PATRIMONIO
ESPIRITUAL MARISTA |
EL TEMA
DE LA POBREZA EN ALGUNAS FUENTES MARISTAS |
CEPAM/A.BRAMBILA |
1.- Pobreza, como virtud evangélica, objeto del voto religioso |
(PROMESAS
1818; OM 168,2): Intentamos, en tercer lugar, comprometernos a obedecer sin
replicar a nuestro superior y a todos los que reciban orden suya de
presidirnos. En cuarto lugar, prometemos guardar la castidad. En quinto lugar,
ponemos todo en común.
(PS 066,
26-30; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX, MAZELIER FRANCISCO, 1836-07.):
En cuanto a la dificultad que usted encuentra respecto a nuestro sostenimiento
con la módica cantidad que exigimos, la creo bastante resuelta por la
experiencia de casi dieciocho años, que, como usted bien comprende, no han sido
poco difíciles.
(REGLA
1837, [09] 13): No se comprarán paraguas ni bonetes de seda ni alguna cosa
lujosa, por ser esto contrario al espíritu religioso.
(RC-1852:
02, 03, 010): No solamente amarán la pobreza para sí, sino para todo lo
relativo a la Comunidad en general, como edificios, ajuar y cuanto es
ostentación a los ojos del mundo, y halaga la vanidad; evitando en todo, los
adornos, lo superfluo, el lujo, y lo opuesto a la sencillez y a la pobreza
evangélicas.
(C1903:
042): Mediante el voto simple de pobreza, los Hermanos renuncia al derecho de
disponer lícitamente cualquier bien temporal, sin el permiso de sus Superiores
legítimos.
(DIOGENE,
CSG 17, 018, 1932-12-25): Recordemos también que la pobreza es el guardián de
las comunidades. La historia nos enseña que la abundancia, por lo contrario, ha
sido la ruina de los conventos; ha ocasionado el relajamiento de los
religiosos, la pérdida de las almas y el dolor de la Iglesia.
(RC1960:
042): El espíritu de pobreza es la voluntad firme y operante de abstenerse
voluntariamente de cuanto exceda de lo estrictamente necesario, para poder
dedicarse con plenitud a la vida interior y al apostolado.
(CHARLES
RAPHAEL, CSG 23, 060, 1963-12-08): El religioso que ha hecho voto de pobreza
debe considerarse como un verdadero pobre dispuesto a sufrir durante todo el
día para “ganar su pan”. La afición de la vida apoltronada, la búsqueda
habitual de sus comodidades, una existencia del todo aburguesada, son
completamente opuestas a la pobreza religiosa.
(C1968:
23, 12-21): Cuando el ambiente social en el que ejercemos el apostolado resulte
de posición más elevada, procure la comunidad dar un testimonio visible de
pobreza en la residencia de los Hermanos que ha de ser sencilla y modesta,
incluso en un gran colegio, cuya construcción y mobiliario deben limitarse, por
otra parte, a darle un carácter funcional y de buen gusto.
(C1968:
61, 21-26): Del mismo modo que María aceptaba en su vida la ley del
desasimiento y del dolor, dejamos que el Espíritu Santo forme a Cristo en
nosotros mediante una vida de oración, apostolado y caridad fraterna.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 042): La pobreza cristiana es un misterio
de tal naturaleza, que al propio tiempo que exige a los seguidores de Cristo
una real encarnación en la vida, no puede, sin embargo, ser totalmente definida
en términos que hagan referencia a una situación concreta. Nuestra propia
experiencia personal confirma la existencia de múltiples acepciones de la pobreza
cristiana, acepciones que admitimos casi intuitivamente como manifestaciones de
su verdadero sentido. Evidentemente, la referencia de más relieve para nosotros
debe ser. la persona de Cristo; los pobres con quienes nos cruzamos nos revelan
de manera más sensible su presencia.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que velen los Hermanos para que se dé
coherencia entre su compromiso con los pobres y su propia vida de pobreza.
(C1986:
003,02): Nos comprometemos por voto a vivir los consejos evangélicos de
castidad, pobreza y obediencia. Este compromiso nos convierte en testigos y
servidores del Reino de Dios.
2.- Pobreza cultural y pobreza moral |
(PS 024,
21-26; Carta al HERMANO BARTOLOME, 1831-11-01.): No deje de decir a los niños
que son amigos de los santos que están en el cielo, de la Santísima Virgen y en
particular de Jesucristo, que sus jóvenes corazones le dan envidia, que está
celoso, que ve con el mayor dolor al demonio apoderarse de ellos, que estaría
dispuesto, si fuese necesario, a morir de nuevo sobre la cruz en el mismo
St-Symphorien, pobres niños.
(PS 339,
09-15; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Aun cuando el mal
no sea quizá tan espantoso en nuestras comarcas [rurales], hay un buen número
de parroquias en las que el celo de los pastores tiene mucha necesidad de ser
secundado por la influencia de una escuela católica y religiosa para impedir
que el contagio llegue a ser general. Cuánto sentimos no poder subvenir a todas
las necesidades y dejar sin efecto una gran parte de las peticiones que nos son
dirigidas.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,01): En 1818, el Sr. Champagnat, sacerdote, siendo
coadjutor en La Valla, quedó sumamente afligido al comprobar la extrema
ignorancia que existía en esta parroquia sobre todo entre los jóvenes. Encontró
a varios muchachos de 10 a 12 años que desconocían la razón de su vida e
incluso la existencia de Dios. Tal situación le indujo fuertemente a fundar una
Congregación de jóvenes educadores a quienes él mismo instruía y formaba en la
virtud con el fin de capacitarlos a ellos instruir, a su vez, a los niños y
jóvenes, es decir, a los muchachos pobres del campo. Y como él ponía toda su
confianza en Dios, no quiso otro apoyo que el de la Providencia, en la que
nunca contó en balde.
(AIDANT,
1888, SUMM 083,1): El Padre Champagnat fundó la Congregación de los Hermanitos
de María. Le vino la idea cuando vio a un niño moribundo cuya ignorancia en
cuestión religiosa era horrorosa. Pensó que otros muchos podrían encontrarse en
la misma situación. Desde entonces resolvió hacer instruir a los niños
ignorantes por Hermanos encargados exclusivamente de tal menester. Tomó algunos
jóvenes, y él mismo los formó para la enseñanza. La Sociedad que fundó se asemejaba
a la de la Doctrina Cristiana, pero estaba exclusivamente consagrada a la zona
rural.
3.-
Necesidad y uso cristiano de los bienes materiales |
(PROSPECTUS 1824 B; OM 108, CSG 01, 141; 1824-07-19, [09-11]): `[Los
Maristas] Piden: 1º 1200 fr. por tres Hermanos, 800 fr por dos. Esta suma es
pagadera por trimestre y por adelantado. (Los municipios podrán percibir de los
padres ligeramente holgados alguna contribución que ayude cubrir los gastos del
establecimiento.) 2º Una casa adecuada, provista del mobiliario necesario a los
Hermanos Enseñanates. 3º Un huerto para hortaliza y un patio de recreo para los
niños.
(PS 034B,
01-15; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Nacido en el cantón de St-Genêt
Malifaux, departamento del Loire, no pude llegar a leer sino con infinitas
dificultades por falta de maestros capaces. Sentí desde ese momento la urgente
necesidad de una institución que pudiera con muchos menos gastos, brindar a los
niños del campo la excelente educación que los Hermanos de las Escuelas
Cristianas procuran a los niños pobres de las ciudades.
(REGLA
1837, [03] 06): [El Hermano Director] llevará cuenta muy exacta de los gastos
hechos durante el año; es esencial que los apunte con todo detalle.
(REGLA
1837, [09] 01): Se tendrá mucho cuidado con el mobiliario de cada casa; no se
dejará acumular la ropa sucia o mojada.
(REGLA
1837, [09] 04): No está permitido llevarse los objetos de un establecimiento a
otro. Los libros clásicos y los instrumentos de geometría y de dibujo están
incluidos en este artículo.
(REGLA
1837, [09] 12): No se hará ni se recibirá ningún regalo personal, aunque se
podrá recibir en nombre de la Comunidad; lo que se regale para agradecer no
deberá sobrepasar el tercio del valor del objeto recibido.
(PS 171,
055-064; Carta al ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE PINS GASTON, 1838-02-03.): He
creído, pues, deber establecer en favor de la clase tan interesante de los
campos: 1.- Que la institución de los Hermanitos de María pueda formar
establecimientos de dos Hermanos y que, en caso de necesidad, se podrá
establecer una casa central de la que saldrán uno a uno para los municipios
próximos. 2.- Que esta institución daría Hermanos a los municipios que aseguren
1.600 francos por cuatro Hermanos, 1.200 por tres Hermanos y 1.000 francos por
dos; 3.- Que los municipios más necesitados podrán percibir una retribución
mensual de los padres acomodados para ayudar a cubrir una parte de los gastos
del establecimiento.
(JBF, 1856,
VPC, 02, 09, 372): Cuando fundó el Instituto, el buen Padre no tenía recursos;
se vio obligado a pedir prestado el dinero necesario para pagar la casita que
iba a ser la cuna de sus primeros hijos.
(JBF,
1856, VPC, 02, 09, 377): Como de costumbre, uniendo el ejemplo a la doctrina,
era el primero en cumplir lo que pedía a los demás. Por eso lo vimos muchas
veces recoger un trozo de madera, una fruta caída del árbol o cualquier otro
objeto que hallaba a su paso. Un día, viniendo de Saint-Chamond, recogió unas
cuantas hojas de maíz que el carretero de casa había dejado caer.
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 091): Los inicios de la Sociedad fueron muy humildes; y los
primeros Hermanos se juntaron con él con una gran abnegación. Sólo el pan y el
agua eran a saciedad. Para conseguir algo de dinero, el Padre les puso a
fabricar clavos; había que ingeniárselas, pues no había ningún rico en la
Sociedad.
(RC1947:
0266): Los Hermanos, aún en las escuelas más pobres, velarán por el buen estado
de los salones de clase. Deberán estar barridas, sacudidas, adornadas discreta
pero agradablemente (con gusto, para hacer la estancia en ellos agradable).
Pondrán especial esmero en la selección de objetos religiosos y su buena
distribución en el salón.
(RC1960:
043): La sujeción y la vida común son las características de nuestra pobreza.
Por la primera renuncia el religioso a la facultad de usar y disponer a su
albedrío de los bienes temporales. La vida común exige del Superior la
distribución de los bienes entre los miembros de la familia religiosa según las
necesidades reales de cada uno.
(C1986:
029,01): El consejo evangélico de pobreza implica una vida pobre de hecho y de
espíritu. Renunciamos a usar y disponer, sin autorización, de dinero o de
cualquier otro bien material de algún valor.
(C1986:
029.10): El Hermano rehusa las ofertas que le hacen a título personal, como
viajes, permanencias fuera de la comunidad y objetos de valor; pues, aunque no
supongan gasto para la comunidad, pueden herir la pobreza y la vida común.
4.- Los
pobres económicos los sin-bienes materiales |
(PROMESAS
1818; OM 168,2): Intentamos: en primer lugar, no buscar sino la gloria de Dios,
el bien de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y el honor de la augusta
Madre de nuestro Señor Jesucristo. En segundo lugar, nos comprometemos a
enseñar gratuitamente a los indigentes que nos presente el Párroco del lugar
[en que nos hallemos] 1º el catecismo, 2º la oración, 3º la lectura, el respeto
a los ministros de Jesucristo, la obediencia a los padres y a los príncipes
legítimos .
(PS 001,
41-45; Carta al HERMANO GRANJON JUAN MARIA, 1823-12-01.): En cuanto a La Valla
parece que tendremos bastantes niños y bastantes pobres, gracias a Dios.
Haremos lo que podamos para alimentarlos.
(PS 028,
04-06; Carta al OBISPO DEVIE ALEJANDRO, 1833-07.): Cada vez me atrae más esa
buena obra [una escuela agrícola], que, bien visto, no se aparta de mi
objetivo, puesto que concierne principalmente a la educación de los pobres.
(PS 234,
20-22; Carta al HERMANO DOMINGO, 1838-12-28.): En cuanto a la ayuda que
esperamos para los pobres de la escuela de Charlieu, siga orando y haciendo
orar. La oración bien hecha es todopoderosa.
(PS 262,
07-10; Carta al ALCALDE GUINAULT JUAN MARIA, 1839-07-27.): Espero que Dios
bendecirá al fin los esfuerzos que usted hace [solicitando la ida de Hermanos
Maristas a su población] para procurar la instrucción religiosa a los niños
pobres [“enfants pauvres”], que sin su celo se verían privados de ella a causa
de la indiferencia de la mayoría de los padres.
(PS 266,
29-33; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1839-11-09.): Se les recomienda
incluir en sus paquetes la ropa usada [para ser regalada a los pobres, desde el
Hermitage] y los hábitos viejos en desuso, y enviarlos unos días antes de
salir, a fin de que puedan ustedes mismos verificar, al venir para acá, si no
se han quedado rezagados, suponiendo que no tomen la diligencia.
(PS 319,
27-32; Carta al CARDENAL LATOUR D'AUVERGNE L. HUGO J.C., 1840-02-11.):
Monseñor, nuestra obra está toda ella en el interés de los pobres niños de los
campos y de las pequeñas ciudades. Con el menor gasto posible nos esforzamos en
procurarles la instrucción cristiana y religiosa que los Hermanos de la
Escuelas Cristianas proporcionan con tanto éxito a los niños pobres de las
grandes ciudades.
(FRANCISCO,
CSG 02, 092, 1841-12-21): Esos principios nos dirigirán en todo el detalle de
nuestra conducta con relación a los niños y nos llevarán a amarlos a todos
igualmente, a dar los cuidados más asiduos a los más ignorantes y a tener una
predilección particular por los pobres, que representan más perfectamente a
Jesucristo anonadado y hecho pobre por nosotros.
(RC-1852:
02, 01, 008): El espíritu de fe hará que consideren a los niños entregados a su
solicitud, como a miembros de Jesucristo, templos del Espíritu Santo y depósito
sagrado que les ha confiado Dios, y del cual ha de pedirles estrecha cuenta.
Estos principios informarán siempre su conducta, aún en los menores detalles,
respecto a los niños, y les impulsarán a querer a todos igualmente, a cuidar
asiduamente los más ignorantes, y tener predilección particular para los más
pobres como genuinos representantes de Jesucristo, anonadado y hecho pobre por
nosotros.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 522): El primer año recogió a doce [niños abandonados]; el
número se incrementó en años sucesivos y recibió a cuantos cabían en la casa.
Sus obras de beneficencia no se limitaban a los niños; llegaban a todos los
pobres de la parroquia: ninguno acudió a él sin verse socorrido. A unos les
proporcionaba pan; a otros, ropa, vestidos. Hacía preparar alimentos apropiados
para los enfermos y mandaba a dos Hermanos o a una persona caritativa para
velarlos durante la noche.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 522): El quitarse de lo suyo para socorrer a los pobres o
para dárselo a los Hermanos le ocurría con cierta frecuencia.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 527): Al principio de cada invierno el piadoso Fundador
mandaba remendar toda la ropa usada que había en la comunidad. La empaquetaba y
se la enviaba a los Hermanos que se hallaban en lugares montañosos, para que la
repartiesen entre los pobres. Alguien le hizo observar que arreglar toda
aquella ropa costaba mucho, y que sería más rápido entregarla tal como estaba,
que ya se encargarían de remendarla los pobres por su cuenta. Respondió: “No me
cabe duda de que sería más rápido, pero, quedarían los pobres más satisfechos y
nuestra caridad sería más delicada? De eso ya no estoy tan seguro. Si reparte
la ropa tal como esta, algunos pobres no se molestarán en remendarla, y,
después de haberla usado unos días, quedarán inservible; otros no tendrán hilo
ni remiendos. Es preferible que nos cueste un poco más y hacer las cosas como
Dios manda.
(RC1947:
0164): Para evitar cualquier desviación en el fin secundario, que es la
educación de los niños, principalmente los del campo, los Hermanos Estables
tendrán en consideración un doble escollo: El primero sería más celo por la
instrucción profana de los alumnos que por su educación cristiana. El segundo
sería el de descuidar a los pobres para no ocuparse sino de los niños más
favorecidos por la fortuna.
(CHARLES
RAPHAEL, CSG 22, 417, 1959-12-08): Un Hermano que intenta vivir plenamente el
espíritu del Beato Marcelino Champagnat tendrá siempre en el corazón una
preferencia por los pobres.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Entre nuestros Hermanos encontramos
ejemplos estupendos y variados de la práctica de la pobreza religiosa: unos
trabajan entre gentes verdaderamente desamparadas; otros, en las misiones;
bastantes hay que aunque enseñan en colegios bien montados, llevan una vida
sencilla, imbuida por una verdadera preocupación de pobreza y de espíritu de
desprendimiento; muchos, finalmente, en diversos lugares, entregan lo mejor de
sí mismos por la extensión del reino de Dios.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 046): Nuestra fraternidad en Cristo debería
incluir una llamada permanente de acercamiento a los pobres para hacerles
partícipes de dicha fraternidad. Sean cuales fueren el lugar de nuestro
nacimiento, nuestro apostolado y las circunstancias peculiares de nuestra
época, deberíamos estar siempre dispuestos a descubrir las necesidades de los
pobres y a servirles en el gozo y la gratitud, reconociendo al propio tiempo
que tenemos necesidad de ellos.
(C1986:
033,02): Nuestro Fundador, que tanto amó a los pobres, ha querido enviarnos
preferentemente a ellos, aunque sin excluir a nadie. La vida austera de sus
primeros discípulos les permitía sentirse como uno más entre aquellos a quienes
se dedicaban.
(C1986:
034,02): Guiados por la Iglesia y según nuestra vocación propia, nos hacemos
solidarios de los pobres y de sus causas justas. Les damos preferencia allí
donde nos encontremos, cualquiera que sea nuestro empleo. Apreciamos los
lugares y casas que nos permiten compartir su condición y aprovechamos las
ocasiones que nos ponen en contacto con la realidad de su vida cotidiana.
(C1986:
034,03): La preocupación por los pobres nos impulsa a descubrir las causas de
su miseria y a liberarnos de todo prejuicio o indiferencia respecto de ellos.
Por lo mismo, nos sentimos más responsables de los bienes que están a nuestro
uso y que debemos compartir con los más necesitados. Evitamos ofenderlos con un
nivel de vida más holgado de lo necesario.
(C1986:
034.02): Al elaborar el presupuesto anual, la comunidad prevé la cantidad
destinada a los pobres, de acuerdo con las directrices del Hermano Provincial.
