UNA
DEMOCRACIA COMO POSIBILIDAD POLÍTICA
DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE LA VIDA
Germán Cardona Marín 1
“...Toda
la democracia salió a la calle. Hasta dónde, dónde irán. Hasta la mitad de la
muerte que se mata o hasta la otra mitad en que se muere. Hasta el fin, hasta
el vértigo, hasta el fin. O reculando traicionados, reculando traidores...”.2
¿Es factible la consolidación de una democracia que se
inscriba de manera significativa en el complejo mundo de la vida de los seres
humanos, posibilitando un desarrollo integral desde una nueva mirada que logre
superar el esquema tradicional que asume la democracia únicamente desde la
esfera de las formas de gobierno? Para inscribir esta perspectiva, es urgente
suscitar un cambio de mentalidad que permita pensar la democracia como parte
integral de la vida de una persona, lo cual implica todo un proceso que
requiere de un nuevo paradigma que asuma este concepto y lo proyecte en la
sociedad, como lo hace F. Requejo, quien
trabaja en esta idea de manera particular. En esta misma perspectiva se fundamenta la Línea de Investigación
en Educación y Democracia de la Universidad Católica de Manizales:
“Se
presentan hoy dos clases de democracias: la horizontal y la vertical, que en
otros términos se refieren a la democracia como forma de vida y como forma de
gobierno, respectivamente”. 3
Así la
democracia sufre un giro conceptual significativo que lleva a superar la
limitada “óptica gubernamental” que
cercena incluso la posibilidad de recuperar el espíritu bajo el cual nació; el
griego, no para replicar la vivencia de los hombres que navegaron el Egeo, sino
para restituir una idea, una tradición, pues la tradición griega se funda en
una concepción de comunidad en la que el ser humano como eje articulador de la
misma, crea, dinamiza y estructura modos de percibir el mundo de una manera
particular, una de esas formas de interiorizar la realidad, que evidentemente
se convirtió en el esquema de expresión humana que más ha permitido el
encuentro y el desencuentro entre los hombres,
ha sido la democracia, ya que ésta por el hecho de hacer parte integral del universo de la polis, se concibe como una construcción de hombres y para hombres,
lo cual implica que dicho universo no sea asumido únicamente desde el plano
físico, sino que permite la vivencia de lo espiritual.
“Aquí
no hay dicotomías. Aunque no sea perfecta su aplicación dados los niveles de
diferenciación social. Pero como ideal práctico, como referente histórico de
una forma social que existió, está allí, para que las generaciones posteriores
la conozcamos y podamos reconocer que es posible tener formas de vida
democráticas”.4
Es así
como la polis aparece como el lugar
común para el desarrollo de las facultades humanas, allí está la fuerza
formadora que va a permitir que la educación no sea territorio exclusivo del
intelecto, sino que ésta también llegue a esferas tales como el alma y el
cuerpo, de allí que una educación para el espíritu se asuma en una educación para la polis. Por ello el Estado mejor será entonces, la máxima voluntad
configuradora de lo humano; individuo –
polis, lo que posiciona a la comunidad como el centro de formación humana,
posibilitando la constitución de hombres libres, con capacidad de deliberación,
argumentación y toma de decisiones. Es allí, en la comunidad, donde se da el
ejercicio de educación política, donde se halla lo común de cada individuo, es
el lugar, el espacio de formación. La asamblea conecta el individuo y la esfera
política. En el concepto clásico de la polis,
los hombres y no las cosas la conforman, quien actúa no es el Estado, sino una
forma personal, la de SER HOMBRE, de
ahí que DONDE ESTÉ EL CIUDADANO, ESTÁ LA
ESENCIA DE LA POLIS, LA COLUMNA VERTEBRAL DEL ESTADO MISMO.
