Carretera Ancha al Infierno y Camino Angosto a la Vida

(Homilía para el 21o Domingo del Tiempo Ordinario, Año C)

Este verano estoy leyendo la Divina Comedia de Dante. Tiene tres partes: Inferno (Infierno), Purgatorio y Paradiso (el Cielo). Tengo que admitir que todavía estoy en purgatorio - y no estoy seguro cuando llegaré al cielo.

Como es el caso en evangelio de hoy, Dante aclara un malentendido sobre quien va al Infierno o al Cielo. Muchos suponen que el Infierno contiene los pecadores, la gente mala, mientras el Cielo tiene los que hacen el bien. De hecho, los tres niveles contienen pecadores. La diferencia es que los en el cielo admiten su maldad, mientras los en el Infierno niegan su pecado.

Por ejemplo, en el Segundo Circulo del Infierno hay los que han caído por pecados sensuales. Tiene un número enorme de almas, pero nunca se tocan uno al otro porque son movidos por un viento fuerte. Dante reconoce dos amantes famosos: Paolo y Francesca. Como pájaros en un viento fuerte mueven arriba y abajo, de un lado al otro. Dante quiere hablar con ellos y su guía (el poeta romano Virgilio) le dice que los llame en el nombre del amor. Lo hace y los dos paran.

Francesca narra como ella y su cuñado por casualidad estaban solos en un cuarto y como por casualidad leían de un libro de romance. Sus ojos encontraron y aquella tarde "no leemos más." Desdichadamente, el esposo de Francesca (quien es también hermano de Paolo) llega temprano. En su cólera, mata a los dos y caen, sin arrepentimiento, al Infierno. Francesca explica a Dante que en realidad no tienen culpa porque el amor los apoderó. Al mismo tiempo aclara que odia a su esposo tanto que espera que él llegue a un nivel inferior del Infierno reservado por los asesinos. Las almas del Infierno no desean misericordia, sino justicia. Reciben lo que desean.

Como Jesús nos dice hoy, la carretera al Infierno es ancho y muchos la toman: pasan la culpa a otros, justifican su propio pecado mientras condenan a otros. Las almas en el Infierno no reconocen cuan superficial es su "amor," ni ven lo que es obvio a otros - que son manejados por un odio que no perdona. La carretera a la damnación es amplia.

Por otro lado, el camino a la salvación es angosto. La semana pasada tuve la oportunidad de caminar el Camino Inca. Es parte de un sistema antiguo que conectaba el enorme imperio incaico. Lo que hicimos en cuatro días, la gente antigua hizo en un día y medio. El camino es angosto - solamente suficiente por un hombre y su animal de carga.

Mientras caminaba el Camino, imaginaba un hombre con su familia trayendo productos de la selva lejana. Habría requerido mucha valentía dejar su casa rodeada de frutos abundantes, peces y otras comidas. También hubiera requerido fe. ¿Quién podía imaginar una ciudad lejana construida de piedras cortadas? ¿Quién podía creer que hombres hubieran puesto caminos de rocas, todos conduciendo a Cusco? Habría enfrentado peligros y pruebas inimaginables. Algunos de sus llamas hubieran muerto de enfermedades o ataques de pumas. Mientras la altura aumenta, mientras cada paso es más doloroso, mientras los llantos de sus niños aumentan, el hombre considera volver a su casa. Quizás una palabra de aliento de su esposo le da animo necesario. Después de varios meses llegan a su destino: la ciudad bella y sagrada.

Jesús nos dice que el camino a nuestra casa verdadera es así. Pocos lo toman porque es difícil, lleno de pruebas. Pero...¡Qué ciudad espera a los que toman el camino angosto!

************

English Version

De los Archivos (Homilía para Domingo Veintiuno - Año C):

2007: Apartanse de Mi
2004: Carretera Ancha al Infierno y Camino Angosto a la Vida
2001: ¿Son Pocos Los Que Se Salvan?

Otras Homilías

Caminando el Camino Inka

Home