Hace varios días, me informaron que alguien había hecho una donación anónima de $15,000 a la parroquia. Estaba muy contento y compartí la noticia con algunos feligreses. No sabía quien era, pero unos trataron de tomar el crédito. (“Lo admito, padre, fui yo que dio los quince mil dólares.”) Por varios días afectó la manera en que traté a la gente. “Este persona,” me dije, “puede ser él que hizo la contribución generosa.
Pues, desafortunadamente, era una alarma falsa, pero el episodio me hizo pensar. Si una donación financiera pudiera tener tal efecto, ¿que tal si pudiera ver el valor mas profundo de cada persona que encuentro? El Catecismo lo expresa así: Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. (#357)
San Agustín enseñó que aun la persona que consideramos más despreciable tiene un valor incalculable. No significa que Agustín tenía una idea ingenua de “la bondad básica del ser humano.” No, era realista sobre nuestro estado caído. No obstante, a pesar de ser marcados por pecado original y personal, no perdemos la imagen divina – aun si una persona cae al infierno, el imago Dei queda en su alma. La imagen puede ser nublada por el pecado, pero sigue existiendo dentro de cada ser humano.
Estamos llamados a amar cada persona, incluyendo los más odiosos. Significa que reconocemos su dignidad, su gran valor, su vocación a la vida eterna con Dios. A veces el vecino afecta mi “estilo de vida”; aparece en el momento más inconveniente. No obstante, estoy requerido a amarlo – por amor a Dios. Obviamente esto no significa acceder a toda demanda – menos la demanda de amor que a veces es amor fuerte. En el evangelio hoy, Jesús une los dos grandes mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. El amor a Dios tiene prioridad: sin él no podemos amar correctamente a la otra persona. Pero amor al prójimo es la prueba de la realidad del amor a Dios.
El autor ruso, Fedor Dostoievski desarrolló este tema en una forma dramática. Escribe de una mujer ansiosa sobre la existencia de Dios y la vida después de la muerte. Se acerca a un sacerdote con sus angustias. El le explica la imposibilidad de demostrar – o refutar – que Dios exista y que nuestras almas sean inmortales. Y añade, “Esfuérzate para amar al prójimo activamente y infatigablemente. En cuanto avances en amor; tu estarás mas segura de la realidad de Dios y la inmortalidad de tu alma.”
La mujer, que era una viuda joven, cuenta al sacerdote como ella soñaba con renunciar sus posesiones y ser una hermana para servir a los pobres. Sin embargo, se preocupa de lo que la gente pensaría en ella. El sacerdote entonces dice estas palabras famosas, “El amor en acción es una cosa rigurosa y aterradora comparada con el amor en sueños.”
Cuando Dostoievski dice que amor en acción es riguroso y aterrador, señala que pide que uno muere a si mismo. El don de darse fue representado en un documental sobre la Guerra Civil de los Estados Unidos. La serie llamó la atención porque reveló las vidas y motivos de soldados comunes. Un programa enfocó en una carta escrita por Sullivan (Suliván) Ballou a su esposa, Sara, antes de la primera batalla (Bull Run). Dándose cuenta que podía ser matado, escribió:
"Que difícil es…quemar a cenizas
las esperanzas de años futuros cuando,
Dios primero, pudiéramos todavía haber vivido
y amado juntos para ver a nuestros hijos
crecer a ser hombres honorables alrededor de nosotros.
Si no regreso, mi querida Sara,
jamás olvidar cuanto te amaba,
ni cuando mi último respiro
me escapa en el campo de batalla,
susurrará suavemente tu nombre. Perdona...
los muchos dolores que te he causado.
Como sin pensar ...tan necio que a veces me he comportado."
Sullivan fue matado en la batalla de Bull Run.
Probablemente tú y yo no seremos llamados a hacer un sacrificio tan dramático. Pero la carta de Sullivan toca algo profundo en cada uno de nosotros. No es solamente que murió en un campo de batalla. Su carta nos toca porque habla de actos ordinarios de amor: la humildad de pedir perdón, el trabajo duro de criar hijos, la fidelidad de ser buen esposo. Esas cosas requieren un sacrificio escondido de la vista pública. A veces significa que amamos la otra persona por un solo motivo: porque amamos a Dios. Por fe vemos la imagen de Dios, alguien por quien Cristo murió para rescatar. Amor en acción es una cosa rigurosa y aterradora.
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