Los historiadores consideran a Abraham Lincoln como entre los mejores – si no el mejor, presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, su grandeza no fue evidente a todos durante su vida. Lincoln recibió una cantidad enorme de críticas.

A sus criticones Lincoln contó sobre un viajero durante una tormenta terrible. La noche era completamente oscura y los relámpagos proveían la única luz para ver el sendero. Un rayo cayó muy cerca y el trueno causó que el hombre se arrodillara. No era un hombre de oración, pero hizo una petición breve y fervorosa, “Oh Señor, si es igual para Vd. favor de darme un poco mas de luz y un poco menos de ruido.”

Todos podemos identificarnos con la oración. Vivimos en un mundo de mucho ruido. A veces puede confundir y desorientarnos. Lo que necesitamos es menos ruido y más luz. Este miércoles comenzamos una temporada que nos invita apagar el ruido y dejar entrar la luz. El miércoles de ceniza Jesús nos llama a abrazar las practicas de oración, ayuno y limosna – no para apariencias, sino para permitir que la luz de Dios entre nuestros corazones.

Mientras rezamos por la luz de Dios, pedimos que en alguna forma seamos vehículos de esa luz para otros. Es bastante fácil hacer ruido, pero bien difícil alumbrar. Requiere disciplina, reflexión – y, sobre todo, pedir al Señor su ayuda para decir la palabra correcta en el momento indicado.

No estoy hablando de ser brillante. Lo que cuenta es ser constante y atento. Un relámpago emite mucha energía – y ruido – pero dura solamente unos segundos. Pero, sería una maravilla captar y utilizar toda esa energía. Los científicos de General Electric han calculado que un solo rayo tiene voltaje suficiente para alumbrar un hogar por treinta y cinco años.

Jesús dice a sus discípulos, “Ustedes son la luz del mundo.” Al acercarnos al comienzo de la Cuaresma, pedimos a Jesús que podamos dar menos ruido – y más luz.

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