ha despertado en el público la Polinesia. Se envidiaba la suerte de quienes habían sido elegidos para ser las primicias de la Sociedad en esas islas. Nuestros Hermanos les decían adiós con la esperanza de ir a reunirse pronto con ellos.

 

(PS 158, 08-12; Carta al HERMANO SILVESTRE, 1837-11-25.): Hemos recibido carta de uno de nuestros misioneros en ruta a Oceanía. Le enviaremos copia de ella en breve. El Padre Bret murió en la travesía, en Valparaíso. Los demás están bien y muy contentos en su vocación [de misioneros].

 

 (PS 164, 02-07; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1837-12-12.): He tenido el consuelo de recibir noticias de nuestros misioneros de la Polinesia por una carta del P. Servant. Contiene cosas muy interesantes para nuestra Sociedad. No puedo por el momento daros más que un extracto, reservándome comunicárosla por entero cuando la ocasión se presente.

 

(PS 164, 82-87; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1837-12-12.): El 27 de noviembre último, tuvimos un oficio solemne en nuestra capilla de N.S. del Hermitage en recuerdo del P. Bret, fallecido el 20 de marzo de 1837 durante la travesía Santa Crux a Valparaíso. Hagan el favor de cumplir ahora ustedes lo que les corresponde según la Regla. Es lo prescrito por un Hermano profeso. Y sírvanse recomendar a Dios la misión y los misioneros de la Polinesia.

 

(REGLA 1837, [01] 02): La finalidad de la Sociedad de los Hermanos es además [de la Instrucción Primaria] dirigir casas de providencia [orfanatorios] o de refugio para jóvenes [tipo reformatorio o de prevención].

 

(REGLA 1837, [06] 16): Para poder dar clase a los adultos por la tarde, es preciso que haya un Hermano indicado expresamente para hacerlo y que su sueldo esté asegurado por el Municipio o por los pagos de los alumnos.

 

(REGLA 1837, [06] 18): La clase de los adultos deberá terminar a más tardar a las ocho de la noche.

 

(REGLA 1837, [06] 19): Se enseñará la geometría, el dibujo lineal y la teneduría de libros en los lugares que haya por lo menos ocho alumnos [adultos] que paguen ocho francos mensuales. En este caso la Casa Madre proporcionará un Hermano extra. Una clase con estas características funcionará en la cabecera del distrito.

 

(PS 168, 20-27; Carta al HERMANO DIONISIO, 1838-01-05.): Me habla del deseo que tiene de ir a la misión de la Polinesia. Conserve, mi querido amigo, ese deseo; yo creo que viene de Dios. Creo que tiene además gracias y medios propios para esa obra. Dios tiene sin duda proyectos sobre usted; tenemos una prueba firme por la curación que le concedió; no la pierda de vista. Piense, pues, mi querido amigo, en ponerse bien en regla, a fin de que si se le llama para partir esté listo.

 

(PS 183, 33-41; Carta al HERMANO ANTONIO, 1838-03-24.): Gozo de muy buena salud en París. Estoy alojado en el Seminario de Misiones Extranjeras, en donde gozo infinito. Le aseguro que si no supiese que hago algo de falta en el Hermitage, pediría terminar aquí mis días. Sigo el reglamento de la casa en cuanto mis salidas me lo permitan. Me levanto al toque de campana, asisto a la meditación y a los otros ejercicios espirituales, a las comidas, a los recreos. Estoy edificado hasta el extremo por la generosa abnegación de los que se destinan a misiones lejanas.

 

(PS 183, 54-55; Carta al HERMANO ANTONIO, 1838-03-24.): El H. Marie Jubin acierta muy bien. Asiste ahora a la clase de sordomudos y yo también cuando puedo.

 

(PS 188, 08-14; Carta al PARROCO MEGE ABEL JAVIER, 1838-05-11.): Nuestra misión de la Polinesia reclama nuevos operarios y los vamos a hacer partir inmediatamente. Varios de nuestros establecimientos tienen necesidad de refuerzo y también debemos hacer una nueva casa de noviciado, de modo que todos nuestros miembros disponibles van a estar empleados. Así que no podemos aumentar el número de nuestros establecimientos sin exponernos a la triste necesidad de dejarlos languidecer.

 

(PS 194, 24-28; Carta al VICARIO APOSTÓLICO POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.): El P. Dubois con frecuencia habla de Ud. y de su misión. Hace pocos días me decía: "No olvide esa misión". Es un santo varón. Qué bueno sería que pudiéramos sacarle copias y que viviera mucho tiempo. Francia abastece de misioneros actualmente a todos los países que tienen necesidad de ellos.

 

(PS 194, 28-33; Carta al VICARIO APOSTÓLICO POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.): Durante mi estancia aquí, he visto partir a seis [de ellos] del Seminario de Misiones extranjeras y [veo] a otros [más] que se preparan. ¡Cuántos motivos de edificación encuentro en esa casa! La religión no morirá en Francia, tiene mucha vitalidad. La obra de la propagación [de la fe] se incrementa de día en día.

 

 (PS 194, 79-82; Carta al VICARIO APOSTÓLICO POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.): Por mi parte, no hay vez que yo suba al altar en que no piense en nuestra querida misión y en aquellos que han sido enviados a ella.

 

(PS 248, 19-20; Carta al HERMANO ANACLETO, 1839-03-23.): Ruegue por la prosperidad de la misión de la Polinesia y únase a los que oran por el mismo fin.

 

(PS 249, 25-30; Carta al HERMANO MARIE LORENZO, 1839-04-08.): Estamos también rezando para recomendar las misiones de Oceanía, por los miembros de la Sociedad que allí están y por los que se disponen a ir. Estamos en vísperas de enviar Hermanos a Burdeos. En los establecimientos, como en la casa madre todo sigue como de ordinario.

 

(PS 254, 02-07; Carta al PARROCO MEGE ABEL JAVIER, 1839-06-04.): Con gran pesar nos encontramos en la imposibilidad de responder favorablemente a su interesante carta. Las enfermedades y la partida de varios de nuestros Hermanos para la misión de Oceanía, no nos permiten atender a otros establecimientos hasta la próxima fiesta de Todos los Santos más que aquellos que ya habíamos prometido el año pasado.

 

(PS 273, 02-09; Carta al SEGLAR LIBERSAT, 1839-09-19.): Permita, una vez más, que venga a rogarle me diga cuanto sepa relativo a nuestra autorización ¿Qué le dijo el Sr. Salvandy? ¿Qué gestiones me quedan por hacer? El Sr. Salvandy le había dicho a Monseñor de Belley que si tomábamos los estatutos de otra sociedad ya organizada y autorizada, la nuestra sería aprobada. Si así fuese no tendríamos ninguna dificultad para ello; nos interesa demasiado proporcionar buenos cristianos y buenos ciudadanos entre los habitantes del campo.

 

(PS 281, 15-21; Carta al SEGLAR DUGAS VICTOR, 1839-10-19.): Por lo demás, Señor, deseo caminar siempre de acuerdo con Ud. con el objeto de que marche bien este establecimiento [el orfanatorio de St.Chamond], que despierta en mi el más vivo interés. No hay nada que no esté dispuesto a hacer por Ud. para mostrarle mi agradecimiento y dedicación. Tomaré todos los medios a mi disposición para sacar adelante esta obra cuya dirección le ha sido confiada.

 

(PS 298, 02-10; Carta al PARROCO MADINIER JUAN FRANCISCO, 1839-11-20.): Su carta nos ha sorprendido mucho. Estoy de acuerdo con usted en que si los niños siguieran con asiduidad las clases de los Hermanos, sus progresos serían mucho más visibles y la disciplina de las clases mucho más firme. Pero convenimos también que, hablando en general, esta asiduidad perfecta y constante no es posible en el campo. Estoy perfectamente de acuerdo con usted en que los niños que se ven obligados a ausentarse ciertos días y faltar a clase, sean bien controlados.

 

(PS 306, 08-12; Carta al PARROCO MENAIDE MATEO, 1839-12-03.): Le transcribo textualmente los convenios que han sido hechos entre nosotros y la administración del hospicio de huérfanos; ellos podrían ser la base del arreglo que debe ponernos en condiciones de trabajar en la buena obra que usted proyecta.

 

(PS 318, 36-40; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1840-02-04.): Sigamos, queridos Hermanos, orando al Señor por nuestra interesante misión de Polinesia, a fin de que Dios haga triunfar la verdadera fe y confunda la herejía en medio de esas amplias comarcas confiadas a la Sociedad de María.

 

(PS 319, 35-40; Carta al CARDENAL LATOUR D'AUVERGNE L. HUGO J.C., 1840-02-11.): Cincuenta establecimientos han sido ya formados y continúan prosperando en los nueve departamentos del Ródano, del Loira, del Isère, de la Ardèche, del Alto Loira, del Saône y Loira, del Drôme y del Paso de Calais, además de la misión de Oceanía Oriental para la que once de nuestros Hermanos han salido durante los tres últimos años.

 

(PS 329, 02-05; Carta al OBISPO DE BRUILLARD FILIBERTO, 1840-03-22.): Quizá me haya retrasado en comunicar a Vuestra Grandeza los datos que ha encargado a nuestro H. Asistente que le pasase en relación con nuestro establecimiento de huérfanos de Lyon.

 

(PS 329, 05-12; Carta al OBISPO DE BRUILLARD FILIBERTO, 1840-03-22.): Lo habría hecho antes, pero he creído, de acuerdo con la referencia que se me ha hecho, que quería usted manifestarme por carta sus intenciones. Por temor a que usted espere por el contrario una respuesta de nuestra parte, considero un deber ponerle al tanto de las condiciones que hemos establecido con la administración encargada del hospicio de huérfanos. Las he hecho transcribir textualmente, tales como han sido redactadas y adoptadas por ambas partes.

 

(PS 339, 20-23; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Dígnese Dios proveer a su celo de recursos para el cumplimiento de una obra tan importante y necesaria y suministranos a nosotros mismos el medio de secundar sus piadosos proyectos [de una obra en un suburbio marginado de París].

 

(MAITREPIERRE, 1853, OM 752,1): La idea de su fundación fue concebida en el Seminario Mayor de Lyon, al mismo tiempo que la de la Sociedad. Cuando el P. Champagnat se reunió con los primeros fundadores, les dijo: “Siempre he sentido un fuerte atractivo por la fundación de Hermanos; con gusto me adhiero a ustedes, y si lo juzgan oportuno, yo me encargaré de esa rama”. Y efectivamente lo encargaron de ella. “La primera educación, les decía, es mi carencia; muy feliz me sentiría si pudiera contribuir en facilitar a otros las ventajas que yo no gocé.” Trabajó con celo infatigable hasta el día de su edificante muerte, acaecida el 6 de junio de 1840, a las cuatro y media de la mañana, mientras que sus buenos y piadosos Hermanos cantaban en la capilla la Salve Regina, que el les hacía entonar a diario, desde hacía quince o veinte años.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 527): Otro acto de caridad que el Padre Champagnat ejercitó los últimos años de su vida, fue recoger y cuidar a varios ancianos desamparados y sin medios de ganarse la vida, expuestos a toda clase de privaciones. Puso un Hermano a su servicio, y les proporcionó cuanto necesitaban sin exigirles más que vivir como buenos cristianos. Algunos de ellos estaban afectados de enfermedades repugnantes; otros añadían a los padecimientos físicos lacras morales. Por ello resultaba muy penoso y difícil atenderlos. Pero la caridad, que es paciente, que todo lo soporta, que a nada hace ascos, ayudó a nuestro venerado Padre a superar todas aquellas miserias. Ni que decir tiene que no se limitó a remediar sus necesidades físicas y aliviar sus dolencias corporales. El celo lo impulsó, sobre todo, a ocuparse de su alma, a instruirlos y prepararlos a la recepción de sacramentos, a enseñarles a rezar y a santificar sus padecimientos por la aceptación de la voluntad de Dios y la unión con los sufrimientos de Jesucristo. A sugerencia suya, aquellos ancianos se trazaron un reglamento, distribuyendo el tiempo entre la oración y una ocupación adecuada a sus fuerzas y salud. Diariamente asistían a la santa misa, se ocupaban en lecturas edificantes, rezaban el rosario y hacían la visita al Santísimo Sacramento.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 528): El Hermano encargado velaba por su conducta [de los ancianitos hospedados en el Hermitage], les llamaba la atención si se descuidaban, y los acompañaba en sus prácticas de piedad, ayudándoles a cumplirlas debidamente. Todos aquellos ancianos murieron cristianamente, y dejaron al Padre Champagnat el consuelo de haber hecho más bien a sus almas que a sus cuerpos.

 

(C1862: 55): Con el fin de procurar más gloria a Dios y dar a mayor número de niños el beneficio de la instrucción religiosa y de formarlos más perfectamente en la virtud, el Instituto podrá dirigir casas de Providencia (Orfanatorios) y de Internados [de paga]. Sin embargo, para fundar un Internado propiamente tal se deberá pedir autorización expresa a la Santa Sede.

 

(H. EUTHYME, 1888, SUMM 082): Los alumnos de los Hermanos debían de ser principalmente los muchachos del medio rural, no necesariamente los pobres.

 

(H. GERASIME, 1888, SUMM 345): Sé, y de eso fui testigo, que el Siervo de Dios realizó otro tipo de actos de caridad en los últimos años de su vida. Se encargó y prodigó solícitos cuidados a varios ancianos que nada poseían, no podían ganar dinero para sostenerse y se hallaban expuestos a las más grandes privaciones. A ellos lo único que les pedía en cambio era que vivieran como buenos cristianos.

 

(JULIENNE EPALLE, 1888, SUMM 071,2): Nos hablaba con frecuencia de las MISIONES y de la dicha de convertir las almas a Jesucristo. Y cuando mi hermano, martirizado en Oceanía en 1845, hubo abandonado la casa paterna sin decir nada a nadie, mi padre demostraba resentimiento contra el P. Champagnat, pues estaba persuadido de que la idea de irse a las misiones provenía de las exhortaciones del seminarista Champagnat.

 

(C1922: 002): El fin secundario es procurar la salvación de las almas mediante la instrucción y la educación cristianas de los niños, principalmente los de las poblaciones rurales.

 

(C1968: 02, 20-25): Esto lleva implícito para cada uno de nosotros, a través de una acción de comunidad, la entrega total a las distintas modalidades de la educación cristiana de la juventud, particularmente al servicio de la menos favorecida.

 

(C1968: 43, 01-09): El apostolado nos compromete en una misión común. Con nuestra vida diaria revelamos al mundo la salvación operada por Cristo y trabajamos en la expansión del Reino de Dios mediante un quehacer de Iglesia: la educación de los jóvenes, especialmente de los menos favorecidos.

 

(C1968: 44, 18-24): [El P. Champagnat] busca el perfeccionamiento de la educación popular que predispone a aceptar los principios religiosos y a ponerlos por obra. Por eso compromete firmemente en el apostolado escolar a los Hermanos con aptitudes para ello.

