Alégrense, Justos

(Homilía para Undecimo Domingo - C)

Tema básico: Como el adulterio y asesinato cometidos David, nuestros pecados traen el juicio de Dios; pero si aceptamos la llave que Jesús nos da, nosotros (como David) podemos ser incluidos entre los justos.

En los Estados Unidos un obispo famoso, Monseñor Fulton Sheen, tenía un programa de televisión muy popular: La Vida Vale la Pena Vivirla (Life is Worth Living). Siempre comenzaba con un cuento de buen humor. Una vez el Obispo Sheen contó de un sacerdote que fue a una comunidad minera para confesar a la gente. Llegó a la mina y los mineros formaron una fila para la confesión. El primero entró y le dijo al sacerdote cuanto tiempo desde la última confesión. Después de una pausa, dijo "No puedo pensar en ningún pecado. No he matado a nadie." El sacerdote le dijo, "Mira. Sal de aquí para examinar tu conciencia." El hombre salió y les dijo a los otros. "No pierdan su tiempo, muchachos. El padre solamente quiere casos de asesinatos."

Pues, la primera lectura de hoy es sobre un caso de asesinato. El Rey David había cometido adulterio con una mujer llamada Betsabé y luego ordenó la matanza de su esposo. David pensaba que todo estaba bien. El profeta Natán le dijo a David que, a pesar de ser rey, no podía escapar el juicio de Dios. David tenía que aceptar las consecuencias de sus pecados y el castigo fue horrible. Pero eso no es el punto principal. Todos tenemos que vivir con las consecuencias de nuestros malos hechos. Sin embargo, David recibió una palabra adicional. Natán le dijo: "El Señor te perdona tu pecado. No morirás." ¡Que palabras más bellas!

El Salmo de hoy - atribuido al Rey David - expresa la alegría de ser perdonado: "Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado...Alégrense, justos, y gocen con el Señor."

Tu y yo estamos incluidos entre los "justos." No porque somos perfectos, no porque no hemos pecado. No, estamos contados entre los justos a causa de lo que Jesús ha hecho por nosotros. Eso es lo que dice el evangelio de hoy. Jesús en su persona es el perdón de Dios. Hoy escuchamos de la mujer que baño los pies de Jesús con sus lágrimas de remordimiento. Esto perturbó a los otros. La vieron como una que destuye hogares y corrumpe a los jóvenes. Jesús no minimizó a sus pecados - "que son muchos." Pero la perdonó. "Tus pecados te han quedado perdonados."

¿Que significa que Jesús perdona pecados? Leí una comparación útil en el libro "Ten Prayers God Always Says Yes To" (Diez oraciones a las cuales Dios siempre dice, sí.) Una de la oraciones de, "Dios, perdóname." El autor, Anthony DeStefano, da esta comparación: El perdón de Dios es como un hombre que pierde su llave y llama un llavero para hacer uno nuevo. Si tu eres como yo, la única cosa que puedes hacer es mirar mientras el llavero hace tu trabajo. Después de un rato, te entrega la llave. La pones en el candado y - como magia - la puerta se abre.

En esta comparación el llavero hace todo el trabajo: Tu y yo solamente la metimos y abrimos la puerta. Asi es con el perdón de Dios. Jesús ya ha hecho todo por nosotros. El nació entre nostros, vivió y murió en la cruz. Por ese motivo, le puede decir a la mujer arrepentida, "Tus pecados te han quedado perdonados." Quiere decir las mismas palabras a nosotros. Si hacemos la oración sencilla, "Dios, perdóname," recibiremos una respuesta. A pesar de estar lejos de ser justos, Jesús nos hace justo. Naturalmente ese perdón implica un proceso de contrición, satisfacción y absolución sacramental. Pero como el Rey David, como la mujer arrepentida, podemos conocer la alegría incomparable de perdón divino:

"Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado...Alégrense, justos, y gocen con el Señor."

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