Purificación Física y Espiritual

(Homilia para Sexto Domingo, Año B)

Antes de todo quisiera agradecerles por las oraciones por mi mamá. Desde su fallecimiento hace dos semanas y media, tantas personas me han dicho que están rezando por ella, ofreciendo misas, rosarios y otras plegarias. Estoy especialmente agradecido por la novena que la comunidad hispana ha rezado por ella.

Estoy convencido que mi mamá esta contenta por todas las oraciones. Ella nunca quería que alguien dijera, "Pues, Mary Bloom está en el cielo. No hay necesidad de rezar por ella." La verdad es que no sabemos cuanto necesita el alma difunta nuestros rezos. Mi mamá era una persona muy noble, sencilla, de buen corazón, pero siempre tenemos que recordar quien es Dios. Es todo santo, puro, una bondad absoluta. Y todos nosotros somos pecadores. Para entrar en su presencia vamos a requerir una limpieza.

Jesús menciona diferentes cosas que pueden manchar el alma:

"los malos pensamientos, inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio." (Mc 7: 21-22)

Todas estas cosas, dice Jesús, salen de adentro y hacen impuro al hombre. Cuando morimos, habrá necesidad de purificación antes de entrar en la presencia del Dios Santo.

Por eso debemos rezar por nuestros queridos difuntos. Podemos ayudarnos mutuamente en esta vida - también a los unidos con nosotros en la Comunion de los Santos, es decir los que ya están en el cielo, las almas en purgatorio y las personas aquí en la tierra que están en un estado de gracia. Tenemos un vínculo espiritual a causa de nuestra relación con Jesús, como miembros de su cuerpo místico.

En el evangelio de hoy tenemos un ejemplo de Jesús purificando fisicamente a un hombre. Tenía la lepra, una enfermedad terrible que hizo pudrir la extemidades del cuerpo, los dedos de las manos y los pies, las orejas y poco a poco consumía todo el cuerpo. La lepra era horrible no solamente en un sentido físico, sino también espiritual porque el leproso fue considerado impuro y no podía participar en los ritos y la sociedad de Israel. Solamente tocarlo era causa de contaminación.

Jesús hizo algo increible cuando el leproso le suplicó. Extendió la mano y lo tocó. (Mc 1: 41) Jesús entró profundamente en nuestra miseria, asumió las consecuencia de nuestra impureza humana.

Cuando uno está enfermo fisicamente, naturalmente reza a Dios y pide una curación. Pero no es tan fácil cuando estamos enfermos espiritualmente. Nos cuesta pedir a Jesús que nos sane espiritualmente. A veces somos muy pegados a nuestras maldades. Una vez yo conocía un hombre que siempre criticaba a las otras personas. Por su mentalidad negativa nadie quería acercarle a él. Un día se dió cuenta que no tenía amigos porque andaba juzgando a todos. Le costó mucho dejar los pensamientos negativos y controlar su boca y su mente. La verdad es que no queremos separarnos de nuestros pecados. Los agarramos como un perro con su hueso. Los pecados manchan nuestra alma y algún día cuando vamos ante el trono de Dios, va a requir una purificación que será como fuego.

Solo Jesús tiene el poder de purificarnos, pero después de hacer limpio el leproso, hace algo muy interesante. Le dice, "ve a presentarte al sacerdote." (Mc 1:40). Muchos de los Padres de la Iglesia (es decir los guias espirituales de los primeros siglos de la iglesia) han visto en estas palabras una indicación de la confesión. Presentate al sacerdote. Para nosotros como miembros de la Iglesia de Cristo es una parte importante de nuestra obediencia a Cristo. El ha dado al sacerdote el poder de perdonar en su nombre.

Este año la confesión es más preciso que nunca. Estamos en el Año Santo 2000. Confesarse es el primer requisito para obtener la Indulgencia que es la remisión de las penas de nuestros pecados. En el boletín hoy hay una explicación de la teologia de la indulgencia, escrita en inglés por el padre Jordan Vayda, capellan de la Universidad de Washington. Los pasos para obtener la Indulgencia son tres: la confesión, oración por las intenciones del Santo Padre como hacemos en toda misa, y la perigrinación. Vamos a tener una pererginación de Sagrada Familia a la Catedral el 8 de abril. Es una caminata de 7 u 8 millas. Para los que no pueden caminar tanto, es posible ir en carro llegando allá a las 11 de la mañana para la misa - y las oraciones propias de la Indulgencia que son el Credo, el Padre Nuestro y una oración a la Virgen María.

Después de recibir la Indulgencia personalmente, uno puede recibirla en diferente día por una persona fallecida. Mi meta para el Año de Jubileo es obtenerla por mi papá, mi mamá, mis abuelos y por el Padre Miguel Holland. El 8 de abril voy a estar caminando por mi mamá. Les invito a Uds. ir conmigo y rezar por tus queridos difuntos.

Realmente es uno de los actos de caridad más bello que podemos hacer. Si mi mamá, por ejemplo, ya está en el cielo, las oraciones pueden ir por una alma pobre que las necesita para su purificación final. Cuando yo visito al cementerio me doy cuenta que hay tantas personas que no tienen a nadie que reze por ellos. Y especialmente en este estado de Washington, donde la mayoría ni entierran a los difuntos sino escogen lo que se llama la cremación - o sea, quemar el cuerpo. Ellos rápido se olvidan del pariente fallecido. Como cristianos debemos siempre rezar por las almas que están en purgatorio. Es un sufrimiento peor que cualquier cosa aquí en la tierra solamente que el alma sabe que un día será unido totalmente con Dios. Nuestras oraciones pueden ayudarlos en este proceso y mientras tanto ellos rezan por nosotros. Así estamos unidos en la Comunión de los Santos.

Este domingo les invito seguir rezando por mi mamá - por todos los que han fallecido.

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Homilia para el Funeral de mi Mamá (Inglés)

De los Archivos:

Sexto Domingo, Año B, 2009: Poder de la Compasion
2006: Tocó al Leproso
2003: Muéstrate al Sacerdote
2000: Purificación Física y Espiritual

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