Busca asimismo la manera de incrementar dicha cantidad, privándose de cosas
útiles o incluso necesarias.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 338, 1990-11-30): Pues bien, Hermanos, también nosotros sabemos
que esto [el amor preferencial por los pobres] no es una cosa nueva en la
Iglesia, ni lo es en el Instituto. Pero vamos a ser sinceros: no siempre hemos
sido en esto lo fieles que podríamos haber sido. Felizmente estamos tomando más
conciencia de nuestra responsabilidad para responder a la llamada, pero todavía
no hay motivos para sentirse satisfechos.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): ¿Nos asusta la tarea, Hermanos? ¿Es una carga
amenazadora e insoportable? A lo mejor el problema [de la implementación
concreta del amor preferencial por los pobres] no es sencillo, pero estoy
convencido de que esta llamada nos llega como un don que hay que aceptar con
serenidad y alegría.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 344, 1990-11-30): Amar a los humildes y necesitados es
igualmente una parte preciosa de la herencia que nos ha dejado el Padre
Champagnat. El veía al Señor en la oración y en la contemplación, pero también
lo encontraba entre los que sufrían la necesidad, ya fueran muchachos que
ignoraban el amor que Dios les tenía, o el caso de una mujer que se moría dejando
su hijo sin amparo, o al escuchar los lamentos de un anciano enfermo y
agresivo... todos eran sus hermanos y hermanas en Cristo.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 09): Creemos que la opción preferencial por los pobres es un
imperativo evangélico que nos compromete a trabajar en nuestra misión de
educadores por la promoción de la justicia y a ser audaces para penetrar en
ambientes quizá inexplorados. Y porque, hoy más que nunca, aumenta el
analfabetismo, en un sentido más amplio, a pesar del avance de la técnica. Nos
sentimos llamados a insistir en la solidaridad como dimensión esencial de
nuestra educación y a poner nuestras obras al servicio de los pobres.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 19): Todos los Hermanos del Instituto estamos llamados a la
Solidaridad. No todos la viviremos de la misma forma. Como expresión de la
opción por los pobres, que cada provincia asume, algunos somos llamados a
trabajar directamente entre ellos y como ellos (en número tal que realmente
pueda hablarse de opción preferencial), pero todos, dondequiera que nos
encontremos, estamos a trabajar por ellos y a organizar nuestra vida y nuestro
apostolado desde la perspectiva de los pobres.
5.- desatendidos: huérfano,.enfermos, misiones, regiones,... |
(PROMESAS
1818; OM 168,1): Los infrascritos, para la mayor gloria de Dios y el honor la
augusta María, Madre de nuestro Señor Jesucristo, certificamos y hacemos
constar que nos consagramos [...] a partir de este día [...] libre y muy
voluntariamente, a la pía asociación de los que se consagran, bajo la
protección de la bienaventurada Virgen María, a la instrucción cristiana de los
niños del campo.
(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [01]): La instrucción
cristiana esta hoy día totalmente en el olvido en las zonas rurales, más bien
se le reemplaza con una instrucción anticristiana. Durante el invierno,
personas sin moralidad, sin religión invaden las campiñas donde la policía no
puede vigilar. Siembran ahí con su conducta inmoral, con sus discursos impíos y
con sus libros envenenados, la corrupción, la irreligión y los sentimientos
antimonárquicos. Para remediar un mal tan grave y expulsar de las poblaciones
rurales poco afortunadas a esos pedagogos impíos, esos enemigos de la sociedad
cristiana y de la monarquía, [] sus piadosos institutores, consagrados a María
con el nombre de Hermanitos ignorantes, van de dos en dos en las regiones
pobres donde los hermanos de las escuelas cristianas no pueden llegar, por
carencia de recursos
(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [10]): La instrucción de
los niños en general y en particular de los pobres huérfanos es el objetivo de
nuestra Institución. Tan pronto como terminemos de construir la casa del
Hermitage y que podamos disponer de buena cantidad de agua para cubrir los
gastos de la casa, estaremos en capacidad de recibir niños de los orfanatorios
para propocionarles status mediante una educación cristiana. Aquellos que
muestren disposiciones para la virtud y para la ciencia serán empleados en la
Casa.
(PROSPECTUS 1824 B; OM 108, CSG 01, 141; 1824-07-19, [01-02]): La
educación de la clase social poco holgada se le confía normalmente a los
Hermanos de las Escuelas Cristianas. Todo el mundo sabe que ellos trabajan en
las ciudades. Pero, puesto que de acuerdo con las Reglas de su Instituto no
pueden ir menos de tres a los lugares donde se les solicita, resulta que los
gastos de su establecimiento son considerables. De esto se concluye que la
mayor parte de los municipios, principalmente los de zonas rurales, no pueden
gozar de las ventajas de esa educación debido a falta de recursos financieros.
Para obviar tal inconveniente, se ha formado una agrupación de Institutores con
el nombre de Hermanitos de María, cuya casa actualmente se construye en el
Hermitage de Ntra. Sra, en St.Chamond, departamento del Loira.
(PS 027,
02-11; Carta a la SEGLAR FOURNAS MARIA, 1833.): Henos ya en la bella estación.
Es tiempo de preparar un local para continuar la buena obra que ha emprendido y
para la que nos prestamos de todo corazón [ancianitos pobres albergados en el
Hermitage]. Nuestra buena voluntad se ve limitada por la penuria de nuestros
recursos y la carencia de local. Siendo nuestra casa más numerosa, tenemos
necesidad para la buena obra en cuestión de un local independiente, lo que
implica un gasto de siete u ocho mil francos, sin lo cual nos veríamos
obligados a renunciar a esta buena obra en la nos que empleamos, pero sin dañar
a nuestro fin principal.
(PS 027,
12-13; Carta a la SEGLAR FOURNAS MARIA, 1833.): Espero una respuesta. Estamos
contentos del pequeño [huerfanito] Lucas.
(PS 034A,
01-15; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Nacido en el cantón de St-Genêt
Malifaux, departamento del Loire, no pude llegar a leer sino con infinitas dificultades
por falta de maestros capaces. Sentí desde ese momento la urgente necesidad de
una institución que pudiera con muchos menos gastos, realizar en el campo lo
que los Hermanos de las Escuelas Cristianas hacen en las ciudades.
(PS 034B,
62-79; Carta al REY LUIS FELIPE, 1834-01-28.): Las numerosas peticiones que me
hacen de todas partes diferentes alcaldes, sobre todo después de la ley del 28
de junio de 1833, la confirmación de las autoridades locales, del Sr. Prefecto
del Loire y de varios honorables diputados que han tenido a bien asegurarme su
protección, me prueban muy evidentemente la armonía de mi establecimiento con
el espíritu del gobierno, la necesidad y los recursos de los ayuntamientos
rurales para que pueda dudar ni un instante del éxito de mi demanda.
(PS 065,
35-39; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX MAZELIER FRANCISCO,
1836-05-08.): Acabamos de recibir la autorización del Soberano Pontífice y nos
encargamos de la misión de la parte norte de Polinesia, a donde enviamos cinco
de nuestros sacerdotes y dos de nuestros Hermanos. Encomendamos mucho esta
misión a sus piadosas oraciones.
(PS 079,
27-31; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1837-01-01.): Nuestros Padres y
Hermanos destinados a la Polinesia se han embarcado el 24 del mes pasado. Qué
amplio campo ha confiado a nuestro celo el Sumo Pontífice, el Vicario de
Cristo. Acompañemos con nuestros deseos y fervientes oraciones a quienes les ha
tocado ese amplio campo de acción.
(PS 080,
11-16; Carta al HERMANO LUIS MARIA, 1837-01-02.): Nuestros misioneros se han
embarcado el 23 de diciembre. He recibido una carta muy hermosa del H.
Marie-Nizier. Se la daré a conocer algo más tarde. Haga llegar al Sr. Douillet
mis deseos de año nuevo, muy sinceros. Le veré venir a casa siempre con gusto.
(PS 083,
24-28; Carta al SACERDOTE DUBOIS JUAN ANTONIO, 1837-01-12.): Si usted juzga a
propósito comunicarme las condiciones con las cuales son admitidos en su
seminario los individuos destinados a las misiones extranjeras, me agradaría
conocerlas. En mis viajes puedo encontrar vocaciones para esta excelente obra.
(PS 098,
22-30; Carta al PARROCO VINCHENEUX FRANCISCO LEON, 1837-03-10.): No nos pareció
oportuno hacerle esas observaciones antes. Nos quedan por satisfacer un buen
número de peticiones anteriores a la suya. Si usted lo desea, lo inscribiremos
en el registro. No perdemos la esperanza de que dentro de pocos años los
Hermanos lleguen hasta ustedes. Las personas distinguidas que ustedes han
sabido interesar en su proyecto son demasiado poderosas para que les dejen
carecer de fondos para un tercer Hermano y hasta para hacer una escuela
enteramente gratuita.
(PS 109,
14-21; Carta al MISIONERO FONTBONNE JACOBO, 1837-05-16.): Nuestra nueva capilla
ha sido dedicada por Monseñor Pompallier antes de su partida para la Polinesia.
En ella ha confirmado a aquellos de nuestros Hermanos que no habían recibido el
sacramento. No podría usted creer la emulación que ha despertado en el público
la Polinesia. Se envidiaba la suerte de quienes habían sido elegidos para ser
las primicias de la Sociedad en esas islas. Nuestros Hermanos les decían adiós
con la esperanza de ir a reunirse pronto con ellos.
(PS 158,
08-12; Carta al HERMANO SILVESTRE, 1837-11-25.): Hemos recibido carta de uno de
nuestros misioneros en ruta a Oceanía. Le enviaremos copia de ella en breve. El
Padre Bret murió en la travesía, en Valparaíso. Los demás están bien y muy
contentos en su vocación [de misioneros].
(PS 164, 02-07; Carta a los HERMANOS DEL
INSTITUTO, 1837-12-12.): He tenido el consuelo de recibir noticias de nuestros
misioneros de la Polinesia por una carta del P. Servant. Contiene cosas muy
interesantes para nuestra Sociedad. No puedo por el momento daros más que un
extracto, reservándome comunicárosla por entero cuando la ocasión se presente.
(PS 164,
82-87; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1837-12-12.): El 27 de noviembre
último, tuvimos un oficio solemne en nuestra capilla de N.S. del Hermitage en
recuerdo del P. Bret, fallecido el 20 de marzo de 1837 durante la travesía
Santa Crux a Valparaíso. Hagan el favor de cumplir ahora ustedes lo que les
corresponde según la Regla. Es lo prescrito por un Hermano profeso. Y sírvanse
recomendar a Dios la misión y los misioneros de la Polinesia.
(REGLA 1837,
[01] 02): La finalidad de la Sociedad de los Hermanos es además [de la
Instrucción Primaria] dirigir casas de providencia [orfanatorios] o de refugio
para jóvenes [tipo reformatorio o de prevención].
(REGLA
1837, [06] 16): Para poder dar clase a los adultos por la tarde, es preciso que
haya un Hermano indicado expresamente para hacerlo y que su sueldo esté
asegurado por el Municipio o por los pagos de los alumnos.
(REGLA
1837, [06] 18): La clase de los adultos deberá terminar a más tardar a las ocho
de la noche.
(REGLA
1837, [06] 19): Se enseñará la geometría, el dibujo lineal y la teneduría de
libros en los lugares que haya por lo menos ocho alumnos [adultos] que paguen
ocho francos mensuales. En este caso la Casa Madre proporcionará un Hermano
extra. Una clase con estas características funcionará en la cabecera del
distrito.
(PS 168,
20-27; Carta al HERMANO DIONISIO, 1838-01-05.): Me habla del deseo que tiene de
ir a la misión de la Polinesia. Conserve, mi querido amigo, ese deseo; yo creo
que viene de Dios. Creo que tiene además gracias y medios propios para esa
obra. Dios tiene sin duda proyectos sobre usted; tenemos una prueba firme por
la curación que le concedió; no la pierda de vista. Piense, pues, mi querido
amigo, en ponerse bien en regla, a fin de que si se le llama para partir esté
listo.
(PS 183,
33-41; Carta al HERMANO ANTONIO, 1838-03-24.): Gozo de muy buena salud en
París. Estoy alojado en el Seminario de Misiones Extranjeras, en donde gozo
infinito. Le aseguro que si no supiese que hago algo de falta en el Hermitage,
pediría terminar aquí mis días. Sigo el reglamento de la casa en cuanto mis
salidas me lo permitan. Me levanto al toque de campana, asisto a la meditación
y a los otros ejercicios espirituales, a las comidas, a los recreos. Estoy
edificado hasta el extremo por la generosa abnegación de los que se destinan a
misiones lejanas.
(PS 183,
54-55; Carta al HERMANO ANTONIO, 1838-03-24.): El H. Marie Jubin acierta muy
bien. Asiste ahora a la clase de sordomudos y yo también cuando puedo.
(PS 188,
08-14; Carta al PARROCO MEGE ABEL JAVIER, 1838-05-11.): Nuestra misión de la
Polinesia reclama nuevos operarios y los vamos a hacer partir inmediatamente.
Varios de nuestros establecimientos tienen necesidad de refuerzo y también
debemos hacer una nueva casa de noviciado, de modo que todos nuestros miembros
disponibles van a estar empleados. Así que no podemos aumentar el número de
nuestros establecimientos sin exponernos a la triste necesidad de dejarlos
languidecer.
(PS 194,
24-28; Carta al VICARIO APOSTÓLICO POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.): El
P. Dubois con frecuencia habla de Ud. y de su misión. Hace pocos días me decía:
"No olvide esa misión". Es un santo varón. Qué bueno sería que
pudiéramos sacarle copias y que viviera mucho tiempo. Francia abastece de
misioneros actualmente a todos los países que tienen necesidad de ellos.
(PS 194,
28-33; Carta al VICARIO APOSTÓLICO POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.):
Durante mi estancia aquí, he visto partir a seis [de ellos] del Seminario de
Misiones extranjeras y [veo] a otros [más] que se preparan. ¡Cuántos motivos de
edificación encuentro en esa casa! La religión no morirá en Francia, tiene
mucha vitalidad. La obra de la propagación [de la fe] se incrementa de día en
día.
(PS 194, 79-82; Carta al VICARIO APOSTÓLICO
POMPALLIER JUAN BAUTISTA, 1838-05-27.): Por mi parte, no hay vez que yo suba al
altar en que no piense en nuestra querida misión y en aquellos que han sido
enviados a ella.
(PS 248,
19-20; Carta al HERMANO ANACLETO, 1839-03-23.): Ruegue por la prosperidad de la
misión de la Polinesia y únase a los que oran por el mismo fin.
(PS 249,
25-30; Carta al HERMANO MARIE LORENZO, 1839-04-08.): Estamos también rezando
para recomendar las misiones de Oceanía, por los miembros de la Sociedad que
allí están y por los que se disponen a ir. Estamos en vísperas de enviar
Hermanos a Burdeos. En los establecimientos, como en la casa madre todo sigue
como de ordinario.
(PS 254,
02-07; Carta al PARROCO MEGE ABEL JAVIER, 1839-06-04.): Con gran pesar nos
encontramos en la imposibilidad de responder favorablemente a su interesante
carta. Las enfermedades y la partida de varios de nuestros Hermanos para la
misión de Oceanía, no nos permiten atender a otros establecimientos hasta la
próxima fiesta de Todos los Santos más que aquellos que ya habíamos prometido
el año pasado.
(PS 273,
02-09; Carta al SEGLAR LIBERSAT, 1839-09-19.): Permita, una vez más, que venga
a rogarle me diga cuanto sepa relativo a nuestra autorización ¿Qué le dijo el
Sr. Salvandy? ¿Qué gestiones me quedan por hacer? El Sr. Salvandy le había
dicho a Monseñor de Belley que si tomábamos los estatutos de otra sociedad ya
organizada y autorizada, la nuestra sería aprobada. Si así fuese no tendríamos
ninguna dificultad para ello; nos interesa demasiado proporcionar buenos
cristianos y buenos ciudadanos entre los habitantes del campo.
(PS 281,
15-21; Carta al SEGLAR DUGAS VICTOR, 1839-10-19.): Por lo demás, Señor, deseo
caminar siempre de acuerdo con Ud. con el objeto de que marche bien este
establecimiento [el orfanatorio de St.Chamond], que despierta en mi el más vivo
interés. No hay nada que no esté dispuesto a hacer por Ud. para mostrarle mi
agradecimiento y dedicación. Tomaré todos los medios a mi disposición para
sacar adelante esta obra cuya dirección le ha sido confiada.
(PS 298,
02-10; Carta al PARROCO MADINIER JUAN FRANCISCO, 1839-11-20.): Su carta nos ha
sorprendido mucho. Estoy de acuerdo con usted en que si los niños siguieran con
asiduidad las clases de los Hermanos, sus progresos serían mucho más visibles y
la disciplina de las clases mucho más firme. Pero convenimos también que,
hablando en general, esta asiduidad perfecta y constante no es posible en el
campo. Estoy perfectamente de acuerdo con usted en que los niños que se ven
obligados a ausentarse ciertos días y faltar a clase, sean bien controlados.
(PS 306,
08-12; Carta al PARROCO MENAIDE MATEO, 1839-12-03.): Le transcribo textualmente
los convenios que han sido hechos entre nosotros y la administración del
hospicio de huérfanos; ellos podrían ser la base del arreglo que debe ponernos
en condiciones de trabajar en la buena obra que usted proyecta.
(PS 318,
36-40; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1840-02-04.): Sigamos, queridos
Hermanos, orando al Señor por nuestra interesante misión de Polinesia, a fin de
que Dios haga triunfar la verdadera fe y confunda la herejía en medio de esas
amplias comarcas confiadas a la Sociedad de María.
(PS 319,
35-40; Carta al CARDENAL LATOUR D'AUVERGNE L. HUGO J.C., 1840-02-11.):
Cincuenta establecimientos han sido ya formados y continúan prosperando en los
nueve departamentos del Ródano, del Loira, del Isère, de la Ardèche, del Alto
Loira, del Saône y Loira, del Drôme y del Paso de Calais, además de la misión de
Oceanía Oriental para la que once de nuestros Hermanos han salido durante los
tres últimos años.
(PS 329,
02-05; Carta al OBISPO DE BRUILLARD FILIBERTO, 1840-03-22.): Quizá me haya
retrasado en comunicar a Vuestra Grandeza los datos que ha encargado a nuestro
H. Asistente que le pasase en relación con nuestro establecimiento de huérfanos
de Lyon.
(PS 329,
05-12; Carta al OBISPO DE BRUILLARD FILIBERTO, 1840-03-22.): Lo habría hecho
antes, pero he creído, de acuerdo con la referencia que se me ha hecho, que
quería usted manifestarme por carta sus intenciones. Por temor a que usted
espere por el contrario una respuesta de nuestra parte, considero un deber
ponerle al tanto de las condiciones que hemos establecido con la administración
encargada del hospicio de huérfanos. Las he hecho transcribir textualmente,
tales como han sido redactadas y adoptadas por ambas partes.
