Como Jesús Manejó un Desprecio

(Homilía para el Domingo Catorce del Tiempo Ordinario, Año B)

San Pablo nos dice que el sabe que significa sufrir y ser humillado. Había recibido una “espina en la carne.” No sabemos exactamente que era, si fuera una enfermedad o una tentación que no lo dejó en paz. El Señor permitió que el diablo lo abofeteara para que el dependiera totalmente de la gracia de Dios. Pablo vio en su sufrimiento una ventaja.

También Jesús sufrió y fue humillado, no por un ataque en la carne, sino por algo más común: un desprecio, un insulto de sus paisanos. Había comenzado su ministerio de predicar, sanar y echar demonios. Hizo algo que requerría valentía. Volvió a su propia tierra. Ellos lo conocieron desde su niñez. Vds. saben que es difícil dar testimonio a familiares o amistades. Cuando Jesús predicó, al principio, le escucharon, pero después dijeron, ¿No es este el carpintero? No tiene ningún título. ¿Quien piensa que es?

¿Y como reaccionó Jesús a este desprecio? Pues, muy diferente que nosotros. Si alguien me rechaza, puedo sentirme desanimado. Como una tortuga, quiero esconder mi cabeza. No fue así con Jesús. Puso el desprecio en contexto. Sí, soy carpintero, pero también soy profeta - y ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Jesús se levantó la cabeza. Hizo lo que podía en Nazaret y fue a otros pueblos.

Si alguien tiene una misión, puede aguantar muchas cosas. Quisiera darles el ejemplo de un grupo de inmigrantes - los italianos. Cada grupo de inmigrantes tiene su genio, su meta. Para los italianos que vinieron a este país, la meta era sencilla: Ahorrar dinero. Mayormente eran jóvenes varones que querrían ahorrar para comprar un terreno o ayudar a sus papas. Aceptaron los trabajos mas duros, trabajaron horas largas. A veces vivieron, cuatro o cinco muchachos, en el mismo cuarto. Para diversión, el día domingo jugaron futbol y fueron a la misa. Los nativos, como se puede imaginar, los despreciaron, en unas ocasiones con insultos fuertes. Pero los italianos no les hicieron caso. Tenían su meta. Un de los italianos, Amadeo Gianini reconoció el genio particular de sus paisanos y abrió un banco para ellos - el Banco de Italia (Bank of Italy). Comenzó en San Francisco y rápido extendió por todo el país. Llegó a ser una de las instituciones financieras mas grandes del país. Cambió su nombre: Ahora no es Bank of Italy sino Bank of America (Banco de América). Bank of América es un testimonio a esos jóvenes italianos.

Cuando un tiene una meta, sabe soportar desprecios sin desanimarse. Nosotros también tenemos una meta, no tanto ahorrar dinero, pero puede incluirlo, pues, debe incluirlo. Nuestra meta es mas profunda: formar familias de fe para la salvación de almas. Tenemos el ejemplo de San Pablo, de Jesús - y también los inmigrantes italianos. Nos anima a hacer sacrificios - y aguantar desprecios. Como dice San Pablo, “Me alegro de dificultades e insultos...cuando soy más débil, soy (en Cristo) más fuerte.”

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De los Archivos:

Domingo Catorce, Año B, 2003: Insultos y Persecución

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