Intimidad y Sumisión

(Homilía para el 21o Domingo Ordinario, Año B)

Un poco antes de ser ejecutado por los Nazis, Dietrich Bonhoeffer escribió, "La gracia barata es el enemigo mortal de la Iglesia. Estamos luchando hoy por la gracia cara." Por la gracia barata, Bonhoeffer querría decir, "la justificación del pecado sin la justificación del pecador." La gracia barata abunda hoy. Parece atrayente, pero al final de las cuentas, el costo es muy alto. El escándalo del abuso sexual de niños en la Iglesia Católica tiene sus orígenes el tratado de justificar ciertos tipos de portarse.

La gracia barata ofrece una intimidad falsa que no requiere sumisión. Las lecturas de hoy proveen un antídoto. San Pablo, a pesar de ser celibato, vio en le matrimonio la expresión mayor de intimidad entre dos seres humanos. Sin embargo, empiece indicando la necesidad de sumisión. Para perdurar, el marido y la esposa tienen que someterse, cada uno en su modo apropiado.

San Pablo insiste que el matrimonio es una señal de una realidad aun mayor. Que los dos llegan a ser un solo ser en acto matrimonial es un gran misterio (Latín: sacramentum). Refiere a Cristo y la Iglesia. Aquí Pablo expone el sentido profundo de la Biblia entera - desde la creación de los dos primeros humanos hasta las nupcias del Cordero y su novia.

Jesús hace presente la unión nupcial cuando nos da su propia carne. Hablando de su Primera Comunión, Santa Teresa de Lisieux dio una descripción linda de aquella unión:

"Ese día ya no era una mirada sino una fusión, ya no eran dos, Teresa había desaparecido como la gota de agua se pierde en el océano. Quedaba sólo Jesús. Él era el Dueño, el Rey."*

Los últimos cuatro domingos hemos escuchado sobre este don. Ahora Jesús aclara que la recepción de su Cuerpo y Sangre requiere un acto de sumisión. Al contrario, sería una intimidad falsa. No traería una bendición, sino condenación.

Muchos de los que escucharon a Jesús dijeron, "Son palabras duras. ¿Quién puede aceptarlas?" Nos hemos acostumbrado a sus palabras, pero todavía requiere un acto de fe (sumisión) para aceptar que el pan que recibimos realmente es su Cuerpo. El Papa Juan Pablo describe el acto de fe con estas palabras:

Podemos fijarnos, en cierto modo, en el horizonte sacramental de la Revelación y, en particular, en el signo eucarístico donde la unidad inseparable entre la realidad y su significado permite captar la profundidad del misterio. Cristo en la Eucaristía está verdaderamente presente y vivo, y actúa con su Espíritu, pero como acertadamente decía Santo Tomás, « lo que no comprendes y no ves, lo atestigua una fe viva, fuera de todo el orden de la naturaleza. Lo que aparece es un signo: esconde en el misterio realidades sublimes”.16 A este respecto escribe el filósofo Pascal: « Como Jesucristo permaneció desconocido entre los hombres, del mismo modo su verdad permanece, entre las opiniones comunes, sin diferencia exterior. Así queda la Eucaristía entre el pan común”.17 Fe y Razón

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*Desde luego, Santa Teresa no era una panteísta. Ella sabía que solamente por la unión plena con Jesús que podía realizar su ser verdadero. "Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra...ayudaré a sacerdotes, misioneros, la Iglesia entera."

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