(PS 339,
20-23; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Dígnese Dios
proveer a su celo de recursos para el cumplimiento de una obra tan importante y
necesaria y suministranos a nosotros mismos el medio de secundar sus piadosos
proyectos [de una obra en un suburbio marginado de París].
(MAITREPIERRE,
1853, OM 752,1): La idea de su fundación fue concebida en el Seminario Mayor de
Lyon, al mismo tiempo que la de la Sociedad. Cuando el P. Champagnat se reunió
con los primeros fundadores, les dijo: “Siempre he sentido un fuerte atractivo
por la fundación de Hermanos; con gusto me adhiero a ustedes, y si lo juzgan
oportuno, yo me encargaré de esa rama”. Y efectivamente lo encargaron de ella.
“La primera educación, les decía, es mi carencia; muy feliz me sentiría si
pudiera contribuir en facilitar a otros las ventajas que yo no gocé.” Trabajó
con celo infatigable hasta el día de su edificante muerte, acaecida el 6 de
junio de 1840, a las cuatro y media de la mañana, mientras que sus buenos y
piadosos Hermanos cantaban en la capilla la Salve Regina, que el les hacía
entonar a diario, desde hacía quince o veinte años.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 527): Otro acto de caridad que el Padre Champagnat ejercitó
los últimos años de su vida, fue recoger y cuidar a varios ancianos
desamparados y sin medios de ganarse la vida, expuestos a toda clase de
privaciones. Puso un Hermano a su servicio, y les proporcionó cuanto
necesitaban sin exigirles más que vivir como buenos cristianos. Algunos de
ellos estaban afectados de enfermedades repugnantes; otros añadían a los
padecimientos físicos lacras morales. Por ello resultaba muy penoso y difícil
atenderlos. Pero la caridad, que es paciente, que todo lo soporta, que a nada
hace ascos, ayudó a nuestro venerado Padre a superar todas aquellas miserias.
Ni que decir tiene que no se limitó a remediar sus necesidades físicas y
aliviar sus dolencias corporales. El celo lo impulsó, sobre todo, a ocuparse de
su alma, a instruirlos y prepararlos a la recepción de sacramentos, a
enseñarles a rezar y a santificar sus padecimientos por la aceptación de la
voluntad de Dios y la unión con los sufrimientos de Jesucristo. A sugerencia
suya, aquellos ancianos se trazaron un reglamento, distribuyendo el tiempo
entre la oración y una ocupación adecuada a sus fuerzas y salud. Diariamente
asistían a la santa misa, se ocupaban en lecturas edificantes, rezaban el
rosario y hacían la visita al Santísimo Sacramento.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 528): El Hermano encargado velaba por su conducta [de los
ancianitos hospedados en el Hermitage], les llamaba la atención si se
descuidaban, y los acompañaba en sus prácticas de piedad, ayudándoles a cumplirlas
debidamente. Todos aquellos ancianos murieron cristianamente, y dejaron al
Padre Champagnat el consuelo de haber hecho más bien a sus almas que a sus
cuerpos.
(C1862:
55): Con el fin de procurar más gloria a Dios y dar a mayor número de niños el
beneficio de la instrucción religiosa y de formarlos más perfectamente en la
virtud, el Instituto podrá dirigir casas de Providencia (Orfanatorios) y de
Internados [de paga]. Sin embargo, para fundar un Internado propiamente tal se
deberá pedir autorización expresa a la Santa Sede.
(H.
EUTHYME, 1888, SUMM 082): Los alumnos de los Hermanos debían de ser
principalmente los muchachos del medio rural, no necesariamente los pobres.
(H.
GERASIME, 1888, SUMM 345): Sé, y de eso fui testigo, que el Siervo de Dios
realizó otro tipo de actos de caridad en los últimos años de su vida. Se
encargó y prodigó solícitos cuidados a varios ancianos que nada poseían, no
podían ganar dinero para sostenerse y se hallaban expuestos a las más grandes
privaciones. A ellos lo único que les pedía en cambio era que vivieran como
buenos cristianos.
(JULIENNE
EPALLE, 1888, SUMM 071,2): Nos hablaba con frecuencia de las MISIONES y de la
dicha de convertir las almas a Jesucristo. Y cuando mi hermano, martirizado en
Oceanía en 1845, hubo abandonado la casa paterna sin decir nada a nadie, mi
padre demostraba resentimiento contra el P. Champagnat, pues estaba persuadido
de que la idea de irse a las misiones provenía de las exhortaciones del
seminarista Champagnat.
(C1922: 002):
El fin secundario es procurar la salvación de las almas mediante la instrucción
y la educación cristianas de los niños, principalmente los de las poblaciones
rurales.
(C1968:
02, 20-25): Esto lleva implícito para cada uno de nosotros, a través de una
acción de comunidad, la entrega total a las distintas modalidades de la
educación cristiana de la juventud, particularmente al servicio de la menos
favorecida.
(C1968:
43, 01-09): El apostolado nos compromete en una misión común. Con nuestra vida
diaria revelamos al mundo la salvación operada por Cristo y trabajamos en la
expansión del Reino de Dios mediante un quehacer de Iglesia: la educación de
los jóvenes, especialmente de los menos favorecidos.
(C1968:
44, 18-24): [El P. Champagnat] busca el perfeccionamiento de la educación
popular que predispone a aceptar los principios religiosos y a ponerlos por
obra. Por eso compromete firmemente en el apostolado escolar a los Hermanos con
aptitudes para ello.
(C1968:
47, 01-09): Una actividad muy propia de nuestra Congregación, misionera en
parte, y muy ajustada a nuestro fin de atender a los pobres, consiste en el
esfuerzo colectivo e individual que debe orientar nuestra acción y la de
nuestros discípulos, en pro de los países espiritual y materialmente menos
favorecidos.
(C1968:
47, 27-34): [Los misioneros] estarán entonces capacitados para llevar a efecto
una tarea educadora inteligentemente planificada, que evite desarraigar a los
alumnos de su ambiente y que, en cambio, los oriente en primer lugar, no hacia
una carrera y una fortuna, sino al perfeccionamiento espiritual y humano, en la
dignidad moral y en el espíritu de las Bienaventuranzas.
(C1986:
002,03): Con este espíritu, fundó el Instituto para educar cristianamente a los
niños y jóvenes, en especial a los más desatendidos.
(C1986:
027,01): Nuestra castidad en el celibato consagrado es signo de contradicción
para el mundo. Cuando practicamos el respeto a las personas, la pureza de vida
y el amor misericordioso con quienes la sociedad menosprecia, atestiguamos
valores evangélicos.
(C1986:
058.01): Al comienzo de cada año y por fidelidad a nuestra misión, examinamos
si las actividades apostólicas de la comunidad respetan suficientemente las
prioridades de la Provincia y la preferencia del Fundador por los más
desatendidos.
(C1986:
080,01): Suscitado por el Espíritu Santo, nuestro Instituto es enviado por la
Iglesia. En pos del Padre Champagnat, evangeliza, sobre todo, educando a los
jóvenes, en especial a los más desatendidos.
(C1986:
081,02): Se siente llamado (Marcelino) a formar religiosos para educar
cristianamente a los niños del campo, de quien nadie se ocupa. Según él, la
misión del Hermano consiste en ayudar a los niños y jóvenes a llegar a ser,
ante todo, “buenos cristianos y buenos ciudadanos” (Carta nº 273).
(C1986:
083,01): Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde están. Somos audaces para
penetrar en ambientes quizá inexplorados, donde la espera de Cristo se
manifiesta en la pobreza material y espiritual. En los contactos con los
jóvenes, les damos muestras de una atención impregnada de humildad, sencillez y
desinterés.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 336, 1990-11-30): Y yo decía para mi: estos hombres han servido
a la población cumplidamente durante unas cuantas décadas. ¿No sería buena idea
hablar con la gente y explicarle que en un plazo de dos años, los Hermanos se
iban a marchar porque querían fundar un colegio en un país donde la necesidad
de escuelas era angustiosa? Aquellas personas se quedarían tristes, pero seguramente
más de uno comprendería el fondo de la decisión, y se ofrecería para colaborar
en la nueva aventura. El gran colegio podría ser dirigido por profesores
seglares, y así continuaría una institución fundamentada en más de cincuenta
años de presencia marista. De esa manera, otro grupo de gente se beneficiaria
enormemente de la experiencia y entrega de estos Hermanos, en un país donde la
situación escolar es desesperada. ¿lmposible? ¿lrreal? ¿Un sueño? En absoluto,
Hermanos. De una forma u otra, la cosa ya está sucediendo, gracias a Dios.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 05): Estimulados por nuestros superiores, por las iniciativas de
las Provincias y Distritos y por los esfuerzos de muchos Hermanos, hemos
tratado de que llegue a ser una realidad la visión de Marcelino. Al mismo
tiempo, se ha producido un cambio de actitud en muchos Hermanos, así como una
creciente sensibilización hacia los más necesitados. Sin embargo, “nos parece
que no podemos decir en verdad que las obras del Instituto y la distribución de
su personal expresen en este momento con vigor la preferencia que las
Constituciones le piden por los más desatendidos”.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 07): Los progresos que se han realizado [en la implementación
concreta de la opción preferencial por los más desatendidos] no han estado
exentos de dificultades y sufrimientos. Somos conscientes de los miedos,
bloqueos y limitaciones que hemos encontrado y a los que, sin duda, tendremos
que enfrentarnos todavía. Estas dificultades no deben paralizarnos. Al
contrario, las asumimos como un reto para ser portadores de fe, audacia y
esperanza.
6.- desvalidos: atribulados, minusvalidos, |
(PS 041,
01-08; Carta al PARROCO GAUCHER JOSE, 1834-04.): Sr. Cura, es imposible que su
escuela siga en la forma en que está. el Sr. Alcalde no se contenta con cortar
el cuello a nuestros Hermanos ya sea fijando la mensualidad muy baja, ya sea
imponiendo demasiado número de pobres; trata también de seducir a nuestros
Hermanos diciéndoles que dejen el hábito, que eso les hará más felices de los
hombres. Por eso el H. Dominique me pidió que le sacase de Chavanay.
(PS 053, 10-16; Carta al HERMANO ANTONIO,
1835-01-09.): Siento mucho conocer la indisposición del H. Moisés. Tenga mucho
cuidado para que se restablezca pronto. No pienso reemplazarlo mientras no me
lo pida. Que ponga su confianza en Dios, que le ayudará a cumplir con su deber.
María, nuestra común Madre le ayudará. Dígale que comparto todos sus dolores y
estoy muy contento de todo lo que hace. Dios le reserva una buena recompensa.
(PS 176,
17-20; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-12.): Voy a enviar a la escuela
mutual de sordomudos al H. Marie Jubin y me propongo ir yo mismo cuando pueda.
Es esencial no perder nuestro tiempo.
(PS 177,
26-27; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-13.): El H. Marie Jubin va a
aprender a guiar a los sordomudos y continúa aprendiendo a litografiar.
(PS 190,
02-09; Carta a los SEGLARES ADMINISTRADORES DE LOS HOSPICIOS, 1838-05.): Desde
hace tiempo estamos pensando en la manera de ser útiles a los niños de los
hospicios de caridad [orfanatorios]. En esta disposición tomo en consecuencia
con mucho interés el ofrecimiento que ustedes nos hacen de volar en su auxilio.
Si podemos sin perjudicar a nuestros reglamentos contribuir a mejorar la suerte
de los niños de que nos hablan, lo haremos con sumo gusto. En el primer momento
libre de que disponga me dirigiré a Saint Etienne para hablar con ustedes sobre
los medios que hay que tomar.
(PS 196,
37-41; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-04-20.): Acabo de hacer en la
administración de la escuela de sordomudos la petición para la admisión
gratuita de dos Hermanos, que serán, si lo obtengo, alojados con calefacción,
alimentados, con lavado de ropa, con luz, etc.... todo el tiempo necesario
hasta que estén bien instruidos.
(PS 235,
02-11; Carta al SEGLAR RENDU AMBROSIO MARIA MODESTO, 1838-12-.): En el momento
en que esperaba una carta anunciándome que mi solicitud respecto a la admisión
de dos Hermanos en el establecimiento de sordomudos era acogida, recibí una del
señor director de ese establecimiento preguntándome de parte del Ministro si yo
seguía con la intención de formar algunos en el sistema. Presionado por la
ciudad de Saint Etienne que tiene vivos deseos de ver iniciar dentro de sus
muros tan útil institución, vengo, pues, Sr. Baron, a rogarle me haga del
gratísimo favor de apoyar mi petición según había tenido usted la bondad de
prometerme.
(PS 320,
02-06; Carta al SEGLAR GERANDO JOSE MARIA, 1840-02-14.): La petición oficial
que la ciudad de Saint Etienne acaba de dirigirme para tener Hermanos nuestros
al frente de su establecimiento de sordomudos, me anima también a dirigirle una
nueva solicitud para rogarle que haga que reciban a dos de nuestros Hermanos en
el establecimiento modelo del mismo tipo en París.
(PS 321,
02-11; Carta al SEGLAR BASTARD D'ESTANG DOMINGO F.M., 1840-02-14.): La ciudad
de Saint Etienne, habiendo determinado definitivamente la ejecución de un
establecimiento de sordomudos en interés de su numerosa población, nos pide por
fin, de manera oficial, Hermanos de nuestra institución capaces de dirigir esa
obra. Con el deseo de secundar sus puntos de vista de la beneficencia, vengo a
rogarle, Señor, tenga a bien solicitar la admisión de dos de nuestros Hermanos
en el establecimiento de sordomudos de París. Espero que por su intermedio y el
del Sr. Gerando, al cual escribo con el mismo fin, serán recibidos de forma
gratuita.
(PS 323,
07-11; Carta al SACERDOTE PRADIER ENRIQUE, 1840-02-22.): Hemos acogido gustosos
la proposición que usted hace de enviar a dos de nuestros Hermanos para dirigir
un establecimiento de sordomudos en su ciudad. Entra perfectamente en el plan
de nuestra institución, toda ella dedicada a la educación de niños en cualquier
situación en que se encuentren.
(PS 323,
12-18; Carta al SACERDOTE PRADIER ENRIQUE, 1840-02-22.): Desde hace un tiempo
se nos solicita, se nos presiona para establecimientos de ese tipo [escuela
para sordomudos]. Esperamos que pronto estaremos en condiciones de secundar los
puntos de vista bienhechores de las personas que se interesan en una obra tan
excelente y ya están en marcha los trámites para que dos de nuestros Hermanos
puedan formarse en ese tipo de enseñanza en el establecimiento real de
sordomudos de París.
(PS 334,
02-06; Carta al SEGLAR RENDU AMBROSIO MARIA MODESTO, 1840-04-25.): Quedo muy
agradecido por las buenas disposiciones del Consejo para la admisión gratuita
de dos de nuestros Hermanos en el Instituto Real de Sordomudos y le agradezco
en particular la carta que usted ha tenido la gentileza de enviarme a ese
respecto.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 522): Un día vinieron a llamarle para asistir a un enfermo.
Acudió inmediatamente a visitarlo y encontró al desdichado cubierto de úlceras,
echado sobre unas pajas y con sólo unos andrajos para cubrir su desnudez y sus
llagas. Movido a profunda compasión ante tanto sufrimiento y desamparo, primero
dirigió al enfermo unas palabras de consuelo. Luego se apresuró a llamar al
Hermano administrador y le ordenó que enviara inmediatamente un jergón, sábanas
y mantas para el enfermo. Pero, Padre -le advirtió el Hermano-, no disponemos
de ningún jergón en este momento.
-¡Cómo! -repuso el Padre-, ¿que no hay un solo jergón en toda la
casa?. -Estoy seguro de que no queda ni
uno. Recuerde que el último lo entregue hace pocos días. -Pues vaya y tome el
de mi cama, y lléveselo inmediatamente a este pobre enfermo.
(C1986:
087,02): En nuestra escuela, medio privilegiado de educación cristiana, damos
prioridad a una pastoral adaptada a las expectativas de los jóvenes. Estando
disponibles para todos, dedicamos atención especial a los alumnos con
problemas.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 16): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones,
proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto,
las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los
Hermanos.] A NIVEL OBRAS: Instar a que las obras que están bajo la
responsabilidad de los Hermanos incluyan el tema de la solidaridad en su
proyecto educativo y estimulen acciones en este sentido. - Insistir para que en
las obras que están bajo la responsabilidad de los Hermanos la preocupación por
los resultados escolares, la reputación y la rentabilidad no sean nunca
obstáculo para abrir sus estructuras a los alumnos menos dotados o
pertenecientes a familias económicamente débiles.
7.- corazón compasivo |
(PS 019,
10-14; Carta al HERMANO BARTOLOME, 1831-01-03.): Participo de todos los
sinsabores que pueden causar todas las indisposiciones que experimentan sus
colaboradores. Cuídese usted mucho a fin de que pueda cumplir bien sus penosos
deberes.
(PS 042, 11-17;
Carta al HERMANO CASIANO, 1834-09.): Cuando el H.Dionisio le inquietó con sus
descontentos, ¿no me he dirigido enseguida a su casa para cambiárselo? Y cuando
me ha manifestado que preferiría conservarlo aún cuando nuestras combinaciones
hubieran sido otras ¿no accedí a sus razones?.
(PS 063,
60-65; Carta a los HERMANOS DEL INSTITUTO, 1836-01-19.): B. - Los votos que
formulan en mi favor los creo muy sinceros y les quedo muy agradecidos. Que
Dios, mis queridos Hermanos, quiera bendecirlos y seremos felices. No ignoro
cuánto trabajo y preocupación tienen para atender a todo. Una vez más, que Dios
extienda sus bendiciones y todo irá bien.
(PS 086,
02-11; Carta al HERMANO LUIS MARIA, 1837-01-21.): Tomo especialmente parte en
todos los contratiempos que experimenta en La Côte. No se inquiete por lo que
pueda suceder. Trate de cumplir con sus deberes lo mejor que pueda, ya sea con
respecto a los niños que le están confiados y sobre todo en relación con los
Hermanos que están con usted. Cuando le manden de vuelta, vendrá; le hallaremos
trabajo y pan Dios mediante. Mientras tanto haga todo el bien que pueda.
Procure ser muy prudente. Infórmeme de todo a medida que ocurra algo.
(PS 179,
70-78; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-15.): El Sr. Ardaillon me anuncia
por carta que el Consejo universitario acaba de examinar nuestro asunto y que
enseguida pasará al comité del interior. Jamás me habían hablado de ese comité.
Esperaba que pasaría al Consejo de Estado. Creo que el Sr. Pillet está
enterado, pues es su sección y además, como usted ve, su informe es más
favorable. Digamos una vez más: como Dios quiera, que se haga su santa
voluntad. Lo que me desconsuela son todos los que deben ir al servicio militar
este año.