“Al convertirse en elementos de una
cultura común, los conocimientos, los valores, las técnicas mentales, son llevados
a la plaza pública y sometidos a crítica y controversia. No se los conserva ya
como garantías de poder, en el secreto de las tradiciones familiares; su
publicación dará lugar a exégesis, a interpretaciones diversas, a
contraposiciones, a debates apasionados. En adelante la discusión, la
argumentación, la polémica, pasan a ser las reglas del juego intelectual, así
como del juego político”.6
“El mundo de las relaciones sociales forma, entonces,
un sistema coherente, regulado por relaciones y correspondencias numéricas que
permiten a los ciudadanos mantenerse “idénticos”, entrar unos con otros en
relaciones de igualdad, de simetría, de reciprocidad, y componer todos en
conjunto un Kosmos unido. La polis se
presenta como un universo homogéneo, sin jerarquía, sin planos diversos, sin
diferenciación”.7
De hecho,
la opción democrática se arraiga en la trama del tejido social de la tradición
helénica y se estructura como el gran legado político dejado por los pobladores
de la península del Peloponeso, a las generaciones futuras, pues más tarde la
cultura griega se convertiría (por la intercesión de un discípulo de
Aristóteles; el macedonio Alejandro Magno) en el fenómeno totalizante más
significativo de la antigüedad; “La
Civilización Occidental”.
Desde este
panorama, pensar la democracia como estilo de vida, implica en el mundo actual
la asunción de esquemas evolucionados que permitan la construcción de nuevas
realidades en las que adquiera preponderancia tanto lo público como lo privado,
e incluso, lo íntimo, ya que para hacer significativa la democracia como forma
de gobierno, es urgente fortalecer formas de vida democráticas que tengan
significado en lo cotidiano.
“Democratizar
la vida cotidiana, e íntima y privada, como una forma de empoderar a personas
que se potencializan hacia y en el grupo; proyectándose mediante procesos
organizativos más amplios en una vivencia de lo público como forma de Gobierno.
Aquí la democracia como estilo de vida se diluye en la democracia como forma de
gobierno potencializando y dando vigor a la política en cuanto encuentro entre
diferentes que ayudan en la construcción del bien común”.8
Una
cotidianidad que consolida tanto el principio de autonomía (herencia Kantiana),
como el de heteronomía, una heteronomía que aparece como posibilidad de
constitución de ambientes armónicos y diversos, en los que se tiene en cuenta
tanto la igualdad y la uniformidad, como la diferencia y la diversidad. De ahí
que la democracia adquiera un significado que trasciende el mundo de lo
político, para conectar el “mundo de la
vida”.
“La democracia no es un
mero instrumento político, una forma posible de organizar los mecanismos del
poder, sino que la democracia si bien se expresa en el mundo político, es una
forma de participación del mundo de la vida en la política”.9
Lo anterior significa que aparece en el horizonte una
posibilidad, la posibilidad de trazar un nuevo modelo de sociedad que
dimensione al hombre como sujeto político (actuante
y deliberante), que perciba la
democracia como la vida misma, como construcción colectiva que reivindica la
participación ciudadana desde una gestión política que se inscribe en un marco
ético- civilista que impacta desde los escenarios de la democracia real
(relaciones establecidas en el diario vivir de los ciudadanos), hasta los
escenarios de la democracia formal (asuntos complejos de la política local,
regional, nacional o mundial).
“Se produce entonces una
diversificación de escenarios políticos y un arrinconamiento de los escenarios
formales, Congresos, Asambleas, Juntas, de tal manera que la política se
encuentra más cerca de la cotidianidad que de las relaciones diversas entre
Estado y ciudadanos. Se trataría de que la política vaya a diferentes
velocidades y escenarios y que se redimensione su comprensión como núcleo
rector de la vida social”.10
Pero ¿puede la política (en este caso la democracia)
convertirse en eje direccionador de la sociedad poscontemporánea? En una vida
social que se asume desde la multiplicidad, la diversidad, el conflicto, el
disenso, etc. Si nos apoyamos en los planteamientos del pensamiento complejo
podemos encontrar una luz en el horizonte que permita establecer que la
democracia es más que un régimen político, porque es evidente que ésta se
ampara en ideas y las ideas no son otra cosa, que construcciones humanas que se
reflexionan socialmente.
