Hoy concluimos el año litúrgico con la celebración de Cristo Rey. Quisiera contarles de un hombre que dio un lindo testimonio a Jesús como rey. Estaba en un hotel en El Paso, en un viaje de negocios, lejos de su señora y dos hijos. Especialmente extrañaba a su hija de tres años que era la adoración de su vida.

Esa noche tuvo un sueño horrible. Estaba sentado en una escalera, con su hijo muriendo en sus brazos. Estaba llorando amargamente. Cuando se despertó, inmediatamente llamó a su señora que estaba en California. Ella le dijo que todo estaba bien, los durmiendo tranquilos – y le hizo recordar que eran las dos de la mañana.

El hombre, todavía agitado, llamó a su papá que vivía en otro país. Le sorprendió la llamada en medio de la noche, pero estaba contento de escuchar la voz de su hijo. El hombre le contó a su padre todo del sueño terrible. Su papá le habló unas palabras poderosas. “Acuérdate que todo lo que tienes, todo que más aprecias – aun tu hija – es solamente tuyo como préstamo. Jesús te ha entregado tu familia – y tienes que darle gracias todos los días por regalos tan preciosos. Y cuidarlos en nombre de Jesús.”

A las tres de la mañana, aquel hombre se arrodilló al lado de su cama en el hotel y hizo una oración. “Jesús, protege mi familia. Ayudame a ser buen esposo y buen padre. Estoy agradecido por todo lo que me has dado. Te reconozco como mi Señor y Rey.”

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