Muéstrate al Sacerdote

(Homilía para el Sexto Domingo Ordinario, Año B)

Sabemos de San Ignacio de Antioquia* y otros escritores cristianos tempranos que al principio del segundo siglo, la Iglesia ya tenía una jerarquía bien definida de obispos, sacerdotes y diáconos. Los sacerdotes (presbuteroi) asumieron funciones anteriormente hechas por sacerdotes judíos, por ejemplo, el ofrecer de sacrificios.

Con la destrucción de Jerusalén en 70 A.D., los sacrificios del templo terminaron, pero sacerdotes cristianos apenas comenzaron a ofrecer el único sacrificio de Cristo. Así cumplieron la profecía del Antiguo Testamento: un "sacrificio puro" a Dios "desde el levantar del sol hasta su ocaso." (Mal 1:11)

El evangelio de hoy nos da una mirada del sacerdocio judío siendo transformado por Cristo. Después de sanar al leproso, Jesús le dice, "anda, muéstrate al sacerdote." (Mc 1:44) En el contexto original, el mandato de Jesús expresa un requisito (como vimos en la primera lectura) para la re-integración en la comunidad de Israel. No obstante, los Padres de Iglesia vieron una aplicación más profunda. Solo Jesús puede sana la lepra del pecado, pero integración completa requiere el ministerio de sacerdotes.

Cuando alguien se me acerca para Reconciliación, reconozco que Cristo ya ha estado trabajando. Como un vendedor de bienes raíces, solamente tengo que "concluir la venta." No requiere mucho - una palabra de aliento, una penitencia y la absolución. Jesús hace la parte dura. Y para llevar la sanación a su conclusión, usa a mí y otros sacerdotes.

Cuando en Perú, pasé tiempo con un hombre terriblemente quemado.** Su cara fue distorsionada y tuvo cicatrices profundas en su cuello, espalda y pecho. En conversar con él, mi dí cuenta que también tenía cicatrices interiores. Rezamos juntos mientras lagrimas salían de sus ojos. Lo bendije con agua bendita y lo ungí, dando atención particular a su mano derecha. Espera recuperar flexibilidad suficiente para hacer trabajo manual para apoyar a sus tres hijos.

Mientras tu y yo quizás no sufrimos cicatrices graves externas, tenemos unas que solo Jesús ve. Como el leproso, miramos a Jesús para sanación - y estamos agradecidos para el ministerio de sus sacerdotes.

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*Por ejemplo: "Ten cuidado en todo estar en armonía con Dios, con el obispo presidiendo en lugar de Dios, y con los presbíteros en lugar del consejo de apóstoles, y con los diáconos, quienes son muy queridos a mí, encargados con el negocio de Jesucristo, quien era con el Padre desde el comienzo y al final fue manifestado." (Carta a los Magnesios 6:1[A.D. 110]).

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De los Archivos:

Sexto Domingo, Año B, 2009: Poder de la Compasion
2006: Tocó al Leproso
2003: Muéstrate al Sacerdote
2000: Purificación Física y Espiritual

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