“La democracia no es sólo un proceso
normativo, externo a los sujetos sino que se construye en el entrecruce de lo
objetivo, lo subjetivo e intersubjetivo de la acción humana. En tal sentido se
debe resaltar cómo la democracia es una construcción colectiva, compleja,
histórica, cambiante. Que requiere procesos de autorregulación, pretensiones de
sociedad, ideales de mujeres y hombres que la hagan realidad, horizontes de
sentido para avanzar en su concreción. En últimas, querer vivir la democracia
como estilo de vida, implica asumir el reto de pensarla desde nuevos sentidos,
para esta época de aparente sinsentido”.11
Es
así, como podemos contextualizar la Democracia como un sistema de organización
compleja constitutivo de políticas que se autoalimentan con la autonomía
espiritual del individuo, de su libre expresión, en la que se conjugan sus
ideales en la triada; libertad-igualdad-fraternidad. Por tanto, este sistema de
organización compleja indica un sistema político igualmente complejo, en cuanto
viene de pluralidades, competencias y antagonismos, permaneciendo como una
comunidad, lo que es explicable a través del hecho concreto de que la Ley se
torna como principio de igualdad,
entre la voluntad política y la acción política, entre el individuo y la polis.
“Es así que la
democracia, que exige a la vez consenso y conflictividad, es mucho más que el
ejercicio de la soberanía del pueblo. Es un sistema complejo de organización y
de civilización políticos que alimenta (alimentándose) la autonomía de espíritu
de los individuos, su libertad de opinión y de expresión y el ideal trinitario
de Libertad, Igualdad y Fraternidad”.12
El
principio de igualdad es el fundamento de la libertad misma. Por ello para
reivindicar un discurso que ha perdido vigencia, es emergente una nueva
narración, con sus respectivas implicaciones, separaciones y conjunciones
culturales, económicas, sociales, educativas y políticas; una verdadera
transformación sólo es posible si se tiene presente la relación del bucle
moriniano individuo- sociedad- especie, donde la producción y distribución de los bienes materiales e
inmateriales sea más equitativa y las intervenciones sociales y naturales sean
más igualitarias.
“Una política del hombre debe asumir
la multidimensionalidad y la totalidad de los problemas humanos, pero sin
transformarse en totalitaria. Debe integrar la administración, la técnica, lo
económico sin dejarse disolver, en realidad despolitizar por lo administrativo,
lo técnico, lo económico”.15
Porque la democracia de hoy debe procurar un nuevo
tejido, un tejido que necesita del entramado que se estructura solamente desde
la conformación de un hilo inquebrantable entre lo humano y lo político, en
donde la educación ejerce un papel preponderante, porque si se hace énfasis en
que el aula debe ser el lugar de aprendizaje del debate argumentado, de las
reglas necesarias para la discusión, de la toma de conciencia de las
necesidades y de los procesos de comprensión de pensamiento de los demás, de la
escucha y el respeto de las voces minoritarias y marginadas, entonces la
cultura de debate académico, se imbrica en la cultura del debate democrático,
en una fusión que es la vida misma.
“La
democracia necesita tanto conflictos de ideas como de opiniones que le den
vitalidad y productividad. Pero la vitalidad y productividad de los conflictos
sólo se puede expandir en la obediencia a la norma democrática que regula los
antagonismos y reemplaza la batallas físicas por las de las ideas y determina
por la vía de los debates y las elecciones un vencedor provisional de las ideas
en conflicto, el cual; a cambio, tiene la responsabilidad de dar cuenta de la
aplicación de sus ideas”.16
Y sólo en la vida, es viable apostarle a una democracia
factible, una democracia que sea posibilitadora de un verdadero desarrollo
integral en el que entren en interacción las distintas dimensiones que
comportan al ser humano.
