Dudando Las Dudas

(Segundo Domingo de Pascua)

Como muchos de Uds., recibo ofertas por teléfono. Por ejemplo, esta semana me ofreció un descuento de 15% en el pago mensual del teléfono. “Gracias,” le dije, “pero estoy bien con el servicio que ya tengo.” No quería ni escuchar. Si algo parece increible, no deseo perder mi tiempo.

Así era la reacción de Tomás cuando los otros apóstoles, le contaron las noticias sobre Jesús. Pero al menos Tomás estaba dispuesto a examinar la evidencia. Obviamente el asunto era mucho más importante que un descuento. De hecho era el suceso central de toda la historia humana. Tomás dudó, pero también tomó un paso que muchos no quieren hacer. El dudó sus propias dudas. Es decir, re-examinó la situación: “Quizás he juzgado mal a los otros. Tal vez no son tan irrazonables como pensaba. Claro que no tiene sentido que el Señor aparezca a ellos y no a mí, pero es posible que yo no entienda todas las decisiones de Dios.”

De todos modos, el octavo día Tomás otra vez estaba con ellos. Quizás sentía resentimiento o quizás superioridad a los “crédulos.” Sea lo que sea su emoción, fue cambiada en un instante de gracia: “La paz sea con Uds.” Jesús le ofreció la evidencia física, pero no la necesitaba. En cambio, hizo la profesión de fe más profunda del Nuevo Testamento:

“Señor mio y Dios mio.” (Jun 20:28)

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