 

(C1968: 47, 01-09): Una actividad muy propia de nuestra Congregación, misionera en parte, y muy ajustada a nuestro fin de atender a los pobres, consiste en el esfuerzo colectivo e individual que debe orientar nuestra acción y la de nuestros discípulos, en pro de los países espiritual y materialmente menos favorecidos.

 

(C1968: 47, 27-34): [Los misioneros] estarán entonces capacitados para llevar a efecto una tarea educadora inteligentemente planificada, que evite desarraigar a los alumnos de su ambiente y que, en cambio, los oriente en primer lugar, no hacia una carrera y una fortuna, sino al perfeccionamiento espiritual y humano, en la dignidad moral y en el espíritu de las Bienaventuranzas.

 

(C1986: 002,03): Con este espíritu, fundó el Instituto para educar cristianamente a los niños y jóvenes, en especial a los más desatendidos.

 

(C1986: 027,01): Nuestra castidad en el celibato consagrado es signo de contradicción para el mundo. Cuando practicamos el respeto a las personas, la pureza de vida y el amor misericordioso con quienes la sociedad menosprecia, atestiguamos valores evangélicos.

 

(C1986: 058.01): Al comienzo de cada año y por fidelidad a nuestra misión, examinamos si las actividades apostólicas de la comunidad respetan suficientemente las prioridades de la Provincia y la preferencia del Fundador por los más desatendidos.

 

(C1986: 080,01): Suscitado por el Espíritu Santo, nuestro Instituto es enviado por la Iglesia. En pos del Padre Champagnat, evangeliza, sobre todo, educando a los jóvenes, en especial a los más desatendidos.

 

(C1986: 081,02): Se siente llamado (Marcelino) a formar religiosos para educar cristianamente a los niños del campo, de quien nadie se ocupa. Según él, la misión del Hermano consiste en ayudar a los niños y jóvenes a llegar a ser, ante todo, “buenos cristianos y buenos ciudadanos” (Carta nº 273).

 

(C1986: 083,01): Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde están. Somos audaces para penetrar en ambientes quizá inexplorados, donde la espera de Cristo se manifiesta en la pobreza material y espiritual. En los contactos con los jóvenes, les damos muestras de una atención impregnada de humildad, sencillez y desinterés.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 336, 1990-11-30): Y yo decía para mi: estos hombres han servido a la población cumplidamente durante unas cuantas décadas. ¿No sería buena idea hablar con la gente y explicarle que en un plazo de dos años, los Hermanos se iban a marchar porque querían fundar un colegio en un país donde la necesidad de escuelas era angustiosa? Aquellas personas se quedarían tristes, pero seguramente más de uno comprendería el fondo de la decisión, y se ofrecería para colaborar en la nueva aventura. El gran colegio podría ser dirigido por profesores seglares, y así continuaría una institución fundamentada en más de cincuenta años de presencia marista. De esa manera, otro grupo de gente se beneficiaria enormemente de la experiencia y entrega de estos Hermanos, en un país donde la situación escolar es desesperada. ¿lmposible? ¿lrreal? ¿Un sueño? En absoluto, Hermanos. De una forma u otra, la cosa ya está sucediendo, gracias a Dios.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 05): Estimulados por nuestros superiores, por las iniciativas de las Provincias y Distritos y por los esfuerzos de muchos Hermanos, hemos tratado de que llegue a ser una realidad la visión de Marcelino. Al mismo tiempo, se ha producido un cambio de actitud en muchos Hermanos, así como una creciente sensibilización hacia los más necesitados. Sin embargo, “nos parece que no podemos decir en verdad que las obras del Instituto y la distribución de su personal expresen en este momento con vigor la preferencia que las Constituciones le piden por los más desatendidos”.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 07): Los progresos que se han realizado [en la implementación concreta de la opción preferencial por los más desatendidos] no han estado exentos de dificultades y sufrimientos. Somos conscientes de los miedos, bloqueos y limitaciones que hemos encontrado y a los que, sin duda, tendremos que enfrentarnos todavía. Estas dificultades no deben paralizarnos. Al contrario, las asumimos como un reto para ser portadores de fe, audacia y esperanza.

 

 

6.- desvalidos: atribulados, minusvalidos,

 

 

(PS 041, 01-08; Carta al PARROCO GAUCHER JOSE, 1834-04.): Sr. Cura, es imposible que su escuela siga en la forma en que está. el Sr. Alcalde no se contenta con cortar el cuello a nuestros Hermanos ya sea fijando la mensualidad muy baja, ya sea imponiendo demasiado número de pobres; trata también de seducir a nuestros Hermanos diciéndoles que dejen el hábito, que eso les hará más felices de los hombres. Por eso el H. Dominique me pidió que le sacase de Chavanay.

 

 (PS 053, 10-16; Carta al HERMANO ANTONIO, 1835-01-09.): Siento mucho conocer la indisposición del H. Moisés. Tenga mucho cuidado para que se restablezca pronto. No pienso reemplazarlo mientras no me lo pida. Que ponga su confianza en Dios, que le ayudará a cumplir con su deber. María, nuestra común Madre le ayudará. Dígale que comparto todos sus dolores y estoy muy contento de todo lo que hace. Dios le reserva una buena recompensa.

 

(PS 176, 17-20; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-12.): Voy a enviar a la escuela mutual de sordomudos al H. Marie Jubin y me propongo ir yo mismo cuando pueda. Es esencial no perder nuestro tiempo.

 

(PS 177, 26-27; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-13.): El H. Marie Jubin va a aprender a guiar a los sordomudos y continúa aprendiendo a litografiar.

 

(PS 190, 02-09; Carta a los SEGLARES ADMINISTRADORES DE LOS HOSPICIOS, 1838-05.): Desde hace tiempo estamos pensando en la manera de ser útiles a los niños de los hospicios de caridad [orfanatorios]. En esta disposición tomo en consecuencia con mucho interés el ofrecimiento que ustedes nos hacen de volar en su auxilio. Si podemos sin perjudicar a nuestros reglamentos contribuir a mejorar la suerte de los niños de que nos hablan, lo haremos con sumo gusto. En el primer momento libre de que disponga me dirigiré a Saint Etienne para hablar con ustedes sobre los medios que hay que tomar.

 

(PS 196, 37-41; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-04-20.): Acabo de hacer en la administración de la escuela de sordomudos la petición para la admisión gratuita de dos Hermanos, que serán, si lo obtengo, alojados con calefacción, alimentados, con lavado de ropa, con luz, etc.... todo el tiempo necesario hasta que estén bien instruidos.

 

(PS 235, 02-11; Carta al SEGLAR RENDU AMBROSIO MARIA MODESTO, 1838-12-.): En el momento en que esperaba una carta anunciándome que mi solicitud respecto a la admisión de dos Hermanos en el establecimiento de sordomudos era acogida, recibí una del señor director de ese establecimiento preguntándome de parte del Ministro si yo seguía con la intención de formar algunos en el sistema. Presionado por la ciudad de Saint Etienne que tiene vivos deseos de ver iniciar dentro de sus muros tan útil institución, vengo, pues, Sr. Baron, a rogarle me haga del gratísimo favor de apoyar mi petición según había tenido usted la bondad de prometerme.

 

(PS 320, 02-06; Carta al SEGLAR GERANDO JOSE MARIA, 1840-02-14.): La petición oficial que la ciudad de Saint Etienne acaba de dirigirme para tener Hermanos nuestros al frente de su establecimiento de sordomudos, me anima también a dirigirle una nueva solicitud para rogarle que haga que reciban a dos de nuestros Hermanos en el establecimiento modelo del mismo tipo en París.

 

(PS 321, 02-11; Carta al SEGLAR BASTARD D'ESTANG DOMINGO F.M., 1840-02-14.): La ciudad de Saint Etienne, habiendo determinado definitivamente la ejecución de un establecimiento de sordomudos en interés de su numerosa población, nos pide por fin, de manera oficial, Hermanos de nuestra institución capaces de dirigir esa obra. Con el deseo de secundar sus puntos de vista de la beneficencia, vengo a rogarle, Señor, tenga a bien solicitar la admisión de dos de nuestros Hermanos en el establecimiento de sordomudos de París. Espero que por su intermedio y el del Sr. Gerando, al cual escribo con el mismo fin, serán recibidos de forma gratuita.

 

(PS 323, 07-11; Carta al SACERDOTE PRADIER ENRIQUE, 1840-02-22.): Hemos acogido gustosos la proposición que usted hace de enviar a dos de nuestros Hermanos para dirigir un establecimiento de sordomudos en su ciudad. Entra perfectamente en el plan de nuestra institución, toda ella dedicada a la educación de niños en cualquier situación en que se encuentren.

 

(PS 323, 12-18; Carta al SACERDOTE PRADIER ENRIQUE, 1840-02-22.): Desde hace un tiempo se nos solicita, se nos presiona para establecimientos de ese tipo [escuela para sordomudos]. Esperamos que pronto estaremos en condiciones de secundar los puntos de vista bienhechores de las personas que se interesan en una obra tan excelente y ya están en marcha los trámites para que dos de nuestros Hermanos puedan formarse en ese tipo de enseñanza en el establecimiento real de sordomudos de París.

 

(PS 334, 02-06; Carta al SEGLAR RENDU AMBROSIO MARIA MODESTO, 1840-04-25.): Quedo muy agradecido por las buenas disposiciones del Consejo para la admisión gratuita de dos de nuestros Hermanos en el Instituto Real de Sordomudos y le agradezco en particular la carta que usted ha tenido la gentileza de enviarme a ese respecto.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 522): Un día vinieron a llamarle para asistir a un enfermo. Acudió inmediatamente a visitarlo y encontró al desdichado cubierto de úlceras, echado sobre unas pajas y con sólo unos andrajos para cubrir su desnudez y sus llagas. Movido a profunda compasión ante tanto sufrimiento y desamparo, primero dirigió al enfermo unas palabras de consuelo. Luego se apresuró a llamar al Hermano administrador y le ordenó que enviara inmediatamente un jergón, sábanas y mantas para el enfermo. Pero, Padre -le advirtió el Hermano-, no disponemos de ningún jergón en este momento.  -¡Cómo! -repuso el Padre-, ¿que no hay un solo jergón en toda la casa?.  -Estoy seguro de que no queda ni uno. Recuerde que el último lo entregue hace pocos días. -Pues vaya y tome el de mi cama, y lléveselo inmediatamente a este pobre enfermo.

 

(C1986: 087,02): En nuestra escuela, medio privilegiado de educación cristiana, damos prioridad a una pastoral adaptada a las expectativas de los jóvenes. Estando disponibles para todos, dedicamos atención especial a los alumnos con problemas.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 16): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones, proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto, las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los Hermanos.] A NIVEL OBRAS: Instar a que las obras que están bajo la responsabilidad de los Hermanos incluyan el tema de la solidaridad en su proyecto educativo y estimulen acciones en este sentido. - Insistir para que en las obras que están bajo la responsabilidad de los Hermanos la preocupación por los resultados escolares, la reputación y la rentabilidad no sean nunca obstáculo para abrir sus estructuras a los alumnos menos dotados o pertenecientes a familias económicamente débiles.

 

 

7.- corazón compasivo

 

(PS 019, 10-14; Carta al HERMANO BARTOLOME, 1831-01-03.): Participo de todos los sinsabores que pueden causar todas las indisposiciones que experimentan sus colaboradores. Cuídese usted mucho a fin de que pueda cumplir bien sus penosos deberes.

 

(PS 042, 11-17; Carta al HERMANO CASIANO, 1834-09.): Cuando el H.Dionisio le inquietó con sus descontentos, ¿no me he dirigido enseguida a su casa para cambiárselo? Y cuando me ha manifestado que preferiría conservarlo aún cuando nuestras combinaciones hubieran sido otras ¿no accedí a sus razones?.

 

(PS 063, 60-65; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1836-01-19.): B. - Los votos que formulan en mi favor los creo muy sinceros y les quedo muy agradecidos. Que Dios, mis queridos Hermanos, quiera bendecirlos y seremos felices. No ignoro cuánto trabajo y preocupación tienen para atender a todo. Una vez más, que Dios extienda sus bendiciones y todo irá bien.

 

(PS 086, 02-11; Carta al HERMANO LUIS MARIA, 1837-01-21.): Tomo especialmente parte en todos los contratiempos que experimenta en La Côte. No se inquiete por lo que pueda suceder. Trate de cumplir con sus deberes lo mejor que pueda, ya sea con respecto a los niños que le están confiados y sobre todo en relación con los Hermanos que están con usted. Cuando le manden de vuelta, vendrá; le hallaremos trabajo y pan Dios mediante. Mientras tanto haga todo el bien que pueda. Procure ser muy prudente. Infórmeme de todo a medida que ocurra algo.

 

(PS 179, 70-78; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-15.): El Sr. Ardaillon me anuncia por carta que el Consejo universitario acaba de examinar nuestro asunto y que enseguida pasará al comité del interior. Jamás me habían hablado de ese comité. Esperaba que pasaría al Consejo de Estado. Creo que el Sr. Pillet está enterado, pues es su sección y además, como usted ve, su informe es más favorable. Digamos una vez más: como Dios quiera, que se haga su santa voluntad. Lo que me desconsuela son todos los que deben ir al servicio militar este año.

 

 (PS 182, 40-42; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-22.): Mil saludos a Padres, Hermanos y a toda la casa. Que Jesús y María le ayuden, querido Hermano. Su situación me llena de compasión.

 

(PS 185, 36-38; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-04-12.): La salida de mi carta se retrasó hasta el 13 de abril. Adiós, mi querido Hermano; me uno al dolor que le ha causado la muerte de su hermano.

 

(PS 197, 29-31; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-06-23.): Siento mucho la muerte del buen H. Fabián y que el H. Justino no se restablezca. Bendito sea Dios y que Jesús y María le ayuden cada vez más.

 

(PS 249, 04-07; Carta al HERMANO MARIE LORENZO, 1839-04-08.): Su carta, mi muy querido amigo, excita singularmente mi compasión. Desde entonces no subo ni a una vez al Santo Altar sin que le recomiende a Aquel a quien no se espera nunca en vano, que puede hacer sobreponernos a los mayores obstáculos.

 

(PS 339, 02-06; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Las necesidades de su parroquia [de un suburbio obrero de París] son bien grandes, el cuadro que me presenta me aflige vivamente, pero a pesar de toda la buena voluntad que tuviésemos de secundar su celo, nos encontraríamos en la imposibilidad de hacerlo por el momento.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,08): Tuvo mucho que sufrir a causa de caracteres tan diversos y de ciertos espíritus bizarros, muy difíciles de dirigir. Todos ellos podrían estar seguros de tener una buena parte en sus oraciones, pero si después de haber agotado todos los medios para ganarlos a Dios, seguían incorregibles, ¡Oh!, entonces era necesario cruzar la puerta de salida.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 521): Al dar limosna, casi siempre dirigía una palabra de edificación a quien se la pedía. Si se trataba de un niño, le preguntaba si conocía las principales verdades de la religión, y según los casos, le hacía una exhortación o le daba una breve instrucción.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 528): El espíritu de fe que animaba al piadoso Fundador, le hacía ver en los pobres la imagen de Jesucristo, hecho pobre por nosotros, y le infundía un profundo respeto hacia ellos. Y si no siempre pudo atenderlos, al menos les prodigaba el consuelo, los ánimos y las muestras de interés de que era capaz.

