Alegría

(28 de marzo de 2004)

Santo Tomás de Aquino dijo, “Ningún hombre puede vivir sin alegría. Por eso, uno privado de alegría espiritual se entrega a placeres carnales.”

Hoy vemos una mujer que buscaba la alegría tan desesperadamente que estaba dispuesta a poner en riesgo su matrimonio, familia, reputación y su vida. Pero no recibió alegría, quizás ni aun placer. Sin duda el hombre le dijo que bonita era, que podía contar con él, que significaba más para él que la misma vida. Lindas palabras, pero cuando llegó una dificultad, se huyó. Lo que la mujer más temía, ya estaba sucediendo. Fue sorprendida – y no había nadie para defenderla. No podía haber sido más sola o más amarga.

La ironía de esta breve narración es que, cuando sucedió lo peor, comenzó una cadena de sucesos que llegaría a la alegría verdadera. Llegaría a Jesús. Cuando ella le extendió su mano, encontró alegría verdadera. No fue porque Jesús dijo que todo estaba bien, no preocuparse. Al contrario su palabra era bien estricta – pero tierna.

La alegría tiene dos partes. Primero, abandonar el pretexto de tener razón, y en cambio aceptar la misericordia en lugar de la miseria. Segundo, implica disciplina, la resolución de no pecar más.

El evangelio no dice si el esposo de la mujer la perdonó. Podemos imaginar que las cosas no iban fáciles para ella. Unos de mis amigos sacerdotes tuvieron sus nombres en los periódicos haces dos años. Quizás la mujer sorprendida en adulterio se encontró en un lugar semejante. Después de tal infame, no es fácil volver a la casa.

Tal vez la mujer un día estaría al pie de la cruz, junta a la madre de Jesús. Pues, esta señora nos enseña algo importante. No importa las circunstancias de su vida, no importa las tristezas y culpabilidad que Ud. lleva, es posible encontrar la alegría. Mira a Jesús.

Peter Kreeft, que es profesor de filosofía en Boston College, desafía a los que creen que la alegría es imposible para ellos. Esto es lo que dijo:

Nadia que ha dicho a Dios, “Hágase tu voluntad” y lo entendía en su Corazón, ciertamente encontrará la alegría – no solamente en el cielo o lejos en el futuro, sino en este mundo, en este momento, aquí y ahora.

Nos faltan solamente siete días a la Semana Santa. Si todavía no ha visto Ud. La Pasión del Cristo, verla ahora. Si la has visto, no es tan temprano para verla otra vez. Tiene una escena dramática de Jesús y la mujer del evangelio de hoy. Mientras probablemente no está correcto identificarla con María Magdalena, no es difícil imaginar que tal mujer acompañó a Jesús y su madre durante las horas finales.

Ud. y yo podemos acompañarla al entrar la Semana Santa. Ella unió su pena al sufrimiento de Jesús. Pero, quizás mas que otros, ella conoció la gran alegría del perdón. Con ella podemos rezar las palabras del salmo:

El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

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