¿No Tenemos Un Mismo Padre?

(Homilía para el Domingo Treintiuno del Tiempo Ordinario, Año A)

Hay un cuento chistoso de un una familia que estaba saliendo de la misa. El hombre le dijo a su esposa, “No fue muy buena la homilía que el dio.” Su señora añadió, “Sí, y el coro no canto bien.” Mientras tanto, su hijo pequeño estaba escuchando a sus papás. Finalmente les dijo, “A mi me parecía bien – especialmente considerando que nos costó solamente un dólar.”

Eso es una forma de hacer la donación dominical. Hoy día quisiera hablar con Vds. de otra manera de hacerla. Se llama Mayordomía y escucharemos mas sobre ella en las próximas semanas cuando tenemos nuestra Campaña anual de Mayordomía. Quiero ponerlo en el contexto de las lecturas bíblicas. Del profeta Malaquías podemos ver el enfoque principal. Hace una pregunta sencilla, pero profunda:

¿No tenemos todos un mismo padre?

En un sentido la Biblia entera es una respuesta a aquella pregunta. Nos muestra que a pesar de todas las pruebas y dificultades de la vida, tenemos un padre: Dios mismo. En el Nuevo Testamento Jesús nos invita a participar en su propia relación eterna con El.

Una vez cuando yo hacía ejercicios espirituales, el director me sugirió que meditara sobre Dios como Padre. No puedo recordar que parte de la Biblia yo usaba, pero me acuerdo la imagen que vino a mi mente. Cuando tenía unos siete años, mi papá me cargó en sus brazos. El dedo índice de mi mano izquierda estaba sangrando. Había estado con mis hermanos mayores jugando con una maquina para moler maíz y metí mi dedo en ella. La cosa rara es que no recuerdo el dolor. Debe haber sido fuerte, pero se me he olvidado. Lo que me acuerdo es mi papá llevándome en sus brazos.

He retornado a esa imagen cuando pienso en Dios Padre. Especialmente, durante momentos cuando estamos sufriendo, él quiere cargarnos. Son los tiempos cuando debemos mirar a Dios, no huir de él. El nos llevará.

Todavía tengo una cicatriz en el dedo índice – y siento un poco de artritis cuando hace frío, pero no me importa. La cicatriz me hace pensar en mi papá. Tenía sus fallas; no era un padre perfecto. Pero en un tiempo de necesidad me llevó en sus brazos.

Jesús nos dice que no llamemos a nadie “padre” porque tenemos un solo Padre en el cielo. No creo que Jesús esté diciéndonos que no debemos usar títulos de respeto y cariño – pro ejemplo, que debemos llamar a nuestros papás (y sacerdotes) por su primer nombre. No, lo que Jesús quiere es que honremos a nuestros padres viendo en ellos un reflejo de la paternidad divina.

Dios quiere cuidarnos, aun cargarnos cuando estamos heridos. Desea proveer toda necesidad legítima. Eso me trae al tema de Mayordomía. Dios nos da todo. Como signo de gratitud, guardamos la primera porción para El. A veces personas me dicen, “Daré mas tiempo a Dios cuando estoy viejo; ahora estoy muy ocupado.” O, “Cuando resuelvo mis problemas financieros, entonces daré mi diezmo.”

La idea del diezmo puede causar un poco de susto. ¿Qué me pasará, qué pasará con mi familia, si doy el primer diez por ciento a Dios? Pero, realmente, la única cosa de hacer es tomar a Dios en serio y comenzar. Quisiera dar un ejemplo que puede sorprenderles: el hombre de negocios John Rockefeller. Probablemente hay cosas de él que se puede criticar, pero una cosa que hizo toda su vida era dar el diezmo. Su familia de origen era modesta y Rockefeller cuenta de su primer salario: Un dólar y cincuenta centavos por semana. Trajo el dinero a su mamá que lo miró, explicándole que estaría contenta si él diera la décima parte al Señor. Lo hizo y desde aquel día, Rockefeller dio el diezmo de cada dólar que ganó. Dijo, “Si no hubiera dado el diezmo del primer dólar, no lo habría dado del primer millón de dólares.”

No estoy diciendo que si das el diezmo llegarás a ser millonario. Puede o no puede suceder. Lo que pido es que te unas conmigo en reconocer las grandes bendiciones que tú y yo hemos recibido. Piénsalo. Tú tienes dones de energía, habilidades, oportunidades, y sobre todo, el don del tiempo mismo. Considera como puedes devolver una parte de tu tiempo y talentos a Dios. En las tardes veo a papás en nuestro campo deportivo enseñando equipos de niños para jugar fútbol. ¡Que lindo don de tiempo y talento! En nuestro boletín hemos puesto una lista de varias necesidades que tenemos en la parroquia: culto, formación en la fe, servicio, vida parroquial y edificios. Revisa la lista y considera como tú puedes ayudar. Especialmente necesitamos a personas que pueden ayudarnos en organizar diferentes ministerios.

Desde luego necesitamos sus dones de recursos económicos. El próximo domingo familias de nuestra parroquia darán testimonios. Cada familia tiene circunstancias diferentes. Pero, saben, tenemos un mismo Padre. Para repetir el lema de nuestra Mayordomía. Todo es de Dios. Estamos llamados a compartir.

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English Version

De los Archivos:

Domingo Treintiuno del Tiempo Ordinario, Año A, 2002: No Llamen Padre a Nadie

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