Si La Sal Se Vuelve Insípida

(10 de febrero de 2002)

La Iglesia propone, no impone nada.

Así declaró el Papa Juan Pablo en su encíclica sobre la Misión del Redentor. (Redemptoris Missio 64) Y añadio, “Ella respeta las personas y las culturas, y se detiene ante el sagrario de la conciencia.”

La libertad de consciencia no es una invención americana (ni de la revolución francesa). San Agustín y otros Padres de la Iglesia la enseño claramente. Santo Thomás demostró como respeto para la conciencia fluye de una apreciación de la dignidad humana. Algunos señalan la Inquisición como un ejemplo de no vivir esa enseñanza. Es verdad, como la esclavitud era una instancia horrible que la República Americana no ha sido siempre fiel a sus principios declaradas.

Menciono la libertad de conciencia porque este domingo Jesús les dice a sus seguidores que tienen que ser como sal. Usada correctamente, no destruye sino revela la potencialidad verdadera. Recién comí un poco de salmón ahumado. Por un cierto proceso, sal entró la carne del salmón, la preservó y la dio un sabor sabroso. Eso es lo que Jesús quiere que hagamos.

Hace viente y cinco años yo era párroco de Blaine, un pueblo en la frontera con Canadá. Cada miércoles, después de la misa, caminé por el pueblo. Una vez, la dueña de una tienda me dijo, "No soy católica, pero significa mucho para mí, verle caminando por las calles."

¡Ojalá que fuera tan fácil complacer a otras personas! Solamente caminé, llevando mi camisa clerical. Pero indica que la gente nos mira para algo. Nuestro mundo está cansado, aburrido - como un huevo pasado sin sal. Solamente nosotros podemos suplir la sazón correcta.

Jesús habla de un peligro: la sal puede "perder su sabor." Sucede cuando imitamos el mundo. Nuestras universidades católicas ahora tienen que decidir si van a ser como otras universidades, que una vez eran cristianas, pero ahora son completamente secularizadas. Desgraciadamente, unas universidades católicas han avanzado tanto con la secularización que resisten que el obispo local tenga un papel en garantizar la autenticidad de su enseñanza teológica.

Tu y yo no enfrentamos decisiones tan enormes, como las universidades católicas. Sin embargo, tenemos que examinar nuestra propia autenticidad. Una vez discutí un punto de moralidad con alguien que es un representante oficial de la iglesia. Después de tratar de explicar el sentido de la enseñanza, finalmente le dije, "Sabes que está explicada muy claramente en el Catecismo."

Sin perder un momento, él respondió, "Pues, en ese punto no estoy de acuerdo con el Catecismo." No podía decir nada. La sal había perdido su sabor.

Como indica el Santo Padre, no es cuestión de imponer, sino proponer - clara y auténticamente. Si no, ¿Como podemos ser sal para nuestro mundo?

************

Versión Inglés

Boletín (Sesión de Escuchar, Nieve, Confesión)

Otras Homilías

Home