Boletín (3 de febrero de 2002)

El 24 de enero tuvimos una Sesión de Escuchar que fue muy productiva para la parroquia. Desde el mes de setiembre los Srs. Abel Magaña, Tom Weber (administrador pastoral) y Stephen Morissette (director de la escuela) han trabajado con unos feligreses y consultores de la Arquidiócesis para establecer un proceso para formar un plan estratégico en Holy Family. Stephen Hueffed, representante del Arzobispo para Parroquias y Comunidades de Fe, condujo la reunión con la ayuda de Leigh Stringfellow y Margarita Gallo, que hizo la traducción en español.

Estaba un poco triste por la falta de participación, especialmente de la comunidad hispana. Sin embargo, había unas ocho personas de la comunidad hispana y un total de sesenta personas, que representaron diferentes grupos activos de la parroquia. Después de una pequeña introducción, el Sr. Hueffed nos guió por un proceso de grupos pequeños con tres preguntas: las cosas positivas de la parroquia, sus debilidades y las prioridades para el Consejo Pastoral.

Las cosas positivas que muchos mencionaron son: la diversidad (multi-étnica y multi-lingue) de Holy Family, la excelencia de la escuela parroquial, la Adoración Eucarística y el hecho que no tenemos una deuda enorme. Los retos y prioridades son: seguir con las reparaciones sísmicas de la escuela, reparar los techos del templo y Ailbe House, la congestión del parking, la necesidad de trabajar juntos para formar una sola familia parroquial y motivar más latinos para asumir liderazgo y responsabilidad en la parroquia.

Más tarde la Oficina de Parroquias y Comunidades de Fe nos enviará un reporte detallado sobre la Sesión de Escuchar. Lo revisaré con el equipo parroquia y el Consejo Parroquial para discernir las metas de corto y largo plazo. Espero durante las siguientes semanas compartir más con Uds. por medio del boletín. Los miembros del Consejo de la comunidad hispana son: Berta Galaviz, Alfredo Marcelo Re, Inés Medina, Reina Recinos y Nancy Guerrero. Les invito comunicar a ellos sus preocupaciones específicas sobre las necesidades de nuestra parroquia.

Nuestra colectas han aumentado durante los últimos cinco años (gracias a Dios y las donaciones de cada uno de Uds.) . No obstante, estamos lejos de tener ingresos suficientes para todas las necesidades parroquiales, especialmente los edificios. Pido su colaboración constante.

Quisiera mencionar un pequeño detalle. El domingo pasado, a causa de la nieve, hubo menos gente en las misas – y por eso, colectas bajas. Desgraciadamente los gastos siguen y aumentan cuando hay nieve. Si Ud. no ha estado el domingo pasado, le pido dar algo extra en la misa de hoy o el próximo domingo.

El miércoles que viene (6 de febrero) el Padre Art Cooney estará con nosotros para la misa de sanación. Estoy seguro que muchos van a aprovechar de esta oportunidad. El día 7 de febrero es primer jueves. Les invito venir para el sacramento de reconciliación de 4 a 8 p.m. Lo siguiente es una ayudar para entender y prepararse mejor para recibir el sacramento:

¿Qué es la confesión?

La confesión es el Sacramento de la Penitencia, que fue instituido por Jesucristo, para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo. Cuando alguien confiesa (= reconoce y manifiesta) sus pecados con humildad y arrepentimiento, Cristo mismo le da su perdón y su amistad y lo reintroduce en la comunión eclesial a través de un ministro ordenado, continuador del ministerio de los Apóstoles.

¿No es suficiente confesar los pecados directamente a Dios?

No es suficiente, por que el mismo Jesús confirió a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados:

«Lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos (Mt 16,19)».

Es el poder que tiene Pedro, con sus sucesores, de declarar lo que está permitido y lo que no está permitido a nivel de toda la Iglesia; el poder de apartar de la comunión eclesial (excomunión) y el poder de readmitir a ella (comunión). Y esto implica también el poder de perdonar los pecados en nombre de Dios.

«Todo lo que atéis en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en el cielo (Mt 18,15-18)».

Es el mismo poder, que está presente en cada comunidad eclesial, presidida por un obispo o presbítero.

«Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Jn 20,21-23)». Aquí vemos claramente que Jesús dio a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados y este poder se transmite en la Iglesia. Si los protestantes no lo quieren reconocer, eso es "su" problema.

¿Qué es la confesión pública y la confesión individual o auricular? Durante los primeros siglos, generalmente se ejerció este poder en una forma pública, es decir, frente a toda la comunidad cristiana, presidida por el Obispo. El penitente manifestaba su arrepentimiento y el obispo asignaba la penitencia, frente a todos.

Al cumplirse la penitencia, recibía el perdón, siendo admitido a la "comunión", es decir, siendo integrado plenamente a la comunidad eclesial con el derecho y el deber de participar plenamente en la Cena del Señor. Por lo general se trataba de culpas graves y notorias (apostasía, asesinato, adulterio, etc.). Con el pasar del tiempo, prevaleció la forma privada de realizarse la confesión, por motivos prácticos, teniendo presente el aumento de los feligreses y los casos de enfermedad con peligro de muerte inminente. «La múltiple misericordia de Dios socorrió a las caídas humanas de manera que la esperanza de la vida eterna no sólo se repara por la gracia del bautismo, sino también por la medicina de la penitencia, y así, los que hubieran violado los dones de la regeneración condenándose por su propio juicio, llegaron a la remisión de los pecados; pero de tal modo ordenó los remedios de la divina bondad, que sin las oraciones de los sacerdotes, no es posible obtener el perdón de Dios.

En efecto, el mediador de Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús (1Tim 2,5), dio a quienes están puestos al frente de su Iglesia la potestad de darla acción de la penitencia a quienes confiesan y de admitirlos, después de purificados por la saludable satisfacción, a la comunión de los sacramentos por la puerta de la reconciliación ... (San León Magno, Papa, año 452; Denzinger 146)».

«Es menester que todo cristiano someta a juicio su propia conciencia, no sea que dilate de día en día convertirse a Dios y escoja las estrecheces de aquel tiempo, en que apenas quepa ni la confesión del penitente ni la reconciliación del sacerdote. Sin embargo, como digo, aún a estos de tal modo hay que auxiliar en su necesidad, de que no se les niegue la acción de la penitencia y la gracia de la comunión, aún en el caso de que, perdida la voz, la pida por señales de su sentido entero más si por violencia de la enfermedad llegaren a tal estado de gravedad, que lo que poco antes pedían no puedan darlo a entender en la presencia del sacerdote, deberán valerle los testimonios de los que lo rodean para conseguir juntamente el beneficio de la penitencia y de la reconciliación (Denzinger 147)».

El Papa Inocencio III, ordenó la confesión y comunión por lo menos una vez al año. No inventó ninguna confesión auricular, como dicen algunos hermanos separados. «Todo fiel de uno u otro sexo, que hubiere llegado a los años de discreción, confiese fielmente él solo por lo menos una vez al año todos sus pecados al propio sacerdote, y procure cumplir según sus fuerzas la penitencia que se le impusiere, recibiendo reverentemente, por lo menos en Pascua, el sacramento de la Eucaristía (Denzinger 437)».

Testimonio de los Santos Padres

Acerca de la confesión, dice San Ambrosio: «Aguas y lágrimas no faltan en la Iglesia: el agua del bautismo y las lágrimas de la penitencia».

Y añade San Agustín:

«Cumplid la penitencia que se cumple en la Iglesia, para que la Iglesia ore por vosotros. Que nadie diga: "La cumplo secretamente ante Dios; Dios que perdona, conoce lo que hay en mi corazón..."

Entonces, ¿se dijo sin motivo: "Todo lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en el cielo"? Entonces, ¿sin motivo han sido confiadas las llaves a la Iglesia de Dios? ¿Hacemos inútil el Evangelio? ¿Hacemos vacías las palabras de Cristo?».

Ni modo. Una vez que se apartaron de la Iglesia que fundó Cristo, para fundar "su" Iglesia, ya no cuentan con este poder que se transmite mediante la imposición de las manos desde los apóstoles. Hagan lo que puedan, aunque tengan que manipular la Biblia para justificarse (Tomado del libro Dialogo con los Protestantes pp. 269-272).