No He Venido a Traer La Paz

(20o Domingo Ordinario, Año C)

Jesús nos dice, “No he venido a traer la paz, sino división.” Seguir a Cristo no es comodo hoy en día. De hecho, nos encontramos en un sociedad que abiertamente rechaza las enseñanzas de Jesús y su iglesia.

Permíteme dar un ejemplo del periódico principal de Seattle. Una editorialista empezó criticando un documento pastoral de obispos africanos. Ellos hablaron sobre la inmoralidad de actos homosexuales y contra el uso de condones. Según ella, estas enseñanzas contribuyen a la plaga del SIDA. Después de criticar a los obispos de Africa, ella atacó las enseñanzas católicas sobre contracepción, homosexualidad y el uso de embriones humanos para investigaciones científicas. Ella admitó que el Santo Padre es un faro moral y religioso, pero insistió que él se calle en cuanto a asuntos públicos. En otras palabras, está bien tener convicciones morales, pero, por favor, no expresarlas.

Pues, un seguidor de Jesús tiene el deber de no solamente obedecer las enseñanzas de él sino en un momento apropiado, manifestarlos. Hacerlo nos dividirá de la cultura dominante – y a veces de miembros de nuestra propia familia. Jesús nos señala que tenemos que estar preparados para esta posibilidad dolorosa.

La división no es algo que buscamos directamente. Al contrario, tenemos que siempre trabajar para la unión de la iglesia (ver Jn 17:21). Y, a pesar de ser una voz pequeña en relación a los medios de comunicación, debemos hacer lo que podemos para transformar nuestra cultura. La cultura es como el agua de un lago. Si está muy contaminada, muchos peces van a morir. Hagamos nuestra parte para limpiar, no ensuciar, el agua.

El cardenal George de Chicago ha dicho que tenemos que recobrar el espíritu de los primeros cristianos. A pesar de ser una minoría en el Imperio Romano, actuaron como una mayoría porque sabían que su mensaje aplicaba a todos.

No somos un partido político. Sin embargo, como miembros de una sociedad democrática, tenemos el derecho y le deber de traer nuestras convicciones morales al foro público – y por supuesto, respetar las opiniones de otros. Nuestra meta no es tanto el triunfo de nuestros valores, sino la salvación de almas, la persona humana. Creer y actuar correctamente, pero al final de las cuentas, no son lo que nos salva. La enseñanza y la actividad correctas son medios, no fines. La meta es poner nuestro ser pecador bajo la misericordia de Jesús y dejar que el actue en nosotros.

La segunda lectura de hoy nos dice, “no se cansen ni pierdan el ánimo.” Al contrario, “correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.”

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Versión Inglés

De los Archivos (Homilía para Domingo Veinte - Año C):

2007: Bautismo de Angustia
2001: No He Venido a Traer La Paz

Boletín (anulaciones matrimoniales; declaración de nulidad)

Otras Homilias

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