Falsa Ambición

(Homilía para el Domingo Veintinueve del Tiempo Ordinario, B)

Tema básico: Falsa ambición, el tentativo de saltar sobre la otra persona puede destruir la comunidad. En lugar de falsa ambición, Jesús ofrece la copa de la prueba - y el servicio.

Shakespeare habla de "Ambición saltando, que brinca sobre si misma - se cae por el otro lado." En el evangelio de hoy vemos un ejemplo de esta falsa ambición. Dos hermanos, Santiago y Juan, tratan de agarrar los puestos de superioridad. Se caen. En vez de puestos superiores, Jesús les ofrece una copa - no un trofeo, sino el cáliz que contiene su sangre. Beber de esa copa implica la voluntad de servir a otros, aun derramar la sangre para Cristo.

Ambición falsa - que no es tanto el deseo de trabajar duro, sino saltar sobre la otra persona - puede destruir una comunidad. Lo vemos en la vida política y también en la Iglesia. Jesús nos muestra la salida: beber de su cáliz. Quisiera contarle sobre un hombre que se cayo en falas ambición y como Jesús lo rescato. Lei sobre el en un libro llamado Saints Behaving Badly (Santos Portandose Mal) que cuenta de unas personas improbable que llegaron a ser santos canonizados. Su nombre de este hombre era Hipólito y vivió en Roma al comienzo del tercer siglo. Hipólito era un hombre brillante, pero sufrió de un defecto común de intelectuales. Era orgulloso y resintió que alguien tuviera autoridad sobre el - especialmente los que el consideraba como sus inferiores intelectualmente. Para Hipólito los inferiores incluían todos en Roma, cristianos o paganos. Particularmente resintió al Papa Severino. En sus escritos lo ataco severamente. Pero el hombre que odiaba mas era el asesor principal del papa, Calixto. Calixto era un esclavo liberado, que por virtud y trabajo duro, subió a prominencia en la Iglesia. Hipólito pensaba que el mismo debía de ser el asesor principal, no un esclavo liberado.

Cuando Severino murió en el año 217, Hipólito consideraba que el mismo era el candidato lógico para ser papa, pero ustedes probablemente pueden adivinar quien fue elegido. Exactamente: el ex-esclavo, Calixto. Para Hipólito eso era el limite. Permitió a sus seguidores proclamarlo el papa verdadero o (como la historia lo llama) el anti-papa. Pasaron cinco años y un muchedumbre mato al papa Calixto. Pero eso no suavizo el corazón de Hipólito. Siguió como papa falso por otros trece años cuando lo arrestaron junto con el papa verdadero. El emperador condeno a Hipólito y al papa San Ponciano al trabajo duro en las minas de Sardinia. En aquel lugar terrible Hipólito se arrepintió de su cisma y pidió ser reconciliado con la Iglesia Católica. Juno con el Papa Ponciano murió de las condiciones inhumanos de la minas.

San Hipólito, un hombre cuya falsa ambición se lo separo de la Iglesia, al final bebió de la copa de martirio. Su vida representa el evangelio de hoy. Como los hermanos Santiago y Juan, Hipólito querría el primer lugar en la Iglesia. Y como ellos, lo que Jesús le ofreció en cambio era la copa de sufrimiento. Duro mucho tiempo para que Hipólito tomara aquella copa. Prácticamente fue impuesto sobre el. Pero la bebió - fue curado. En vez de buscar la división, busco la unidad.

Tu y yo quizás no somos agarrados por la misma falsa ambición como Santiago y Juan - o como San Hipólito. Tal vez somos mas como los otros diez apóstoles. Cuando oyeron del tentativo de agarrar el poder, reaccionaron con indignación. En un nivel se puede entender su reacción, pero hay que preguntarse si ellos tuvieron ambiciones semejantes. Jesús da una monición al colegio entero sobre la falsa ambición. Les dijo que deben en cambio buscar el papel del siervo. A pesar de hablar de servidores públicos, no tenemos buena idea de lo que la palabra significa. En el tiempo de Jesús la palabra servidor significo alguien que estaba a las ordenes del patrón veinticuatro horas al día. No es un papel que alguien buscaría. Pero si vamos a evitar la falsa ambición, eso debe ser nuestra mayor aspiración. El monje famoso, Tomas Merton, dijo, "Cuando termina la ambición, empieza la felicidad." Solo por abrazar el papel del servidor podemos superar la ambición que consume el corazón. Como declara Jesús:

"El que quiere ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del Hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos."

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De los Archivos:

Domingo Veintinueve, Año B, 2003: Victimas de la Envidia

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