Con Aceite y Vino

(11 de julio de 2004)

Durante las próximas semanas escucharemos mucho sobre la Enmienda Federal del Matrimonio. Básicamente reafirma la definición del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. El Senado nacional la debatirá esta semana y puede votar tan temprano como el miércoles. La mejor análisis breve que yo he leído fue escrito por el Padre Richard Neuhaus. (Era un ministro Luterano que convirtió a la Iglesia Católica hace quince años y ahora es sacerdote de la Arquidiócesis de Nueva York.) Esto es lo que dijo el Padre Neuhaus:

La enmienda sobre matrimonio continúa ganando fuerza y probablemente jugará un papel significante en la campaña presidencial. Una cuestión central es si puede evitar ser identificado como una medida anti-gay. Dependerá en gran parte sobre si el argumento se puede hacer exitosamente que las uniones homosexuales y otros arreglos domésticos caen en la categoría de amistades. Amistades pueden ser saludables o no saludables, pero no es la tarea del gobierno certificar o hacer reglas sobre amistades. En forma de contraste agudo, el matrimonio siempre y en todas partes ha sido reconocido legitima y necesariamente como un asunto publico. (While We Are At It)

Es importante hacer la distinción entre el matrimonio y la amistad. Ciertamente podemos esperar que esposos pueden ser también amigos, pero matrimonio y amistad no son la misma cosa.

Me hace recordar la cuenta sobre Abraham Lincoln. Él hizo esta pregunta: “¿Cuantas piernas tiene un perro?” La respuesta desde luego era cuatro. Lincoln preguntó, “Si decimos que la cola es una pierna, entonces ¿ahora cuantas piernas tiene el perro? El hombre respondió: Cinco. “No,” dijo Lincoln, “Solamente porque decimos que la cola es una pierna no significa que así es.” Necesitamos el sentido común de Lincoln hoy. Vivimos en un mundo donde muchos piensan que pueden cambiar la realidad simplemente al darla nombre diferente. A veces está hecho desde un sentido de compasión, pero como distorsiona la realidad, en el largo plazo causará mas daño que bien.

En el estado de Massachussets (y antes en países como Suecia y Noruega) ahora tiene leyes que permiten que dos hombre o dos mujeres “se casen.” Alguien puede decir, ¿Qué me importa?” Si ellos quieren llamar su unión un “matrimonio,” porque debe preocuparnos. El problema es que ellos no solamente quieren el derecho de llamar su relación “matrimonio,” quieren obligarte a ti y a mí hacerlo también. No sé de Ud., pero yo jamás puedo decir que la unión de dos varones es matrimonio.

Mis motivos no son solamente emocionales. Confundir uniones homosexuales con matrimonio obviamente debilitará el matrimonio. También causará sospecho a amistades. Pero mucho mas importante, el matrimonio es fundamental a la sociedad – y la Iglesia. Consideramos el matrimonio tan sagrado que es uno de los siete sacramentos. La unión de los esposos es un sacramento, un signo de la unión de Cristo con su novia la Iglesia – es decir, nosotros. Amistad es una cosa, pero matrimonio es mucho más. Es importante llamar las cosas por sus nombres correctos.

Esto relaciona con el evangelio. Hemos escuchado la parábola del Buen Samaritano. Era diferente que el sacerdote y levita porque se le acercó al hombre herido y trató de descubrir lo que realmente necesitaba. Vivimos en un mundo de apatía, de indiferencia. Muchos dicen, “no es mi problema,” y pasamos de largo. Pero estamos interconectados.

continuada

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De los Archivos (15o Domingo, Año C, 2001): Se Le Acercó

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