GEORGES TAMOS: LOUIS CHARBONNEAU-LASSAY

 

El 26 de Diciembre de 1946, con los primeros albores del día, se extinguía en Loudun, en su vieja morada que antaño perteneció a los Caballeros de Malta, Louis Charbonneau-Lassay, conocido por sus trabajos de arqueología como por sus estudios de iconografía y de simbólica cristianas, y sobre todo por esta obra monumental: El Bestiario de Cristo.

Louis Charbonneau-Lassay nació en Laudun en 1871, en una familia de campesinos establecida en la región desde hacía muchos siglos. Después de sólidos estudios, debuta, como joven profesor, en la ensenanza libre, en Saint-Laurent-sur-Sèvre (Vandea) con los Hermanos de San Gabriel. Piensa ante todo en convertirse en uno de los suyos y hace su noviciado. Pero sobreviene la ley de separación. Recobra entonces su libertad. Charbonnneau-Lassay llega a ser secretario de la importante "Revue du Bas-Poitou". Su capacidad de trabajo es considerable; su clara inteligencia, su perspicacia, le hacen distinguirse pronto en los medios arqueológicos. Publica numerosos estudios en la "Revue du Bas--Poitou" y en el "Bulletin des Antiquaires de l'Ouest"; prehistoria, historia, arqueología céltica y galo-romana, numismática, son tratadas con igual competencia; ninguna rama de las ciencias del pasado le es extrana. Paralelamente, estudia el folklore de la región, y en especial las leyendas relativas a Santa Radegunda, que hará aparecer, con algunas otras, en el "Journal de Loudun".

Durante la guerra de 1914-1918, vuelto a Poitou, Charbonneau-Lassay escribe su gran obra: "Historia de los Castillos de Loudun", que asegura definitivamente su reputación en el mundo de la arqueología. Al mismo tiempo, en el curso de sus peregrinaciones por ciudades y campos, con ocasión de sus visitas a los castillos y casas señoriales de su Poitou natal, de la Vandea, de Anjou y de los confines de la Turania, constituye una colección inestimable de armas, de joyas, de monedas, de la época galo-romana y de la Edad Media, colección que clasifica en el gran salón de monumental chimenea, con la cruz de malta grabada, que había convertido en su gabinete de trabajo. En este mismo salón, graba también los millares de tablas de madera que debían ilustrar sus artículos y sus libros.

Pero esta actividad erudita recubría otra, igual de intensa aunque menos aparente durante mucho tiempo, dirigida a la investigación, a la "búsqueda" (queste) de lo que podía subsistir relativo al simbolismo y al esoterismo cristianos, cuyo papel fue tan importante en la vida espiritual de nuestros países, hasta el Renacimiento y a veces mucho más allá.

El fruto de estas investigaciones debía proporcionarnos toda la serie de artículos, escritos desde 1921 hasta 1929 en la revista "Regnabit", desde 1930 hasta 1939 en "Le Rayonnement Intellectuel", que iba a dar nacimiento al Bestiario de Cristo, aparecido a comienzos de la última guerra, después al Vulnerario de Cristo, al Florario, al Lapidario, que quedaron desgraciadamente inaca bados, incluso como simples fichas.

Tomamos de Luc Benoist, que fue encargado por las ediciones Desclée de Brouwer de presentar el Bestiario de Cristo, el relato de las circunstancias en las cuales fue decidida la immensa empresa de Charbonneau-Lassay:

"... Quedo impresionado por el hecho de que, pasando de la Antiguedad al Cristianismo, el simbolismo de los objetos religiosos conservaba el mismo sentido profundo. Sus investigaciones hubieran permanecido tal vez fragmentarias y aisla-das, especialmente en la bella revista "Regnabit" y en "Le Rayonnement Intellectuel"..., si una intervención amistosa no le hubiera impelido a una realización más completa. Un día, en el despacho de S. Em. el Cardenal Dubois, Arzobispo de París, habiendo recaído la conversación sobre el pensamiento de León XIII que presenta el Corazón traspasado como el último símbolo del Salvador, las personas presentes comprobaron con el Cardenal que el simbolismo personal de Jesucristo era cosa hoy día muy mal conocida, y dijeron a Charbonneau-Lassay que ahí tenía un hermoso tema de su competencia, y muy digno de él. La realización de este proyecto, concebido en una conversación de una hora, requiere una quincena de años. Pero también ¡qué cosecha y qué riqueza!