(PS 182, 40-42; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-03-22.):
Mil saludos a Padres, Hermanos y a toda la casa. Que Jesús y María le ayuden,
querido Hermano. Su situación me llena de compasión.
(PS 185,
36-38; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-04-12.): La salida de mi carta se
retrasó hasta el 13 de abril. Adiós, mi querido Hermano; me uno al dolor que le
ha causado la muerte de su hermano.
(PS 197,
29-31; Carta al HERMANO FRANCISCO, 1838-06-23.): Siento mucho la muerte del
buen H. Fabián y que el H. Justino no se restablezca. Bendito sea Dios y que
Jesús y María le ayuden cada vez más.
(PS 249,
04-07; Carta al HERMANO MARIE LORENZO, 1839-04-08.): Su carta, mi muy querido
amigo, excita singularmente mi compasión. Desde entonces no subo ni a una vez
al Santo Altar sin que le recomiende a Aquel a quien no se espera nunca en
vano, que puede hacer sobreponernos a los mayores obstáculos.
(PS 339,
02-06; Carta al PARROCO HUGONY PEDRO BERNARDO, 1840-05-03.): Las necesidades de
su parroquia [de un suburbio obrero de París] son bien grandes, el cuadro que
me presenta me aflige vivamente, pero a pesar de toda la buena voluntad que
tuviésemos de secundar su celo, nos encontraríamos en la imposibilidad de
hacerlo por el momento.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,08): Tuvo mucho que sufrir a causa de caracteres tan
diversos y de ciertos espíritus bizarros, muy difíciles de dirigir. Todos ellos
podrían estar seguros de tener una buena parte en sus oraciones, pero si
después de haber agotado todos los medios para ganarlos a Dios, seguían incorregibles,
¡Oh!, entonces era necesario cruzar la puerta de salida.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 521): Al dar limosna, casi siempre dirigía una palabra de
edificación a quien se la pedía. Si se trataba de un niño, le preguntaba si
conocía las principales verdades de la religión, y según los casos, le hacía
una exhortación o le daba una breve instrucción.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 528): El espíritu de fe que animaba al piadoso Fundador, le
hacía ver en los pobres la imagen de Jesucristo, hecho pobre por nosotros, y le
infundía un profundo respeto hacia ellos. Y si no siempre pudo atenderlos, al
menos les prodigaba el consuelo, los ánimos y las muestras de interés de que
era capaz.
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 507): Tenía un don especial para levantar el ánimo decaído.
La convicción con que hablaba ponía de manifiesto la abundancia de su corazón.
(H.
EUTHYME, 1888, SUMM 318): Personalmente tuve experiencia de la solicitud del
buen Padre. En cierta ocasión que él me enviaba a una escuela, a donde debía
llegar caminando, haciendo una parada a mitad camino, en una casa de nuestros
Hermanos, no quiso dejarme partir sin dinero; me entregó 13 moneditas de a 5
céntimos: todo lo que encontró en su caja en ese momento.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 350,1): En cuanto a los castigos he observado que los
Hermanos preferían habérselas con él, porque el Padre acompañaba siempre la
corrección con algunas palabras suavizadoras que levantaban el ánimo del
Hermano.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 350,2): Su devoción por las almas del purgatorio le llevaba
a hablarnos con frecuencia de sus sufrimientos y de los numerosos y poderosos
medios que tenemos para aliviarlas. Nos recomendaba rezar mucho por el alivio
de estas almas.
(JULIENNE
EPALLE, 1888, SUMM 071,1): Durante todo el tiempo de las vacaciones, el
seminarista Champagnat se quedaba en casa. Fuera de ahí no se le veía cabe a
los enfermos, a quienes consolaba con buenas palabras, o bien en la iglesia,
siempre con una compostura ejemplar. Era también muy humilde y mortificado. En
su casa llevaba una sotana muy ordinaria, y en cuanto a las comidas, se
adaptaba en todo a lo que acostumbraban sus parientes, sin aceptar nunca nada
en casas ajenas.
(C1958:
002b): El fin especial es el de procurar la salvación de las almas mediante la
instrucción y la educación cristianas de la juventud. Los alumnos menos
favorecidos serán el objeto de su predilección.
(C1968:
44, 01-06): E Padre Champagnat encarna para nosotros el celo realista y
eclesial. Dedicó la vida entera a resolver necesidades concretas de los
hombres: sustento, enseñanza, promoción humana, vida espiritual.
(C1968:
48, 01-07): Un apostolado cimentado en la fe y la caridad supone y desarrolla
determinadas virtudes esenciales. A disposición del Espíritu y de todos, el
Hermano tiene que ser bondadoso, mensajero de la bondad de Dios, por el interés
que en él susciten las preocupaciones y las necesidades ajenas.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Cristo afirma su voluntad de pobreza
por su Encarnación: siendo rico se hizo pobre por nosotros. Desde el nacimiento
hasta la cruz, la pobreza de Cristo constituye una expresión de su amor hacia
los hombres; en la entrega que hizo de sí mismo a los demás se mostró sensible
a las necesidades de todos: de los pecadores y de los publicanos, de María
Magdalena y de Zaqueo, del leproso y de Nicodemo.
(C1986:
002,01): Movido por el Espíritu Santo, Marcelino Champagnat quedó cautivado por
el amor de Jesús y María a él y a los demás. Esta experiencia, unida a su
apertura a los acontecimientos y personas, se convierte en fuente de su
espiritualidad y celo apostólico, y lo hace sensible a las necesidades de su
tiempo, sobre todo a la ignorancia religiosa y a las situaciones de pobreza de
la niñez y juventud.
(C1986:
035,02): Por este camino de pobreza, nos hacemos cada vez más compasivos con
los hombres y más abiertos a las maravillas de Dios. Nuestra vida sencilla y
entregada revela el rostro de la Iglesia pobre y servidora, y es testimonio del
gozo prometido a los que tienen corazón de pobre.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 10): Creemos que participamos de la misión de Jesús
"enviado a anunciar la buena noticia a los pobres". Y porque, hoy más
que nunca, aumenta el número de pobres y marginados a los que no se les anuncia
el evangelio. Nos sentimos llamados a recrear la experiencia Montagne por
fidelidad a Cristo y al fundador, a educar en solidaridad y para la solidaridad
como poderoso instrumento de evangelización y a evangelizar puesto que es el
mejor servicio que podemos prestar a la humanidad.
8.- compartir, comunicación bienes |
(PS 066,
30-38; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHATEAUX, MAZELIER FRANCISCO,
1836-07-07.): Por otra parte, además de la gran reserva de recursos de la
Providencia, que jamás nos ha fallado, encontramos en las bonificaciones que
nos proporcionan los pensionados bastante numerosos en varios de nuestros
establecimientos, recursos para quienes están menos provistos, ventaja que no
tienen los Hermanos de las Escuelas Cristianas. De un lado las pequeñas
cesiones que los Hermanos hacen de sus derechos a la casa madre, son un
suplemento casi suficiente para el déficit que presentan los individuos que no
pueden pagar lo de su noviciado.
(RC-1852:
01, 07, 002): Por el voto de Pobreza los Hermanos: 1º renuncian a la
administración, al usufructo y al uso de los bienes que han dejado en el mundo
o que puedan corresponderles más tarde por donación, herencia o sucesión de
parte de su familia, sin la autorización del Hermano Superior; 2º a trabajar
durante toda su vida en beneficio del Instituto, el que a su vez queda obligado
a atender a todas sus necesidades según la Regla; 3º a no recibir nada, ni dar
nada, ni tener nada como propio, sin permiso: 4º a usar de las cosas necesarias
sobria y económicamente, de modo que eviten el lujo, lo superfluo, y a cuidar
como buenos padres de familia lo que esté a su uso y se les haya confiado; 5º a
no administrar, si están encargados de un empleo, sino como sustitutos del
Hermano Superior, y a segur en su gestión las Reglas del Instituto.
(JBF,
1856, VPC, 02, 09, 372): Nunca dudó en unir su suerte a la de los Hermanos ni
en compartir sus necesidades y pobreza, aunque se hallasen en la mayor
indigencia. Desde que fue a vivir con ellos, no tuvo nada propio y en todo se
amoldó a la vida de comunidad.
(JBF,
1856, VPC, 02, 09, 372): Un Hermano utilizó la palabra “suyo” refiriéndose a un
objeto que formaba parte del ajuar que había traído de la casa parroquial.
“¿Qué es eso de “suyo” o “mío”? - le replicó vivamente el Padre-. Ese objeto es
tan suyo como mío: pertenece a la comunidad, es decir, a cualquier Hermano que
lo necesite.”.
(JBF,
1856, VPC, 02, 09, 384): Nuestro piadoso Fundador consideraba la vida de
comunidad y la pobreza como algo fundamental, y no consentía que ningún
Hermano, profeso o novicio, se apropiase absolutamente nada.
(C1862:
49): En el Instituto todo es común. Nadie puede apropiarse nada. Los trabajos
de los Hermanos y los dones que reciban, de cualquier parte que provengan y de
cualquier naturaleza que sean, pertenecen al Instituto y deben emplearse
únicamente en su provecho.
(C1862:
50): Los ahorros que las diversas casas puedan hacer durante el año serán todos
en beneficio del Instituto. Los Hermanos Directores, después de haber liquidado
las deudas de la casa verterán por tanto cada año los ahorros que hayan logrado
en la Caja Común del Instituto.
(C1862:
51): Las sumas vertidas por las casas particulares en la Caja Común del
Instituto servirán para pagar los gastos generales de la administración, para
sostener las casas de noviciado y asegurar a los Hermanos que ya no pueden
trabajar el descanso y decoroso sostén al que tienen derecho de esperar por
parte de la Congregación.
(DG1905:
0673): El Instituto se encarga de sus miembros y les procura todo lo necesario,
tanto en salud como en enfermedad; a los achacosos y los ancianos les brinda
una jubilación honorable, es decir, que conlleva los cuidados pertinentes, todo
de acuerdo a la sencillez religiosa.
(C1968:
09, 15-21): Así como Cristo encarnado conoció y vivió nuestra condición humana,
el religioso consciente de los problemas de los hombres y sensible a sus justas
aspiraciones, comparte sus dificultades y trabaja por su salvación y por la
extensión del reino de Dios.
(C1968:
21, 05-09): Un Hermano, consciente de este ideal: considera el tiempo y las
facultades propias no como bienes personales, sino como consagrados a Dios y
puestos a disposición de todos.
(C1968:
21, 10-14): [Un Hermano, consciente de este idea de pobreza:] no se siente
propietario sino responsable de cuanto la comunidad ponga a su servicio.
(C1968:
22, 01-05): Otra manera de profesar el desprendimiento consiste en la
interdependencia de una comunidad de religiosos pobres, que comparten todo
fraternalmente y se conforman con un vida modesta y frugal.
(C1968:
52, 03-05): La pobreza pone a disposición de todos cuanto somos y tenemos.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 047): Espíritu de disponibilidad y
capacidad de donación, reconociendo que nuestro tiempo, nuestros talentos y
aptitudes son dones que Dios nos concede para que los pongamos a disposición de
nuestros hermanos y hermanas en Cristo. (¿Cuántas veces, por ejemplo, ponemos
nuestras instalaciones a disposición de personas que no pertenecen a nuestro
círculo de amigos o a nuestro rango social? La llamada de los pobres, ¿nos
incita a replantearnos algunos aspectos de nuestro apostolado? ¿lnvitamos a
nuestra mesa a los pobres, a los empleados y trabajadores manuales de nuestras
casas...?) .
(C1986:
032,03): La pobreza nos exige que hagamos fructificar los talentos y
compartamos lo que somos y tenemos, especialmente nuestro tiempo personal.
(C1986:
050,01): Los votos, expresión de nuestro amor a Dios, son factor aglutinante de
la comunidad marista. La castidad, al liberar el corazón de las formas
posesivas del afecto, le da la amplitud y la fuerza del amor universal. La
pobreza pone a disposición de los demás cuanto somos y tenemos. La obediencia
orienta a la comunidad en la búsqueda y cumplimiento de la voluntad de Dios.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 06): Por otra parte, cuando hemos escuchado las comunicaciones
sobre la realidad de nuestras Provincias y Distritos, hemos percibido la
urgente necesidad, en todo el Instituto, de expresar de manera clara la
fraternidad que nos une, siendo solidarios unos de otros, siendo signo
profético que denuncie y supere las divisiones entre países y regiones del
mundo y esforzándonos por servir mejor a aquellos a quienes somos enviados en
misión. Ya han comenzado a realizarse algunas iniciativas, gracias a una
renovada compresión de la necesidad de esta solidaridad y de la colaboración a
nivel interno. Con todo, también en este campo consideramos imprescindible
aumentar nuestra solidaridad compartiendo personas y medios.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 11): Creemos que la actualidad del carisma de Marcelino
Champagnat nos urge personal, comunitaria e interprovincialmente para que los
miembros sanos se preocupen de los más débiles. Y porque hoy, más que nunca, la
realidad de nuestro Instituto debe reflejar la solidaridad que deseamos
establecer en el mundo. Nos sentimos llamados a discernir, a la luz del
Evangelio, cómo podemos crecer en la oración y en la vida fraterna; también
somos llamados a coordinar nuestras acciones apostólicas, dentro del Instituto,
con la Iglesia y con otras Congregaciones e Institutos religiosos y a compartir
recursos humanos y financieros.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 12): Los Hermanos Capitulares estamos convencidos de que todos
los Hermanos del Instituto debemos ser más audaces en nuestra vivencia de la
pobreza, del compartir y de la solidaridad.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 14): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones,
proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto,
las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los
Hermanos.] A NIVEL INSTITUTO: Comprometer a los centros de formación inicial y
permanente a que incluyan en sus programas la formación en la solidaridad,
estableciendo períodos de experiencia en realidades de pobreza y marginación ("peregrinación
de solidaridad"). - Comprometer a los responsables de cada nivel a dar
preferencia a los nuevos proyectos destinados a los niños y jóvenes
desfavorecidos. - Para concretar el compromiso de solidaridad de todo el
Instituto, el Consejo General debe crear un Secretariado de Solidaridad, que
incluirá al actual Secretariado Social, y establecerá un Fondo de Solidaridad
con aportaciones voluntarias de las Unidades Administrativas.
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 15): [Según el espíritu del nº 34 de las Constituciones,
proponemos las líneas de acción y la estrategia siguiente para el Instituto,
las Unidades Administrativas, las obras apostólicas, las comunidades y los
Hermanos.] A NIVEL PROVINCIAL: Instar a todas las Unidades Administrativas a
una mayor colaboración entre ellas, aumentando la movilidad de los Hermanos
cuando un proyecto de solidaridad lo pida. - Instar a todas las Unidades
Administrativas a destinar una parte de sus recursos económicos a fines de
solidaridad. - Comprometer a todas las Unidades administrativas a prever los
medios para sensibilizar y formar a los Hermanos en el uso evangélico de los
bienes y en la solidaridad (ej. comisión, asambleas, retiros, etc.).
9.- vivir frugal, vivir del trabajo |
(BOURDIN,
1830, OM 754,07): El P. Rouchon le viene a visitar con todos los suyos. Visitan
su casa... Su elegancia, por contraste, no hace sino aumentar.
(PS 173, 12-15; Carta al MINISTRO DE LA
INSTRUCCIÓN PÚBLICA . DE SALVANDY ANTONIO NICOLAS, 1838-02-14.): Los
sacrificios que hemos creído deber imponernos para procurar más cómodamente el
beneficio de la instrucción a la clase numerosa y tan interesante del campo,
nos permite vivir, pero con economía.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,02): Nuestro buen Padre nos decía la Misa siempre muy
temprano. Era enemigo declarado de los perezosos. Se levantaba muy de mañana.
Después de Misa, no perdía el tiempo en cosas inútiles. Estimaba mucho el
trabajo manual. No se medía en ello, sino que siempre se echaba encima las
faenas más penosas y peligrosas.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,03): El edificó nuestra casa de La Valla. Nosotros
hacíamos alguna cosa, pero como no habíamos sido formados en la albañilería,
era necesario que él nos estuviera mostrando a cada rato el trabajo a realizar,
y con frecuencia tenía que rehacerlo todo. Cuando había piedras voluminosas que
transportar, él era siempre quien lo hacía.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,05): En los comienzos éramos muy pobres. El pan era de
color de tierra, pero teníamos siempre lo necesario. Nuestro buen Superior,
como el más amante de los padres, tenía gran cuidado de nosotros. Por ejemplo,
yo me acordaré siempre de la molestia que se daba cuando hallándome enfermo en
La Valla, venía a visitarme todos los días; aprovechaba para llevarme siempre
alguna cosita que me sirviera de alivio y alguna palabra de consuelo que me
animara a sufrir con paciencia todo, por amor de Dios.
(H. MARIE
JUBIN, 1888, SUMM 397): Yo había observado que sobre el reclinatorio del P.
Champagnat había un crucifijo de marfil, muy bien labrado; traté de
reproducirlo en yeso. En la proximidad de la fecha de su profesión religiosa,
el crucifijo desapareció. En su lugar apareció otro, más que ordinario y muy
sencillo.
(PBRO.
PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 468): La Institución de los Hermanitos de María
tuvo sus orígenes en la oscuridad y la pobreza. La casa, mejor dicho, la
casucha que había dado albergue a los primeros convocados, al no poder ser
suficiente, los mismos Hermanos construyeron otra bajo la dirección de su Jefe,
a quien se veía a menudo manejar la llana y el martillo de albañil. Esta casa,
donde pasé tres años como escolar, presentaba señales inequívocas de la
inexperiencia y de la escasez de medios de quienes la habían construido.
¡Cuántas veces hemos temblado de miedo de ser sepultados bajo sus ruinas,
cuando el viento del mediodía soplaba con algo de violencia!
(Pbro.
Santiago GOURGOUT, 1888, SUMM 493): Vi varias veces, durante mis paseos al
Hermitage, al Padre Champagnat trabajando como un peón en la construcción de la
casa de los Hermanos.
(C1968:
21, 17-20): [Un Hermano, consciente de este ideal de pobreza:] se somete a la
ley universal del trabajo para facilitar la vida de la comunidad y sostener las
obras de la Congregación y de la Iglesia.
(C1968:
23, 32-37): [La Comunidad] adopta una actitud de pobreza efectiva frente al
refinamiento del ocio y del turismo: sin eludir por eso la oportunidad de un
sano esparcimiento para los Hermanos, aunque lejos del mero despilfarro o la
satisfacción egoísta.
(C1968:
45, 01-04): Abnegación total y adaptación constante son dos leyes maestras del
apostolado fecundo, capaz de allanar los caminos a la gracia de la que somos a
la vez testigos e instrumentos.
(C1986:
032,01): Vivimos concretamente la pobreza personal y comunitaria llevando una
vida laboriosa y sobria y evitando lo superfluo.