“Para que haya desarrollo integral e
integrado en las diferentes esferas que le son constitutivas como lo
cognoscitivo, intelectual, afectivo, erótico, emocional, desarrollo físico,
ético, valoral, socialización, trabajo, producción, juego, en lo político y
estético. Un nuevo sujeto humano requiere ser formado desde una ética ciudadana
que genere nuevas relaciones y la solución no violenta de los conflictos. Es,
en últimas, avanzar en una Formación cívica para la construcción de democracia
y de ciudadanía para la participación política y social, lo cual se concreta
mediante la formación de sujetos políticos”.17
Es por tanto fundamental que la democracia permita de
forma clara la conformación de sujetos políticos, de ciudadanos que le apuesten
a una nueva ética ciudadana, que permita vivir la democracia no sólo desde la
exclusividad y limitación de las estructuras gubernamentales, sino desde la
vida cotidiana, una cotidianidad que propicie el aumento de la capacidad de
decisión de las comunidades educativas y fomente la actitud crítica frente a
las posibles propuestas alternativas que coadyuven en la interiorización de
valores tales como el respeto, la tolerancia, la justicia, la equidad, el
diálogo y la convivencia como generadores de paz, una paz que es anhelada
fervientemente por los colombianos.
Para finalizar bastaría dejar sembrada una pregunta
que se dimensiona en el plano del Pensamiento Político de la Complejidad ¿Son
los tiempos por venir aptos para ACLIMATAR,
esto es, para volver a realizar el ideal paideico de la DEMOCRACIA en dimensiones de una CIENCIA ANTROPOLÍTICA COMPLEJA que impacte de manera significativa
el mundo de la vida?
1 Profesor de Democracia en la Universidad Católica de Manizales. Estudiante de la Maestría en Educación
2 BENEDETTI, Mario. Noche de sábado. En: Versos para rumiar. Inventario. Colección Visor de Poesía. Madrid, 1980. p. 294.
3 JARAMILLO OSORIO, Francisco Javier. Conocimiento en línea. Boletín informativo de las líneas de investigación. No. 3. Universidad Católica de Manizales. Vicerrectoría de Investigaciones. Manizales, abril de 1999. p. 2.
4 DÍAZ GÓMEZ, Álvaro. Educación de sujetos políticos para la democracia. Documento del Seminario “Investigación en Educación y Democracia”. Universidad Católica de Manizales. Maestría en Educación. Universidad Católica de Manizales. Manizales, Marzo 17 de 2001. p. 3.
5 JAEGER, Werner. Paideia: Los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica. 3ª reimpresión. Santafé de Bogotá, 1997. p. 84.
6 VERNANT, Jean Pierre. Los orígenes del pensamiento griego. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 4ª Edición. Buenos Aires, 1976. p. 40.
7 Op. Cit. p. 80.
8 DÍAZ GÓMEZ, Álvaro. VALENCIA GONZÁLEZ, Gloria Clemencia. Bitácora. Ensayos sobre educación para la ciudadanía. Potencial político de la democracia como estilo de vida. Centro Editorial Universidad Católica de Manizales. Universidad Católica. Manizales, 1999. p. 40.
9 BOTERO URIBE, Darío. Vida, Ética y Democracia. Instituto para la democracia Luis Carlos Galán Sarmiento. Edit. Servigraphic ltda. Santafé de Bogotá, 1995. p. 146.
10 VALENCIA GONZÁLEZ, Gloria Clemencia. La Tensión Modernidad – Posmodernidad: Un telón de fondo para la socialización política en Colombia. Revista de enseñanza e investigación educativa. Ediciones Universidad de Salamanca. Vol. 9. p. 212- 213.
11 DÍAZ GÓMEZ, Alvaro. Espacios Democráticos en el Ámbito Escolar. Conceptos y prácticas sobre la democracia en un grupo de maestras y maestros de básica primaria, de la ciudad de Manizales. Centro Editorial Universidad Católica de Manizales. Universidad Católica. Manizales, 1999. p. 24.
12 MORIN, Edgar. Tierra Patria. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. p. 132.
13 MORIN, Edgar. Los siete saberes necesarios para la educación del
futuro. UNESCO. Ministerio de Educación Nacional. p. 79.
14 Op. cit. p. 84.
15 MORIN,
Edgar. Tierra Patria. IBID. p.
162
16 MORIN, Edgar. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. IBID. p. 81.
17 DÍAZ GÓMEZ, Alvaro. Educación de sujetos políticos para la democracia. IBID. p. 6-7.