La Tentación de Espiritualidad

(Homilía para el Primer Domingo de Cuaresma, Año C)

En su libro The Holocaust Gilbert Martin da una narración detallada de la matanza de seis millones de judíos europeos. Documenta como los Nazis sujetaron al pueblo judío a sufrimiento horrorosos y matanzas en guetos, campamentos de concentración y labor esforzada. Al leer el libro uno puede concluir que, si quitamos el velo de civilización, los seres humanos son meros bestias. Sin embargo, como nota un escritor judío, si decimos que los nazis son bestias, insultamos a los animales. La verdad es que cuando un hombre cae en la tentación, no se vuelve a un animal, sino un diablo.

La mayoría de los oficiales Nazis jamás vio la tortura y matanza de un judío. Heinrich Himmler, el arquitecto principal del holocausto, vio solamente una masacre. Diferentes grupos de judíos fueron forzados en una zanjá y matado con una ametralladora. El cráneo de un hombre explosionó, desparramando cerebro y sangre, que cayó en el saco de Himmler. Siempre un hombre delicado, dio una vuelta y vomitó. Mas tarde, alabó a los asesinos, diciéndolos que deben hacerse duros para cumplir su “misión noble.” Los nazis se consideraron como hombres elites y espirituales – y así eran. El diablo es espíritu puro, mucho mas espiritual que nosotros – pero puede hacernos como él mismo.

De las tres tentaciones de Jesús, solamente una esta dirigida a su naturaleza animal, “Dile a esta piedra que se convierta en pan. Pero aun eso fue mas una tentación de abusar el poder que satisfacer el hambre. El diablo empieza la tentación con una pulla o provocación: “Si eres el Hijo de Dios...” ¿Cuántas personas caen en pecados solamente para comprobar algo? Quieren que la gente sepa que son bien fuerte o una mujer sensual o alguien que merece respeto. Solamente podemos resistir tal tentación si nos unimos a la única persona que no tiene nada de comprobar, es decir, con Jesús.

Las próximas tentaciones son netamente espirituales. Ningún animal desea poder y auto-exaltación como los seres humanos lo deseamos. El diablo lo ofrece por un precio: sumergirnos en la cultura de muerte, adorar a él. Después viene la desesperación, “Arrojate desde aquí.”

El actor y director famoso, Mel Gibson cuenta como tenía todos lo que la sociedad valora: Éxito, hermosura, prestigio, miembros del sexo opuesto que lo adoraba y habrían hecho cualquier cosa para un momento con él. Tenía todo, pero se sentía tan vacío y miserable que querría echarse de una ventana.

Fe, la acción de la gracia, agarró a Gibson. Produjo La Pasión del Cristo como testamento personal. La película ha provocado mucho interés. La explicación es que la pregunta central es como nos relacionamos a los sufrimientos de Cristo. ¿El sufrimiento humano es una idiotez cósmica o tiene un significado y valor? O ponerlo en otra manera: Si reconocemos que la causa de la inhumanidad del hombre a otros hombres es la espiritualidad distorsionada, que el sufrimiento tiene una causa espiritual, ¿tiene también una solución espiritual?

San Pablo nos da este reto:

Porque basta que cada uno declare con la boca que Jesús es el Señor
Y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
Para que pueda salvarse.

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