Dos Clases de Hombres

(Homilía para el 28o Domingo del Tiempo Ordinario, Año C)

Alguien ha dicho que se puede separar los hombres en dos clases: los que dividen todo en dos cosas y los que no lo hacen. Pues...la mayoría de los esfuerzos para categorizar a la gente no sirven bien, pero hay algo que distingue una persona de otra. Lo vemos en el Evangelio de hoy. Estoy convencido que las personas caen en dos grupos básicos u orientaciones: los que tienen un corazón de gratitud y los que no lo tienen. Los grupos no son iguales. De hecho, la proporción hoy parece igual como en el tiempo de Jesús: nueve a uno. No obstante, a pesar de ser la minoría, los que tienen un corazón de gratitud tendrán la última palabra.

Hace doce años salió una película que con humor representó esta división de la humanidad. Intitulado What About Bob? (¿Qué Pasa Con Bob?), es sobre un psicólogo que tiene todo: una señora bella e hijos muy lindos, una casa elegante, una práctica exitosa y un libro popular que da consejos sobre como resolver problemas. En forma de contraste, tiene un paciente llamado Bob que posee muy poco, pero muestra una gratitud, casi como un perro, por cualquier cosa que recibe. Contra los deseos del psicólogo, Bob llega a su casa y es huésped de una cena. Saborea cada pedazo de comida, expresando en voz alta su satisfacción. La señora, que no está acostumbrada a tal gratitud, está contenta, pero su esposo es siempre mas y mas irritado hasta finalmente golpear su puño sobre la mesa para ordenar que Bob se calle.

Los personajes son extremos, como es normal en una comedia, pero el ingrato “exitoso” y el “fracaso” ingrato son opciones para cada uno de nosotros. Obviamente no estamos llamados a despreciar el éxito y buscar el fracaso, pero tenemos que reconocer donde está la verdadera felicidad: no en lo que logramos, sino en nuestra actitud a lo que recibimos.

Jesús sanó a diez leprosos. Después de su asombro inicial nueve de ellos – naturalmente – quieren seguir con vida, experimentar las cosas que habían perdido. Solamente uno regresó para expresar su gratitud. No era obligatorio, pero algo dentro de él, lo hizo querer de volver y echarse a los pies de Jesús, alabando a Dios. Las palabras finales de Jesús son esenciales. Le dice, “tu fe te ha salvado.” Como hemos visto el domingo pasado, el poder mayor y el don más importante es la fe. Nuestra capacidad de recibir aquel don depende de nuestra actitud de gratitud.

************

English Version

De los Archivos (28o Domingo, Año C, 2001): Vayan a Presentarse a Los Sacerdotes

Otras Homilías

Boletín

THÉRÈSE (Estreno de la Pelicula)

Home