Tome Su Cruz de Cada Dia

(Homilía para el Domingo Doce del Tiempo Ordinario, Año C)

Al volver al “Tiempo Ordinario” parece que Jesús quiere llamarnos a la realidad diaria. “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.”

Muchas veces las personas comparten conmigo sus pruebas: una condición física, un esposo irresponsable, la angustia de escuchar a los papas peleándose, una tentación que siempre vuelve, una culpabilidad que temen que otros van a descubrir. Es raro que tengo un consejo que realmente ayuda. A lo mejor puedo tratar de escuchar con simpatía, prometer oraciones y animarles a llevar su prueba a Jesús. Tengo que admitir que lo que yo llevo a Jesús es mi impotencia ante tanto sufrimiento, mucho de lo cual es resultado de un mal que solamente se puede designar como diabólico.

Este domingo en Holy Family estamos ofreciendo misa por una persona que sufrió mucho, pero llevó sus pruebas a Jesús. Es difícil creer que un año ha pasado desde la muerte de Sharon Carriere. Ella dedicó su vida al servicio de la parroquia, primero como voluntaria y luego como miembro del equipo. Sharon fue totalmente dedicada a su esposo, sus hijos y sus nietos, pero también hizo un trabajo extraordinario para la comunidad parroquial. Muchas veces fue mas allá de lo requerido para ayudar un feligrés en una situación difícil. Desde su muerte he recibido testimonios emocionantes.

Lo que la mayoría no sabia era con cuanto sufrimiento físico ella vivía. Por unas décadas luchó contra una enfermedad que le causaba un dolor intensivo (Granulomatosis de Wegener). Sharon siempre mantenía un espíritu optimista. Saludó a cada persona con entusiasmo, dándole confianza que podía compartir sus preocupaciones con ella.

Algunos de los retos del ministerio también le causó dolor. No es fácil tener un trabajo constantemente tratando con el público. Me acuerdo una vez Sharon mencionando que la gente hoy tiene mas dificultad en comunicarse. En vez de escuchar, solamente reaccionan. En sus últimos años trabajó principalmente en ayudar a personas con casos matrimoniales. Recibió críticas de los que no entendían la enseñanza clara de Jesús sobre la indisolubilidad de matrimonio – y por eso pensaba que divorciarse y casarse con otra no debe ser obstáculo para recibir la Comunión. Pero también recibió comentarios de los que no apreciaban todo lo que es parte de una declaración de nulidad. Muchas veces las críticas no fueron basadas sobre un esfuerzo de entender, sino una reacción emocional. Desde luego Sharon sabía mejor que nadie que el proceso de anulación era imperfecto – pero también sabía que a este lado del cielo, la única Iglesia que tenemos es débil e imperfecta.

Sharon aceptó los malentendidos como una parte mas de la cruz diaria, una cruz que hay que abrazar para servir a otros. Sabía que la cruz vencería toda división. San Pablo dice que en Cristo no hay judío o griego, esclavo o libre, bacón o mujer. No quiere decir que las diferencias son insignificantes. ¡Que mundo mas empobrecido si borramos los grandes logros de judíos y griegos! ¡Y que mundo mas aburrido si feminidad y masculinidad fueron sumergidas en un tipo de unisexo! No, esas distinciones son vitalmente importantes pero en comparación con ser de Cristo, no son nada. Cristo, su cruz supera toda división – pero lo hace en sacar lo mejor de cada uno y transformarlo en lo que al final es el fin de su creación.

Unos días antes de la muerte de Sharon, la visité en el hospital. Hasta aquel punto, siempre se preocupaba por trabajo no cumplido. Pero ahora era débil, muy débil. Como no podía hablar, tomé su mano y recé una oración en voz alta. Parecía que había paz. Un trabajo bien hecho. Pero también el reconocimiento que el trabajo verdadero es hecho por Jesús.

“El que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ese la encontrará.”

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