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 507): Tenía un don especial para levantar el ánimo decaído. La convicción con que hablaba ponía de manifiesto la abundancia de su corazón.

 

(H. EUTHYME, 1888, SUMM 318): Personalmente tuve experiencia de la solicitud del buen Padre. En cierta ocasión que él me enviaba a una escuela, a donde debía llegar caminando, haciendo una parada a mitad camino, en una casa de nuestros Hermanos, no quiso dejarme partir sin dinero; me entregó 13 moneditas de a 5 céntimos: todo lo que encontró en su caja en ese momento.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 350,1): En cuanto a los castigos he observado que los Hermanos preferían habérselas con él, porque el Padre acompañaba siempre la corrección con algunas palabras suavizadoras que levantaban el ánimo del Hermano.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 350,2): Su devoción por las almas del purgatorio le llevaba a hablarnos con frecuencia de sus sufrimientos y de los numerosos y poderosos medios que tenemos para aliviarlas. Nos recomendaba rezar mucho por el alivio de estas almas.

 

(JULIENNE EPALLE, 1888, SUMM 071,1): Durante todo el tiempo de las vacaciones, el seminarista Champagnat se quedaba en casa. Fuera de ahí no se le veía cabe a los enfermos, a quienes consolaba con buenas palabras, o bien en la iglesia, siempre con una compostura ejemplar. Era también muy humilde y mortificado. En su casa llevaba una sotana muy ordinaria, y en cuanto a las comidas, se adaptaba en todo a lo que acostumbraban sus parientes, sin aceptar nunca nada en casas ajenas.

 

(C1958: 002b): El fin especial es el de procurar la salvación de las almas mediante la instrucción y la educación cristianas de la juventud. Los alumnos menos favorecidos serán el objeto de su predilección.

 

(C1968: 44, 01-06): E Padre Champagnat encarna para nosotros el celo realista y eclesial. Dedicó la vida entera a resolver necesidades concretas de los hombres: sustento, enseñanza, promoción humana, vida espiritual.

 

(C1968: 48, 01-07): Un apostolado cimentado en la fe y la caridad supone y desarrolla determinadas virtudes esenciales. A disposición del Espíritu y de todos, el Hermano tiene que ser bondadoso, mensajero de la bondad de Dios, por el interés que en él susciten las preocupaciones y las necesidades ajenas.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Cristo afirma su voluntad de pobreza por su Encarnación: siendo rico se hizo pobre por nosotros. Desde el nacimiento hasta la cruz, la pobreza de Cristo constituye una expresión de su amor hacia los hombres; en la entrega que hizo de sí mismo a los demás se mostró sensible a las necesidades de todos: de los pecadores y de los publicanos, de María Magdalena y de Zaqueo, del leproso y de Nicodemo.

 

(C1986: 002,01): Movido por el Espíritu Santo, Marcelino Champagnat quedó cautivado por el amor de Jesús y María a él y a los demás. Esta experiencia, unida a su apertura a los acontecimientos y personas, se convierte en fuente de su espiritualidad y celo apostólico, y lo hace sensible a las necesidades de su tiempo, sobre todo a la ignorancia religiosa y a las situaciones de pobreza de la niñez y juventud.

 

(C1986: 035,02): Por este camino de pobreza, nos hacemos cada vez más compasivos con los hombres y más abiertos a las maravillas de Dios. Nuestra vida sencilla y entregada revela el rostro de la Iglesia pobre y servidora, y es testimonio del gozo prometido a los que tienen corazón de pobre.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 10): Creemos que participamos de la misión de Jesús "enviado a anunciar la buena noticia a los pobres". Y porque, hoy más que nunca, aumenta el número de pobres y marginados a los que no se les anuncia el evangelio. Nos sentimos llamados a recrear la experiencia Montagne por fidelidad a Cristo y al fundador, a educar en solidaridad y para la solidaridad como poderoso instrumento de evangelización y a evangelizar puesto que es el mejor servicio que podemos prestar a la humanidad.

 

 

8.- compartir, comunicación bienes

 

 

(PS 066, 30-38; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX, MAZELIER FRANCISCO, 1836-07-07.): Por otra parte, además de la gran reserva de recursos de la Providencia, que jamás nos ha fallado, encontramos en las bonificaciones que nos proporcionan los pensionados bastante numerosos en varios de nuestros establecimientos, recursos para quienes están menos provistos, ventaja que no tienen los Hermanos de las Escuelas Cristianas. De un lado las pequeñas cesiones que los Hermanos hacen de sus derechos a la casa madre, son un suplemento casi suficiente para el déficit que presentan los individuos que no pueden pagar lo de su noviciado.

 

(RC-1852: 01, 07, 002): Por el voto de Pobreza los Hermanos: 1º renuncian a la administración, al usufructo y al uso de los bienes que han dejado en el mundo o que puedan corresponderles más tarde por donación, herencia o sucesión de parte de su familia, sin la autorización del Hermano Superior; 2º a trabajar durante toda su vida en beneficio del Instituto, el que a su vez queda obligado a atender a todas sus necesidades según la Regla; 3º a no recibir nada, ni dar nada, ni tener nada como propio, sin permiso: 4º a usar de las cosas necesarias sobria y económicamente, de modo que eviten el lujo, lo superfluo, y a cuidar como buenos padres de familia lo que esté a su uso y se les haya confiado; 5º a no administrar, si están encargados de un empleo, sino como sustitutos del Hermano Superior, y a segur en su gestión las Reglas del Instituto.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 372): Nunca dudó en unir su suerte a la de los Hermanos ni en compartir sus necesidades y pobreza, aunque se hallasen en la mayor indigencia. Desde que fue a vivir con ellos, no tuvo nada propio y en todo se amoldó a la vida de comunidad.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 372): Un Hermano utilizó la palabra “suyo” refiriéndose a un objeto que formaba parte del ajuar que había traído de la casa parroquial. “¿Qué es eso de “suyo” o “mío”? - le replicó vivamente el Padre-. Ese objeto es tan suyo como mío: pertenece a la comunidad, es decir, a cualquier Hermano que lo necesite.”.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 384): Nuestro piadoso Fundador consideraba la vida de comunidad y la pobreza como algo fundamental, y no consentía que ningún Hermano, profeso o novicio, se apropiase absolutamente nada.

 

(C1862: 49): En el Instituto todo es común. Nadie puede apropiarse nada. Los trabajos de los Hermanos y los dones que reciban, de cualquier parte que provengan y de cualquier naturaleza que sean, pertenecen al Instituto y deben emplearse únicamente en su provecho.

 

(C1862: 50): Los ahorros que las diversas casas puedan hacer durante el año serán todos en beneficio del Instituto. Los Hermanos Directores, después de haber liquidado las deudas de la casa verterán por tanto cada año los ahorros que hayan logrado en la Caja Común del Instituto.

 

(C1862: 51): Las sumas vertidas por las casas particulares en la Caja Común del Instituto servirán para pagar los gastos generales de la administración, para sostener las casas de noviciado y asegurar a los Hermanos que ya no pueden trabajar el descanso y decoroso sostén al que tienen derecho de esperar por parte de la Congregación.

 

(DG1905: 0673): El Instituto se encarga de sus miembros y les procura todo lo necesario, tanto en salud como en enfermedad; a los achacosos y los ancianos les brinda una jubilación honorable, es decir, que conlleva los cuidados pertinentes, todo de acuerdo a la sencillez religiosa.

 

(C1968: 09, 15-21): Así como Cristo encarnado conoció y vivió nuestra condición humana, el religioso consciente de los problemas de los hombres y sensible a sus justas aspiraciones, comparte sus dificultades y trabaja por su salvación y por la extensión del reino de Dios.

 

(C1968: 21, 05-09): Un Hermano, consciente de este ideal: considera el tiempo y las facultades propias no como bienes personales, sino como consagrados a Dios y puestos a disposición de todos.

 

(C1968: 21, 10-14): [Un Hermano, consciente de este idea de pobreza:] no se siente propietario sino responsable de cuanto la comunidad ponga a su servicio.

 

(C1968: 22, 01-05): Otra manera de profesar el desprendimiento consiste en la interdependencia de una comunidad de religiosos pobres, que comparten todo fraternalmente y se conforman con un vida modesta y frugal.

 

(C1968: 52, 03-05): La pobreza pone a disposición de todos cuanto somos y tenemos.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 047): Espíritu de disponibilidad y capacidad de donación, reconociendo que nuestro tiempo, nuestros talentos y aptitudes son dones que Dios nos concede para que los pongamos a disposición de nuestros hermanos y hermanas en Cristo. (¿Cuántas veces, por ejemplo, ponemos nuestras instalaciones a disposición de personas que no pertenecen a nuestro círculo de amigos o a nuestro rango social? La llamada de los pobres, ¿nos incita a replantearnos algunos aspectos de nuestro apostolado? ¿lnvitamos a nuestra mesa a los pobres, a los empleados y trabajadores manuales de nuestras casas...?) .

 

(C1986: 032,03): La pobreza nos exige que hagamos fructificar los talentos y compartamos lo que somos y tenemos, especialmente nuestro tiempo personal.

 

(C1986: 050,01): Los votos, expresión de nuestro amor a Dios, son factor aglutinante de la comunidad marista. La castidad, al liberar el corazón de las formas posesivas del afecto, le da la amplitud y la fuerza del amor universal. La pobreza pone a disposición de los demás cuanto somos y tenemos. La obediencia orienta a la comunidad en la búsqueda y cumplimiento de la voluntad de Dios.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 06): Por otra parte, cuando hemos escuchado las comunicaciones sobre la realidad de nuestras Provincias y Distritos, hemos percibido la urgente necesidad, en todo el Instituto, de expresar de manera clara la fraternidad que nos une, siendo solidarios unos de otros, siendo signo profético que denuncie y supere las divisiones entre países y regiones del mundo y esforzándonos por servir mejor a aquellos a quienes somos enviados en misión. Ya han comenzado a realizarse algunas iniciativas, gracias a una renovada compresión de la necesidad de esta solidaridad y de la colaboración a nivel interno. Con todo, también en este campo consideramos imprescindible aumentar nuestra solidaridad compartiendo personas y medios.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 11): Creemos que la actualidad del carisma de Marcelino Champagnat nos urge personal, comunitaria e interprovincialmente para que los miembros sanos se preocupen de los más débiles. Y porque hoy, más que nunca, la realidad de nuestro Instituto debe reflejar la solidaridad que deseamos establecer en el mundo. Nos sentimos llamados a discernir, a la luz del Evangelio, cómo podemos crecer en la oración y en la vida fraterna; también somos llamados a coordinar nuestras acciones apostólicas, dentro del Instituto, con la Iglesia y con otras Congregaciones e Institutos religiosos y a compartir recursos humanos y financieros.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 12): Los Hermanos Capitulares estamos convencidos de que todos los Hermanos del Instituto debemos ser más audaces en nuestra vivencia de la pobreza, del compartir y de la solidaridad.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 14): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones, proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto, las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los Hermanos.] A NIVEL INSTITUTO: Comprometer a los centros de formación inicial y permanente a que incluyan en sus programas la formación en la solidaridad, estableciendo períodos de experiencia en realidades de pobreza y marginación ("peregrinación de solidaridad"). - Comprometer a los responsables de cada nivel a dar preferencia a los nuevos proyectos destinados a los niños y jóvenes desfavorecidos. - Para concretar el compromiso de solidaridad de todo el Instituto, el Consejo General debe crear un Secretariado de Solidaridad, que incluirá al actual Secretariado Social, y establecerá un Fondo de Solidaridad con aportaciones voluntarias de las Unidades Administrativas.

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 15): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones, proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto, las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los Hermanos.] A NIVEL PROVINCIAL: Instar a todas las Unidades Administrativas a una mayor colaboración entre ellas, aumentando la movilidad de los Hermanos cuando un proyecto de solidaridad lo pida. - Instar a todas las Unidades Administrativas a destinar una parte de sus recursos económicos a fines de solidaridad. - Comprometer a todas las Unidades administrativas a prever los medios para sensibilizar y formar a los Hermanos en el uso evangélico de los bienes y en la solidaridad (ej. comisión, asambleas, retiros, etc.).

 

 

9.- vivir frugal, vivir del trabajo

 

 

(BOURDIN, 1830, OM 754,07): El P. Rouchon le viene a visitar con todos los suyos. Visitan su casa... Su elegancia, por contraste, no hace sino aumentar.

 

 (PS 173, 12-15; Carta al MINISTRO DE LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA . DE SALVANDY ANTONIO NICOLAS, 1838-02-14.): Los sacrificios que hemos creído deber imponernos para procurar más cómodamente el beneficio de la instrucción a la clase numerosa y tan interesante del campo, nos permite vivir, pero con economía.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,02): Nuestro buen Padre nos decía la Misa siempre muy temprano. Era enemigo declarado de los perezosos. Se levantaba muy de mañana. Después de Misa, no perdía el tiempo en cosas inútiles. Estimaba mucho el trabajo manual. No se medía en ello, sino que siempre se echaba encima las faenas más penosas y peligrosas.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,03): El edificó nuestra casa de La Valla. Nosotros hacíamos alguna cosa, pero como no habíamos sido formados en la albañilería, era necesario que él nos estuviera mostrando a cada rato el trabajo a realizar, y con frecuencia tenía que rehacerlo todo. Cuando había piedras voluminosas que transportar, él era siempre quien lo hacía.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,05): En los comienzos éramos muy pobres. El pan era de color de tierra, pero teníamos siempre lo necesario. Nuestro buen Superior, como el más amante de los padres, tenía gran cuidado de nosotros. Por ejemplo, yo me acordaré siempre de la molestia que se daba cuando hallándome enfermo en La Valla, venía a visitarme todos los días; aprovechaba para llevarme siempre alguna cosita que me sirviera de alivio y alguna palabra de consuelo que me animara a sufrir con paciencia todo, por amor de Dios.

 

(H. MARIE JUBIN, 1888, SUMM 397): Yo había observado que sobre el reclinatorio del P. Champagnat había un crucifijo de marfil, muy bien labrado; traté de reproducirlo en yeso. En la proximidad de la fecha de su profesión religiosa, el crucifijo desapareció. En su lugar apareció otro, más que ordinario y muy sencillo.

