Lo Que Ella Deseaba

(Homilía para Tercer Domingo de Cuaresma, Año A)

Las lecturas de hoy hablan del deseo: personas en el desierto que buscan agua fluente, una mujer extraordinaria que descubre su deseo más profundo. Como el éxito en la vida depende del control del deseo (para comida, sexo, venganza, descanso, etc.) a veces no prestamos atención a nuestros anhelos honestos.

Recién hablé con una muchacha que había venido a Seattle para estudiar. Le pregunté, "¿No es emocionante ir a la Universidad?"

Me dijo, "Pues, todo el mundo me dice que debo divertirme. Novios, bailes, fiestas. Pero, ¿sabe la única cosa que quiero?"

"¿Que cosa?"

Después de un silencio, ella dijo, "Mi mamá. Solamente quiero estar con mi mamá."

Cuando ello lo dijo, sentí algo como un cuchillazo al corazón. Unos deseos son demasiado dolorosos para expresar en palabras.

Tal era la situación de la mujer en el evangelio de hoy. Vino solo al pozo en la hora más caliente del día. Quería evitar la compañia de otras mujeres.

De repente ella se encuentra hablando con un hombre con una oferta extraña: agua fluente que haría de la sed una memoria distante. Ella tuvo todo motivo para ser cínica, especialmente en cuanto a los hombres. Pero en un momento de gracia, se hizo vulnerable. En vez de responder con sarcasmo, ella dijo, "Señor, dame de esa agua."

Admitió su sed y Jesús le dio lo que más deseaba. ¿Pero que era? Sus palabras a los de su pueblo nos da la pista:

"Me dijo todo lo que he hecho."

Ella le permitió a Jesús revisar su vida. Y él no la echó en la basura. Borró la verguenza hasta tal punto que ella tuvo la valentía para volver a sus vecinos. Ellos tuvieron buen motivo para ser cínicos sobre ella, pero su alegría venció el escepticismo. Ellos mismos fueron y descubrieron por su propia cuenta.

Gilberto Chesterton dijo:

Todo hombre tiene sed para confesarse sus crímenes más que bestias cansadas tienen sed para el agua.

Después de trienta años de administrar el Sacramento de Reconciliación, estoy convencido de la verdad de aquel dicho. Como la samaritana, es tiempo para admitir nuestros deseos honestos - y ir a la única persona que puede llenarlos.

************

Versión Inglés

Otras Homilías

De los Archivos (Tercer Domingo de Cuaresma, Año A):

2008: Por Que Tan Descontento?
2005: El Olor de Agua
2002: Lo Que Ella Deseaba

Boletín (Consejo Pastoral, Sacramento de Reconiliación, Agradecimiento)

Home