(C1986:
032,02): Nuestra pobreza se manifiesta también en la sencillez, que ha de
caracterizar nuestra manera de ser, nuestro estilo de vida y nuestra acción
apostólica.
(C1986:
032.02): Fieles a la tradición marista y por espíritu de pobreza y solidaridad
con los pobres, realizamos los pequeños trabajos manuales que suelen
presentarse en nuestras casas.
10.- providencia, humildad, gratitud existencial |
(BOURDIN,
1830, OM 754,05): Por esa época [?] el P. Rebod recibió un carta de Mons.
Bochard. No se atrevía a dársela a conocer [al P. Champagant]; andaba
consultando cómo hacerlo -se le quería suspender [a Champagnat].- “No estamos
ignorantes acerca de las reuniones ilegítimas [...]”; el asunto es llevado a
tal extremo, que [la carta] encierra amenaza de suspensión. El P. Champagnat
oraba continuamente así: “Dios mío, haz que esta obra [...], si ella no procede
de ti!
(PS 095B,
75-78; Carta al SUPERIOR ST.PAUL-TROIS-CHÂTEAUX MAZELIER FRANCISCO,
1837-02-23.): Nuestros sacerdotes misioneros y nuestros Hermanos que han salido
para la Polinesia han tenido la suerte de escapar de una fuerte tempestad que
ha hecho naufragar a todos los barcos mercantes que salieron doce horas
después. ¡Que favor de la Providencia!
(PS 109,
56-63; Carta al MISIONERO FONTBONNE JACOBO, 1837-05-16.): Tenemos el consuelo
de ver nuestros centros mejorarse. Son actualmente 33. Varios están preparados
para el próximo año y no podemos dar abasto a las reiteradas peticiones que nos
hacen por todas partes para tener Hermanos. Enviaríamos con gusto a América
para secundar el celo de los buenos misioneros si nos fuera posible. Esperamos
que la divina Providencia nos allanará las dificultades y nos facilitará los
medios para llegar hasta ustedes cuando los tiempos y los momentos que el Padre
ha reservado a su poder lleguen.
(PS 126,
04-07; Carta al HERMANO APOLINAR, 1837-08-04.): He quedado sumamente afligido
al no poder prolongar mi viaje hasta St.-Paul-T.Ch. Deseaba especialmente verle
a fin de procurarle todo el consuelo que me fuera posible. Lo que me aflige
sobre todo es que me han dicho que está usted enfermo.
(PS 126,
14-17; Carta al HERMANO APOLINAR, 1837-08-04.): Se me parte el corazón al saber
que está usted enfermo. Arrójese en brazos de nuestra común Madre, ella tendrá
lástima de su situación y de la de sus hermanos, Ella puede muy bien resolverlo
todo.
(JEAN
CLAUDE COLIN, 1838, OM 428): Un sacerdote que se interesa en nosotros nos decía
que lo que había perjudicado al P. Champagnat en París era su demasiada
sencillez, pues después de haberlo visto, la gente decía: “Es cierto, es un
buen hombre”. Pero lo consideraba como a un campesino, sin modales. Dicho
eclesiástico opinaba que para ese tipo de menesteres era preciso hombres mejor
equipados.
(MAYET,
1839, OM 438): Los pioneros de la
Sociedad se encontraban reunidos en cierta ocasión. Como alguien dijera que era
preciso formarse bien, uno de los veteranos (el Padre Champagnat) dijo con
humildad: “Nosotros, los que estamos desde el principio, somos como esas
piedras bola que se echan en los cimientos; para esos menesteres no se usan
piedras pulidas.”
(MAYET,
1839, OM 440): “Hay quienes quisieran a
todo trance (me refiero a los que no estuvieron desde los inicios) encontrar
manifestaciones de lo maravilloso en el origen y desarrollo de la Sociedad. Lo
único maravilloso es el que Dios se haya querido servir para realizarla de
semejantes instrumentos.” (Champagnat)
(CONVERS,
1840, OM 748,2): La pequeña comunidad de Hermanos dirigidos por el P.
Champagnat crecía a pesar de la oposición que le hacían los miembros del clero
y las burlas de otras personas.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,06): Nos hablaba a menudo del cuidado que la divina
Providencia tiene de aquellos que confían en ella, y en particular por lo que
se refiere a nosotros. Y cuando nos hablaba de la bondad de Dios y de su amor
por nosotros, nos comunicaba ese fuego divino del cual él estaba lleno, y en
tal medida y fuerza que las penas y los trabajos de la vida, con todas sus miserias,
no hubieran sido capaces de desquiciarnos.
(H.
LAURENT, 1842, OM 756,07): Nos decía con frecuencia que si la Sociedad hacía
algún bien, y si aumentaba, se lo debíamos a la Santísima Virgen; que a ella
hemos de considerarnos deudores de todos los favores y de todos los progresos
realizados en la Congregación, desde el principio hasta el presente. Y que, sin
Ella, nunca hubiéramos tenido éxito.
(MAITREPIERRE,
1842, OM 537,1): ¡Lejos de nosotros toda
manera demasiado humana de juzgar! ¡Aléjense de nuestro lado los que pretendan
explicar de forma plausible el nacimiento y el crecimiento de nuestra obra,
como si fuese meramente humana! No, no, sólo Dios es nuestro Padre. ¡Oh María,
procedemos de tu corazón! Este timbre de gloria nos llena.
(MAITREPIERRE,
1842, OM 537,2): Los que se agregaron de
inmediato fueron los PP. Jallon y Colin (el mayor) , dos santos, pero
careciendo de todo valor externo: ni elocuencia, ni grandes talentos, ni
maneras amables que atraigan.
(JEAN
CLAUDE COLIN, 1845 OM 607): El 29 de junio de 1845, el P. Colin, hablando de
establecimientos por fundar, nos dijo: “Señores, Nuestro Señor nació en Belén,
la Sma. Virgen, en Nazaret. La Sociedad de María nació en la pequeña población
de Belley (rinconcito desconocido) y en el pequeño convento cercano a St.
Chamond, en un lugar solitario. Acordémonos de nuestros orígenes; empecemos sin
aspavientos. Para hacer el bien no es necesario hacer ruido. Ya más tarde,
cuando llegue el momento, entonces la Sociedad se expandirá.”
(MAYET,
1845, OM 611): Un día, regresaba de un
viaje con el P. Terraillon. Se alojarían en el Seminario de Lyon, que se
encontraba cerca del embarcadero del buque de vapor. El P. Terraillon quería
dejar su equipaje para no tener que llevárselo a través de la ciudad, y luego
pedirle a un Hermano que lo recogiera. “Démelo, démelo, dijo el P. Champagnat,
quien ya cargaba un bulto grande; yo soy un campesino, el llevarlo es nada para
mi”. Y tomó a cuestas los dos bultos.
(SEON,
1846, OM 625,1): Cuando el P. Champagnat construía el Hermitage, el P. M. de la
Croix, entonces párroco en Chartreux, y hoy, Arzobispo de Auch, le [decía]
mandó decir: “Díganle a Champagnat que está construyendo en vano”. En la
diócesis se burlaban mucho del P. Champagnat.
(SEON,
1846, OM 625,2): Pero, al llegar al Hermitage, encontró al P. Champagnat menos
optimista que él; y un poco extrañado de que le consiguieran aspirantes sin su
colaboración. “Conoce Ud. bien a este candidato?”, preguntó el Padre
Champagant. El P. Séon tuvo el pesar de pensar que el P. Champagnat lo
rechazaría. Era necesario que esta pequeña Sociedad de María fuera caminando
paso a paso, entre espinas. Cuando las cruces del exterior le faltaban, eran
los propios miembros de la Sociedad quienes se las suministraban. ¡Providencia
de Dios! Dios quería reivindicar para él solo toda la gloria de lo realizado.
(TERRAILLON,
1850, OM 701): El 25 de noviembre de
1850, el P. Terraillon, echando una mirada retrospectiva, junto con un Padre
Marista (Mayet mismo) , para contemplar la mano de Dios en los orígenes de la
Sociedad, le decía: “¡El P. Champagnat reunió un grupo de Hermanos para
formarlos; y sin embargo, él [personalmente] ignoraba lo que les enseñaba. Les
enseñaba a leer, y él mismo no sabía leer [bien]; a redactar, y él no ponía atención
a las reglas gramaticales cuando escribía!...”
(RC-1852:
02, 01, 004): El espíritu de fe hará que amen la vida oculta, los empleos
humildes, la dependencia, la pobreza, los padecimientos, las humillaciones, el
desprecio del mundo, a fin de asemejarse más y más a Jesús y María.
(MAITREPIERRE,
1853, OM 752,2): Al inicio recibía
fácilmente a tuertos, cojos, sordos, de rostro contrahecho, sabios, ignorantes,
educados, rústicos...y con todo eso fundaba obras. “En cuanto a mí, decía, para
hacer mis flechas me valgo de la madera que tengo a mano; cuando necesito un
superior, un director, un profesor, si no encuentro alguien con dos ojos, echo
mano de un tuerto; cuando no hallo quienes caminen bien, pongo cojos; pues me
hago esta reflexión: Si la Sma. Virgen quiere que esto funcione, tendrá que
tomar vela en el entierro; de sobra sabe que de otra forma esto no sirve para
nada.”
(MAITREPIERRE,
1853, OM 752,3): Durante el retiro
general que tuvo lugar en el Seminario Menor de Meximieux, en 1837, nos dio una
muestra de desprendimiento, que mucho nos edificó. Dado que, en razón a las
circunstancias, él venía trabajando en su obra de una manera prácticamente
autónoma, se juzgó oportuno pedirle su renuncia como Superior de los Hermanos.
Es de sobra conocido que los fundadores y los superiores antiguos se apegan
mucho a sus obras, y que tratan de dirigirlas según su propio juicio; ¡Pues
bien! Apenas se dio cuenta de que se le estaba insinuando, con toda la
delicadeza posible (que renunciara) , dijo: “Por supuesto, presentaré mi
renuncia, pues debo hacerlo; lo único que me disgusta es que se estén tomando
tantas precauciones para decírmelo. Tuve gracias de estado para iniciar (la
obra) , pero no tengo la de continuar”. Y dio efectivamente su renuncia. El P.
General de inmediato lo volvió a nombrar. Su dependencia se hace por ende más
regular, más delicada y más provechosa para él y para su Congregación.
(MAITREPIERRE,
1853, OM 752,4): La historia de los
inicios de esta fundación es de lo más interesante y edificante. La pobreza, la
sencillez, lo despreciado por el mundo se encontraba por doquier. Las
tribulaciones, que han sido generalmente bien disimuladas, no fueron poco
numerosas, ni menos repugnantes. Al P. Fundador no le asustaba nada; a los
primeros ataques que le vinieron por parte de un gran Vicario, fundador de algo
semejante a lo suyo, respondía siempre: “Hasta hoy, estaba yo en duda si
trabajaba según los designios de Dios; los ataques que acabo de recibir me dan
esperanzas de que así es.”
(H.
AIDANT, 1888, SUMM 192): Certifico que su respeto hacia el Santísimo Sacramento
era de los más edificante. Hacía frecuentes visitas a la capilla en el curso de
la jornada para consultar a Nuestro Señor, hacerle partícipe de sus proyectos y
de sus dudas. Nos decía que, no siendo sino un instrumento entre las manos de
Dios, no quería hacer nada ni emprender nada sin consultarle.
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 263,1): En todas las circunstancias, recreos, relaciones
que se tenían con él, sabía inspirar la confianza en Dios. “No me aflige que
Ud. tenga dificultades, eso le pondrá en la necesidad de depositar su confianza
en él. No hay defecto que perjudique más a la obras de Dios que la fe en sus
pequeños talentos y la confianza en sí mismo,” decía a un Hermano.
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 263,2): Uno de mis parientes le dijo: “¿De dónde saca Ud.
el dinero para estar siempre construyendo?” -“Saco de los tesoros de la
Providencia”. -Ud. es feliz por poder pagar sus deudas. -Siempre que me he
visto en apremiante necesidad, la Providencia me ha socorrido”.
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 478): Apenas si le costaba ser humilde; vivía entre sus
Hermanos como el servidor de todos, reservándose para él lo más duro y
repulsivo. A veces, cuando lo elogiaban, respondía: “Es obra de Dios, no
nuestra; nosotros no seríamos capaces sino de echarla a perder.”
(H.
CAMILLE, 1888, SUMM 522): Cuando las personas hablaban con pesimismo del
porvenir de la Sociedad, respondía: “No teman, todo irá mejor después de mi
muerte.”
(H.
GERASIME, 1888, SUMM 246): Sé que el Siervo de Dios confiaba tan poco en sí
mismo que, cuando ya tenía la lista de las colocaciones, decía a los Hermanos:
“Pidamos a Nuestro Señor que bendiga este trabajo”. Tomaba entonces la lista y
la colocaba sobre el altar durante la Santa Misa, y en el transcurso de varios
días dirigía a Dios fervientes plegarias para que bendijera dichas
colocaciones.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 287): El buen Padre explicaba el salmo 126 “Nisi Dominus”
para arrástrarnos a poner toda nuestra confianza en Dios antes que en los
hombres.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 399): Nos invitaba también a dar continuamente gracias a
Dios por los bienes que sin cesar recibimos de sus manos generosas. Y sobre
todo por los beneficios de la creación, de la redención, de la vocación a la fe
y a la vida religiosa. En acción de gracias por todo ello, nos invitaba a rezar
con frecuencia el MAGNIFICAT y el TE DEUM.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 419): Siempre se le veía alegre. No me acuerdo haberlo visto
triste ni desanimado, a pesar de las numerosas contradicciones y persecuciones
que tenía que sufrir de sus enemigos. Nos edificaba por su bondad y su
tranquilidad en las persecuciones. Jamás hablaba mal de sus enemigos. Al
contrario, hacía pedir por ellos, para conseguir de Dios su conversión.
(H. JEAN
CLAUDE, 1888, SUMM 493): La necesidad de practicar la humildad para cumplir los
objetivos de nuestra vocación, para perseverar y salvar nuestra alma, era tema
frecuente del buen Padre en sus exhortaciones. Para ayudarnos a adquirir esta
virtud, daba a cada Hermano el LIBRO DE ORO, o la humildad en práctica.
(H. MARIE
LIN, 1888, SUMM 286): Comentó miles de veces los dos primeros versículos del
salmo “Nisi Dominus”. Las explicaciones que daba de ellos formarían volúmenes.
Nos decía: “No se extrañen de verme volver sin cesar sobre el mismo punto, es
que es el más importante; es que es todo (...) No lo olvidemos nunca: Dios no
tiene necesidad de nosotros ni de nadie (...) Hará triunfar esta Comunidad sin
los hombres y a pesar de los hombres”.
(H.
RAPHAEL, 1888, SUMM 250): En las grandes dificultades que encontraba al fundar
su Congregación, el P. Marcelino se dirigía a la Sma. Virgen, que él
consideraba como su RECURSO ORDINARIO.
(H.
THEODOSE, 1888, SUMM 403): Tuvo que sufrir rudas pruebas, pero las supo
soportar con admirable paciencia. Se le hizo pasar como un hombre que carecía
de talentos, que había perdido la razón. Para no ser presuntuoso nada emprendía
sin consultarlo previamente a los superiores, y se atenía a sus consejos. No le
hacían mella ni las alabanzas, ni las injurias: decía que las obras de Dios
sufren ordinariamente las contradicciones de los hombres. Era esto lo que lo
animaba a luchar contra las dificultades que tenía que superar.
(Pbro.
Mateo BEDOIN, 1888, SUMM 182): Mi tío [el Sr. Cura de Lavalla, Etienne Bédoin],
me hablaba de la sencillez del Padre Champagnat, de su ingenuidad, pero ante
todo de su santidad. Estaba profundamente convencido de que el P. Champagnat no
tenía talento y de que todos sus aciertos se debían exclusivamente a su
santidad. Mi tío también era un santo varón. Considero, por tanto, su
testimonio como muy exacto. Afirmaba que el P. Champagnat era un “minus
habens”, como se decía en el Seminario Mayor, pero que era muy humilde.
(Pbro.
Mateo BEDOIN, 1888, SUMM 419): Puedo añadir que en las dificultades que mi tío
[el Pbro. Etienne Bédoin] experimentó en la construcción de la iglesia [de La
Valla], se reconfortaba al pensar en las dificultades que el P. Champagnat
había tenido en la fundación de su Obra, y me decía: “Cuando tengas
dificultades, póstrate ante el Santísimo Sacramento, haz como el Padre
Champagnat”.
(PBRO.
PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 181): El celo por la instrucción religiosa de los
niños, la humildad, el espíritu de pobreza, la sobriedad... He ahí lo que he
podido observar como más sobresaliente en la vida pública del Padre Champagnat.
(PBRO.
PIERRE L. MALAURE, 1888, SUMM 419): Nunca he sabido que, a pesar de sus
numerosas preocupaciones y apuros de toda especie, el P. Champagnat haya dejado
escapar una sola palabra de queja. Me parece que era hombre recio y paciente.
(RC1960:
011): El espíritu de fe les infundirá afán de asemejare lo más posible a Jesús
y a María; hará que se penetren del espíritu de Nazaret, que ha de ser el del
Instituto; los alentarán a permanecer, por amor, en los tres primeros lugares
elegidos por el Fundador: el Portal de Belén, el Calvario y el Sagrario, lo que
presupone aceptación de la vida oculta y de los oficios humildes, la sujeción,
la pobreza, los trabajos, las humillaciones y los desaires del mundo.
(C1968:
05, 12-17): Fiel al deseo del Padre Champagnat, un Hermano humilde aspira a los
primeros puestos junto al Pesebre, al pie de la Cruz y junto al Sagrario, y
acepta de buen grado los lugares, las situaciones y las exigencias de una suma
pobreza y obscura abnegación.
(C1968:
05, 18-21): [El Hermano] permanece gustoso desconocido y oculto en el mundo,
igual que María, modesta aldeana entre los sencillos habitantes de Nazaret o
totalmente ignorada del gentío de Belén.
(C1968:
19, 01-11): Para seguir a Cristo en su vida de desasimiento, para conseguir la
gozosa libertad que pone en manos de la Providencia las preocupaciones del
mañana, el Hermano Marista trata de ser pobre, y de crearse "un alma de pobre".
A ejemplo de la Comunidad Apostólica comparte con gozo la vida de sus Hermanos;
pues así es como podrá dedicarse resueltamente al servicio de los demás.
(C1968:
33, 05-14): En cuanto a nosotros, enviados al mundo, encontramos la unidad de
nuestra vida permaneciendo unidos a Cristo como el sarmiento a la vid. Daremos
esta respuesta vital al Señor mediante una fe que se va desarrollando a medida
que se manifiesta. Renunciamos así a las seguridades terrenales para cimentar
en solo Dios una confianza total: Nada es imposible a quien cuenta con Dios.