 

(PBRO. PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 468): La Institución de los Hermanitos de María tuvo sus orígenes en la oscuridad y la pobreza. La casa, mejor dicho, la casucha que había dado albergue a los primeros convocados, al no poder ser suficiente, los mismos Hermanos construyeron otra bajo la dirección de su Jefe, a quien se veía a menudo manejar la llana y el martillo de albañil. Esta casa, donde pasé tres años como escolar, presentaba señales inequívocas de la inexperiencia y de la escasez de medios de quienes la habían construido. ¡Cuántas veces hemos temblado de miedo de ser sepultados bajo sus ruinas, cuando el viento del mediodía soplaba con algo de violencia!

 

(Pbro. Santiago GOURGOUT, 1888, SUMM 493): Vi varias veces, durante mis paseos al Hermitage, al Padre Champagnat trabajando como un peón en la construcción de la casa de los Hermanos.

 

(C1968: 21, 17-20): [Un Hermano, consciente de este ideal de pobreza:] se somete a la ley universal del trabajo para facilitar la vida de la comunidad y sostener las obras de la Congregación y de la Iglesia.

 

(C1968: 23, 32-37): [La Comunidad] adopta una actitud de pobreza efectiva frente al refinamiento del ocio y del turismo: sin eludir por eso la oportunidad de un sano esparcimiento para los Hermanos, aunque lejos del mero despilfarro o la satisfacción egoísta.

 

(C1968: 45, 01-04): Abnegación total y adaptación constante son dos leyes maestras del apostolado fecundo, capaz de allanar los caminos a la gracia de la que somos a la vez testigos e instrumentos.

 

(C1986: 032,01): Vivimos concretamente la pobreza personal y comunitaria llevando una vida laboriosa y sobria y evitando lo superfluo.

 

(C1986: 032,02): Nuestra pobreza se manifiesta también en la sencillez, que ha de caracterizar nuestra manera de ser, nuestro estilo de vida y nuestra acción apostólica.

 

(C1986: 032.02): Fieles a la tradición marista y por espíritu de pobreza y solidaridad con los pobres, realizamos los pequeños trabajos manuales que suelen presentarse en nuestras casas.

 

 

10.- providencia, humildad, gratitud existencial

 

 

(BOURDIN, 1830, OM 754,05): Por esa época [?] el P. Rebod recibió un carta de Mons. Bochard. No se atrevía a dársela a conocer [al P. Champagant]; andaba consultando cómo hacerlo -se le quería suspender [a Champagnat].- “No estamos ignorantes acerca de las reuniones ilegítimas [...]”; el asunto es llevado a tal extremo, que [la carta] encierra amenaza de suspensión. El P. Champagnat oraba continuamente así: “Dios mío, haz que esta obra [...], si ella no procede de ti!

 

(PS 095B, 75-78; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHÂTEAUX MAZELIER FRANCISCO, 1837-02-23.): Nuestros sacerdotes misioneros y nuestros Hermanos que han salido para la Polinesia han tenido la suerte de escapar de una fuerte tempestad que ha hecho naufragar a todos los barcos mercantes que salieron doce horas después. ¡Que favor de la Providencia!

 

(PS 109, 56-63; Carta al MISIONERO FONTBONNE JACOBO, 1837-05-16.): Tenemos el consuelo de ver nuestros centros mejorarse. Son actualmente 33. Varios están preparados para el próximo año y no podemos dar abasto a las reiteradas peticiones que nos hacen por todas partes para tener Hermanos. Enviaríamos con gusto a América para secundar el celo de los buenos misioneros si nos fuera posible. Esperamos que la divina Providencia nos allanará las dificultades y nos facilitará los medios para llegar hasta ustedes cuando los tiempos y los momentos que el Padre ha reservado a su poder lleguen.

 

(PS 126, 04-07; Carta al HERMANO APOLINAR, 1837-08-04.): He quedado sumamente afligido al no poder prolongar mi viaje hasta St.-Paul-T.Ch. Deseaba especialmente verle a fin de procurarle todo el consuelo que me fuera posible. Lo que me aflige sobre todo es que me han dicho que está usted enfermo.

 

(PS 126, 14-17; Carta al HERMANO APOLINAR, 1837-08-04.): Se me parte el corazón al saber que está usted enfermo. Arrójese en brazos de nuestra común Madre, ella tendrá lástima de su situación y de la de sus hermanos, Ella puede muy bien resolverlo todo.

 

(JEAN CLAUDE COLIN, 1838, OM 428): Un sacerdote que se interesa en nosotros nos decía que lo que había perjudicado al P. Champagnat en París era su demasiada sencillez, pues después de haberlo visto, la gente decía: “Es cierto, es un buen hombre”. Pero lo consideraba como a un campesino, sin modales. Dicho eclesiástico opinaba que para ese tipo de menesteres era preciso hombres mejor equipados.

 

(MAYET, 1839, OM 438):  Los pioneros de la Sociedad se encontraban reunidos en cierta ocasión. Como alguien dijera que era preciso formarse bien, uno de los veteranos (el Padre Champagnat) dijo con humildad: “Nosotros, los que estamos desde el principio, somos como esas piedras bola que se echan en los cimientos; para esos menesteres no se usan piedras pulidas.”

 

(MAYET, 1839, OM 440):  “Hay quienes quisieran a todo trance (me refiero a los que no estuvieron desde los inicios) encontrar manifestaciones de lo maravilloso en el origen y desarrollo de la Sociedad. Lo único maravilloso es el que Dios se haya querido servir para realizarla de semejantes instrumentos.” (Champagnat)

 

(CONVERS, 1840, OM 748,2): La pequeña comunidad de Hermanos dirigidos por el P. Champagnat crecía a pesar de la oposición que le hacían los miembros del clero y las burlas de otras personas.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,06): Nos hablaba a menudo del cuidado que la divina Providencia tiene de aquellos que confían en ella, y en particular por lo que se refiere a nosotros. Y cuando nos hablaba de la bondad de Dios y de su amor por nosotros, nos comunicaba ese fuego divino del cual él estaba lleno, y en tal medida y fuerza que las penas y los trabajos de la vida, con todas sus miserias, no hubieran sido capaces de desquiciarnos.

 

(H. LAURENT, 1842, OM 756,07): Nos decía con frecuencia que si la Sociedad hacía algún bien, y si aumentaba, se lo debíamos a la Santísima Virgen; que a ella hemos de considerarnos deudores de todos los favores y de todos los progresos realizados en la Congregación, desde el principio hasta el presente. Y que, sin Ella, nunca hubiéramos tenido éxito.

 

(MAITREPIERRE, 1842, OM 537,1):  ¡Lejos de nosotros toda manera demasiado humana de juzgar! ¡Aléjense de nuestro lado los que pretendan explicar de forma plausible el nacimiento y el crecimiento de nuestra obra, como si fuese meramente humana! No, no, sólo Dios es nuestro Padre. ¡Oh María, procedemos de tu corazón! Este timbre de gloria nos llena.

 

(MAITREPIERRE, 1842, OM 537,2):  Los que se agregaron de inmediato fueron los PP. Jallon y Colin (el mayor) , dos santos, pero careciendo de todo valor externo: ni elocuencia, ni grandes talentos, ni maneras amables que atraigan.

 

(JEAN CLAUDE COLIN, 1845 OM 607): El 29 de junio de 1845, el P. Colin, hablando de establecimientos por fundar, nos dijo: “Señores, Nuestro Señor nació en Belén, la Sma. Virgen, en Nazaret. La Sociedad de María nació en la pequeña población de Belley (rinconcito desconocido) y en el pequeño convento cercano a St. Chamond, en un lugar solitario. Acordémonos de nuestros orígenes; empecemos sin aspavientos. Para hacer el bien no es necesario hacer ruido. Ya más tarde, cuando llegue el momento, entonces la Sociedad se expandirá.”

 

(MAYET, 1845, OM 611):  Un día, regresaba de un viaje con el P. Terraillon. Se alojarían en el Seminario de Lyon, que se encontraba cerca del embarcadero del buque de vapor. El P. Terraillon quería dejar su equipaje para no tener que llevárselo a través de la ciudad, y luego pedirle a un Hermano que lo recogiera. “Démelo, démelo, dijo el P. Champagnat, quien ya cargaba un bulto grande; yo soy un campesino, el llevarlo es nada para mi”. Y tomó a cuestas los dos bultos.

 

(SEON, 1846, OM 625,1): Cuando el P. Champagnat construía el Hermitage, el P. M. de la Croix, entonces párroco en Chartreux, y hoy, Arzobispo de Auch, le [decía] mandó decir: “Díganle a Champagnat que está construyendo en vano”. En la diócesis se burlaban mucho del P. Champagnat.

 

(SEON, 1846, OM 625,2): Pero, al llegar al Hermitage, encontró al P. Champagnat menos optimista que él; y un poco extrañado de que le consiguieran aspirantes sin su colaboración. “Conoce Ud. bien a este candidato?”, preguntó el Padre Champagant. El P. Séon tuvo el pesar de pensar que el P. Champagnat lo rechazaría. Era necesario que esta pequeña Sociedad de María fuera caminando paso a paso, entre espinas. Cuando las cruces del exterior le faltaban, eran los propios miembros de la Sociedad quienes se las suministraban. ¡Providencia de Dios! Dios quería reivindicar para él solo toda la gloria de lo realizado.

 

(TERRAILLON, 1850, OM 701):  El 25 de noviembre de 1850, el P. Terraillon, echando una mirada retrospectiva, junto con un Padre Marista (Mayet mismo) , para contemplar la mano de Dios en los orígenes de la Sociedad, le decía: “¡El P. Champagnat reunió un grupo de Hermanos para formarlos; y sin embargo, él [personalmente] ignoraba lo que les enseñaba. Les enseñaba a leer, y él mismo no sabía leer [bien]; a redactar, y él no ponía atención a las reglas gramaticales cuando escribía!...”

 

(RC-1852: 02, 01, 004): El espíritu de fe hará que amen la vida oculta, los empleos humildes, la dependencia, la pobreza, los padecimientos, las humillaciones, el desprecio del mundo, a fin de asemejarse más y más a Jesús y María.

 

(MAITREPIERRE, 1853, OM 752,2):  Al inicio recibía fácilmente a tuertos, cojos, sordos, de rostro contrahecho, sabios, ignorantes, educados, rústicos...y con todo eso fundaba obras. “En cuanto a mí, decía, para hacer mis flechas me valgo de la madera que tengo a mano; cuando necesito un superior, un director, un profesor, si no encuentro alguien con dos ojos, echo mano de un tuerto; cuando no hallo quienes caminen bien, pongo cojos; pues me hago esta reflexión: Si la Sma. Virgen quiere que esto funcione, tendrá que tomar vela en el entierro; de sobra sabe que de otra forma esto no sirve para nada.”

 

(MAITREPIERRE, 1853, OM 752,3):  Durante el retiro general que tuvo lugar en el Seminario Menor de Meximieux, en 1837, nos dio una muestra de desprendimiento, que mucho nos edificó. Dado que, en razón a las circunstancias, él venía trabajando en su obra de una manera prácticamente autónoma, se juzgó oportuno pedirle su renuncia como Superior de los Hermanos. Es de sobra conocido que los fundadores y los superiores antiguos se apegan mucho a sus obras, y que tratan de dirigirlas según su propio juicio; ¡Pues bien! Apenas se dio cuenta de que se le estaba insinuando, con toda la delicadeza posible (que renunciara) , dijo: “Por supuesto, presentaré mi renuncia, pues debo hacerlo; lo único que me disgusta es que se estén tomando tantas precauciones para decírmelo. Tuve gracias de estado para iniciar (la obra) , pero no tengo la de continuar”. Y dio efectivamente su renuncia. El P. General de inmediato lo volvió a nombrar. Su dependencia se hace por ende más regular, más delicada y más provechosa para él y para su Congregación.

 

(MAITREPIERRE, 1853, OM 752,4):  La historia de los inicios de esta fundación es de lo más interesante y edificante. La pobreza, la sencillez, lo despreciado por el mundo se encontraba por doquier. Las tribulaciones, que han sido generalmente bien disimuladas, no fueron poco numerosas, ni menos repugnantes. Al P. Fundador no le asustaba nada; a los primeros ataques que le vinieron por parte de un gran Vicario, fundador de algo semejante a lo suyo, respondía siempre: “Hasta hoy, estaba yo en duda si trabajaba según los designios de Dios; los ataques que acabo de recibir me dan esperanzas de que así es.”

 

(H. AIDANT, 1888, SUMM 192): Certifico que su respeto hacia el Santísimo Sacramento era de los más edificante. Hacía frecuentes visitas a la capilla en el curso de la jornada para consultar a Nuestro Señor, hacerle partícipe de sus proyectos y de sus dudas. Nos decía que, no siendo sino un instrumento entre las manos de Dios, no quería hacer nada ni emprender nada sin consultarle.

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 263,1): En todas las circunstancias, recreos, relaciones que se tenían con él, sabía inspirar la confianza en Dios. “No me aflige que Ud. tenga dificultades, eso le pondrá en la necesidad de depositar su confianza en él. No hay defecto que perjudique más a la obras de Dios que la fe en sus pequeños talentos y la confianza en sí mismo,” decía a un Hermano.

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 263,2): Uno de mis parientes le dijo: “¿De dónde saca Ud. el dinero para estar siempre construyendo?” -“Saco de los tesoros de la Providencia”. -Ud. es feliz por poder pagar sus deudas. -Siempre que me he visto en apremiante necesidad, la Providencia me ha socorrido”.

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 478): Apenas si le costaba ser humilde; vivía entre sus Hermanos como el servidor de todos, reservándose para él lo más duro y repulsivo. A veces, cuando lo elogiaban, respondía: “Es obra de Dios, no nuestra; nosotros no seríamos capaces sino de echarla a perder.”

 

(H. CAMILLE, 1888, SUMM 522): Cuando las personas hablaban con pesimismo del porvenir de la Sociedad, respondía: “No teman, todo irá mejor después de mi muerte.”

 

(H. GERASIME, 1888, SUMM 246): Sé que el Siervo de Dios confiaba tan poco en sí mismo que, cuando ya tenía la lista de las colocaciones, decía a los Hermanos: “Pidamos a Nuestro Señor que bendiga este trabajo”. Tomaba entonces la lista y la colocaba sobre el altar durante la Santa Misa, y en el transcurso de varios días dirigía a Dios fervientes plegarias para que bendijera dichas colocaciones.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 287): El buen Padre explicaba el salmo 126 “Nisi Dominus” para arrástrarnos a poner toda nuestra confianza en Dios antes que en los hombres.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 399): Nos invitaba también a dar continuamente gracias a Dios por los bienes que sin cesar recibimos de sus manos generosas. Y sobre todo por los beneficios de la creación, de la redención, de la vocación a la fe y a la vida religiosa. En acción de gracias por todo ello, nos invitaba a rezar con frecuencia el MAGNIFICAT y el TE DEUM.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 419): Siempre se le veía alegre. No me acuerdo haberlo visto triste ni desanimado, a pesar de las numerosas contradicciones y persecuciones que tenía que sufrir de sus enemigos. Nos edificaba por su bondad y su tranquilidad en las persecuciones. Jamás hablaba mal de sus enemigos. Al contrario, hacía pedir por ellos, para conseguir de Dios su conversión.

