En la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe hemos leído la visión de los cielos abriéndose, revelando el Arca de la Alianza (Rev 11:19). En el próximo versículo la visión cambia a “una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies.” Al leer con cuidado el evangelio de hoy, podemos entender que querría decir Juan.

La mujer de Revelación da luz a un hijo varón, que ha de gobernar todas las naciones y que fue arrebatado y llevado ante Dios y su trono (12:5). Por supuesto el hijo es él sobre lo cual San Lucas escribe hoy. El causa que otro niño no nacido da saltos en el vientre – como David dio saltos ante el Arca. Y su madre Isabel dice algo semejante a lo que David dijo cuando el Arca fue traído a Jerusalén: ¿Quién soy yo, para que la madre mi Senor me venga a mí?

Maria es la nueva Arca de la Alianza. Como la antigua Arca tenia la presencia de Dios, ella lleva en su seno el Dios encarnado.

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe une esta enseñanza bíblica en una forma linda. Detrás de ella hay rayos de luz y pisa sobre un media luna. Bajo sus manos hay una cinta negra, indicando embarazo. Trae a Jesús a los pueblos de las Américas.

En los días finales antes de Navidad, acompañamos a la Virgen Maria en su viaje a Belén. Para los Israelitas, la alegría mayor era la peregrinación a Jerusalén – el lugar donde quedaba el arca. Como Juan nos dice, el Arca ahora esta en el cielo. Es la mujer vestida del sol, la siempre Virgen Maria. Le pedimos sus oraciones para que podamos adorar bien a su Hijo.

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