Dos Visiones de Moralidad Sexual

(Homilía para el 20o Domingo Ordinario, Año B)

estamos viviendo tiempos muy malos (Ef 5:16)

Hace unos días yo estaba sentado a una mesa con una niña de cinco años. Cerca de nosotros había un joven con cabello tinto, ropa rara y un arete. La niña me informó, “Él es un... (dijo la palabra corriente para un homosexual)”

La callé y dirigí la conversación a otro tema. Luego, le conté a su mamá lo sucedido. La mamá admitió que, hasta tener dieciséis años, no sabía que había tal cosa como un homosexual.

Los papás necesitan sabiduría para guiar a sus hijos. Por un lado no queremos que desprecien a otra persona. Al mismo tiempo queremos que sepan que algunas cosas son correctas y otros no. No requiere un título en teología para saber la diferencia. En la área de moralidad sexual, los Anglicanos lo expresaron sucintamente en su Conferencia Lambeth 1998:

La Biblia enseña fidelidad en matrimonio entre un hombre y una mujer en una unión por toda la vida y que abstinencia es correcta para los que no son llamados a matrimonio.

La enseñanza de Jesús es clara, pero muy exigente. Por tener tanta dificultad en vivirla, estamos tentados suavizarla para nosotros mismos y para otras personas. Hoy día hay dos visiones de moralidad sexual que no solamente dividen cristianos del mundo, sino dividen cristiano de cristiano. Una moneda de veinte cinco centavos puede mostrar la diferencia.

Para su quarter conmemorativo, Alabama escogió la imagen de su ciudadana más famosa – Helen Keller. Sorda y ciega desde infancia, sus papás no esperaban mucho de ella y toleraron casí toda clase de portarse. Al momento de las comidas, le permitieron a caminar alrededor de la mesa y agarrar lo que querría. Emplearon como niñera a Annie Sullivan que les dio una gran sorpresa. Cuando la niña trató de tomar algo de su plato, Annie agarró su brazo. Los papás reaccionaron con horror, pero Annie con mucha tranquilidad les pidió que salieran del cuarto. Una batalla mano a mano siguió. Los papás escucharon el ruido y cuando finalmente abrieron la puerta, vieron un caos de comida y cubiertos tirados por todo lado, pero Helen estaba sentada a la mesa, un plato delante de ella y un tenedor en su mano.

Así comenzó un proceso lento con Annie poniendo la mano de Helen en varios objetos y moviendo su boca para formar palabras. Finalmente Annie la lleva a una bomba de agua. Helen toca el agua y con un esfuerzo increíble, forma el silabe, “Wa.” Así comienza una carera de descubrir que inspiró a millones.

Helen Keller nos inspira porque reconocemos que en alguna forma somos sordos y ciegos. No vemos o escuchamos a la otra persona. Ni sabemos nuestro propio ser. Sobre todo no escuchamos y oímos a Dios.

Es posible resignarnos a este estado y tratar de agarrar lo que podemos. Pero en el profundo de nuestro ser, sabemos que algo mayor es posible.

Jesús nos da un estandarte muy alto. Él sabe que pondremos una resistencia fuerte, que tendremos caídos y callejones sin salida - y que haremos todo tentativo para reinterpretar su enseñanza. Sin embargo, el aislamiento, cólera y miseria que resultan, pueden causarnos a preguntar si él sabe algo que nosotros no sabemos. Puede ser el último resorte, pero si aceptamos su reto, nos dará una intimidad que jamás soñamos - su propio Cuerpo y Sangre. Con su poder - y solamente por él - podemos llegar a ser lo que él quiere que seamos.

Porque mi carne es verdadera comida,
y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre
queda en mí y yo en él.

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Boletín

De los Archivos:

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2003: Dos Visiones de Moralidad Sexual

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