Cuentan que cazadores en la India tienen un método ingenioso para atrapar monos. Ponen gabanzos en botellas y cuando un mono los agarra, no puede sacar su puño de la boca de la botella. Como no quiere soltar los garbanzos, pierde agilidad y velocidad. Así es una presa fácil. En poco tiempo será el menú del cazador.
Supuestamente nosotros somos más inteligentes que nuestros primos simios, pero tenemos una tendencia similar de agarrar y no soltar cosas – aun cuando significa nuestra propia destrucción. Bernard Goldberg da un ejemplo contemporáneo en su libro Bias. Describe su esfuerzo a convencer los medios de comunicación que, al largo plazo, su forma de distorsionar las noticias puede resultar en su propia defunción. En vez de escuchar a Goldberg, los directores de la prensa trataron de desminuir su critica. Recomiendo el libro porque muestra lo que está sucediendo dentro del negocio de noticias – pero también porque da un ejemplo instructivo para todos nosotros.
En el evangelio de hoy, leemos como Jesús trató de despertar sus contemporáneos con un gesto dramático – sacar los cambistas del templo. Obviamente Jesús amaba el templo y todo lo que significaba. Sin embargo, reconoció que unas practicas llegarían a su defunción. Querría retar el sistema, pero en vez de escuchar, decidieron silenciarlo, condenarlo a la muerte.
No se puede comparar exactamente las autoridades del templo a los que hoy llamamos “líderes religiosos.” A causa de su colusión con los Romanos, poseían un poder coercitivo no igualado por un obispo o cabeza denominacional en nuestro país. Imaginamos que las autoridades del templo eran mojigatos – seguramente unos lo eran – pero también eran los mejores y más brillantes, los más educados de la sociedad de Palestina del primer siglo. No obstante, perdieron la visión del propósito del templo – “una casa de oración para todas las naciones.” Ganar dinero, a pesar de ser necesario, puede tergiversar a cualquier persona. Al mismo tiempo, hay pocas cosas que pueden sacudirnos más que un atraso financiero.
Jesús sabía como llamarle la atención. Y lo sigue haciendo. Hay un motivo porque permitió explosionar el escándalo sexual en este momento. Además durante los últimos treinta anos ha permitido que muchos jóvenes han abandonado la iglesia católica. Y nos permite experimentar problemas económicos.
¿Estamos recibiendo su mensaje? Nuestra tendencia natural es buscar una solución rápida. No quisiéramos escuchar a ellos, como el Santo Padre, que nos llaman a un cambio personal. Sobre todo tenemos miedo de preguntas radicales: ¿Cuál es el propósito del Templo, es decir, la Iglesia? ¿Y de quien es ella?
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*David Fischman, Camino del Líder, p. 63.
Boletín (Iraq, Novena al Santo Niño de Praga)
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