Los Débiles de Dios

(Homilía para el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, Año C)

En el aniversario del ataque de Oklahoma, las redes de televisión hicieron algo dramático. A las 9:02 de la mañana, el tiempo exacto de la explosión, observaron un segundo de silencio por cada uno de las ciento sesenta y ocho victimas. Era un momento solemne y dramático.

Esta semana conmemoramos otro tipo de explosión que resultó en una cantidad enorme de victimas. Hace treinta y un años, la corte suprema entregó una decisión llamada Roe contra Wade. Sin participación legislativa, los jueces hicieron legal el aborto en los nueve meses del embarazo. Desde aquel día, unos cuarenta millones de niños no-nacidos han muerto. Si íbamos a observar un segundo de silencio por cada uno de ellos, duraría quince meses y medio.

Quizás el silencio es la mejor respuesta. El año pasado un hombre joven de nuestra parroquia entró en una comunidad contemplativa. No es que querría escaparse de los problemas del mundo. Es un luchador, pero reconoce que al final de las cuentas no estamos tanto en una batalla política sino espiritual – y nuestra mayor arma es la oración.

Hoy escuchamos como Jesús inició su ministerio publico. Antes de hacerlo, pasó cuarenta días en el desierto – antes de eso, treinta años en reclusión relativa. Jesús no vino para anunciar un mensaje nuevo, sino para recordarnos lo que nos habíamos olvidado. Desenrolló el volumen de Isaías, un profeta que vivió ochocientos años antes de él. El mensaje era algo que todos los hombres saben – pero hay que recordarlo – que Dios esta al lado de los que son más débiles: los pobres, los extranjeros, y los oprimidos. Y nadie en nuestra sociedad es más débil que un niño no nacido.

Esdras hizo algo semejante. Leyó del “libro de la ley.” La gente lloró – porque se dieron cuenta que cuan lejos estuvieron de observarla.

Las lagrimas son buenas. Pueden ser un preludio a la paz, aun la alegría. Esdras les dijo, “No estén tristes, porque celebra al Señor es nuestra fuerza.” (Neh 8:10) Jesús anunció la “buena nueva.” Realmente es – para los que se ponen al lado de los débiles de Dios.

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