"... En este inmenso dominio de los signos, el "espiritual" que es Charbonneau-Lassay ha ayudado poderosamente al arqueólogo. Ciertamente, desde hace cien años, en las revistas y en los libros, los eruditos han estudiado los emblemas y las figuras del Salvador. Basta enumerar los nombres de Monseñor de la Bouillerie, del Abad Auber, de Barbier de Montault, de Cloquet, y rnás recientemente los de Dom Leclercq, de Emile Mâle y de Bréhier. Pero, en estas diferentes obras, el tema capital desde el punto de vista religioso y espiritual, que es la Emblemática crístíca, es asfixiado por lo accesorio histórico o arqueológico. No permiten comprender en su amplitud el sentido profundo de esta inmensa imaginería. No situan su origen precristiano y sus bases simbólicas eternas. Este es, para muchos, el punto de vista realmente metafísico que da el valor a esta obra, como ha sido su ocasión y su origen. El autor no solamente ha expuesto, respecto de cada uno de los emblemas que estudia, el sentido preciso que expresa en el pensamiento católico, sino que muestra los significados de este emblema en las concepciones precristianas. Hace, por así decir, la prehistoria. Mejor aún, muestra el esoterismo subsistente en los grupos secretos de la Edad Media, hasta en los dogmas aún vivientes.

Añadamos aquí que Charbonneau-Lassay obtuvo el favor de ver abrirse ante él archivos generalmente ocultos.

¿Es debido al renombre dado a sus trabajos, es por alguna otra razón que una mañana, el futuro autor del Bestiario de Cristo vio llegar hasta él, procedente de los confines del Turquestán y de Mongolia, a uno de los representantes del antiguo sacerdocio mazdeo, el Príncipe Saï-Taki-Movi? Se verá más adelante que el autor mismo hace alusión a ciertas precisiones recibidas de este Dignatario, al igual que se refiere a una fuente de información que no pertenece al dominio ordinario de la bibliografía y que es, al menos, igualmente segura... Es suficiente decir que la extensíón, la riqueza y el carácter a veces enteramente inédito de la documentación de Charbonneau-Lassay, dan un interés excepcional a sus trabajos. Los tres estudios que presentamos aquí permitirán, a pesar de sus modestas dimensiones, hacerse una idea bastante exacta de una obra todavía demasiado poco conocida.

Las circunstancias, en efecto, no fueron favorables a Charbonneau-Lassay. Su gran obra, como hemos dicho, se terminó de imprimir nada más comenzar la guerra de 1939-1945. Sólo llegaron a sus destinatarios los ejemplares suscritos previamente. El resto de la edición, es decir, la casi totalidad, guardada en Brujas en los almacenes del editor, fue completamente destruida en un incendio -lo mismo que las tablas grabadas por el autor- durante la invasión de Bélgica. Esta desgracia, unida a las tristezas de la ocupación, ensombreció los últimos años de Charbonnneau~Lassay.

Es el 30 de Diciembre de 1946, en una mañana lluviosa, cuando sus amigos llegados de la Ciudad ludunesa y de las mansiones señoriales vecinas, los miembros de las Sociedades eruditas del Poitou y del Oeste, los representantes de la Municipalidad de Loudun, marchando en largo cortejo por las pequeñas calles estrechas y empinadas de la ciudad antigua, le acompañaron hasta la tumba donde le esperaba la que, llegada muy tarde a su vida (él no se casó hasta los 58 años), le había, durante más dos lustros, evitado una soledad demasiado dura.

Sabio modesto y concienzudo, Louis Charbonneau-Lassay fue ante todo un cristiano ejemplar, un gran católico, que nunca pactó con la mentalidad moderna. Dedicado por entero al servicio de la Fe y a la búsqueda de la Verdad, nos aparece menos como un erudito de este tiempo que como un servidor fiel de la Cristiandad de siempre. Nadie entre los que le han conocido podría olvidar esta tardía pero ardiente llama de las edades tradicionales.

 

(Introducción a la recopilación de artículos de Louis Charbonneau-Lassay publicada con el título de

L´ ésotérisme de quelques symboles géométriques chrétiens, Editions Traditionnelles, París, 1982, 1985).

 

BIBLIOGRAFÍA:

-Estudios sobre simbología cristiana, Olañeta, Palma de Mallorca, 1983

-El Bestiario de Cristo I, Idem, Idem, 1996, 1997

-El Bestiario de Cristo II, Idem, Idem,1997.

 

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