 

(H. JEAN CLAUDE, 1888, SUMM 493): La necesidad de practicar la humildad para cumplir los objetivos de nuestra vocación, para perseverar y salvar nuestra alma, era tema frecuente del buen Padre en sus exhortaciones. Para ayudarnos a adquirir esta virtud, daba a cada Hermano el LIBRO DE ORO, o la humildad en práctica.

 

(H. MARIE LIN, 1888, SUMM 286): Comentó miles de veces los dos primeros versículos del salmo “Nisi Dominus”. Las explicaciones que daba de ellos formarían volúmenes. Nos decía: “No se extrañen de verme volver sin cesar sobre el mismo punto, es que es el más importante; es que es todo (...) No lo olvidemos nunca: Dios no tiene necesidad de nosotros ni de nadie (...) Hará triunfar esta Comunidad sin los hombres y a pesar de los hombres”.

 

(H. RAPHAEL, 1888, SUMM 250): En las grandes dificultades que encontraba al fundar su Congregación, el P. Marcelino se dirigía a la Sma. Virgen, que él consideraba como su RECURSO ORDINARIO.

 

(H. THEODOSE, 1888, SUMM 403): Tuvo que sufrir rudas pruebas, pero las supo soportar con admirable paciencia. Se le hizo pasar como un hombre que carecía de talentos, que había perdido la razón. Para no ser presuntuoso nada emprendía sin consultarlo previamente a los superiores, y se atenía a sus consejos. No le hacían mella ni las alabanzas, ni las injurias: decía que las obras de Dios sufren ordinariamente las contradicciones de los hombres. Era esto lo que lo animaba a luchar contra las dificultades que tenía que superar.

 

(Pbro. Mateo BEDOIN, 1888, SUMM 182): Mi tío [el Sr. Cura de Lavalla, Etienne Bédoin], me hablaba de la sencillez del Padre Champagnat, de su ingenuidad, pero ante todo de su santidad. Estaba profundamente convencido de que el P. Champagnat no tenía talento y de que todos sus aciertos se debían exclusivamente a su santidad. Mi tío también era un santo varón. Considero, por tanto, su testimonio como muy exacto. Afirmaba que el P. Champagnat era un “minus habens”, como se decía en el Seminario Mayor, pero que era muy humilde.

 

(Pbro. Mateo BEDOIN, 1888, SUMM 419): Puedo añadir que en las dificultades que mi tío [el Pbro. Etienne Bédoin] experimentó en la construcción de la iglesia [de La Valla], se reconfortaba al pensar en las dificultades que el P. Champagnat había tenido en la fundación de su Obra, y me decía: “Cuando tengas dificultades, póstrate ante el Santísimo Sacramento, haz como el Padre Champagnat”.

 

(PBRO. PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 181): El celo por la instrucción religiosa de los niños, la humildad, el espíritu de pobreza, la sobriedad... He ahí lo que he podido observar como más sobresaliente en la vida pública del Padre Champagnat.

 

(PBRO. PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 419): Nunca he sabido que, a pesar de sus numerosas preocupaciones y apuros de toda especie, el P. Champagnat haya dejado escapar una sola palabra de queja. Me parece que era hombre recio y paciente.

 

(RC1960: 011): El espíritu de fe les infundirá afán de asemejare lo más posible a Jesús y a María; hará que se penetren del espíritu de Nazaret, que ha de ser el del Instituto; los alentarán a permanecer, por amor, en los tres primeros lugares elegidos por el Fundador: el Portal de Belén, el Calvario y el Sagrario, lo que presupone aceptación de la vida oculta y de los oficios humildes, la sujeción, la pobreza, los trabajos, las humillaciones y los desaires del mundo.

 

(C1968: 05, 12-17): Fiel al deseo del Padre Champagnat, un Hermano humilde aspira a los primeros puestos junto al Pesebre, al pie de la Cruz y junto al Sagrario, y acepta de buen grado los lugares, las situaciones y las exigencias de una suma pobreza y obscura abnegación.

 

(C1968: 05, 18-21): [El Hermano] permanece gustoso desconocido y oculto en el mundo, igual que María, modesta aldeana entre los sencillos habitantes de Nazaret o totalmente ignorada del gentío de Belén.

 

(C1968: 19, 01-11): Para seguir a Cristo en su vida de desasimiento, para conseguir la gozosa libertad que pone en manos de la Providencia las preocupaciones del mañana, el Hermano Marista trata de ser pobre, y de crearse "un alma de pobre". A ejemplo de la Comunidad Apostólica comparte con gozo la vida de sus Hermanos; pues así es como podrá dedicarse resueltamente al servicio de los demás.

 

(C1968: 33, 05-14): En cuanto a nosotros, enviados al mundo, encontramos la unidad de nuestra vida permaneciendo unidos a Cristo como el sarmiento a la vid. Daremos esta respuesta vital al Señor mediante una fe que se va desarrollando a medida que se manifiesta. Renunciamos así a las seguridades terrenales para cimentar en solo Dios una confianza total: Nada es imposible a quien cuenta con Dios.

 

(C1968: 48, 15-23): [El Hermano] ha de esforzarse por alcanzar un desasimiento cada vez mayor, mediante la aceptación de los destinos y los ambientes sociales que le confíe la obediencia. No ha de tener mayor preocupación que la de cumplir con el beneplácito divino, incluso en el fracaso y la aflicción, puesto que la cruz es la herencia de quienes realizan la obra de Dios.

 

(C1986: 030,01): El Magnificat nos revela el corazón de María, que, con los pobres de Israel, pone su confianza en la fidelidad del Señor. Con José, el carpintero, convive con la gente humilde de Nazaret. De la Anunciación al Calvario, María da su consentimiento activo a todas las formas de desprendimiento que Dios le pide.

 

(C1986: 030,02): Con ella y como ella (María), dejamos que se vayan rompiendo poco a poco nuestras ataduras terrenas, dóciles a la voluntad purificadora del Señor, que modela en nosotros un corazón de pobre.

 

(C1986: 031,01): La pobreza espiritual nos mantiene en total dependencia del Padre. Se manifiesta en el recurso al Superior, en el reconocimiento de nuestras limitaciones y en la aceptación de la ayuda de los demás.

 

(C1986: 031,02): Esa pobreza nos impulsa incesantemente a la oración, que reaviva el ánimo y la confianza, y nos hace descansar en la paz del pobre que se abandona a la Providencia divina.

 

(C1986: 033,01): El Padre Champagnat manifiesta su corazón de pobre ante todo por su confianza en la Providencia. La fundación del Instituto es prueba siempre actual de que la fe permite todas las audacias.

 

(C1986: 033.01): A ejemplo del Padre Champagnat, aceptamos sin quejarnos las situaciones de pobreza, que nos ofrecen ocasión de poner nuestra confianza en Dios. Evitamos confiar demasiado en los medios humanos.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): Recuerdo muy bien, como tantos de vosotros, el episodio histórico del primer viaje espacial a la Luna, el famoso “lanzamiento lunar”. Estábamos tan ansiosos por ver aquellas fotografías del satélite, por contemplar -desvelados al fin- los misterios que habían seducido a los hombres durante miles de años... Lo que no nos esperábamos, lo que no podíamos haber previsto, era otra cosa: las imágenes de la Tierra captadas desde el espacio, bellas y sobrecogedoras. He ahí nuestra casa, la casa de toda la humanidad. Aquella visión vino a recordarnos, de la manera más sorprendente, que constituimos un pueblo, hombres y mujeres que comparten una morada común, responsables los unos de los otros. Inclusive en los niveles básicos de la supervivencia física somos todos interdependientes.

 

 

11.- preferencia sin exclusivismos, equilibrio

 

 

(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [07]): Es nuestro propósito comprometerlos [a los Hermanos] mediante votos como lo hacen todas las comunidades [religiosas]. Los enfermos y los achacosos son [serán] atendidos por la casa Comunidad] hasta la muerte.

 

(PS 158, 12-17; Carta al HERMANO SILVESTRE, 1837-11-25.): Anhelan férvidamente llegar ya al lugar de su destino. El celo por la salvación de los insulares les impulsa de una manera particular. Oremos, mis queridos Hermanos, oremos por la salvación de éstos y por la de los que se nos han confiado [aquí en Francia]. El valor del alma de los franceses es, como el de los idólatras, el precio de la sangre de Dios.

 

(PS 227, 12-18; Carta al SEGLAR JOVIN DESHAYES JUAN AMADO, 1838-11-00.): En cuanto a la cláusula por la cual la orden no nos dejará más que los municipios de 1 000 habitantes o menos y nos quitará los lugares más poblados, usted verá que no nos conviene en absoluto. Gran número de nuestros establecimientos se verían arruinados con esa condición; varios municipios en los que se encuentran ya tienen más de 4 000 habitantes.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 529): Finalmente, en la escuela, un Hermano debe ignorar, si es posible, la situación social de sus alumnos y ver en ellos únicamente lo que le descubre la fe, no atender más que a su comportamiento personal, quererlos y tratarlos a todos como a hijos.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 529): La igualdad debe ser la suprema ley en la escuela de los Hermanos. En ella no debe haber preferencia ni privilegio alguno por razón de la persona, categoría o cualquier otra cualidad externa. Todos, ricos y pobres, deben ser tratados según sus merecimientos, capacidad, virtud y conducta personal. Esta igualdad ha de abarcar todos los aspectos educativos del niño: aula, estudios, castigos, premios y atenciones. El niño pobre ocupara en la escuela el puesto que le corresponda no por su rango social o su fortuna, sino según su capacidad. Por eso podrá, si sus dotes intelectuales se lo permiten, seguir todos los niveles, abarcar todos los programas, estar junto al rico, competir con él, e, incluso, sobrepasarlo.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 21, 530): Las atenciones que tengamos para con el niño rico repercuten en favor del pobre: el interés hacia aquel es para proporcionar a éste los medios de instruirse; ya que en la mayoría de los casos, si no hubiera niños ricos para asegurar la manutención de los Hermanos, la escuela no podría sostenerse.

 

(H. EUTHYME, 1888, SUMM 081): A veces, con el fin de encontrar aspirantes, el Padre enviaba a algunos de sus Hermanos a realizar una gira. No hacía acepción de personas, ni daba preferencia a la fortuna o al saber.

 

(H. THEODOSE, 1888, SUMM 355): El Venerable no era excesivo en nada. Sus austeridades nunca pasaron de los justos límites.

 

(LÉONIDA, CSG 20, 420, 1950-12-08): Busquemos candidatos para el Instituto no sólo en las escuela pobres y del medio rural, sino también en los externados de paga y en los internados. Se piensa a veces que hemos de abstenernos de ello porque en estos ambientes, los alumnos, normalmente más habituados al bienestar, serán sordos al llamado de Nuestro Señor. Se olvida que hemos de ayudarlos, como a los demás, a elegir su vocación, y que a menudo Dios encuentra entre ellos almas generosas, cuya vocación es tanto más segura en cuanto que, para seguirla, tienen que renunciar a mayor cantidad de bienes materiales.

 

(LÉONIDA, CSG 20, 427, 1950-12-08): En cuanto a la situación de fortuna, no es necesario que los papás sean ricos, pero tampoco que sean tan pobres que se vean obligados más tarde a reclamar a sus hijos para servirles de sostén. La cooperación económica que se solicite de los padres variará según el país y otras circunstancias. Es conveniente que participen en los gastos de la formación, en la misma medida como lo hubieran hecho si sus hijos se hubiesen quedado en casa. Sin embargo, el asunto del dinero quedará siempre en segundo término cuando se trate de un candidato bien dispuesto y de padres bien intencionados.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 044): Pero nuestra angustia se debe con frecuencia a las ambigüedades del entorno y a los conflictos originados por nuestra propia situación personal y la del mundo en que vivimos. Así: - No pocas de nuestras inquietudes y realizaciones apostólicas, de nuestras misiones y de nuestras casas de formación, jamás hubieran podido funcionar sin el apoyo económico de nuestras grandes escuelas o colegios; - Algunas de esas instituciones han trabajado -y siguen trabajando- en la educación cristiana de los líderes que algún día puedan contribuir al cambio de las estructuras que son causa de injusticia; -En la tarea educativa los frutos se producen lentamente; - El compromiso (con los pobres, las misiones..., etc.) exige algo más que simple buena voluntad; la falta de preparación adecuada y una selección de personas no cualificadas para ciertas tareas podrían comprometer las posibilidades de éxito.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): La Iglesia, que tiene a Cristo como Cabeza y a María como Madre, es la comunidad de los redimidos que todo lo poseen en común y comparten la misma dignidad de hijos de Dios. Como hijos de un mismo Padre, a todos incumbe la responsabilidad de que los hombres sean capaces de experimentar esa dignidad a la que están llamados. Como comunidad eclesial que comparte el espíritu del Padre Champagnat en su preocupación por las necesidades, en su aceptación de todos los hombres, debemos esforzarnos por fortalecer nuestra fraternidad y por hacerla extensiva a los que padecen necesidad, fraternidad que respete la dignidad singular de cada persona como hermano o hermana en Cristo.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 046): - Profunda sensibilidad a las necesidades y a los sentimientos de los menos favorecidos, ya se trate de alumnos de nuestros colegios, física, afectiva, intelectual o moralmente deficientes; ya de huérfanos, niños abandonados y aquellos que viven en la miseria en un mundo que les ofrece pocas oportunidades o ninguna de librarse de la depravación y de la opresión. (¿Hasta que punto es realidad esto en nuestra vida diaria? ¿Ponemos verdadero interés, por ejemplo, por entrar en contacto con el alumno retrasado, el estudiante con dificultades, el mendigo que nos aborda? ¿Somos suficientemente conscientes de la situación injusta de los trabajadores emigrantes, de los mal alojados..., etc., de nuestros países...?) .

 

(BASILIO RUEDA, CSG 27, 033, 1978-03-19): ¿Valdría la pena tomar medios tan radicales como la virginidad, la pobreza o la obediencia por un lado mientras por el otro se esclavizara uno a un sindicato, a un contrato profesión, a una opción política, o a una obsesión social? Por muy legítimas que parezcan todas esas opciones, aún hay mucho por hacer para reconquistar sobre ellas una libertad que ahogan y que se traduciría en una gran movilidad y en una gran disponibilidad a partir de un discernimiento constante en búsqueda de la voluntad de Dios.

