¡Salve, Llena de Gracia!

(Homilía Cuarto Domingo de Adviento, Año B)

A veces una sola palabra puede tener una riqueza de significación. Así es con el saludo del ángel Gabriel a la Virgen. En el evangelio de hoy se traduce “Alégrate.” (griego: chaire) Es una traducción muy valida porque en este contexto obviamente significa gozo. Pero hay otro sentido a la palabra. Se usa cinco otras veces en el nuevo testamento, sobre todo cuando los soldados romanos visten a Cristo como rey y lo saludan, “Salve” (en latín: Ave)

Es la misma palabra que el ángel dirige a la Virgen, pero no como los solados, en forma de burla. El ángel está reconociendo su estado exaltado. Esto es muy curioso porque un ángel es tan superior a un ser humano que nosotros a los perros. Amo a mi perrito pero no lo voy a decir, “Salve, Samwise!”

Maria, desde luego, no hizo nada personalmente para merecer tal saludo angélico. Pero algo iba a suceder en ella, si lo aceptaría. A pesar de dedicarse a la virginidad, el Altísimo le cubriría y el niño concebido sería llamado Hijo de Dios.

Después de dos mil años todavía estamos tratando de comprender el significado de este evento central de la historia. San Lucas nos da algo de ayuda. Él compara a la Virgen al Arca de Dios mencionada en la primera lectura. En otra homilía hablé más detalladamente sobre este tema, pero permítanme mencionar tres paralelos entre la Visitación (Lc 1:39-45) y la subida del Arca a Jerusalén (2 Sam 6:1-15):

1. David en reverencia a Dios preguntó: “¿Quién soy yo para que el Arca de Yahvé me visitara?” (2 Sam 6:9)

2. El Arca se quedó tres meses en un pueblo de Judea, cerca de Jerusalén, trayendo bendiciones para la casa de Obededom. (v. 11)

3. Cuando el Arca llegó a Jerusalén, David brincó con alegría, danzando ante ella. (v.14)

De modo semejante, Isabel dice a María, “¿Quien soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?” Llena del Espíritu Santo, le dice a María que el niño saltó con gozo en su seno. Y la Virgen se quedó tres meses con su prima antes de regresar a su propia casa.

¿Estos paralelos son puras coincidencias? Los Padres de la Iglesia no lo pensaban. Ellos reconocieron a la Virgen María como la verdadera Arca de la Alianza. Por ejemplo San Atanasio dijo, “O, Virgen María, tú eres el Arca, el cofre de oro que contiene la verdadera maná, es decir, la carne en que reside la divinidad.”

Al final de la Biblia, San Juan tiene una visión celestial del Arca. (Rev. 11:19) En el versículo siguiente descubrimos quien realmente es el Arca: “Una mujer vestida del sol, con la luna a sus pies.”

Así podemos entender que el Arca era un signo - sombra de una realidad que viene. Es como una foto que representa algo real. Tengo en mi cuarto unas fotos de una niña de tres años. Es la hija de mi sobrina. La quiero mucho y varias veces durante el día, miro a las fotos y rezó por ella. Pero si mi nietita entrara mi cuarto, no voy a mirar a las fotos, miraría a ella. No necesito la imagen porque la persona está presente.

El Arca de la Alianza ha desaparecido de la historia. A pesar de diferentes teorías, no sabemos que pasa con ella. Pero no importa mucho, porque ahora tenemos la realidad, la persona representada por el cofre.

Sobre uno de nuestros altares tenemos el retrato de la “mujer vestida del sol, con la luna a sus pies.” Es la Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe.

Este domingo, tan cerca a la Navidad, enfocamos en ella con el Niño Dios dentro de su vientre. Y como en la letanía de la Virgen rezamos, “Arca de la Alianza, Ruega por nosotros.” Y con el ángel Gabriel decimos, ¡Salve, María, llena de gracia!

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English Version

De los Archivos:

Cuarto Domingo de Adviento, Año B, 2009: El Orgullo de Nuestra Raza
2005: La Nueva Eva
2002: ¡Salve, Llena de Gracia!

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