El Amor Entrañable de Cristo Jesús

(Homilía para Segundo Domingo de Adviento, C)

Tema básico. El amor incondicional de Dios - hecho evidente en Jesús - no significa la sobre indulgencia. Al contrario, requiere que nos arrepintamos y le dejemos limpiarnos: tal es el amor entrañable de Cristo Jesús.

Algunos de ustedes han leído Cartas del Diablo A su Sobrino / The Screwtape Letters. C. S. Lewis las escribió desde el punto de vista de un demonio veterano llamado Escrutopo que da consejos a su sobrino sobre como llevar un joven a la ruina por medio de una serie de tentaciones. Parece que los tentadores tienen todas las ventajas porque ofrecen las cosa que los seres humanos quieren; placer sexual, superioridad sobre otros, escape de deberes, venganza y otras cosas, mejor no mencionadas. El diablo aparentemente tiene el lado ganador, pero a cierto punto, Escrutopo admite que su enemigo (Dios) no es un adversario tal fácil. Casi en desesperación, dice:

"Jamas debemos olvidarnos lo que la característica mas repelente e inexplicable de nuestro enemigo. Realmente ama a los "bípedos pelados."

Al final de las cuenta, eso es lo que Dios nos ofrece. Realmente ama a nosotros, criaturas confusas, sobradas - bípedos pelados, como C. S. Lewis lo expresa. El amor de Dios es asombroso. No obstante, en la segunda lectura de hoy, San Pablo habla del "amor entrañable de Cristo Jesus." Eso es un frase fuerte: amor entrañable de Cristo Jesús.

Creo que ustedes saben lo que significa amor entrañable. Dios ha arreglado las cosas en tal forma que casi todos tenemos alguna experiencia de cariño fuerte: un joven tan locamente enamorado que piensa en la muchacha día y noche; un papa que sacarificaría cualquier cosa para su hijo; aun el sentimiento que muchas veces tenemos para nuestras mascotas. El ultimo ejemplo puede parecer chistoso, pero en relación a Dios, la proporción es algo como un amo a su mascota - solamente la diferencia es incalculablemente mayor. Pero el cariño es verdadero. San Pablo habla del amor entrañable de Cristo Jesús.

A veces hablamos del amor incondicional de Dios. Ese frase significa que Dios por su naturaleza nos ama. Y su naturaleza no puede cambiar. Su amor es incondicional porque, de todos los seres, el es sin condiciones. No obstante, amor incondicional no significa que quiere dejarnos como somos - y dejarnos hacer lo que nos da las ganas, como un abuelito indulgente. Seria un amor pobre si Dios no espera nada de nosotros. San Pablo dice que Dios que seamos “limpios e irreprochables.” ¿Eres tu limpio e irreprochable? Yo se que no lo soy. Pero Dios quiere que seamos limpios e irreprochables.

En el evangelio San Juan proclama un bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. No podemos experimentar el cariño de Dios, el amor entrañable de Jesús, si no reconocemos nuestros pecados. Entrar en la presencia de Dios requiere limpiarse. Dejenme hacer una comparación, que quizás es demasiado sencillo. Tengo un perro al cual siento un cariño fuerte. Hace lo que quiero y no requiere mucha persuasión. Pero hay una cosa que teme y odia: ser bañado con agua. Cuando se da cuenta que lo estoy conduciendo a un balde de agua con jabón, se frena con las patas y viene a ser inmóvil. Lo acaricia, lo hablo lindo, le ofrece comida - sin resultado. Al fin tengo que jalarlo al agua. Cuando comienzo a lavarlo, el lo aguanta y cuando el baño se termina, corre y se sacude con alegría pura.

Tu y yo podemos tener los mismo sentimientos en relación a la limpieza que Dios quiere darnos en el Sacramento de Reconciliación - que es un tipo de segundo bautismo. Que difícil admitir nuestro pecado ante Dios y otro ser humano! Podemos pensar, "soy suficientemente limpio.' Pero Dios no lo ve así. Quiere que seamos limpios e irreprochables.

Para resumir: el amor entrañable de Dios - hecho evidente en Jesús - no significa indulgencia. No es abuelito complaciente, que solamente quiere que los niños se divierten. No, es un padre amoroso con expectativas altas para sus hijos - que seamos puros e irreprochables. Nos invita hoy arrepentirnos del pecado y dejar que el nos limpie. Tal es el amor entrañable de Cristo Jesús para nosotros.

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De los Archivos:

Segundo Adviento, Año B, 2003: Sueño de Una Mujer Embarazada

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