(C1968:
48, 15-23): [El Hermano] ha de esforzarse por alcanzar un desasimiento cada vez
mayor, mediante la aceptación de los destinos y los ambientes sociales que le
confíe la obediencia. No ha de tener mayor preocupación que la de cumplir con
el beneplácito divino, incluso en el fracaso y la aflicción, puesto que la cruz
es la herencia de quienes realizan la obra de Dios.
(C1986:
030,01): El Magnificat nos revela el corazón de María, que, con los pobres de Israel,
pone su confianza en la fidelidad del Señor. Con José, el carpintero, convive
con la gente humilde de Nazaret. De la Anunciación al Calvario, María da su
consentimiento activo a todas las formas de desprendimiento que Dios le pide.
(C1986:
030,02): Con ella y como ella (María), dejamos que se vayan rompiendo poco a
poco nuestras ataduras terrenas, dóciles a la voluntad purificadora del Señor,
que modela en nosotros un corazón de pobre.
(C1986:
031,01): La pobreza espiritual nos mantiene en total dependencia del Padre. Se
manifiesta en el recurso al Superior, en el reconocimiento de nuestras
limitaciones y en la aceptación de la ayuda de los demás.
(C1986:
031,02): Esa pobreza nos impulsa incesantemente a la oración, que reaviva el
ánimo y la confianza, y nos hace descansar en la paz del pobre que se abandona
a la Providencia divina.
(C1986:
033,01): El Padre Champagnat manifiesta su corazón de pobre ante todo por su
confianza en la Providencia. La fundación del Instituto es prueba siempre
actual de que la fe permite todas las audacias.
(C1986:
033.01): A ejemplo del Padre Champagnat, aceptamos sin quejarnos las
situaciones de pobreza, que nos ofrecen ocasión de poner nuestra confianza en
Dios. Evitamos confiar demasiado en los medios humanos.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): Recuerdo muy bien, como tantos de vosotros,
el episodio histórico del primer viaje espacial a la Luna, el famoso
“lanzamiento lunar”. Estábamos tan ansiosos por ver aquellas fotografías del
satélite, por contemplar -desvelados al fin- los misterios que habían seducido
a los hombres durante miles de años... Lo que no nos esperábamos, lo que no
podíamos haber previsto, era otra cosa: las imágenes de la Tierra captadas
desde el espacio, bellas y sobrecogedoras. He ahí nuestra casa, la casa de toda
la humanidad. Aquella visión vino a recordarnos, de la manera más sorprendente,
que constituimos un pueblo, hombres y mujeres que comparten una morada común,
responsables los unos de los otros. Inclusive en los niveles básicos de la
supervivencia física somos todos interdependientes.
11.- preferencia sin exclusivismos, equilibrio |
(PROSPECTO 1824A HERREROS, 022-024; 1824-06; [07]): Es nuestro propósito
comprometerlos [a los Hermanos] mediante votos como lo hacen todas las
comunidades [religiosas]. Los enfermos y los achacosos son [serán] atendidos
por la casa Comunidad] hasta la muerte.
(PS 158,
12-17; Carta al HERMANO SILVESTRE, 1837-11-25.): Anhelan férvidamente llegar ya
al lugar de su destino. El celo por la salvación de los insulares les impulsa
de una manera particular. Oremos, mis queridos Hermanos, oremos por la
salvación de éstos y por la de los que se nos han confiado [aquí en Francia].
El valor del alma de los franceses es, como el de los idólatras, el precio de
la sangre de Dios.
(PS 227,
12-18; Carta al SEGLAR JOVIN DESHAYES JUAN AMADO, 1838-11-00.): En cuanto a la
cláusula por la cual la orden no nos dejará más que los municipios de 1 000
habitantes o menos y nos quitará los lugares más poblados, usted verá que no
nos conviene en absoluto. Gran número de nuestros establecimientos se verían
arruinados con esa condición; varios municipios en los que se encuentran ya
tienen más de 4 000 habitantes.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 529): Finalmente, en la escuela, un Hermano debe ignorar, si
es posible, la situación social de sus alumnos y ver en ellos únicamente lo que
le descubre la fe, no atender más que a su comportamiento personal, quererlos y
tratarlos a todos como a hijos.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 529): La igualdad debe ser la suprema ley en la escuela de
los Hermanos. En ella no debe haber preferencia ni privilegio alguno por razón
de la persona, categoría o cualquier otra cualidad externa. Todos, ricos y
pobres, deben ser tratados según sus merecimientos, capacidad, virtud y
conducta personal. Esta igualdad ha de abarcar todos los aspectos educativos
del niño: aula, estudios, castigos, premios y atenciones. El niño pobre ocupara
en la escuela el puesto que le corresponda no por su rango social o su fortuna,
sino según su capacidad. Por eso podrá, si sus dotes intelectuales se lo
permiten, seguir todos los niveles, abarcar todos los programas, estar junto al
rico, competir con él, e, incluso, sobrepasarlo.
(JBF,
1856, VPC, 02, 21, 530): Las atenciones que tengamos para con el niño rico
repercuten en favor del pobre: el interés hacia aquel es para proporcionar a
éste los medios de instruirse; ya que en la mayoría de los casos, si no hubiera
niños ricos para asegurar la manutención de los Hermanos, la escuela no podría
sostenerse.
(H.
EUTHYME, 1888, SUMM 081): A veces, con el fin de encontrar aspirantes, el Padre
enviaba a algunos de sus Hermanos a realizar una gira. No hacía acepción de
personas, ni daba preferencia a la fortuna o al saber.
(H.
THEODOSE, 1888, SUMM 355): El Venerable no era excesivo en nada. Sus
austeridades nunca pasaron de los justos límites.
(LÉONIDA,
CSG 20, 420, 1950-12-08): Busquemos candidatos para el Instituto no sólo en las
escuela pobres y del medio rural, sino también en los externados de paga y en
los internados. Se piensa a veces que hemos de abstenernos de ello porque en
estos ambientes, los alumnos, normalmente más habituados al bienestar, serán
sordos al llamado de Nuestro Señor. Se olvida que hemos de ayudarlos, como a
los demás, a elegir su vocación, y que a menudo Dios encuentra entre ellos
almas generosas, cuya vocación es tanto más segura en cuanto que, para
seguirla, tienen que renunciar a mayor cantidad de bienes materiales.
(LÉONIDA,
CSG 20, 427, 1950-12-08): En cuanto a la situación de fortuna, no es necesario
que los papás sean ricos, pero tampoco que sean tan pobres que se vean
obligados más tarde a reclamar a sus hijos para servirles de sostén. La
cooperación económica que se solicite de los padres variará según el país y
otras circunstancias. Es conveniente que participen en los gastos de la
formación, en la misma medida como lo hubieran hecho si sus hijos se hubiesen
quedado en casa. Sin embargo, el asunto del dinero quedará siempre en segundo
término cuando se trate de un candidato bien dispuesto y de padres bien
intencionados.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 044): Pero nuestra angustia se debe con
frecuencia a las ambigüedades del entorno y a los conflictos originados por
nuestra propia situación personal y la del mundo en que vivimos. Así: - No
pocas de nuestras inquietudes y realizaciones apostólicas, de nuestras misiones
y de nuestras casas de formación, jamás hubieran podido funcionar sin el apoyo
económico de nuestras grandes escuelas o colegios; - Algunas de esas
instituciones han trabajado -y siguen trabajando- en la educación cristiana de
los líderes que algún día puedan contribuir al cambio de las estructuras que
son causa de injusticia; -En la tarea educativa los frutos se producen
lentamente; - El compromiso (con los pobres, las misiones..., etc.) exige algo
más que simple buena voluntad; la falta de preparación adecuada y una selección
de personas no cualificadas para ciertas tareas podrían comprometer las posibilidades
de éxito.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): La Iglesia, que tiene a Cristo como
Cabeza y a María como Madre, es la comunidad de los redimidos que todo lo
poseen en común y comparten la misma dignidad de hijos de Dios. Como hijos de
un mismo Padre, a todos incumbe la responsabilidad de que los hombres sean
capaces de experimentar esa dignidad a la que están llamados. Como comunidad
eclesial que comparte el espíritu del Padre Champagnat en su preocupación por
las necesidades, en su aceptación de todos los hombres, debemos esforzarnos por
fortalecer nuestra fraternidad y por hacerla extensiva a los que padecen
necesidad, fraternidad que respete la dignidad singular de cada persona como
hermano o hermana en Cristo.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 046): - Profunda sensibilidad a las
necesidades y a los sentimientos de los menos favorecidos, ya se trate de
alumnos de nuestros colegios, física, afectiva, intelectual o moralmente
deficientes; ya de huérfanos, niños abandonados y aquellos que viven en la
miseria en un mundo que les ofrece pocas oportunidades o ninguna de librarse de
la depravación y de la opresión. (¿Hasta que punto es realidad esto en nuestra
vida diaria? ¿Ponemos verdadero interés, por ejemplo, por entrar en contacto
con el alumno retrasado, el estudiante con dificultades, el mendigo que nos
aborda? ¿Somos suficientemente conscientes de la situación injusta de los
trabajadores emigrantes, de los mal alojados..., etc., de nuestros países...?)
.
(BASILIO RUEDA,
CSG 27, 033, 1978-03-19): ¿Valdría la pena tomar medios tan radicales como la
virginidad, la pobreza o la obediencia por un lado mientras por el otro se
esclavizara uno a un sindicato, a un contrato profesión, a una opción política,
o a una obsesión social? Por muy legítimas que parezcan todas esas opciones,
aún hay mucho por hacer para reconquistar sobre ellas una libertad que ahogan y
que se traduciría en una gran movilidad y en una gran disponibilidad a partir
de un discernimiento constante en búsqueda de la voluntad de Dios.
(BASILIO
RUEDA, CSG 27, 090, 1978-03-19): Lo mismo es de la vida comunitaria, como de la
oración, o de la pobreza. No son nada en sí mismas. Cuando se les busca por
ellas mismas, por la satisfacción que procuran, tienden entonces a reemplazar a
Dios. Llevan a radicalismos de los que uno se percata bastante fácilmente como
de algo no evangélico. Entonces decepcionan, como decepciona todo lo que,
siendo limitado, pretende erigirse en un absoluto.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): Pasemos ahora a reconocer que una de las
dificultades que a veces tenemos es la de cómo interpretar las diferentes voces
que se dan en la Iglesia. Por ejemplo, hemos podido ver de cuando en cuando que
los registros empleados en temas sociales varían según las autoridades que
hablan. Voy a sugeriros dos principios orientativos para ayudar a discernir en
tales materias. Primero, desconfiad de las declaraciones de una persona cuyo
consejo proviene sólo de despacho, no del contacto con la realidad. En algunos
habla la experiencia vivida, pero en otros no es así. Jesús anduvo entre la
gente, convivió con los pobres, y su discurso nacía de allí. Otro principio
útil es analizar si la voz procede del amor o si viene del temor. Todavía
quedan en la Iglesia muchas cosas que están motivadas por el miedo. Pero como
dice san Pablo: “No nos dio el Señor un espíritu de timidez, sino de fortaleza,
caridad y templanza (2 Tm 1, 7).
(SOLIDARIDAD,
1993, CG. XIX, 08): Creemos que Dios es Padre de todos y que nuestra común
condición humana, en tanto que hermanos y hermanas en Jesús, es más fundamental
y básica que nuestra religión, raza, cultura y nacionalidad. Y porque, hoy, más
que nunca, la humanidad peligra, ya que una mayoría se ve reducida a una
pobreza cada vez más profunda, en tanto que una minoría acumula riquezas. Nos
sentimos llamados a una conversión de mentalidad y de comportamientos, es decir
ver el mundo con los ojos de los pobres y a acoger la invitación del Espíritu
Santo para vivir la fraternidad de Cristo con todos, en especial con los
jóvenes y preferentemente con los más desatendidos.
12.- justicia social |
(REGLA
1837, [09] 02): Quienes dejan echarse a perder los objetos que se les confían
por parte de las municipalidades o de la Casa Madre, se hacen culpables contra
la justicia, y están obligados a la restitución, ya que ni la Casa Madre ni los
municipios les confieren los objetos como propiedad, sino para usarlos como
buenos padres de familia.
(PS 306,
13-22; Carta al PARROCO MENAIDE MATEO, 1839-12-03.): Sírvase, Sr. Cura,
examinar los diferentes artículos de este convenio y exponernos su parecer
respecto a él. Si ello le puede convenir, sólo tendríamos que entendernos sobre
el artículo de nuestro prospecto, según el cual en la fundación de un
establecimiento exigimos por una sola vez para la casa madre 400 francos por
cada uno de los Hermanos que enviamos al mismo. Nunca como ahora nos fue menos
posible aflojar respecto a ese punto. Espero que tanto por caridad como por
justicia, dados los grandes gastos que efectúa la casa madre, no nos causará
usted dificultades al respecto.
(JBF,
1856, VPC, 02, 09, 378): Para los Hermanos, el ahorro no es sólo un consejo, es
una obligación; porque al ser religiosos, están obligados a comer y vestir
pobremente y cuidar de cuanto usen y les hayan confiado. Por eso me atrevo a
afirmar que quienes dejan deteriorarse lo que los Ayuntamientos o el Instituto
les da, pecan contra la justicia, y están obligados a la restitución.”.
(C1968:
55, 08-14): Una revisión en común de los planes apostólicos puede facilitar la
adaptación de un quehacer acaso en trance de rutina; ensancha las perspectivas
de la pastoral orgánica; y ayuda a discurrir en torno a los problemas de
justicia, caridad y hospitalidad, que afectan a la comunidad.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVII, p. 041): La asamblea capitular de 1976 ha
decidido, pues, abordar la cuestión de la pobreza, pero con las implicaciones que
tiene en la justicia, tanto en nuestra familia religiosa como en el mundo en
general. De sobra sabemos que este constituye uno de los problemas candentes
del hombre de hoy, y sobre el cual la Iglesia ha tomado posición repetidas
veces.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 041): Ojalá que la cuestión aquí planteada
nos conduzca a un examen serio y realista del problema, de suyo complejo.
Cualquiera que sea el resultado -positivo o negativo-, de nuestro examen,
reanudemos la marcha con coraje para superar los posibles obstáculos, y para
responder mejor a las responsabilidades que tenemos en la Iglesia y en el
mundo. No se trata de sentirnos culpables, sino de animarnos los unos a los
otros; no se pretende sostener que no hemos hecho nada, sino buscar juntos cómo
podremos ir más allá en esta cuestión. Proponemos acciones concretas, pistas de
compromiso más o menos generales, dado el carácter mundial de la Congregación.
Somos conscientes de que en el momento de aplicarlas necesitamos hacer .”discernimiento”
en diálogo con nuestros Hermanos, y someter luego nuestros proyectos a los
Superiores de la Provincia. Sería superfluo agregar que este documento no
pretende justificar ni sugerir el recurso a la violencia, incompatible con el
espíritu evangélico.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Esta inquietud, presente en el ánimo
de muchos Hermanos, les lleva a: - Querer orientar una parte más importante de
sus esfuerzos apostólicos en favor de los pobres, los oprimidos y los
marginados; - Tratar de vivir una vida más sencilla, sin dejarse seducir por el
atractivo del materialismo y por la vida fácil y cómoda que les rodea en muchos
de sus países; -Buscar vías evangélicas para comprometerse más en la defensa y
promoción de los derechos del hombre, a nivel local. nacional e internacional:
- Intentar desligarse más de algunas estrructuras que pueden comprometerles con
los ricos, especialmente cuando estos no manifiestan signos reveladores de una
actitud más justa para con los oprimidos; - Tratar de expresar abiertamente su
solidaridad con los pobres, llegando a un contacto más próximo con ellos y
procurando experimentar su misma situación, especialmente allí donde nuestras
obras y nuestra condición de vida no nos permitan dicho contacto.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 043): Un buen número de Hermanos están
preocupados seriamente por la pobreza evangélica en su propia vida, y
experimentan ansiedad, e incluso angustia, frente a la pobreza colectiva y a
nuestro compromiso con los pobres, en un mundo en el cual gran parte de la
humanidad se halla atormentada por el hambre y la pobreza y en el que muchos
son víctimas de situaciones de opresión y de miseria.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 044): Nos cuesta aceptar la complejidad de
la situación y nuestra incapacidad de satisfacer inmediatamente las ansias de
que reine la justicia entre los hombres y de estar más visiblemente entre los
más abandonados. Una de las causas de esta angustia y de este sufrimiento es
inherente a nuestra naturaleza humana limitada. En nuestros días los medios de
comunicación han acrecentado este sentimiento de impotencia en quienes
reflexionan acerca de estos problemas.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Ninguno de los redimidos ha recibido
tanto como María. Su canto del “Magnificat” es verdaderamente el himno de los
pobres de Yahvé. El gozo de la acción de gracias brota en el de un corazón
enriquecido por la aceptación de sí misma, confesando que todo es don de Dios,
de un Dios que invierte las situaciones, pues “dispersa a los soberbios de
corazón y derriba del trono a los poderosos”.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 045): Una posible reacción a dicho
sentimiento de impotencia consistiría en no hacer nada, so pretexto de que no
sabemos que hacer, o porque pensamos que la iniciativa que tomamos conseguirá
pocos resultados. Adoptar tal actitud es olvidar el poder del Espíritu que obra
en el mundo. Lo que nosotros emprendamos puede ser limitado, pero es importante
que lo hagamos. Tenemos la obligación de despertar las conciencias al drama de
la miseria y a las llamadas de la justicia social, presentadas con tanta fuerza
por el Evangelio y la Iglesia. Constituye también para nosotros una obligación
aportar nuestro esfuerzo en pro de la promoción de la justicia, y resulta
difícil justificar nuestra ignorancia en esta materia, habida cuenta de su
importancia.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 047): Compromiso por la causa de la
justicia y de la paz en el mundo. (Admitiendo que se dan ocasiones y
situaciones en que la prudencia exige silencio, ¿no tomamos demasiado
fácilmente esa prudencia como excusa para no comprometernos?).
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Hemos de preguntarnos si, en efecto,
estamos suficientemente enterados de las injusticias que oprimen y defraudan a
hombres y mujeres, injusticias que mantienen graves desigualdades entre las
naciones y entre las personas .
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Los “signos de los tiempos” y las
llamadas reiteradas de los papas Juan XXIII y Pablo Vl nos indican muy
claramente que nuestra práctica de la pobreza debería comprometerse en la
edificación de una sociedad más justa.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 048): Por otra parte, ¿somos conscientes
del despilfarro Irresponsable de los recursos de la tierra y del perjuicio que
presumiblemente ocasionara a las generaciones futuras? Sabemos que las
estructuras socioeconómicas de nuestra sociedad prolongan esos males. Tocante a
este punto, es muy posible que hayamos llegado a un viraje en la historia del
mundo.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 049): Construir con amor una sociedad más
justa, más humana, que forme las primicias del reino de la justicia y de la
paz, es obligación que atañe a todo cristiano. ¡Lamentablemente, el desarrollo
del cáncer de la indiferencia puede extinguir este amor con tanta facilidad!
