Unico Camino a la Felicidad

(Homilía para el Domingo Veinticuatro del Tiempo Ordinario, B)

Tema básico: La cruz es el camino a la felicidad.

Todos los hombres sueñan con lograr el éxito. Queremos que las cosas vayan bien para nosotros mismos y nuestros seres queridos. Esos son sueños bellos y no hay motivo para despreciarlos. Jesús sabe lo que está en nuestro corazón y quiere que seamos felices. Hoy nos señala el camino a la felicidad. Pues, no es el camino que deseamos. Jesús nos dice, si queremos el bienestar, tenemos que abrazar la cruz. Eso es difícil de entender. La cruz es instrumento de sufrimiento y vergüenza. La cruz significa humillación, dolor y extinción aparente. No obstante, Jesús dice que la cruz es el único camino a la grandeza verdadera.

A veces esto se llama la paradoja de la cruz. Paradoja es una contradicción aparente. Perece una contradicción decir que el único camino a la felicidad es por abrazar el dolor. Sin embargo, dice Jesús, eso es la verdad.

Quisiera ilustrar la paradoja de la cruz con un pequeño cuento. Es sobre un muchacho romano que vivió en el siglo primero. Diremos que su nombre era Fidus. Su papa servía como soldado en Galilea y durante aquel tiempo, Fidus tuvo la oportunidad de visitar Nazaret. Allá encontró un muchacho judío y los dos tuvieron una conversación. El joven judío le invitó a su amigo romano para visitar el taller donde trabajaba con su guardián. El trabajo excelente impresionó a Fidus y le contó su gran sueño. Querría ser arquitecto y ir a Roma donde construiría un palacio para el emperador. En el haría un trono magnífico, apto para un rey.

Como sucedieron las cosas, Fidus no realizó su sueño de ir a Roma, sino la ciudad pequeña de Jerusalén. Durante la Pascua de los Judíos, el gobernador romano, Pilatos, llamó a Fidus a su palacio. Fidus pensaba que iba a ser su gran oportunidad. Pero en vez de pedirle a construir un edificio o un trono, Pilatos le dio el trabajo de construir un patíbulo para unos presos condenados. Se sintió decepcionado, pero trato de construir el mejor patíbulo posible - básicamente una serie de cruces de madera. Aquel viernes salió de Jerusalén para ver su obra. Se congeló porque podía oír los gritos de los hombres fijados a las cruces. El hombre en medio tenía un letrero sobre su cabeza: Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos. Fidus se dio cuenta que estaba ante el muchacho que conoció hace muchos años. En un momento de inspiración, Fidus entendió: el patíbulo con su cruz se hizo el trono para el rey de los reyes.

Como Fidus, tu y yo debemos construir un trono para Jesús. Y como él, podemos imaginar que es un trono de esplendor, riqueza y magnificencia. Pero no lo es. El trono de Jesús es la cruz. Esto es duro. Tenemos que admitir que somos como Pedro en el evangelio de hoy. Queremos a Jesús, pero lo queremos en nuestros propios términos. Queremos un Jesús que nos afirma, que nos hace sentir bien, que nos da lo que queremos. Es humano desear todo es - pero, como Jesús aclara hoy, puede ser diabólico. Apártate de mi, Satanás! Porque tu no juzgas según Dios, sino según los hombres.

De todos los cristianos que han escrito sobre la cruz, uno de lo mas perspicaz es Tomas A Kempis. Escribió un libro llamado La Imitación de Cristo. Tomas A Kempis empieza con una observación de sentido común: Nadie puede evitar la cruz: "es inevitable sufrir de alguna manera, libremente o a la fuerza, y así siempre encontrarás la cruz. Porque sentirás dolencias físicas o soportarás dolores morales. A veces te sentirás abandonado por Dios, a veces te molestará el prójimo y lo que es más serio, a veces serás pesado para ti mismo y ni siquiera podrás encontrar alivio en un remedio o descansar" No podemos escapar la cruz, pero podemos hacer una decisión si la vamos a abrazar - en union con Cristo. Todo depende de la cruz. Aquí es lo que dice Tomas a Kempis: "Carga con tu cruz y sigue a Jesús; así irás hacia la vida eterna... no existe otro camino a la vida y a la verdadera paz interior que no sea el camino de la santa Cruz y continua mortificación. Camina por donde quieras, dirígete a donde gustes no encontrarás vía más elevada en lo alto, ni más segura en lo bajo a no ser la vía de la santa Cruz."

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De los Archivos:

Domingo Veinticuatro, Año B, 2003: Señor, Purifica Mis Labios

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