Sálvame, Señor, Estoy Ahogándome

(Homilía para el Domingo Diecinueve del Tiempo Ordinario, Año A)

Después de la elección papal, el Arzobispo Timothy Dolan de Milwaukee compartió una pequeña historia sobre el papa Benedicto Dieciséis. En aquel tiempo Monseñor Dolan era rector del Colegio Norteamericano en Roma y el papa futuro (el Cardenal Ratzinger) era cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Resulta que el Monseñor Dolan estaba en la Basílica de San Pedro. Notó que en uno de los confesionarios había una fila de penitentes. No era nada extraordinario porque siempre se puede ver a peregrinos y romanos esperando para la reconciliación en aquella iglesia. Cuando el Monseñor se acercó, vio algo diferente: el penitente saliendo del confesionario era un hombre de estatura mediana con cabello blanco, llevando una sotana negra. Era el Cardenal Ratzinger.

La imagen del futuro papa saliendo del confesionario es buena para el evangelio de hoy. Vemos a Pedro extendió su mano a Jesús que lo jala de las aguas turbulentas. Pues, dudo que el Cardenal Ratzinger estaba enfrentando una crisis mayor, pero toda confesión en alguna forma es una súplica a Jesús, “¡Sálvame, Señor! Estoy ahogándome.”

El Sacramento de Reconciliación es una forma en que Jesús nos saca de las aguas peligrosas. Cuando yo estaba en Lima tuve una experiencia de esto. Visité la famosa Iglesia de las Nazarenas donde guardan la imagen del Señor de los Milagros. Conectado al templo principal hay una Capilla de Reconciliación que tiene lugar para quizás cuatrocientas personas. Al lado hay una serie de confesionarios con penitentes haciendo filas. Decidí aprovechar de la oportunidad para hacer mi propia confesion. Cuando terminé, el sacerdote me dijo, “Mira, nosotros los sacerdotes damos consejos a otros, pero a veces no seguimos nuestras propias palabras.” Procedió a dar unos consejos que, en verdad, yo probablemente había dicho centenares de veces. No obstante, pensé en lo que él me dijo. Era lo que necesitaba en aquel momento.

No sé de Uds, pero me identifico con Pedro – no su papel como pastor supremos sino como un ser humano. Cuando el agua empieza a sacudir, yo sé que necesito al Señor. Pero cuando las cosas se calman, puedo ser un poco sobrado – aun imaginar que yo puedo caminar sobre el agua.

Los italianos tienen una leyendo del mirlo. Cuando el invierno termina, él canta, “ Ya es la primavera. Ahora no necesito a Dios.” ¡Que illusion! Sin embargo, Ud y yo podemos ser tan insensatos. En vez de agradecer a Dios por un momento de agua tranquila, nos olvidamos nuestra dependencia de él. Cuando esa decepción nos controla, Jesús nos permite a hundir. Es un acto de misericordia porque aparte de él, encontramos solamente la miseria y vacío.

Ud. y yo pertenecemos a una Iglesia que muchas veces está sacudida por las olas, lista en cualquier momento para volcarse. Un reportero - con inocencia norteamericana - hizo este comentario a un amigo católico, “Hemos reportado sobre el escándalo de Enron y aquella corporación se cayó. ¿Por qué, después de revelar el escándalo de clérigos, está todavía funcionando la Iglesia Católica?” Desde afuera, la Iglesia siempre parece al punto de desintegrarse. Pero ese punto de vista omite algo. El que dice From the outside, the Church does appear to be disintegrating. But that viewpoint leaves something out. The One who says, “No teman. Soy yo.” El mismo invita, “Ven.” Y, en una forma suave, regaña, “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”

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English Version

De los Archivos (Homilias Para Diecinueve Domingo, Año a):

2008: Para el Bien de Mi Raza
2005: Sálvame, Señor, Estoy Ahogándome
2002: Hombres de Fe

Otras Homilias

Homilia para Misa de Quinceañera (también Ritual)

Fotos del Perú (Julio de 2005)

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