Entre Escila y Caribdis

(Homilia Cuarto Domingo de Pascua)

El heroe griego Ulises tuvo que pasar entre los dos peligros Escila y Caribdis. Las dos creaturas miticas representan las amenazas verdaderas del estrecho de Mesina entre el “pie” de Italia y la isla de Sicilia. Escila es la costa con su rocas que facilmente pueden naufragar un barco causando la muerte de algunos marineros. Pero lejos de la costa había un peligro mayor, el remolino de Caribdis que podía consumir un barco entero.

En la vida espiritual tenemos peligros semejantes. La rigidez es como la roca de Escila por la cual perdimos oportunidades. Una vez yo estaba tan fijado en una cierta tarea que no respondí a una emergencia. Por varios días me sentí muy mal. Pero es mas facil caerme en la Caribdis de indolencia, la falta de metas claras.

En cuanto a las enseñanzas correctas sobre la salvación eterna, también tenemos que evitar dos peligros. Quizás en ningún lugar es tan esencial como en el asunto de las lecturas de hoy. Jesús nos dice:

“No perecerán jamás (mis ovejas); nadie los arrebatará de mi mano.” (Jn 10:28)

Algunos ven en este versículo una seguridad de salvación que nosotros los católicos llaman presunción. Incluso, pueden llegar a la doctrina de la pre-destinación, es decir, que Dios destina algunos a la salvación y otros al infierno. Predestinación es como la roca de Escila que resulta en la destrucción del concepto de la libertad humana.

Hoy día hay pocas personas que realmente creen en la predestinación. Hay otro error que es como el remolino de Caribdis. Es la idea que todos se salvarán. La Iglesia Católica desde los siglos cuatro y cinco ha condenado el “universalismo” porque va en contra de las enseñanzas claras de Jesús: que esta vida es sería y hay una posibilidad verdadera de la perdida eterna – el infierno. Además universalismo se convierte en un remolino donde no se puede distinguir el bien del mal.

Como podemos evitar la Escila de predestinación y la Caribdis de universalismo. Felizmente tenemos un guia segura. Se llama El Catecismo de la Iglesia Católica. Por un lado nos aconseja contra las “dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de omnipotencia de la misericordia divina, (esperando obtener su perdón sin conversion y la Gloria sin mérito).” (# 2092)

Al mismo tiempo el Catecismo habla de la “deseperación, el hombre de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia – porque el Señor es fiel a sus promesas – y su Misericordia.” (#2091)

Si nos mantenemos unidos a Cristo, podemos tener una seguridad profunda: “No perecerán jamás; nadie los arrebatará de mi mano.”

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Versión Inglés

De los Archivos:

Homilía 2007: La Gran Angustia
2004: Obedecer a Dios y Luego a los Hombres
2001: ¿Me Amas?

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