 

(BASILIO RUEDA, CSG 27, 090, 1978-03-19): Lo mismo es de la vida comunitaria, como de la oración, o de la pobreza. No son nada en sí mismas. Cuando se les busca por ellas mismas, por la satisfacción que procuran, tienden entonces a reemplazar a Dios. Llevan a radicalismos de los que uno se percata bastante fácilmente como de algo no evangélico. Entonces decepcionan, como decepciona todo lo que, siendo limitado, pretende erigirse en un absoluto.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): Pasemos ahora a reconocer que una de las dificultades que a veces tenemos es la de cómo interpretar las diferentes voces que se dan en la Iglesia. Por ejemplo, hemos podido ver de cuando en cuando que los registros empleados en temas sociales varían según las autoridades que hablan. Voy a sugeriros dos principios orientativos para ayudar a discernir en tales materias. Primero, desconfiad de las declaraciones de una persona cuyo consejo proviene sólo de despacho, no del contacto con la realidad. En algunos habla la experiencia vivida, pero en otros no es así. Jesús anduvo entre la gente, convivió con los pobres, y su discurso nacía de allí. Otro principio útil es analizar si la voz procede del amor o si viene del temor. Todavía quedan en la Iglesia muchas cosas que están motivadas por el miedo. Pero como dice san Pablo: “No nos dio el Señor un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y templanza (2 Tm 1, 7).

 

(SOLIDARIDAD, 1993, CG. XIX, 08): Creemos que Dios es Padre de todos y que nuestra común condición humana, en tanto que hermanos y hermanas en Jesús, es más fundamental y básica que nuestra religión, raza, cultura y nacionalidad. Y porque, hoy, más que nunca, la humanidad peligra, ya que una mayoría se ve reducida a una pobreza cada vez más profunda, en tanto que una minoría acumula riquezas. Nos sentimos llamados a una conversión de mentalidad y de comportamientos, es decir ver el mundo con los ojos de los pobres y a acoger la invitación del Espíritu Santo para vivir la fraternidad de Cristo con todos, en especial con los jóvenes y preferentemente con los más desatendidos.

 

 

12.- justicia social

 

(REGLA 1837, [09] 02): Quienes dejan echarse a perder los objetos que se les confían por parte de las municipalidades o de la Casa Madre, se hacen culpables contra la justicia, y están obligados a la restitución, ya que ni la Casa Madre ni los municipios les confieren los objetos como propiedad, sino para usarlos como buenos padres de familia.

 

(PS 306, 13-22; Carta al PARROCO MENAIDE MATEO, 1839-12-03.): Sírvase, Sr. Cura, examinar los diferentes artículos de este convenio y exponernos su parecer respecto a él. Si ello le puede convenir, sólo tendríamos que entendernos sobre el artículo de nuestro prospecto, según el cual en la fundación de un establecimiento exigimos por una sola vez para la casa madre 400 francos por cada uno de los Hermanos que enviamos al mismo. Nunca como ahora nos fue menos posible aflojar respecto a ese punto. Espero que tanto por caridad como por justicia, dados los grandes gastos que efectúa la casa madre, no nos causará usted dificultades al respecto.

 

(JBF, 1856, VPC, 02, 09, 378): Para los Hermanos, el ahorro no es sólo un consejo, es una obligación; porque al ser religiosos, están obligados a comer y vestir pobremente y cuidar de cuanto usen y les hayan confiado. Por eso me atrevo a afirmar que quienes dejan deteriorarse lo que los Ayuntamientos o el Instituto les da, pecan contra la justicia, y están obligados a la restitución.”.

 

(C1968: 55, 08-14): Una revisión en común de los planes apostólicos puede facilitar la adaptación de un quehacer acaso en trance de rutina; ensancha las perspectivas de la pastoral orgánica; y ayuda a discurrir en torno a los problemas de justicia, caridad y hospitalidad, que afectan a la comunidad.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVII, p. 041): La asamblea capitular de 1976 ha decidido, pues, abordar la cuestión de la pobreza, pero con las implicaciones que tiene en la justicia, tanto en nuestra familia religiosa como en el mundo en general. De sobra sabemos que este constituye uno de los problemas candentes del hombre de hoy, y sobre el cual la Iglesia ha tomado posición repetidas veces.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 041): Ojalá que la cuestión aquí planteada nos conduzca a un examen serio y realista del problema, de suyo complejo. Cualquiera que sea el resultado -positivo o negativo-, de nuestro examen, reanudemos la marcha con coraje para superar los posibles obstáculos, y para responder mejor a las responsabilidades que tenemos en la Iglesia y en el mundo. No se trata de sentirnos culpables, sino de animarnos los unos a los otros; no se pretende sostener que no hemos hecho nada, sino buscar juntos cómo podremos ir más allá en esta cuestión. Proponemos acciones concretas, pistas de compromiso más o menos generales, dado el carácter mundial de la Congregación. Somos conscientes de que en el momento de aplicarlas necesitamos hacer .”discernimiento” en diálogo con nuestros Hermanos, y someter luego nuestros proyectos a los Superiores de la Provincia. Sería superfluo agregar que este documento no pretende justificar ni sugerir el recurso a la violencia, incompatible con el espíritu evangélico.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Esta inquietud, presente en el ánimo de muchos Hermanos, les lleva a: - Querer orientar una parte más importante de sus esfuerzos apostólicos en favor de los pobres, los oprimidos y los marginados; - Tratar de vivir una vida más sencilla, sin dejarse seducir por el atractivo del materialismo y por la vida fácil y cómoda que les rodea en muchos de sus países; -Buscar vías evangélicas para comprometerse más en la defensa y promoción de los derechos del hombre, a nivel local. nacional e internacional: - Intentar desligarse más de algunas estrructuras que pueden comprometerles con los ricos, especialmente cuando estos no manifiestan signos reveladores de una actitud más justa para con los oprimidos; - Tratar de expresar abiertamente su solidaridad con los pobres, llegando a un contacto más próximo con ellos y procurando experimentar su misma situación, especialmente allí donde nuestras obras y nuestra condición de vida no nos permitan dicho contacto.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Un buen número de Hermanos están preocupados seriamente por la pobreza evangélica en su propia vida, y experimentan ansiedad, e incluso angustia, frente a la pobreza colectiva y a nuestro compromiso con los pobres, en un mundo en el cual gran parte de la humanidad se halla atormentada por el hambre y la pobreza y en el que muchos son víctimas de situaciones de opresión y de miseria.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 044): Nos cuesta aceptar la complejidad de la situación y nuestra incapacidad de satisfacer inmediatamente las ansias de que reine la justicia entre los hombres y de estar más visiblemente entre los más abandonados. Una de las causas de esta angustia y de este sufrimiento es inherente a nuestra naturaleza humana limitada. En nuestros días los medios de comunicación han acrecentado este sentimiento de impotencia en quienes reflexionan acerca de estos problemas.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Ninguno de los redimidos ha recibido tanto como María. Su canto del “Magnificat” es verdaderamente el himno de los pobres de Yahvé. El gozo de la acción de gracias brota en el de un corazón enriquecido por la aceptación de sí misma, confesando que todo es don de Dios, de un Dios que invierte las situaciones, pues “dispersa a los soberbios de corazón y derriba del trono a los poderosos”.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Una posible reacción a dicho sentimiento de impotencia consistiría en no hacer nada, so pretexto de que no sabemos que hacer, o porque pensamos que la iniciativa que tomamos conseguirá pocos resultados. Adoptar tal actitud es olvidar el poder del Espíritu que obra en el mundo. Lo que nosotros emprendamos puede ser limitado, pero es importante que lo hagamos. Tenemos la obligación de despertar las conciencias al drama de la miseria y a las llamadas de la justicia social, presentadas con tanta fuerza por el Evangelio y la Iglesia. Constituye también para nosotros una obligación aportar nuestro esfuerzo en pro de la promoción de la justicia, y resulta difícil justificar nuestra ignorancia en esta materia, habida cuenta de su importancia.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 047): Compromiso por la causa de la justicia y de la paz en el mundo. (Admitiendo que se dan ocasiones y situaciones en que la prudencia exige silencio, ¿no tomamos demasiado fácilmente esa prudencia como excusa para no comprometernos?).

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Hemos de preguntarnos si, en efecto, estamos suficientemente enterados de las injusticias que oprimen y defraudan a hombres y mujeres, injusticias que mantienen graves desigualdades entre las naciones y entre las personas .

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Los “signos de los tiempos” y las llamadas reiteradas de los papas Juan XXIII y Pablo Vl nos indican muy claramente que nuestra práctica de la pobreza debería comprometerse en la edificación de una sociedad más justa.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Por otra parte, ¿somos conscientes del despilfarro Irresponsable de los recursos de la tierra y del perjuicio que presumiblemente ocasionara a las generaciones futuras? Sabemos que las estructuras socioeconómicas de nuestra sociedad prolongan esos males. Tocante a este punto, es muy posible que hayamos llegado a un viraje en la historia del mundo.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 049): Construir con amor una sociedad más justa, más humana, que forme las primicias del reino de la justicia y de la paz, es obligación que atañe a todo cristiano. ¡Lamentablemente, el desarrollo del cáncer de la indiferencia puede extinguir este amor con tanta facilidad! Pero la caridad que irradia de la Eucaristía nos impele a todos a compartir las penas y a conllevar la carga de las responsabilidades. No podemos actuar aisladamente, sino como miembros de una fraternidad que desde ahora da testimonio de una paz y una justicia que desearíamos extender a los demás. Porque los cristianos, y en ello se ha insistido, no sólo deben prever el futuro, sino construirlo.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 049): Ojalá nuestras vidas como Hermanos y nuestra preocupación por los demás, sean un auténtico mensaje de esperanza, de justicia y de paz para un mundo que lo necesita angustiosamente .

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 050): Que encaucemos los esfuerzos hacia la formación y educación de nuestros Hermanos, de nuestras comunidades educativas y de nuestros alumnos en cuestión de justicia social. Esto implica a todos los niveles el estudio y la interiorización del mensaje evangélico, e igualmente de la postura de la Iglesia universal y local y de nuestro Fundador respecto a esta cuestión. .

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que aportemos ayuda y colaboración a los que trabajan, con lealtad y sentido cristiano, en promover la verdadera justicia y la paz.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que en consecuencia prestemos atención especial: 2.2.1. A los Hermanos jóvenes durante su formación (estudio, vida sencilla, contacto con los pobres); 2.2.2. A los Hermanos en “recyclage” . o en cursos de espiritualidad; 2.2.3. A los jóvenes con quienes trabajamos y a los alumnos que deberían recibir una instrucción sería y vivir experiencias susceptibles de sensibilizarlos en la dimensión cristiana del servicio y de la solidaridad, y desarrollar su sentido critico frente a los valores de nuestra sociedad que algunas veces son causa de injusticia; 2.2.4. A los antiguos alumnos y a los padres de los alumnos, a quienes deberíamos animar a reunirse para reflexionar sobre este tema y luego actuar.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que sepamos denunciar cristianamente los pecados de las estructuras en las que estamos implicados.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 052): Que se elabore un plan provincial de conjunto sobre la cuestión de pobreza y justicia. Que este plan se ponga a disposición del Consejo General y de las demás Provincias, con el fin de ayudarse y estimularse. Una coordinación a este nivel beneficiaría a todos.

 

(POBREZA Y JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 053): Que se haga tomar conciencia a los Hermanos de que todos podemos -y deberíamos- trabajar por la justicia. De que cuantos lo hacen, dentro de un pluralismo bien entendido, directa o indirectamente, pueden complementarse en el esfuerzo de conjunto de la Provincia.

 

(C1986: 034,04): Nuestra misión de educadores de la juventud nos compromete a trabajar por la promoción de la justicia.

 

(C1986: 086,03): Teniendo en cuenta la estrecha vinculación entre evangelización y promoción humana, ayudamos a quienes padecen necesidad y cooperamos con los que trabajan por la justicia y la paz.

 

(C1986: 087.02): Damos a conocer la doctrina social de la Iglesia y nos esmeramos por despertar las conciencias a los problemas que afectan a la sociedad. Comprometemos a nuestros alumnos en actividades caritativas que los pongan en contacto con situaciones de pobreza.

 

(C1986: 088.03): Al personal que trabaja en nuestros centros hemos de pagarle el salario justo y facilitarle su promoción humana. A tal efecto, el Hermano Provincial con su Consejo establece un plan, teniendo en cuenta las diversas situaciones personales.

 

(C1986: 156): Los Hermanos encargados de los bienes del Instituto no son propietarios, sino administradores de bienes de la Iglesia. En su gestión han de preocuparse por el bien común, la justicia, la pobreza, la caridad y por la labor apostólica de los Hermanos. En la administración se atienen al derecho canónico.

 

(C1986: 156.01): Los Hermanos encargados de administrar los bienes del Instituto velan para que todo el personal auxiliar reciba un salario acorde con las leyes del país y se beneficie de las prestaciones sociales, como exige la justicia.

 

