Libertad Verdadera

(Homilia para Domingo Trece - C)

Tema básico: Libertad verdadera implica someterse al Espíritu, empuñar el arado y no mirar hacía atrás.

Esta semana algunos van a citar la Declaración de Independencia: "Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad." Esas palabras resuenan en muchos corazones. Este domingo voy a enfocar en una palabra: Libertad. Quisiera preguntar: ¿Que es libertad?

A veces pensamos que la libertad significa hacer lo que me da las ganas. Está bien, hasta cierto punto. Nadie debe imponer cargos sobre otras personas. Al contrario debemos respetar a otros y darles campo para manejar sus vidas. Pero eso no es el sentido más profundo de libertad. Hoy San Pablo habla de la libertad verdadera: "Su vocación, hermanos, es la libertad." Y añade, "Pero cuidan de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo."

Libertad implica algo diferente que hacer lo que me da las ganas. Un hombre puede pensar, "Soy libre. Si quiero tomar un 'six-pack' de cereza, es mi negocio. Estoy libre." Pero ese hombre no es libre. Poco a poco, se esclaviza.

Algo semejante sucede con la pornografia. Muchos consideran que la pornografía no es gran cosa. Sin embargo, puede tener consecuencias terribles. Quisiera dar un ejemplo desde el comienzo del siglo veinte. En aquel tiempo la pornografía no era tan fuerte como hoy, pero de todos modos hizo daño. Un joven de diecinueve años llamado Alessandro (Alejandro) Sereneli tenía el habito de usar la pornografía. Afectó la manera en que el miraba a las muchachas en su pueblito. Con el deseo de actuar sobre sus fantasías, se le acercó a una niña de once años. Ella le dijo, ""No! No Alejandro! Es un pecado. Irá al infierno, Alejandro." El joven se enfureció, agarró un cuchillo y la atacó. La muchacha fue llevada al hospital, donde recibió la Comunión como Viático. El sacerdote le preguntó si le perdonaba a Alejandro. Ella dijo, "Sí, por amor a Jesús, lo perdono. Quiero que Alejandro esté conmigo un día en el paraíso." Tal vez han escuchado de esta muchacha. Ella está representada en una de nuestras ventanas. Su nombre es María Goretti. La vida de Alejandro tuvo un termino bueno. Cuando estaba en la prisión, María se le apareció en un sueño. El sueño causó una conversión profunda. Alejandro estaba presente en la Plaza San Pedro cuando María fue canonizada. Yo creo que Alejandro está en el cielo con María - y que los que tienen dificultad con pornografía pueden pedir su intercesión. La pornografía siempre hace daño, a veces un daño horrible, pero con la ayuda de Dios, la liberación - la libertad verdadera - es posible.

Estoy seguro que ustedes pueden ver que la libertad verdadera no significa seguir todo impulos. Eso termina en la esclavitud. La libertad verdadera requiere auto-dominación. San Pablo nos dice como lograr auto-control. No es un programa de hacer esto y no hacer el otro. Pablo no ofrece algo más sencillo, pero más profundo: "Vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre."

Aquí venimos a una de las paradojas mayores de la Cristianidad. Una paradoja es una contradicción aparente. La paradoja es que para lograr auto-dominación, una persona tiene que someterse a una poder mayor. Los que participan en grupos con Alcoholicos Anonimos saben la verdad de la paradoja. Comienzan su reunión con la lectura de los Doce Pasos. El primer paso dice: "Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables." Después de admitir la impotencia, dicen, "Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podría devolvernos el sano juicio." El poder superior tiene nombres diferentes, pero tu y yo sabemos el Poder Superior es el Espíritu Santo.

El arzobispo Hunthausen una vez dio una presentación sobre lo que significa ser discípulo de Jesús. Subrayó algo básico y vale la pena repetirlo: la palabra discípulo es casi la misma palabra que disciplina. No se puede ser discípulo sin disciplina, sin auto-dominación. La persona que no domina a si mismo no tiene un "ser" para ofrecer al Señor. Auto-dominación requiere submisión al Espíritu Santo - permitir que Dios domina mi vida. Eso es la libertad verdadera.

En el Evangelio Jesús habla sobre la libertad de ser discípulo. Nos dice que después de empuñar el arado, no debemos mirar hacía atrás. Es un consejo muy práctico.

Una vez un hombre estaba luchando contra una adicción a los juegos de suerte. Casí había arruinado su vida y su familia. Como una persona esclavizada al alcohol, su vida se había vuelto ingobernable. Reconoció que solamente un poder superior, el Espíritu de Dios, podía devolverle al sano juicio. No obstante, cuando se le acercó a un casino, una pequeña voz le decía, "¿Por qué no entrar un rato? No tienes que jugar. Solamente comer un poco de comida. Los precios son muy razonables. No te hará ningún daño." El hombre tenía suficiente inteligencia para saber que una vez adentro, no podría resistir su juego favorito. Le requirió un esfuerzo sobrehumano para no entrar. Por la gracia de Dios, mantuvo sus manos en el timón. ¡Que alivio cuando el casino estaba detrás de él! Gracias a Dios, el empuñó el arado y no miró hacía.

Eso aplica a cualquier forma de adición o esclavitud. Quizás no tienes una adición tan obvia como alcohol, juegos o pornografía. Pero todos tenemos areas donde no estamos libres. Explosiones de ira, indolencia, gula, envidia, auto-importancia, deseo para venganza - esas tendencias pueden esclavizar a una persona. Seguro, cuando alguien rinde ante esas tendencias, da un alivio momentaneo. Pero es una decepción. Al final solamente trae aislamiento, furia, impotencia y miseria. Y ellos conducen a otro ciclo de indulgencia. Gracias a Dios, hay un camino a la libertad: Aceptar el Espíritu de Dios. Permitelo a dirigir tu alma. Al someterse a Dios, obtendrás auto-dominación. Tendrás un "ser" para dar Dios - y a los que amas. No mirar hacía atrás. El camino adelante traerá poder, satisfacción, paz interior y familia. Empuñar al arado. Eso es el camino a libertad verdadera.

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De los Archivos (Homilía para Domingo Trece - Año C):

2004: Dos Acercamientos a Jesús
2001: El Enigma de Jesús

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