¡Apártate de Mí, Satanás!

(Homilía para el Domingo Veintidos del Tiempo Ordinario, Año A)

Sin duda, Uds. han escuchado de “un oferta que no podrá rehusar.” Este domingo quisiera hablar de ofertas que alguien no solamente puede, sino debe rehusar. Antes de dirigirme a la que encontramos en el Evangelio, permítanme proponer dos escenarios imaginarios. El primero involucra limpieza de la casa. Todos hemos hecho el error de accidentalmente botar algo de valor: un cheque, una carta atesorada, un documento importante. Pero supone que alguien le dice, “Sí, de vez en cuando yo boto algo importante a la basura. No obstante, prefiero hacerlo en vez de tomar el tiempo en separar cosas.” ¿Invitarías a aquella persona a ayudarle en limpiar tu cuarto?

O para usar un ejemplo más extremo: un amigo te ofrecer una jaladita en su carro, pero te dice que lo que más le importa es llega lo más rápido posible. Si un perro u otro animal está en el camino, mala suerte para ellos. ¿Aceptarías ir en el carro con tal persona? Creo que tu respuesta sería “no,” no importa cuanto necesitas la jaladita o tu ansiedad de limpiar tu cuarto.

En una escala infinitamente mayor, Jesús rechazó la oferta de una salida fácil. Apenas había dicho que tenía que ir a Jerusalén y allá enfrentar uno de las peores formas de tortura y humillación. Pedro con toda buena intención trató de dissuadirlo. Jesús reaccionó ferozmente. Le aplicó a Pedro el nombre de la criatura más apestosa, echandole de su vista. “¡Apártate de Mí, Satanás!”

Ninguno de nosotros enfrentará una tentación de esa magnitud. No recibiremos una oferta tan diabólica como la que Pedro propuso a Jesús. No obstante las tentaciones vendrán. Hace unas semanas un hombre hizo esta oferta a nuestra nación:

“Si tu hija tiene diabetes, si tu papá tiene Parkínsones, si tu hermana tiene daño de la espina, influirá profundamente tu punto de vista la esperanza que esta células magnificas, recién descubierta, que hoy solamente tienen su origen en el embrión humano.”

La cosa increíble de esta propuesta es que el Senador que la hizo, en el mismo discurso, dijo que “un embrión es una vida humana naciente. Genéticamente es distinto. Y biológicamente es humano. Está vivo.” Entonces habló de su fe y como le enseña la humanidad del embrión. Y añadió que no es solamente un asunto de fe, pero algo que él sabe como un hecho científico. “Para mi,” dijo, “no es solamente una cuestión de fe. Es un hecho de ciencia.” Mencionó que cada embrión tiene mamá y papá, pero en algunos casos los papás desean descartar esto pequeños humanos. Entonces, le preguntó, ¿Por que no pedir su autorización para hacer algunos experimentos sobre su prole?

Hablo de esto no para entrar en el debate político. Si Vd. es no un investigador científico o político, probablemente no enfrentará este dilema directamente. Vd. y yo tendremos un papel indirecto (votando, quizás una carta al representante, y por supuesto, oración). No obstante, enfrentaremos ofertas satánicas. A veces requerirán discernimiento intensivo, como decisiones al fin de la vida. A veces, estarán obvias y directas, como los escenarios imaginarios que presenté al principio. Siempre implicarán una salida fácil - pura ganancia, nada de sufrimiento. Cuando oímos tal propuesta, debemos pedir a Jesús por la fuerza de decir con él, “¡Apártate de Mí, Satanás!”

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English Version

De los Archivos (Homilias Para Domingo Veintidos, Año a):

2008: No Espiritual, Sino Religioso
2005: ¡Apártate de Mí, Satanás!
2002: Tentación Satánica

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