(C1986: 159,02): Los responsables, conscientes de su compromiso de pobreza y atentos a las necesidades del mundo, utilizan parte de los beneficios para ayudar a las Provincias más pobres, a las misiones y obras sociales.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 323, 1990-11-30): Esta reflexión me lleva a otras dos observaciones. A lo mejor dentro de nosotros anidan todavía algunas reservas para aceptar que Dios trabaje en el corazón de las personas que ni le honran ni le conocen siquiera. Pero seguro que el agnóstico que desarrolla su labor en una Comisión Pro Derechos Humanos en un país donde semejante tarea puede fácilmente acabar en la tortura o la muerte es un portador del Espíritu Santo mucho más auténtico que el religioso cómodo, o el clérigo o el obispo... que se contenta con musitar frases compasivas de solidaridad. Ahí tenemos la historia extraordinaria del Buen Samaritano. Era un hereje. Pero no era uno de esos que están más interesados en los dogmas que en ayudar a los desasistidos. A veces necesitamos que nos recuerden que al final seremos juzgados no por el credo que profesamos sino por la vida que llevamos, por nuestros actos. Como en el relato del Buen Samaritano, donde las últimas palabras de Jesús son: “ ld y haced lo mismo!”.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): El Papa está urgiendo al mundo a que reconozca la supremacía de la dignidad de todos los hombres y las mujeres en el seno de la familia de la humanidad, y a que este sea el punto de mira como principio inviolable de las relaciones sociales. La faz de la Tierra puede renovarse, y la coyuntura actual es la oportunidad impregnada de gracia para dar comienzo a la nueva creación. Ese es el mensaje, Hermanos, y tenemos que sopesarlo con toda seriedad.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): El papa Juan Pablo está haciendo a todos los hombres y mujeres una llamada kairos para superar viejos esquemas de posesión, dominio, prejuicios raciales y relaciones utilitaristas. Bien sabe él que esto no resulta fácil, porque mucha gente rechazará tales actitudes en su fuero interno, pero al propio tiempo el problema persiste inconscientemente en el núcleo de los sistemas económicos y sociales en los que nos encontramos cómodos. (Quizá podría expresarlo con algún matiz, pero no creo que me aparte de la verdad si digo que, al igual que los regímenes políticos totalitarios someten la persona al Estado, no es menos cierto que los sistemas de economía capitalista pueden aprestarse a subordinar las necesidades y las justas reivindicaciones de los individuos a la consecución de beneficios.) En todo modelo global existe la tendencia a pasar por alto las demandas y los derechos de las personas.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): Sin embargo, y este es mi segundo punto, pregunto ahora: Hermanos, ¿contemplamos el mundo con ojos que ven este momento de la historia humana como un kairos posiblemente sin paralelo, en el que el Espíritu Santo está dando fuerza a hombres y mujeres para cambiar el mundo? ¿Tenemos fe suficiente para creer que por la providencia de Dios ahora subyace dentro de la posibilidad humana el poder de invertir el que parecía un ciclo inalterable de terrible pobreza y violencia para la proporción mayor de la humanidad?.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Al mismo tiempo, tenemos que efectuar una nueva evaluación moral del tipo de pobreza que aflige a tantos hermanos y hermanas nuestros. Un análisis realista de las formas actuales de subdesarrollo nos lleva a reconocer que los diversos tipos de pobreza que se dan en nuestro tiempo tienen las raíces en factores políticos y llegan a ramificar en un deterioro moral causado por los pecados y omisiones de muchos. Es preciso, por tanto, actuar de cara a las estructuras sociales de pecado, entendidas como resultante de las mezquindades e inhibiciones de los individuos.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Dada la gravedad de la situación, el subdesarrollo de las personas y las naciones requiere la movilización de la familia humana entera. El punto de partida de la carta de Juan Pablo es este: no se puede alcanzar el desarrollo humano sin apelar a la conciencia y a la solidaridad moral de nuestros contemporáneos, tanto ricos como pobres; todos están implicados y comparten la responsabilidad de trabajar por el auténtico progreso de la humanidad. Aquellas que se denominaron “décadas del desarrollo” llegaron y se fueron; y a pesar de tanto esfuerzo no hemos conseguido eliminar las causas radicales del subdesarrollo que subsiste en muchísima gente y numerosos pueblos. De hecho, la pobreza ha ido a más, y se ha extendido por todas las partes del mundo, y la rapidez del cambio social ha extremado la desigualdad entre los seres humanos. Una y otra vez, el papa Juan Pablo emplea la expresión “vivir sin esperanza”. Así que nos toca comenzar de nuevo, dirigiendo la mirada a las personas humanas concretas en su individualidad que están sufriendo bajo el peso insoportable de una total desposesión.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Es fácil entender que algunos de entre nosotros se sentirán perplejos, y hasta defraudados y molestos, ante la perspectiva de un desafío que tiene proporciones geopolíticas. ¿Qué parte me corresponde a mi, como individuo, en este proceso de reconversión de la historia? Despacio, hablaremos de eso más tarde. Primero, tratando de ser serios, debemos comprender que estamos llamados todos a responder a esta invitación por imperativo moral. Esa es la premisa central de la encíclica.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Esta semilla de pecado reposa casi oculta, en el corazón de las estructuras, especialmente de aquellas que gobiernan nuestras relaciones sociales y económicas. Tan imperceptiblemente, que puede estar escondida en las transacciones más corrientes, por ejemplo al tomarnos una taza de café, al comprar una piña o un plátano: el precio que uno paga a lo mejor guarda escasa proporción con lo que recibió aquel cuyo sudor produjo esos bienes y cuyo sustento depende de ellos. La historia del café no es nueva, pero su geografía lo es; en tiempos pasados constituía uno más de los clásicos problemas de América Latina, pero actualmente lo tienen también en África. De un tiempo a esta parte, Ruanda depende fuertemente de la exportación del café: hasta hace poco la venta del producto suponía el 80 % de los ingresos por exportación; en 1986 se alcanzó la cifra de 150 millones de dólares; la misma cantidad de café exportada en 1987 reportó al país 92 millones, y en 1988 ese volumen de comercio exterior se quedó en 70 millones. En un período de dos años los precios cayeron más del 50%. Hay que preguntarse qué tipo de sistema es ese que provoca tal recorte en el pago a la labor de los cultivadores: el entramado del libre mercado no ofrece una explicación adecuada para la gente cuya vida depende de ese producto. Mientras tanto, el precio que se fija a los consumidores en los países desarrollados tiene muy poco que ver con las dramáticas y amenazadoras pérdidas de los exportadores.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 326, 1990-11-30): Más aun, suponiendo que no haya relación directa en una transacción ordinaria, sin embargo, la abundancia que hace tan confortable la vida en el Primer Mundo para muchos, está parcialmente basada en una prosperidad económica vinculada a una serie de factores que contribuyen al empobrecimiento de otros pueblos. Por ejemplo, los fondos de las entidades bancarias del Norte reportan beneficios al consumidor norteño, en tanto que los prestatarios latinoamericanos se ven en aprietos para enjugar el pago de intereses cuyo montante supera ya cinco veces el crédito inicial, manteniéndose en estado de deuda permanente. Detrás del cortinaje retórico de “ayuda” al Tercer Mundo se oculta el hecho de que, por ejemplo, en 1988 las naciones subdesarrolladas pagaron a los países ricos 43000 millones de dólares más que los que habían recibido, panorama bien distinto a los 18 000 millones que fueron al Tercer Mundo en 1982. Hay algo de verdad en eso que dicen de que actualmente los países pobres están aportando ayuda a los ricos.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 326, 1990-11-30): Siendo grave este expolio económico, quizá lo sea más la degradación humana, la esclavitud impuesta a millones de pobres para asegurar a las naciones poderosas la libertad que otorga la opulencia. Parte de la riqueza generada a costa del Tercer Mundo retorna frecuentemente para subvencionar a gobiernos corruptos y opresores, y para proporcionarles armas con las que mantener el injusto status quo. Que tremenda ironía es que también esto se oficialice como “ayuda” . . .

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): “Un mundo dividido en bloques, presididos a su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y la solidaridad dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un mundo sometido a estructuras de pecado.”.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): Hermanos, creo que a nadie le. pasará inadvertido el hecho de que el Papa, en la encíclica, no vacile en utilizar la expresión “estructuras de pecado”. Todos sabemos que este lenguaje entró a formar parte de la reflexión sobre cuestiones sociales de la mano de la teología de la liberación. El mundo entero conoce las reservas del Papa en torno a ese tema: en su encíclica Reconciliatio et Paenitentia (1983) desautorizaba tal forma de hablar, prefiriendo subrayar la situación de pecado personal. Y. sin embargo, Juan Pablo Il asume ahora ese lenguaje; al hacer “una lectura teológica de los problemas modernos” (art. 36) afirma:.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): Me parece que deberíamos tomarnos algún rato para reflexionar sobre esta deliberada insistencia del Papa cuando habla del pecado que existe en las estructuras que motivan el que unos sufran la privación y otros disfruten de lo superfluo. El pecado impregna “los condicionamientos y obstáculos que van mucho más allá de las acciones y de la breve vida del individuo” (art. 36). En épocas pasadas la Iglesia ha puesto especial énfasis en el sentido personal de culpa, casi de manera exclusiva, fustigando las transgresiones contra la caridad, la honradez, la castidad. En tiempos bastante recientes hemos podido oír sermones vigorosos en defensa del derecho a acumular propiedad privada, a favor de una libertad que permitía a hermanos nuestros vivir en la necesidad, en pro de una violencia que protegía el status quo. Ha llegado ya el momento de que prestemos igual atencion -incluso más- a la condena que hace la Iglesia de esa situación de pecado, que el Papa denuncia en la encíclica y que afecta a la vida de todos nosotros.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): Consiguientemente, el Papa nos recuerda en la encíclica (art. 47) que cada uno está llamado individualmente a poner su parte en esta campaña de buenas voluntades para asegurar un desarrollo en la paz, indicándonos también que aunque exista pecado debido a la codicia y el ansia de poder, igualmente puede haber transgresión en estas cuestiones por miedo, indecisión y cobardía. Así que, Hermanos, parece claro que en este asunto se nos está invitando a todos a la acción.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): Es evidente también que no es el Papa solo el que está alertando al mundo hacia esta dimensión moral del problema. El Presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ha hablado recientemente del “deber más serio” que tiene la Comunidad Europea para con el Tercer Mundo. Recordando que en 1939 “éramos extraños entre nosotros”, ahora -decia- ”somos hermanos”: “No se trata de que tengamos una Europa unida dentro de un mundo dividido, sino más bien una Europa en solidaridad y asociación con el Tercer Mundo. Lo cual no es solamente una bella frase para las relaciones públicas, sino, por lo que a mi respecta, un imperativo ético que impulsa a la Comunidad a trabajar en la erradicación de la pobreza, doquiera se halle. “.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): La dura realidad de la miseria humana y el pecado de esta situación son un llamamiento moral a cada uno de nosotros; el compromiso personal en esta cuestión no es algo que podamos dejárselo a los que tienen especial sensibilidad para los temas sociales. La tarea de responder personalmente a esta llamada no es opcional; es una exigencia del Evangelio, algo a lo que el Papa nos convoca en el nombre de Jesús. Como les dijo hace poco a los obispos de Asia, la fuerza de este imperativo estriba en la propia fe, en la vocación de cada cristiano, porque nosotros creemos que el poder del Evangelio para vencer el mal se fundamenta en la persona viva del Salvador del mundo: la luz de Cristo es la que nos conduce a proclamar con audacia la dignidad y los derechos esenciales de todas y cada una de las personas; el amor de Dios revelado en Jesucristo es lo que nos impulsa valientemente a fomentar el progreso social y un desarrollo más amplio en el terreno material y cultural; el servicio de Cristo es lo que sostiene en la entrega a los necesitados y oprimidos. Esa luz, ese amor y ese servicio son dones para todos.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Ahora me gustaría dejar bien clara una cosa. Entendemos sobradamente que existe pecado en el mundo, particularmente en las estructuras en que nos hallamos, al parecer, inextricablemente implicados. Los que viven dentro del entramado y se benefician de ello no son pecadores sólo por esa razón. La mayoría no tiene nada personal de que sentirse culpable. Todos hemos sufrido ya esa experiencia. Conviene aclarar que lo que sentimos a este respecto no es culpabilidad moral personal. Comprendo que a menudo haya gente que no quiere tomar parte en planificaciones o retiros donde los conferenciantes suscitan los problemas sociales de una forma que les hace salir con más pesar de conciencia que cuando habían entrado. Además, no quieren acabar cargando con una sensación de impotencia ante los dilemas de difícil solución. Por esa razón algunos se encuentran más serenos en los ejercicios espirituales, donde el amor y la gracia de Dios y su propio sentido de culpa y pecado parecen reunirse en terrenos de libertad y responsabilidad personal, donde la conversión está, como si dijéramos, al alcance de la mano. No obstante, la tendencia a buscarse un santuario espiritual en el cual podamos sentirnos justificados, sin asumir ningún compromiso de acción, debe ser considerada como auténtica tentación que nos induce a eludir un deber moral.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Confío en que no me interpretéis mal. No estoy minimizando la importancia que encierra el rezar por el mundo, por la gente, por la Iglesia: hay que insistir e insistir, “venga a nosotros tu Reino”. La oración nos lleva a un diálogo personal con Dios, una conversación viva y amorosa, de sentimiento y reconciliación, y de ahí brota la fuerza que nos impulsa a tomar decisiones en la acción. La fe sin obras está muerta; y el amor, igual.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Cuando hablo de acción, me refiero exactamente a eso. Es preciso resistir a Ia tentación de espiritualizar la llamada, la inclinación a inhibirnos de los dilemas reales que tenemos que afrontar replegándonos en la oración. Puede suceder que estemos entregándonos a nuestro rezo, preocupados y motivados por los problemas, y que ello nos deje satisfechos, en tanto que a la vez nos estamos refugiando seguros y apartados del sufrimiento humano. Deberíamos preguntarnos por las iniciativas que hemos emprendido camino de nuestra conversión personal. Recientemente, el director de un conocido centro de renovación decía que cuando organizaba encuentros para temas de espiritualidad tenia “quorum” inmediato, pero cuando anunciaba reuniones cuyos contenidos versaban sobre la paz, la justicia social y el desarrollo del Tercer Mundo, contaba con muchos menos participantes.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Creo, Hermanos, que no hay excusas para escurrir el bulto con el argumento de que los problemas son demasiado grandes o demasiado remotos, o preguntándonos en tono lastimero, “¿Qué podemos hacer...?” El propio papa Juan Pablo contesta a eso: “Con sencillez y humildad quiero dirigirme a todos, hombres y mujeres sin excepción, para que, convencidos de la gravedad del momento presente y de la respectiva responsabilidad individual, pongamos por obra... Ias medidas inspiradas en la solidaridad y en el amor preferencial por los pobres... En este empeño deben ser ejemplo y guía los hijos de la Iglesia...” (art. 47).

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Las estructuras pecaminosas de nuestro mundo perpetúan una distribución injusta y desequilibrada de los recursos, y traen miseria a millones de hombres y mujeres; al final se crea un círculo vicioso que asegura la continuidad de las leyes discriminatorias y la cruel explotación entre los pueblos del Tercer Mundo. La situación se complica más con las transiciones operadas en la Europa del Este y la crisis del Golfo. No vamos a cambiar las cosas de la noche a la mañana. Sin embargo, caería sobre nosotros una responsabilidad -añadamos, a escala personal- si nos negáramos a poner manos a la obra. Por supuesto que un cambio global va a requerir tiempo, pero la duración y la dificultad de la tarea no es causa eximente para nadie. Lo que nosotros podemos hacer como individuos y como grupo está en proporción con las circunstancias y las propias capacidades, que varían de persona a persona y de lugar a lugar. Lo esencial es que cada uno ponga su parte y persevere en el empeño, aunque su labor parezca relativamente insignificante.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Me permito añadir algo más: lo importante que es enseñar la doctrina social de la Iglesia y despertar “las conciencias a los problemas que afectan a la sociedad. Comprometamos a nuestros alumnos en actividades caritativas que los pongan en contacto con situaciones de pobreza” (C. 87.2).

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Todos podéis tener ideas y sugerencias que os vendrán de la propia experiencia de vida, de la reflexión evangélica, de las Constituciones (el art. 34 es extraordinariamente valioso y lleno de sabiduría).

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): El papa Juan Pablo señala el positivo valor moral que encierra este sentido creciente de la interdependencia entre los individuos y las naciones: “Ante todo se trata de interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social y como “virtud”, es la solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (art. 38).