Pero la caridad que irradia de la Eucaristía nos impele a todos a compartir las
penas y a conllevar la carga de las responsabilidades. No podemos actuar
aisladamente, sino como miembros de una fraternidad que desde ahora da
testimonio de una paz y una justicia que desearíamos extender a los demás.
Porque los cristianos, y en ello se ha insistido, no sólo deben prever el
futuro, sino construirlo.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 049): Ojalá nuestras vidas como Hermanos y
nuestra preocupación por los demás, sean un auténtico mensaje de esperanza, de
justicia y de paz para un mundo que lo necesita angustiosamente .
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 050): Que encaucemos los esfuerzos hacia la
formación y educación de nuestros Hermanos, de nuestras comunidades educativas
y de nuestros alumnos en cuestión de justicia social. Esto implica a todos los
niveles el estudio y la interiorización del mensaje evangélico, e igualmente de
la postura de la Iglesia universal y local y de nuestro Fundador respecto a
esta cuestión. .
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que aportemos ayuda y colaboración a
los que trabajan, con lealtad y sentido cristiano, en promover la verdadera
justicia y la paz.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que en consecuencia prestemos
atención especial: 2.2.1. A los Hermanos jóvenes durante su formación (estudio,
vida sencilla, contacto con los pobres); 2.2.2. A los Hermanos en “recyclage” .
o en cursos de espiritualidad; 2.2.3. A los jóvenes con quienes trabajamos y a
los alumnos que deberían recibir una instrucción sería y vivir experiencias
susceptibles de sensibilizarlos en la dimensión cristiana del servicio y de la
solidaridad, y desarrollar su sentido critico frente a los valores de nuestra
sociedad que algunas veces son causa de injusticia; 2.2.4. A los antiguos
alumnos y a los padres de los alumnos, a quienes deberíamos animar a reunirse
para reflexionar sobre este tema y luego actuar.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 051): Que sepamos denunciar cristianamente
los pecados de las estructuras en las que estamos implicados.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 052): Que se elabore un plan provincial de
conjunto sobre la cuestión de pobreza y justicia. Que este plan se ponga a
disposición del Consejo General y de las demás Provincias, con el fin de
ayudarse y estimularse. Una coordinación a este nivel beneficiaría a todos.
(POBREZA Y
JUSTICIA, 1976, ACTAS CG. XVIII, p. 053): Que se haga tomar conciencia a los
Hermanos de que todos podemos -y deberíamos- trabajar por la justicia. De que
cuantos lo hacen, dentro de un pluralismo bien entendido, directa o
indirectamente, pueden complementarse en el esfuerzo de conjunto de la
Provincia.
(C1986:
034,04): Nuestra misión de educadores de la juventud nos compromete a trabajar
por la promoción de la justicia.
(C1986:
086,03): Teniendo en cuenta la estrecha vinculación entre evangelización y
promoción humana, ayudamos a quienes padecen necesidad y cooperamos con los que
trabajan por la justicia y la paz.
(C1986:
087.02): Damos a conocer la doctrina social de la Iglesia y nos esmeramos por
despertar las conciencias a los problemas que afectan a la sociedad.
Comprometemos a nuestros alumnos en actividades caritativas que los pongan en
contacto con situaciones de pobreza.
(C1986:
088.03): Al personal que trabaja en nuestros centros hemos de pagarle el
salario justo y facilitarle su promoción humana. A tal efecto, el Hermano
Provincial con su Consejo establece un plan, teniendo en cuenta las diversas
situaciones personales.
(C1986:
156): Los Hermanos encargados de los bienes del Instituto no son propietarios,
sino administradores de bienes de la Iglesia. En su gestión han de preocuparse
por el bien común, la justicia, la pobreza, la caridad y por la labor apostólica
de los Hermanos. En la administración se atienen al derecho canónico.
(C1986:
156.01): Los Hermanos encargados de administrar los bienes del Instituto velan
para que todo el personal auxiliar reciba un salario acorde con las leyes del
país y se beneficie de las prestaciones sociales, como exige la justicia.
(C1986:
159,02): Los responsables, conscientes de su compromiso de pobreza y atentos a
las necesidades del mundo, utilizan parte de los beneficios para ayudar a las
Provincias más pobres, a las misiones y obras sociales.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 323, 1990-11-30): Esta reflexión me lleva a otras dos
observaciones. A lo mejor dentro de nosotros anidan todavía algunas reservas
para aceptar que Dios trabaje en el corazón de las personas que ni le honran ni
le conocen siquiera. Pero seguro que el agnóstico que desarrolla su labor en
una Comisión Pro Derechos Humanos en un país donde semejante tarea puede
fácilmente acabar en la tortura o la muerte es un portador del Espíritu Santo
mucho más auténtico que el religioso cómodo, o el clérigo o el obispo... que se
contenta con musitar frases compasivas de solidaridad. Ahí tenemos la historia
extraordinaria del Buen Samaritano. Era un hereje. Pero no era uno de esos que
están más interesados en los dogmas que en ayudar a los desasistidos. A veces
necesitamos que nos recuerden que al final seremos juzgados no por el credo que
profesamos sino por la vida que llevamos, por nuestros actos. Como en el relato
del Buen Samaritano, donde las últimas palabras de Jesús son: “ ld y haced lo
mismo!”.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): El Papa está urgiendo al mundo a que
reconozca la supremacía de la dignidad de todos los hombres y las mujeres en el
seno de la familia de la humanidad, y a que este sea el punto de mira como
principio inviolable de las relaciones sociales. La faz de la Tierra puede
renovarse, y la coyuntura actual es la oportunidad impregnada de gracia para
dar comienzo a la nueva creación. Ese es el mensaje, Hermanos, y tenemos que
sopesarlo con toda seriedad.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): El papa Juan Pablo está haciendo a todos los
hombres y mujeres una llamada kairos para superar viejos esquemas de posesión,
dominio, prejuicios raciales y relaciones utilitaristas. Bien sabe él que esto
no resulta fácil, porque mucha gente rechazará tales actitudes en su fuero
interno, pero al propio tiempo el problema persiste inconscientemente en el
núcleo de los sistemas económicos y sociales en los que nos encontramos
cómodos. (Quizá podría expresarlo con algún matiz, pero no creo que me aparte
de la verdad si digo que, al igual que los regímenes políticos totalitarios
someten la persona al Estado, no es menos cierto que los sistemas de economía
capitalista pueden aprestarse a subordinar las necesidades y las justas
reivindicaciones de los individuos a la consecución de beneficios.) En todo
modelo global existe la tendencia a pasar por alto las demandas y los derechos
de las personas.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 324, 1990-11-30): Sin embargo, y este es mi segundo punto,
pregunto ahora: Hermanos, ¿contemplamos el mundo con ojos que ven este momento
de la historia humana como un kairos posiblemente sin paralelo, en el que el
Espíritu Santo está dando fuerza a hombres y mujeres para cambiar el mundo? ¿Tenemos
fe suficiente para creer que por la providencia de Dios ahora subyace dentro de
la posibilidad humana el poder de invertir el que parecía un ciclo inalterable
de terrible pobreza y violencia para la proporción mayor de la humanidad?.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Al mismo tiempo, tenemos que efectuar una
nueva evaluación moral del tipo de pobreza que aflige a tantos hermanos y
hermanas nuestros. Un análisis realista de las formas actuales de subdesarrollo
nos lleva a reconocer que los diversos tipos de pobreza que se dan en nuestro
tiempo tienen las raíces en factores políticos y llegan a ramificar en un
deterioro moral causado por los pecados y omisiones de muchos. Es preciso, por
tanto, actuar de cara a las estructuras sociales de pecado, entendidas como
resultante de las mezquindades e inhibiciones de los individuos.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Dada la gravedad de la situación, el
subdesarrollo de las personas y las naciones requiere la movilización de la
familia humana entera. El punto de partida de la carta de Juan Pablo es este:
no se puede alcanzar el desarrollo humano sin apelar a la conciencia y a la
solidaridad moral de nuestros contemporáneos, tanto ricos como pobres; todos
están implicados y comparten la responsabilidad de trabajar por el auténtico
progreso de la humanidad. Aquellas que se denominaron “décadas del desarrollo”
llegaron y se fueron; y a pesar de tanto esfuerzo no hemos conseguido eliminar
las causas radicales del subdesarrollo que subsiste en muchísima gente y
numerosos pueblos. De hecho, la pobreza ha ido a más, y se ha extendido por
todas las partes del mundo, y la rapidez del cambio social ha extremado la
desigualdad entre los seres humanos. Una y otra vez, el papa Juan Pablo emplea
la expresión “vivir sin esperanza”. Así que nos toca comenzar de nuevo,
dirigiendo la mirada a las personas humanas concretas en su individualidad que
están sufriendo bajo el peso insoportable de una total desposesión.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Es fácil entender que algunos de entre
nosotros se sentirán perplejos, y hasta defraudados y molestos, ante la
perspectiva de un desafío que tiene proporciones geopolíticas. ¿Qué parte me
corresponde a mi, como individuo, en este proceso de reconversión de la historia?
Despacio, hablaremos de eso más tarde. Primero, tratando de ser serios, debemos
comprender que estamos llamados todos a responder a esta invitación por
imperativo moral. Esa es la premisa central de la encíclica.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 325, 1990-11-30): Esta semilla de pecado reposa casi oculta, en
el corazón de las estructuras, especialmente de aquellas que gobiernan nuestras
relaciones sociales y económicas. Tan imperceptiblemente, que puede estar
escondida en las transacciones más corrientes, por ejemplo al tomarnos una taza
de café, al comprar una piña o un plátano: el precio que uno paga a lo mejor
guarda escasa proporción con lo que recibió aquel cuyo sudor produjo esos
bienes y cuyo sustento depende de ellos. La historia del café no es nueva, pero
su geografía lo es; en tiempos pasados constituía uno más de los clásicos
problemas de América Latina, pero actualmente lo tienen también en África. De
un tiempo a esta parte, Ruanda depende fuertemente de la exportación del café:
hasta hace poco la venta del producto suponía el 80 % de los ingresos por
exportación; en 1986 se alcanzó la cifra de 150 millones de dólares; la misma
cantidad de café exportada en 1987 reportó al país 92 millones, y en 1988 ese
volumen de comercio exterior se quedó en 70 millones. En un período de dos años
los precios cayeron más del 50%. Hay que preguntarse qué tipo de sistema es ese
que provoca tal recorte en el pago a la labor de los cultivadores: el entramado
del libre mercado no ofrece una explicación adecuada para la gente cuya vida
depende de ese producto. Mientras tanto, el precio que se fija a los
consumidores en los países desarrollados tiene muy poco que ver con las
dramáticas y amenazadoras pérdidas de los exportadores.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 326, 1990-11-30): Más aun, suponiendo que no haya relación
directa en una transacción ordinaria, sin embargo, la abundancia que hace tan
confortable la vida en el Primer Mundo para muchos, está parcialmente basada en
una prosperidad económica vinculada a una serie de factores que contribuyen al
empobrecimiento de otros pueblos. Por ejemplo, los fondos de las entidades
bancarias del Norte reportan beneficios al consumidor norteño, en tanto que los
prestatarios latinoamericanos se ven en aprietos para enjugar el pago de
intereses cuyo montante supera ya cinco veces el crédito inicial, manteniéndose
en estado de deuda permanente. Detrás del cortinaje retórico de “ayuda” al
Tercer Mundo se oculta el hecho de que, por ejemplo, en 1988 las naciones
subdesarrolladas pagaron a los países ricos 43000 millones de dólares más que
los que habían recibido, panorama bien distinto a los 18 000 millones que
fueron al Tercer Mundo en 1982. Hay algo de verdad en eso que dicen de que
actualmente los países pobres están aportando ayuda a los ricos.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 326, 1990-11-30): Siendo grave este expolio económico, quizá lo
sea más la degradación humana, la esclavitud impuesta a millones de pobres para
asegurar a las naciones poderosas la libertad que otorga la opulencia. Parte de
la riqueza generada a costa del Tercer Mundo retorna frecuentemente para
subvencionar a gobiernos corruptos y opresores, y para proporcionarles armas
con las que mantener el injusto status quo. Que tremenda ironía es que también
esto se oficialice como “ayuda” . . .
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): “Un mundo dividido en bloques, presididos a
su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y la
solidaridad dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un mundo
sometido a estructuras de pecado.”.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): Hermanos, creo que a nadie le. pasará
inadvertido el hecho de que el Papa, en la encíclica, no vacile en utilizar la
expresión “estructuras de pecado”. Todos sabemos que este lenguaje entró a
formar parte de la reflexión sobre cuestiones sociales de la mano de la
teología de la liberación. El mundo entero conoce las reservas del Papa en
torno a ese tema: en su encíclica Reconciliatio et Paenitentia (1983)
desautorizaba tal forma de hablar, prefiriendo subrayar la situación de pecado
personal. Y. sin embargo, Juan Pablo Il asume ahora ese lenguaje; al hacer “una
lectura teológica de los problemas modernos” (art. 36) afirma:.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 327, 1990-11-30): Me parece que deberíamos tomarnos algún rato
para reflexionar sobre esta deliberada insistencia del Papa cuando habla del
pecado que existe en las estructuras que motivan el que unos sufran la
privación y otros disfruten de lo superfluo. El pecado impregna “los
condicionamientos y obstáculos que van mucho más allá de las acciones y de la
breve vida del individuo” (art. 36). En épocas pasadas la Iglesia ha puesto
especial énfasis en el sentido personal de culpa, casi de manera exclusiva, fustigando
las transgresiones contra la caridad, la honradez, la castidad. En tiempos
bastante recientes hemos podido oír sermones vigorosos en defensa del derecho a
acumular propiedad privada, a favor de una libertad que permitía a hermanos
nuestros vivir en la necesidad, en pro de una violencia que protegía el status
quo. Ha llegado ya el momento de que prestemos igual atencion -incluso más- a
la condena que hace la Iglesia de esa situación de pecado, que el Papa denuncia
en la encíclica y que afecta a la vida de todos nosotros.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): Consiguientemente, el Papa nos recuerda en la
encíclica (art. 47) que cada uno está llamado individualmente a poner su parte
en esta campaña de buenas voluntades para asegurar un desarrollo en la paz,
indicándonos también que aunque exista pecado debido a la codicia y el ansia de
poder, igualmente puede haber transgresión en estas cuestiones por miedo,
indecisión y cobardía. Así que, Hermanos, parece claro que en este asunto se
nos está invitando a todos a la acción.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): Es evidente también que no es el Papa solo el
que está alertando al mundo hacia esta dimensión moral del problema. El
Presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ha hablado recientemente del
“deber más serio” que tiene la Comunidad Europea para con el Tercer Mundo.
Recordando que en 1939 “éramos extraños entre nosotros”, ahora -decia- ”somos
hermanos”: “No se trata de que tengamos una Europa unida dentro de un mundo
dividido, sino más bien una Europa en solidaridad y asociación con el Tercer
Mundo. Lo cual no es solamente una bella frase para las relaciones públicas,
sino, por lo que a mi respecta, un imperativo ético que impulsa a la Comunidad
a trabajar en la erradicación de la pobreza, doquiera se halle. “.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 328, 1990-11-30): La dura realidad de la miseria humana y el
pecado de esta situación son un llamamiento moral a cada uno de nosotros; el
compromiso personal en esta cuestión no es algo que podamos dejárselo a los que
tienen especial sensibilidad para los temas sociales. La tarea de responder
personalmente a esta llamada no es opcional; es una exigencia del Evangelio,
algo a lo que el Papa nos convoca en el nombre de Jesús. Como les dijo hace
poco a los obispos de Asia, la fuerza de este imperativo estriba en la propia
fe, en la vocación de cada cristiano, porque nosotros creemos que el poder del
Evangelio para vencer el mal se fundamenta en la persona viva del Salvador del
mundo: la luz de Cristo es la que nos conduce a proclamar con audacia la
dignidad y los derechos esenciales de todas y cada una de las personas; el amor
de Dios revelado en Jesucristo es lo que nos impulsa valientemente a fomentar
el progreso social y un desarrollo más amplio en el terreno material y
cultural; el servicio de Cristo es lo que sostiene en la entrega a los
necesitados y oprimidos. Esa luz, ese amor y ese servicio son dones para todos.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Ahora me gustaría dejar bien clara una cosa. Entendemos
sobradamente que existe pecado en el mundo, particularmente en las estructuras
en que nos hallamos, al parecer, inextricablemente implicados. Los que viven
dentro del entramado y se benefician de ello no son pecadores sólo por esa
razón. La mayoría no tiene nada personal de que sentirse culpable. Todos hemos
sufrido ya esa experiencia. Conviene aclarar que lo que sentimos a este
respecto no es culpabilidad moral personal. Comprendo que a menudo haya gente
que no quiere tomar parte en planificaciones o retiros donde los
conferenciantes suscitan los problemas sociales de una forma que les hace salir
con más pesar de conciencia que cuando habían entrado. Además, no quieren
acabar cargando con una sensación de impotencia ante los dilemas de difícil solución.
Por esa razón algunos se encuentran más serenos en los ejercicios espirituales,
donde el amor y la gracia de Dios y su propio sentido de culpa y pecado parecen
reunirse en terrenos de libertad y responsabilidad personal, donde la
conversión está, como si dijéramos, al alcance de la mano. No obstante, la
tendencia a buscarse un santuario espiritual en el cual podamos sentirnos
justificados, sin asumir ningún compromiso de acción, debe ser considerada como
auténtica tentación que nos induce a eludir un deber moral.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Confío en que no me interpretéis mal. No
estoy minimizando la importancia que encierra el rezar por el mundo, por la
gente, por la Iglesia: hay que insistir e insistir, “venga a nosotros tu
Reino”. La oración nos lleva a un diálogo personal con Dios, una conversación
viva y amorosa, de sentimiento y reconciliación, y de ahí brota la fuerza que
nos impulsa a tomar decisiones en la acción. La fe sin obras está muerta; y el
amor, igual.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 329, 1990-11-30): Cuando hablo de acción, me refiero
exactamente a eso. Es preciso resistir a Ia tentación de espiritualizar la
llamada, la inclinación a inhibirnos de los dilemas reales que tenemos que
afrontar replegándonos en la oración. Puede suceder que estemos entregándonos a
nuestro rezo, preocupados y motivados por los problemas, y que ello nos deje
satisfechos, en tanto que a la vez nos estamos refugiando seguros y apartados
del sufrimiento humano. Deberíamos preguntarnos por las iniciativas que hemos
emprendido camino de nuestra conversión personal. Recientemente, el director de
un conocido centro de renovación decía que cuando organizaba encuentros para
temas de espiritualidad tenia “quorum” inmediato, pero cuando anunciaba
reuniones cuyos contenidos versaban sobre la paz, la justicia social y el
desarrollo del Tercer Mundo, contaba con muchos menos participantes.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Creo, Hermanos, que no hay excusas para
escurrir el bulto con el argumento de que los problemas son demasiado grandes o
demasiado remotos, o preguntándonos en tono lastimero, “¿Qué podemos hacer...?”
