Todo Es de Dios

(Homilía para el Domingo Veintinueve del Tiempo Ordinario, Año A)

Para entender el evangelio de hoy, nos ayudará si consideramos el contexto. Como pueden recordar del domingo pasado, Jesús había contando la parábola del banquete de bodas. La persona que acababa de casarse es el “hijo del rey,” es decir, Jesús mismo. Y, a pesar de quedarse en el fondo, obviamente hay una novia. Usando otras referencias del Nuevo Testamento, podemos entender quien es la novia: la Iglesia, es decir, los unidos con Jesús por los sacramentos y una vida de fe. (ver Ef 5: 32) Ojalá que tú y yo seamos parte de aquella muchedumbre. El banquete de Jesús y su novia la Iglesia durará para siempre. (Rev 19:7)

Con la imagen del banquete nupcial en la mente, podemos entender mejor el evangelio de hoy. Nos cuenta de la discusión con los fariseos y los herodianos sobre el tributo al César. Querrían atrapar a Jesús porque había insinuado algo increíble – que él mismo es el “hijo del rey,” el novio descrito en la escrituras hebreas quien es nadie menos que Dios. Eso les asustó. Aceptarlo implicaría un cambio total de su mundo.

Con esto, los adversarios de Jesús hicieron algo que hombres en todas partes hacen cuando la conversación toca un punto muy personal. Empezaban a hablar de la política. Es más fácil hablar del gobierno o aun controversias religiosas en vez de enfrentar los asuntos trascendentales: ¿Qué soy yo? ¿Qué es Dios? ¿Y quien es esta persona que dice que el novio? Entiendan por favor: no solamente un novio sino el novio. Un novio reclama todo de su novia y ella responde alegremente; los dos se hacen una sola carne. Como el novio Jesús reclama igual de cada uno de nosotros.

Por se motivo los fariseo y los del partido de Herodes querrían involucrar a Jesús en una discusión política insoluble. ¿Es lícito o no pagar el tributo al César? Los herodianos representaban el punto de vista pro-gobierno mientras los fariseos eran los disidentes. Podían intercambiar versículos de escritura y hacer todo tipo de acusación y contra-acusación, pero raras veces convencieron al otro. Al contrario, se hicieron más duros en sus opiniones. Querrían atraer a Jesús como parte de este debate sin salida.

Jesus no fue decepcionado. Reconoció su truco. Pidiendo una moneda – que aun el partido anti-gobierno tenia – les pregunté de quien era la imagen. Desde luego, correspondía al emperador. Jesús entonces pronuncio uno de su dichos mas famosos: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es Dios.”

Como he indicado anteriormente, Jesús no está diciendo que pongamos nuestra vida en caja, pero que reconozcamos lo que realmente importa. No emocionarse de cosas pasajeras: naciones, presidentes, guerras, tribunales, bolsas de Calle Wall, literatura, arte, etc. Tienen su lugar, pero se van a marchitar. Por otro lado, hay cosas mas directamente conectadas con nuestro ser interior. Denlas a Dios. Pertenecen a él: tu matrimonio, tus hijos, tu dinero, tu consciencia, tu tiempo. Cualquier cosa que entregas a Dios adquirirá un valor duradero.

Una pareja de nuestra diócesis dio un testimonio lindo sobre esto. Hablaron de sus dificultades económicas y las decisiones que tuvieron que hacer en cuanto al presupuesto familiar. Preocupaciones y líos los abrumaban hasta que empezaban a ver las cosas en forma diferente. Cuando todo fue dicho y hecho, se dieron cuenta que todo viene de Dios. Todo pertenece a el. En su chequero, sobre la línea de la firma, imprimieron estas palabras: Todo es de Dios. ¡Que diferencia hizo! Den, pues, a Dios lo que es Dios.

**********

English Version

De los Archivos:

Domingo Veintinueve del Tiempo Ordinario, Año A, 2002: La Trampa de Idolatría

Otras Homilías

Boletín

Carta Pastoral del Arzobispo Brunett: Unión Sacrosanta (sobre el matrimonio)

Home