Tres Clases de Hombres

(Homilía para Quinto Domingo de Pascua, Año A)

Quisiera comenzar con una cita del escritor inglés, C.S. Lewis. El observa:

Hay tres tipos de personas en el mundo. La primera clase es de ellos que viven sencillamente por si mismos y por el placer, considerando el ser humano y la naturaleza como materia prima para poner en cualquiera forma que les da las ganas. En la segunda clase hay ellos que reconocen otra demanda – la voluntad de Dios, la imperativa categórica o el bien de la sociedad – y tratan honestamente de no seguir sus propios intereses más allá de lo que permita esa demanda... Pero la tercera clase es de ellos que puedan decir con San Pablo que para ellos “vivir es Cristo”...La voluntad de Cristo ahora no limita las suyas; es su voluntad de ellos. Todo su tiempo, en pertenecer a El, pertenece a ellos, porque son de El. (Tres Clases de Hombres)

Lewis nota que la mayoría de nosotros pertenecemos a la segunda clase y “por eso siempre y necesariamente somos infelices.” Tratando de responder a la demanda superior nos deja con una sensación de cansancio o culpabilidad – o las dos cosas. Dice Lewis, “La doctrina cristiana que no hay ‘salvación’ por obras hechas según la ley moral es un hecho de experiencia diaria.” Estamos atrapados en medio. En ciertos momentos tenemos envidia de los que ignoran las demandas superiores. Al mismo tiempo, tenemos un sentido que nuestras vidas sería realmente felices si pudiéramos tomar el paso de darnos completamente a Cristo: morir a si mismo y vivir por El.

Hoy Jesús nos invita hacer precisamente eso, entregarnos totalmente a El. “Si creen en Dios, crean también en mí.” ¡Que alegría tendríamos si pudiéramos hacer ese acto de fe – y mantenerlo! Jesús nos da la promesa abrumadora que, si lo hacemos, jamás perderemos la paz. Que no habrá mas angustia en el corazón.

Durante los últimos veintiséis años, tú y yo hemos tenido el privilegio de ser testigos a un hombre que, por toda medida, parecía darse totalmente a Jesús. En el funeral del papa Juan Pablo, los jóvenes empezaban a grita, “Santo súbito.” ¡Decláralo un santo ahora mismo! Gente por todo el mundo, especialmente los jóvenes, eran atraídos al papa porque era aquel tercer tipo de hombre, una que hizo el acto de fe en Jesús.

El predecesor del papa – de hecho, el primer papa – lo dice sencillamente en la carta a la cual hemos escuchado hoy. “Acérquense al Señor Jesús.” Aun si otros rechazan a Jesús o tienen vergüenza de el, no lo dejar influirte. Ven a Jesús. Haz su voluntad la tuya. En El encontrarás tu felicidad verdadera, tu libertad verdadera, tu ser verdadero. Ven a El.

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Homilía 2008: Un Camino Virgen
2005: Tres Clases de Hombres
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