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): Hace años solía decir a los Hermanos que cuando concediésemos a la enseñanza social de la Iglesia la misma atención que prestamos al fútbol, entonces tendríamos escuelas católicas de verdad. Pero sé bien que esto no resulta tan fácil en algunas sociedades. Hay que esforzarse para diseñar un programa serio y una pedagogía efectiva de cara a educar en la justicia social. Necesitamos llevar este asunto al terreno educativo, teniendo muy en cuenta su complejidad, y conociendo los obstáculos que acechan a los ingenuos, románticos e ignorantes. Espero que entre nosotros se de ya una cierta experiencia en el análisis sociocultural, y desde luego un nivel de destreza en su instrumentalizacion. He observado con interés que una de nuestras Provincias ha brindado oportunidades durante varios años a sus Hermanos para asistir a seminarios de reflexión social. Tenemos un sólido cuerpo de doctrina [social] católica, y mucha documentación procedente de diversas fuentes. La ocasión es propicia para que, como Maristas educadores, valiéndonos de nuestra capacidad y de las circunstancias privilegiadas, demos una respuesta personal a la presente llamada.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 332, 1990-11-30): ¿Cuáles son algunos de los desafíos más obvios de cara a conseguir un mundo solidario? Yo comprendo que las estadísticas pueden resultarnos harto prolijas; pero, por otra parte, aunque estemos saturados de ellas, son nuestra realidad, un cuadro que hay que contemplar. Un reciente estudio de la Organización Mundial para la Salud predice que, de mantenerse la tendencia actual, hacia finales de siglo, 200 millones de personas pueden morir prematuramente debido a factores evitables. El informe revela que cada año están falleciendo 14,6 millones de niños por debajo de los cinco años de edad en países en desarrollo, víctimas de la enfermedad y otras causas. Añadamos otro dato: la estimación media del gasto por atención medica en los países más pobres del mundo ronda los 5 dólares por persona, en tanto que en la Europa occidental la cantidad se cifra en unos 460 dólares. Con un programa de inmunización y tratamiento se salvarían 7 millones y medio de niños cada año y a un coste de 2,500 millones de dólares; una fuerte suma, sin duda. Pero ¿en que se nos queda si la comparamos con el presupuesto anual para la defensa en un solo país que no menciono: 312,000 millones?.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 332, 1990-11-30): Me pregunto hasta qué punto estamos convencidos de eso, de que somos responsables de todos. A lo largo de los siglos XlX y XX una buena parte del mundo occidental fue trasladando sus valores desde la tradicional centralización comunitaria rural a una individualista afirmación nuclear urbana. Independencia, iniciativa privada, éxito personal... estas cosas se han convertido en valores de primera magnitud por todas partes en Occidente. Y en diversos grados este nuevo sistema ha ido invadiendo los países del Este, en un contexto cada vez más urbano. El concepto del “yo” ha pasado a ocupar el primer lugar. A muchos de nosotros nos sucede que tenemos que luchar contra el individualismo como un valor que nos viene transmitido e inculturado, y a menudo no se nos da nada bien lo de ser responsables de todos. Sin embargo, cuando nos esforzamos por conseguir un sentido de subsidiariedad y compromiso universal, estamos en realidad rescatando nuestra auténtica herencia espiritual, porque el sentido de comunión es genuinamente bíblico. No nos hace falta ir más allá del Padrenuestro, que subyace en el mensaje del Sermón de la Montaña: somos hermanos y hermanas, bajo la paternidad de Dios.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 333, 1990-11-30): Es una teoría honesta, y la buena voluntad que hay tras esas palabras es innegable. Pero convendría recordar que el proceso de reconvertir las espadas en rejas de arado no es fácil ni sencillo. Aparte de problemas técnicos hay que contar con los costes sociales y las camarillas políticas: por un lado el paro, que aumentará, al menos en la primera fase; luego, los poderosos intereses creados, compañías gigantescas que se ven obligadas a proteger las inversiones de sus accionistas anónimos. Y. por supuesto, sería necio afirmar que el espectro de la guerra ha desaparecido de la faz de la Tierra, y ahí están los recientes y continuos conflictos del Oriente Medio para devolvernos a la realidad. Siempre existirá el riesgo de nuevas amenazas, lo cual exigirá tomar prudentes medidas de seguridad y defensa.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 333, 1990-11-30): Quizá nos hayamos vuelto un poco escépticos en cuanto a la posibilidad real de transferir la inversión en armamento a planes diversos de desarrollo humano, pero en el período que medió entre el colapso de los regímenes comunistas europeos y el estallido de la crisis del Golfo hubo signos esperanzadores de que el tema estaba siendo estudiado seriamente. Antes hice referencia a las declaraciones de Jacques Delors, Presidente de la Comisión Europea. Para contrarrestar los temores que pudieran surgir en el sentido de que las naciones ricas quizá planeasen reducir la ayuda al Tercer Mundo debido al nuevo afán por relanzar las economías de la Europa del Este, Delors expresó el compromiso de la Comunidad Europea con las naciones en desarrollo del Sur, sobre la base de que un recorte presupuestario global en defensa debe suponer unos dividendos añadidos al desarrollo. A la Comunidad le correspondía, según él, desempeñar una función catalizadora para asegurar que ese excedente derivado del gasto militar restringido fuese transformado en inversión social y dotación de recursos para el Sur, al menos en parte, a lo largo de la década siguiente. “Al desdibujarse la línea divisoria Este-Oeste,” -decia- ”podemos dirigir los esfuerzos a borrar la división Norte-Sur, que es aun más lacerante” .

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): El Papa aplica el mismo principio de solidaridad cuando habla del carácter moral del desarrollo que debe basarse en el respeto a los seres, tanto vivos como inanimados, que constituyen el mundo natural. Nada ni nadie puede ser utilizado a gusto de cada cual, siguiendo pautas económicas. Los recursos naturales son limitados, y usarlos como si fuesen inagotables es un grave riesgo para la generación actual y las venideras. Bastantes daños ha causado ya la industrialización al contaminar la atmósfera, perjudicando la salud de la población. De esa forma, las cuestiones alusivas a los recursos del mundo y al medio ambiente vienen a pertenecer a la dimensión moral del progreso.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Es obvio que, en lo que al Papa respecta, la cuestión ecológica no constituye precisamente un tema que interesa porque está de moda, ni es un carruaje popular donde se vayan montando tales o cuales grupos, ni -desde luego- algo que se preste a la explotación política con otros fines. Nuestro sentido de solidaridad -nuestro compromiso para con todos y cada uno de nuestros hermanos y hermanas- nos induce a apoyar las medidas necesarias para proteger el medio. De ningún modo estoy sugiriendo que debamos respaldar a partidos políticos que tienen esta preocupación como alternativa única: habría que conseguir que la aspiración se generalizase a todas las personas y facciones de la política.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Naturaleza y desarrollo están sólidamente relacionados en la amplia visión integradora del Papa. Y desde luego, el problema afecta al Sur, cuya pobreza está originada en el expolio de los recursos; y afecta al Norte, donde la industrialización produce polución atmosférica con todas sus secuelas; y afecta a las generaciones futuras que pueden verse desposeídas de bienes naturales que no son renovables. Esta amenaza a la vida, y quizá también a la propia existencia humana, que se esconde en el abuso de los recursos nos indica claramente que, cuando entramos en el terreno de la naturaleza, nos. encontramos con leyes, no sólo biológicas sino también morales, que no podemos violar impunemente.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Podemos apreciar, por tanto, que la contribución del Papa, única en razón de su llamamiento, se orienta a integrar la dimensión política Este-Oeste con la cuestión Norte-Sur. Le empuja a ello su convicción de que los múltiples problemas que se interrelacionan en el mundo pueden abordarse solamente desde un compromiso de solidaridad. En su análisis de la historia surge una crítica a “la lógica de los bloques”, la guerra fría que ha preocupado al Norte durante más de cuarenta años. Subraya el Papa las consecuencias que ha tenido la rivalidad Este-Oeste en otros estados y pueblos, especialmente en los países en desarrollo. La llamada se dirige ahora a remodelar la confrontación de los bloques con el pensamiento puesto en las demás naciones. Se ha escrito mucho sobre el nuevo marco de relaciones con la Unión Soviética, pero raramente se analizan los cambios producidos a la luz del bienestar de los países débiles. De hecho, el optimismo que reina en los acuerdos Este-Oeste apenas se refleja en los problemas de la deuda, el desarrollo, y los permanentes conflictos internos y regionales que afectan al esquema Norte-Sur.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 335, 1990-11-30): No seria justo esperar que los políticos y gobernantes obren milagros, si nosotros mismos no estamos dispuestos a poner la parte que nos toca. La solución no está fuera de nuestro alcance; no está fuera del alcance de una comunidad que cultiva la virtud de la solidaridad y manifiesta su compromiso para con los demás. Cada uno, desde su propia esquina del mundo, puede acercarse a los que no tienen techo, a los parados, a los refugiados... están allí, donde nosotros estamos. Tenemos recursos para compartir, incluso aunque nos hallemos en países pobres donde, por regla general, nosotros mismos no solemos ser los pobres.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 335, 1990-11-30): Volvemos de nuevo a nosotros mismos y a la respuesta personal que hemos de dar ante la llamada. Hermanos, ya sé que es difícil a veces buscar el punto de arranque, pero lo que no podemos hacer es quedarnos paralizados y rendirnos al presentimiento de que es demasiado para nosotros. En un discurso dirigido a humildes obreros de Bolivia, 1988, el Papa decía estas palabras, que son una bella y encarecedora invitación para todos: “Quiero instaros a que viváis con la esperanza puesta en un mañana mejor, sabiendo que es el mañana a donde tienen que encauzarse vuestros esfuerzos, cada uno en la medida de la capacidad y de los dones que ha recibido.”.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Como educadores profesionales tenemos a la mano una cuantía de recursos requeridos para la labor evangelizadora. ¿Seguro que nos hacen falta todos? ¿Nos preocupamos por compartirlos con aquellos que no tienen? Tenemos que ser ejemplos y guías en esto. Al menos, como mínimo, deberíamos evitar la acumulación de fondos sobrantes cuando hay alrededor gente pobre. Hay que analizar esta cuestión cuidadosamente, en las comunidades, las provincias, la administración general. Creo que entendéis muy bien el dilema que se le presenta al Consejo general cuando nos piden que aprobemos un presupuesto de un millón de dólares para dotar a un colegio de gimnasio o de piscina, en un país donde abunda la miseria.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Con frecuencia he mencionado las palabras que dijo Juan Pablo a los obispos de México en Puebla, año 1979: “La Iglesia ha aprendido que la labor encaminada a la justicia y a la promoción humana forma parte inseparable de su misión evangelizadora.” Esta afirmación es significativa por varias razones, pero quisiera que os fijarais únicamente en esa palabra: la Iglesia ha aprendido... ha aprendido. Hermanos, estoy persuadido de que cuando la Iglesia aprende, es el Espíritu Santo el que enseña. Es el Espíritu Santo el que ha hecho brotar esta nueva y grande sensibilidad hacia todo lo que concierne a la justicia, preocupación por los desposeídos y marginados de la sociedad, la búsqueda de una mayor equidad en las relaciones internacionales...

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Tanto los Padres de la Iglesia como los teólogos escolásticos fueron audaces cuando trasladaron sus reflexiones del terreno de los deberes de los que tienen, al campo de los derechos de los que no tienen nada. Desde aquello de “da de comer al hombre que se muere de hambre, porque si no le das, tu lo estás matando”, a lo otro: “cuando una persona se encuentra en extrema necesidad le ampara el derecho de abastecerse de lo que necesita de las riquezas de los otros”.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 340, 1990-11-30): Por este motivo no vacilo ni un instante al decir que el llamamiento que se nos hace para comprometernos en favor de los pobres y los que sufren la injusticia, que suena con tanta claridad en el contexto del momento presente, es un auténtico don del Espíritu Santo. Y esa es la razón por la que insisto en que deberíamos alejar de nosotros miedos y reservas, y aceptar la llamada con serenidad y alegría, hasta la última implicación, aunque ello suponga lucha y conversión de actitudes, es decir, una nueva vida. No quisiera que penséis que todo esto es únicamente una bella teoría que me ha venido en sueños. La realidad está en la vida de muchos Hermanos y en la vitalidad de las Provincias: la fidelidad a esta llamada trae su propio fruto: espíritu renovado. Y creo que, por el contrario, la falta de fidelidad a la misma conducirá sin remedio al desvanecimiento y pérdida final del espíritu.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): En el campo de la Justicia, ya sabemos que en muchas homilías se ha predicado en contra de los que tenían inclinaciones izquierdistas. Es verdad que se han dado abusos, en algunos casos muy lamentables. Pero mirando en la otra dirección, ¿qué es lo que se ha dicho de aquellos que se alían con los poderes derechistas, y ofrecen, al menos tácitamente, apoyo a situaciones de injusticia y violencia institucional?.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): En muchos lugares, los que viven en la calma y la tranquilidad no hacen nada y contribuyen con su silencio a que el status quo no se vea perturbado .

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 344, 1990-11-30): También parece que surgen discrepancias en el modo de entender la labor social en el Tercer Mundo, y en otras partes del globo: el compromiso de los sacerdotes y religiosos a favor de la causa de la justicia y los derechos humanos en los países de América Latina es considerado manifiestamente político, en tanto que una conducta similar por parte del clero y personas consagradas en las zonas de influencia comunista es frecuentemente exaltada como heroica. Y. por supuesto, mientras en el Tercer Mundo la Iglesia está siendo constantemente advertida para que no entre en la causa política, casi nadie cuestiona el apoyo expreso que brinda la jerarquía a los partidos “democristianos” de Europa, partidos que no siempre hacen honor a su nombre.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 345, 1990-11-30): ¿Cuál es el resultado visible de tales experiencias? Primero diría, Hermanos, que nace una sensación de frustración, al descubrir que la pobreza que reina en el mundo no está causada únicamente por la desventura, la vagancia o la ignorancia. Cuando ves que las cosas no son accidentales, sino que han surgido por la fuerza de políticas y sistemas... uno se enoja y se indigna. Como ha dicho Albert Nolan, OP, aprendemos el significado de la ira bíblica de Dios, que no brota del odio ni del egoísmo, sino como expresión del amor compasivo: “Levántate, Yahvé, en tu cólera, surge contra los arrebatos de mis opresores, despierta ya, Dios mío, tu que el juicio convocas” (Sal 7,7). Esta es la segunda resultante de nuestra experiencia con los pobres: que la compasión sólo puede desarrollarse y madurar en la medida en que tomamos el sufrimiento y la opresión con una seriedad tal que nos haga sentir la ira por ese estado de cosas. Impactados por la situación, nos veremos apremiados a entrar en acción.

 

(CHARLES HOWARD, CSG 29, 348, 1990-11-30): Todos sentimos cierto agobio ante la magnitud de los problemas que tiene que afrontar la humanidad en el momento actual, pero el Papa insiste en que cada uno tiene un papel que desempeñar. El invitaba a gente muy humilde de Bolivia “a vivir con la esperanza puesta en un mañana mejor, sabiendo que es el mañana a donde tienen que encauzarse vuestros esfuerzos, cada uno en la medida de su capacidad y de los dones que ha recibido”. En las circunstancias concretas de mi propia vida y de la comunidad, ¿qué puedo -que podemos- hacer para expresar esta solidaridad a la que el Papa se refiere? ¿Qué estamos haciendo ya, y que más podríamos llevar a cabo?.