El propio papa Juan Pablo contesta a eso: “Con sencillez y humildad quiero
dirigirme a todos, hombres y mujeres sin excepción, para que, convencidos de la
gravedad del momento presente y de la respectiva responsabilidad individual,
pongamos por obra... Ias medidas inspiradas en la solidaridad y en el amor
preferencial por los pobres... En este empeño deben ser ejemplo y guía los
hijos de la Iglesia...” (art. 47).
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Las estructuras pecaminosas de nuestro mundo
perpetúan una distribución injusta y desequilibrada de los recursos, y traen
miseria a millones de hombres y mujeres; al final se crea un círculo vicioso
que asegura la continuidad de las leyes discriminatorias y la cruel explotación
entre los pueblos del Tercer Mundo. La situación se complica más con las
transiciones operadas en la Europa del Este y la crisis del Golfo. No vamos a
cambiar las cosas de la noche a la mañana. Sin embargo, caería sobre nosotros
una responsabilidad -añadamos, a escala personal- si nos negáramos a poner
manos a la obra. Por supuesto que un cambio global va a requerir tiempo, pero
la duración y la dificultad de la tarea no es causa eximente para nadie. Lo que
nosotros podemos hacer como individuos y como grupo está en proporción con las
circunstancias y las propias capacidades, que varían de persona a persona y de
lugar a lugar. Lo esencial es que cada uno ponga su parte y persevere en el
empeño, aunque su labor parezca relativamente insignificante.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Me permito añadir algo más: lo importante que
es enseñar la doctrina social de la Iglesia y despertar “las conciencias a los
problemas que afectan a la sociedad. Comprometamos a nuestros alumnos en
actividades caritativas que los pongan en contacto con situaciones de pobreza”
(C. 87.2).
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 330, 1990-11-30): Todos podéis tener ideas y sugerencias que os
vendrán de la propia experiencia de vida, de la reflexión evangélica, de las
Constituciones (el art. 34 es extraordinariamente valioso y lleno de
sabiduría).
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): El papa Juan Pablo señala el positivo valor
moral que encierra este sentido creciente de la interdependencia entre los
individuos y las naciones: “Ante todo se trata de interdependencia, percibida
como sistema determinante de relaciones en mundo actual, en sus aspectos
económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral.
Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta,
como actitud moral y social y como “virtud”, es la solidaridad. Esta no es,
pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o
lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse
por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos
seamos verdaderamente responsables de todos” (art. 38).
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 331, 1990-11-30): Hace años solía decir a los Hermanos que
cuando concediésemos a la enseñanza social de la Iglesia la misma atención que
prestamos al fútbol, entonces tendríamos escuelas católicas de verdad. Pero sé
bien que esto no resulta tan fácil en algunas sociedades. Hay que esforzarse
para diseñar un programa serio y una pedagogía efectiva de cara a educar en la
justicia social. Necesitamos llevar este asunto al terreno educativo, teniendo
muy en cuenta su complejidad, y conociendo los obstáculos que acechan a los
ingenuos, románticos e ignorantes. Espero que entre nosotros se de ya una
cierta experiencia en el análisis sociocultural, y desde luego un nivel de
destreza en su instrumentalizacion. He observado con interés que una de nuestras
Provincias ha brindado oportunidades durante varios años a sus Hermanos para
asistir a seminarios de reflexión social. Tenemos un sólido cuerpo de doctrina
[social] católica, y mucha documentación procedente de diversas fuentes. La
ocasión es propicia para que, como Maristas educadores, valiéndonos de nuestra
capacidad y de las circunstancias privilegiadas, demos una respuesta personal a
la presente llamada.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 332, 1990-11-30): ¿Cuáles son algunos de los desafíos más
obvios de cara a conseguir un mundo solidario? Yo comprendo que las
estadísticas pueden resultarnos harto prolijas; pero, por otra parte, aunque
estemos saturados de ellas, son nuestra realidad, un cuadro que hay que
contemplar. Un reciente estudio de la Organización Mundial para la Salud
predice que, de mantenerse la tendencia actual, hacia finales de siglo, 200
millones de personas pueden morir prematuramente debido a factores evitables.
El informe revela que cada año están falleciendo 14,6 millones de niños por
debajo de los cinco años de edad en países en desarrollo, víctimas de la
enfermedad y otras causas. Añadamos otro dato: la estimación media del gasto
por atención medica en los países más pobres del mundo ronda los 5 dólares por
persona, en tanto que en la Europa occidental la cantidad se cifra en unos 460
dólares. Con un programa de inmunización y tratamiento se salvarían 7 millones
y medio de niños cada año y a un coste de 2,500 millones de dólares; una fuerte
suma, sin duda. Pero ¿en que se nos queda si la comparamos con el presupuesto
anual para la defensa en un solo país que no menciono: 312,000 millones?.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 332, 1990-11-30): Me pregunto hasta qué punto estamos
convencidos de eso, de que somos responsables de todos. A lo largo de los
siglos XlX y XX una buena parte del mundo occidental fue trasladando sus
valores desde la tradicional centralización comunitaria rural a una
individualista afirmación nuclear urbana. Independencia, iniciativa privada,
éxito personal... estas cosas se han convertido en valores de primera magnitud
por todas partes en Occidente. Y en diversos grados este nuevo sistema ha ido
invadiendo los países del Este, en un contexto cada vez más urbano. El concepto
del “yo” ha pasado a ocupar el primer lugar. A muchos de nosotros nos sucede
que tenemos que luchar contra el individualismo como un valor que nos viene
transmitido e inculturado, y a menudo no se nos da nada bien lo de ser
responsables de todos. Sin embargo, cuando nos esforzamos por conseguir un
sentido de subsidiariedad y compromiso universal, estamos en realidad
rescatando nuestra auténtica herencia espiritual, porque el sentido de comunión
es genuinamente bíblico. No nos hace falta ir más allá del Padrenuestro, que
subyace en el mensaje del Sermón de la Montaña: somos hermanos y hermanas, bajo
la paternidad de Dios.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 333, 1990-11-30): Es una teoría honesta, y la buena voluntad
que hay tras esas palabras es innegable. Pero convendría recordar que el
proceso de reconvertir las espadas en rejas de arado no es fácil ni sencillo.
Aparte de problemas técnicos hay que contar con los costes sociales y las
camarillas políticas: por un lado el paro, que aumentará, al menos en la
primera fase; luego, los poderosos intereses creados, compañías gigantescas que
se ven obligadas a proteger las inversiones de sus accionistas anónimos. Y. por
supuesto, sería necio afirmar que el espectro de la guerra ha desaparecido de
la faz de la Tierra, y ahí están los recientes y continuos conflictos del Oriente
Medio para devolvernos a la realidad. Siempre existirá el riesgo de nuevas
amenazas, lo cual exigirá tomar prudentes medidas de seguridad y defensa.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 333, 1990-11-30): Quizá nos hayamos vuelto un poco escépticos
en cuanto a la posibilidad real de transferir la inversión en armamento a
planes diversos de desarrollo humano, pero en el período que medió entre el
colapso de los regímenes comunistas europeos y el estallido de la crisis del
Golfo hubo signos esperanzadores de que el tema estaba siendo estudiado
seriamente. Antes hice referencia a las declaraciones de Jacques Delors,
Presidente de la Comisión Europea. Para contrarrestar los temores que pudieran
surgir en el sentido de que las naciones ricas quizá planeasen reducir la ayuda
al Tercer Mundo debido al nuevo afán por relanzar las economías de la Europa
del Este, Delors expresó el compromiso de la Comunidad Europea con las naciones
en desarrollo del Sur, sobre la base de que un recorte presupuestario global en
defensa debe suponer unos dividendos añadidos al desarrollo. A la Comunidad le
correspondía, según él, desempeñar una función catalizadora para asegurar que
ese excedente derivado del gasto militar restringido fuese transformado en
inversión social y dotación de recursos para el Sur, al menos en parte, a lo
largo de la década siguiente. “Al desdibujarse la línea divisoria Este-Oeste,”
-decia- ”podemos dirigir los esfuerzos a borrar la división Norte-Sur, que es
aun más lacerante” .
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): El Papa aplica el mismo principio de
solidaridad cuando habla del carácter moral del desarrollo que debe basarse en
el respeto a los seres, tanto vivos como inanimados, que constituyen el mundo
natural. Nada ni nadie puede ser utilizado a gusto de cada cual, siguiendo
pautas económicas. Los recursos naturales son limitados, y usarlos como si
fuesen inagotables es un grave riesgo para la generación actual y las
venideras. Bastantes daños ha causado ya la industrialización al contaminar la
atmósfera, perjudicando la salud de la población. De esa forma, las cuestiones
alusivas a los recursos del mundo y al medio ambiente vienen a pertenecer a la
dimensión moral del progreso.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Es obvio que, en lo que al Papa respecta, la
cuestión ecológica no constituye precisamente un tema que interesa porque está
de moda, ni es un carruaje popular donde se vayan montando tales o cuales
grupos, ni -desde luego- algo que se preste a la explotación política con otros
fines. Nuestro sentido de solidaridad -nuestro compromiso para con todos y cada
uno de nuestros hermanos y hermanas- nos induce a apoyar las medidas necesarias
para proteger el medio. De ningún modo estoy sugiriendo que debamos respaldar a
partidos políticos que tienen esta preocupación como alternativa única: habría
que conseguir que la aspiración se generalizase a todas las personas y
facciones de la política.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Naturaleza y desarrollo están sólidamente
relacionados en la amplia visión integradora del Papa. Y desde luego, el
problema afecta al Sur, cuya pobreza está originada en el expolio de los
recursos; y afecta al Norte, donde la industrialización produce polución
atmosférica con todas sus secuelas; y afecta a las generaciones futuras que
pueden verse desposeídas de bienes naturales que no son renovables. Esta
amenaza a la vida, y quizá también a la propia existencia humana, que se
esconde en el abuso de los recursos nos indica claramente que, cuando entramos
en el terreno de la naturaleza, nos. encontramos con leyes, no sólo biológicas
sino también morales, que no podemos violar impunemente.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 334, 1990-11-30): Podemos apreciar, por tanto, que la
contribución del Papa, única en razón de su llamamiento, se orienta a integrar
la dimensión política Este-Oeste con la cuestión Norte-Sur. Le empuja a ello su
convicción de que los múltiples problemas que se interrelacionan en el mundo
pueden abordarse solamente desde un compromiso de solidaridad. En su análisis de
la historia surge una crítica a “la lógica de los bloques”, la guerra fría que
ha preocupado al Norte durante más de cuarenta años. Subraya el Papa las
consecuencias que ha tenido la rivalidad Este-Oeste en otros estados y pueblos,
especialmente en los países en desarrollo. La llamada se dirige ahora a
remodelar la confrontación de los bloques con el pensamiento puesto en las
demás naciones. Se ha escrito mucho sobre el nuevo marco de relaciones con la
Unión Soviética, pero raramente se analizan los cambios producidos a la luz del
bienestar de los países débiles. De hecho, el optimismo que reina en los
acuerdos Este-Oeste apenas se refleja en los problemas de la deuda, el
desarrollo, y los permanentes conflictos internos y regionales que afectan al
esquema Norte-Sur.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 335, 1990-11-30): No seria justo esperar que los políticos y
gobernantes obren milagros, si nosotros mismos no estamos dispuestos a poner la
parte que nos toca. La solución no está fuera de nuestro alcance; no está fuera
del alcance de una comunidad que cultiva la virtud de la solidaridad y
manifiesta su compromiso para con los demás. Cada uno, desde su propia esquina
del mundo, puede acercarse a los que no tienen techo, a los parados, a los
refugiados... están allí, donde nosotros estamos. Tenemos recursos para
compartir, incluso aunque nos hallemos en países pobres donde, por regla
general, nosotros mismos no solemos ser los pobres.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 335, 1990-11-30): Volvemos de nuevo a nosotros mismos y a la respuesta
personal que hemos de dar ante la llamada. Hermanos, ya sé que es difícil a
veces buscar el punto de arranque, pero lo que no podemos hacer es quedarnos
paralizados y rendirnos al presentimiento de que es demasiado para nosotros. En
un discurso dirigido a humildes obreros de Bolivia, 1988, el Papa decía estas
palabras, que son una bella y encarecedora invitación para todos: “Quiero
instaros a que viváis con la esperanza puesta en un mañana mejor, sabiendo que
es el mañana a donde tienen que encauzarse vuestros esfuerzos, cada uno en la
medida de la capacidad y de los dones que ha recibido.”.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Como educadores profesionales tenemos a la
mano una cuantía de recursos requeridos para la labor evangelizadora. ¿Seguro
que nos hacen falta todos? ¿Nos preocupamos por compartirlos con aquellos que
no tienen? Tenemos que ser ejemplos y guías en esto. Al menos, como mínimo,
deberíamos evitar la acumulación de fondos sobrantes cuando hay alrededor gente
pobre. Hay que analizar esta cuestión cuidadosamente, en las comunidades, las
provincias, la administración general. Creo que entendéis muy bien el dilema
que se le presenta al Consejo general cuando nos piden que aprobemos un
presupuesto de un millón de dólares para dotar a un colegio de gimnasio o de
piscina, en un país donde abunda la miseria.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Con frecuencia he mencionado las palabras que
dijo Juan Pablo a los obispos de México en Puebla, año 1979: “La Iglesia ha
aprendido que la labor encaminada a la justicia y a la promoción humana forma
parte inseparable de su misión evangelizadora.” Esta afirmación es
significativa por varias razones, pero quisiera que os fijarais únicamente en
esa palabra: la Iglesia ha aprendido... ha aprendido. Hermanos, estoy
persuadido de que cuando la Iglesia aprende, es el Espíritu Santo el que
enseña. Es el Espíritu Santo el que ha hecho brotar esta nueva y grande
sensibilidad hacia todo lo que concierne a la justicia, preocupación por los
desposeídos y marginados de la sociedad, la búsqueda de una mayor equidad en
las relaciones internacionales...
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 339, 1990-11-30): Tanto los Padres de la Iglesia como los
teólogos escolásticos fueron audaces cuando trasladaron sus reflexiones del
terreno de los deberes de los que tienen, al campo de los derechos de los que
no tienen nada. Desde aquello de “da de comer al hombre que se muere de hambre,
porque si no le das, tu lo estás matando”, a lo otro: “cuando una persona se
encuentra en extrema necesidad le ampara el derecho de abastecerse de lo que
necesita de las riquezas de los otros”.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 340, 1990-11-30): Por este motivo no vacilo ni un instante al
decir que el llamamiento que se nos hace para comprometernos en favor de los
pobres y los que sufren la injusticia, que suena con tanta claridad en el
contexto del momento presente, es un auténtico don del Espíritu Santo. Y esa es
la razón por la que insisto en que deberíamos alejar de nosotros miedos y
reservas, y aceptar la llamada con serenidad y alegría, hasta la última
implicación, aunque ello suponga lucha y conversión de actitudes, es decir, una
nueva vida. No quisiera que penséis que todo esto es únicamente una bella
teoría que me ha venido en sueños. La realidad está en la vida de muchos
Hermanos y en la vitalidad de las Provincias: la fidelidad a esta llamada trae
su propio fruto: espíritu renovado. Y creo que, por el contrario, la falta de
fidelidad a la misma conducirá sin remedio al desvanecimiento y pérdida final
del espíritu.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): En el campo de la Justicia, ya sabemos que en
muchas homilías se ha predicado en contra de los que tenían inclinaciones
izquierdistas. Es verdad que se han dado abusos, en algunos casos muy
lamentables. Pero mirando en la otra dirección, ¿qué es lo que se ha dicho de
aquellos que se alían con los poderes derechistas, y ofrecen, al menos
tácitamente, apoyo a situaciones de injusticia y violencia institucional?.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 343, 1990-11-30): En muchos lugares, los que viven en la calma
y la tranquilidad no hacen nada y contribuyen con su silencio a que el status
quo no se vea perturbado .
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 344, 1990-11-30): También parece que surgen discrepancias en el
modo de entender la labor social en el Tercer Mundo, y en otras partes del
globo: el compromiso de los sacerdotes y religiosos a favor de la causa de la
justicia y los derechos humanos en los países de América Latina es considerado
manifiestamente político, en tanto que una conducta similar por parte del clero
y personas consagradas en las zonas de influencia comunista es frecuentemente
exaltada como heroica. Y. por supuesto, mientras en el Tercer Mundo la Iglesia
está siendo constantemente advertida para que no entre en la causa política,
casi nadie cuestiona el apoyo expreso que brinda la jerarquía a los partidos
“democristianos” de Europa, partidos que no siempre hacen honor a su nombre.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 345, 1990-11-30): ¿Cuál es el resultado visible de tales
experiencias? Primero diría, Hermanos, que nace una sensación de frustración,
al descubrir que la pobreza que reina en el mundo no está causada únicamente
por la desventura, la vagancia o la ignorancia. Cuando ves que las cosas no son
accidentales, sino que han surgido por la fuerza de políticas y sistemas... uno
se enoja y se indigna. Como ha dicho Albert Nolan, OP, aprendemos el
significado de la ira bíblica de Dios, que no brota del odio ni del egoísmo,
sino como expresión del amor compasivo: “Levántate, Yahvé, en tu cólera, surge
contra los arrebatos de mis opresores, despierta ya, Dios mío, tu que el juicio
convocas” (Sal 7,7). Esta es la segunda resultante de nuestra experiencia con
los pobres: que la compasión sólo puede desarrollarse y madurar en la medida en
que tomamos el sufrimiento y la opresión con una seriedad tal que nos haga
sentir la ira por ese estado de cosas. Impactados por la situación, nos veremos
apremiados a entrar en acción.
(CHARLES
HOWARD, CSG 29, 348, 1990-11-30): Todos sentimos cierto agobio ante la magnitud
de los problemas que tiene que afrontar la humanidad en el momento actual, pero
el Papa insiste en que cada uno tiene un papel que desempeñar. El invitaba a
gente muy humilde de Bolivia “a vivir con la esperanza puesta en un mañana
mejor, sabiendo que es el mañana a donde tienen que encauzarse vuestros
esfuerzos, cada uno en la medida de su capacidad y de los dones que ha
recibido”. En las circunstancias concretas de mi propia vida y de la comunidad,
¿qué puedo -que podemos- hacer para expresar esta solidaridad a la que el Papa
se refiere? ¿Qué estamos haciendo ya, y que más podríamos llevar a cabo?.